Escuela de Ciencias Sociales y
Humanidades, UNED, Costa Rica
https://revistas.uned.ac.cr/index.php/espiga
ISSN: 1409-4002 • e-ISSN:
2215-454X
Mitología y discidium en la obra de
Cayo Valerio Catulo
Minor Herrera-Valenciano [*]
http://orcid.org/0000-0003-0502-6763
Recibido: 10 de setiembre de 2020 • Aceptado: 4 de febrero de 2021
Resumen
El presente artículo
aborda el tópico de la separación (discidium) del poeta y su amada a partir del análisis
crítico del tema amoroso y
las causas por las que el poeta se separa de su amada. Se determina que tal separación
se torna aún más recurrente en los poemas extensos (carmina longiora) de la obra literaria de Catulo, por medio del uso
de referentes mitológicos, a partir de los que se logra ejemplificar y
presentar las causas que llevan al poeta hacia un sufrimiento casi aniquilador,
estado que, al mismo tiempo, lo singulariza según la perspectiva elegiaca.
Palabras clave: Poema, separación, odio, amor, sufrimiento.
Mythology and discidium
in the work of
Cayo Valerio Catulo (Gaius
Valerius Catullus)
Abstract
This article addresses the topic of the separation (discidium) of the poet and his beloved from the critical analysis of the topic of love and the causes for why the poet is separated from his beloved. It is determined that such a separation becomes even more recurrent in the extensive poems (carmina longiora) of Catullus' literary work, using mythological references, from which it is possible to exemplify and present the causes that lead the poet towards an almost annihilating suffering, a state that, at the same time, singularizes him according to the elegiac perspective.
Key words: Poem, separation, hatred, love, suffering.
Mythologie
and discidium dans l’œuvre de Cayo Valerio Catulo
Résumé
Cet article traite le
sujet de la séparation (discidium) du poète et su bien-aimée à partir de
l’analyse critique sur l’amour et les causes par lesquelles il est séparé de sa
bien-aimée. Il est constaté que cette séparation est plus récurrente dans les
longs poèmes (carmina longiora) de l’œuvre littéraire de Catulle à
travers de l’utilisation des référents mythologiques, ce qui permet au poète
d’illustrer et présenter les causes qui le mènent à une souffrance presque
annihilatrice. En même temps, cet état, le singularise selon la perspective
élégiaque.
Mots-clés: Poème, séparation, haine, amour et souffrance
Introducción
Cayo
Valerio Catulo vivió aproximadamente entre el 87 (o el 84) y el 57 (o el 54) a.
C. La obra de este poeta veronés representa la más grande manifestación de la
estética neotérica, que ha pervivido hasta la actualidad. Los seguidores de
dicha estética fueron nombrados por Cicerón como poetae novi, esta denominación originalmente poseía una connotación
negativa, ya que remitía al hecho de que dichos poetas transgredían la
tradición épica, es decir, la escritura de poemas extensos que seguían los
modelos de Homero y Enio, cuyo tema general era ensalzar las hazañas de los
héroes de la Antigüedad.
De
esta manera, Catulo propuso un estilo de poesía que se concentraba en el
instante, en la circunstancia más cercana, para esto, él y los poetae novi miraron hacia atrás a la
poesía alejandrina (siglo III a. C.) y tomaron a Calímaco y a Safo como
ejemplos. Estos poetas griegos hicieron uso de textos más breves como epigramas
(especialmente de Calímaco) y el uso de la voz en primera persona para expresar
preocupaciones, sentimientos y experiencias individuales y mundanas (por
ejemplo, Safo con sus poemas de amor). De esta forma, Catulo y los neoteroi tomaron muchas de estas
características, las combinaron y las reinterpretaron a través de su propia
perspectiva y recursos latinos[2].
En
cuanto a su obra, a Catulo se le atribuyen más de cien poemas, los cuales
tradicionalmente han sido agrupados en tres conjuntos: los primeros 60 son
clasificados como poemas circunstanciales, también llamados polimétricos (por
su diversidad métrica o carmina minora);
el segundo conjunto, del 61 al al 68, también escritos en variedad métrica,
pero de mayor extensión (algunos poseen más de 400 versos), son denominados carmina longiora (poemas extensos,
también llamados carmina docta, es
decir, poemas eruditos, en los que Catulo hace gala de su conocimiento de la
mitología griega y de la cultura clásica, en general), finalmente, los
restantes son considerados mayormente epigramas, escritos en dísticos
elegiacos, cuyos temas son la pasión amorosa por Lesbia y Juvencio, las
invectivas contra sus enemigos, entre otros temas comunes[3].
Ahora
bien, son
numerosas las alusiones míticas en la poesía de Catulo, tanto es así que se le
reconoce su erudición debido a que en sus poemas más extensos, los carmina longiora, muestra y reelabora,
con gran maestría y amplio conocimiento, los más famosos mitos, por ejemplo, la
boda de Tetis y Peleo, la traición de Teseo a Ariadna o las recurrentes
referencias a Júpiter, Juno, Cástor, Pólux, Diana u otros personajes como
Protesilao, Berenice, entre muchos más.
Asimismo,
mediante dichas alusiones mitológicas, es posible percibir un rasgo
determinante en la corriente compositiva elegiaca de los carmina longiora catulianos, esto es la presencia del discidium o separación de los amantes;
situación recurrente que atraviesa la mayoría de los versos del poeta veronés,
en los que además, es evidente el disgusto por los actos de su «Lesbia amada» o
porque su amor no es correspondido por aquella libertina mujer.
Unido
a lo anterior, el lamento producido por el discidium
es reflejado por la aniquilación metafórica exaltada por el poeta en algunos de
sus poemas al darse cuenta de que jamás tendrá a su amada solo para él.
En
cuanto al método empleado en este trabajo, es puramente filológico, esto por
cuanto se parte del examen minucioso del texto escrito en su idioma original
(latín) y de las traducciones más apegadas a este. Se busca obtener la mayor
cantidad de información por medio de un análisis detallado de las obras. Se
hace énfasis, por un lado, en los elementos míticos presentes en los poemas
extensos (carmina longiora) y en los
polimétricos que puedan relacionarse con el tópico de la separación entre los
amantes, motivo principal de las penas del autor; mientras que por otro, se
analiza cómo el autor recurre a esos mitos como analogías de sus propias
vivencias.
Así
las cosas, el presente artículo aborda el tópico de la separación (discidium) del poeta y su amada a partir del análisis crítico del tema amoroso y las
causas por las cuales se separan. Se determina que tal separación se torna aún
más recurrente en los poemas extensos (carmina
longiora) de la obra literaria de Catulo, por medio del uso de referentes
mitológicos, desde los cuales se logra ejemplificar y presentar las causas que
llevan al poeta hacia un sufrimiento casi aniquilador, estado que, al mismo
tiempo, lo singulariza según la perspectiva elegiaca.
La elegía y
el discidium: conceptos fundamentales
Muchos han sido los intentos por definir el concepto de elegía; Henry Paul
Harvey[4]
comenta el origen de este género y afirma que, en principio, se caracterizaba
por ser un canto de lamentación, el cual estaba escrito en hexámetros y
pentámetros alternados (dísticos). La intención de esto era expresar los
sentimientos, exhortaciones y reflexiones.
No obstante, Rafael Pestano[5]
ofrece, con muchísima claridad, una síntesis sobre las características de dicho
género y lo que aportó a la literatura latina en general. Este autor menciona
que la elegía debe ser comprendida a
partir de cinco posicionamientos fundamentales.
Desde el punto de vista formal, se considerará elegía a todas aquellas como toda composiciones poéticas que, siendo escrita en dísticos elegíacos, se encuentran vinculadas al canto amoroso como tema esencial. Sin embargo, se debe salvaguardar la labor de Catulo como predecesor, a pesar de la polimetría que caracteriza sus obras.
Dicha composición elegíaca debe estar orientada hacia el amor, pero desde una perspectiva de proyección subjetiva.
La elegía latina dede ser comprendida en su complejidad, la cual tiene su punto de partida en un proceso compositivo, debido a que este se encuetra sustentado en el constante uso de alusiones o referentes míticos, de ahí que evoque a un tipo de composición abierta que se apropia de —y articula— un discurso intertextual, como ocurre en los Carmina Longiora.
La elegía latina tiene por caraterística fundamental de estilo un orden de palabras específico, cuyo diseño depende, por un lado, de la relación con los requerimientos métricos del dístico, pero por otro, en la necesidad estilística de adecuarse a la poética alejandrina, que posee, como figura de rango literario, el uso constante del hipérbaton. En el caso de la obra del poeta veronés, esta influencia alejandrina configurará y determinará un orden sintáctico que en el verso elegíaco romano resultará sumamente significativo.
En fin, la elegía latina ha de ser comprendida como continuadora de la evolución poética y ética que incia en la obra de Catulo, elaborada durante el siglo I a.C., en el esplendor de la época augustea, en la medida en que los valores individuales —concretados en una elección de vida y de poesía— predominan sobre los oficiales. En otras palabras, la poética y la ética elegíacas sustituyen a la poética y la ética tradicionales del Estado romano como horizonte de expectativas.
El otro concepto necesario de definir es el de discidium o separación, pero en el ámbito amoroso. Antonio Manuel
Luque[6]
se refiere al discidium como una
palabra clave dentro del género elegiaco, ya que confiere al poema un tono de
lamento que puede ser percibido en el preciso instante en que se da la
separación. Así, los conceptos de elegía
y discidium están tan estrechamente
relacionados, esto porque sin el dolor causado por la separación, no hay
lamento que conforme la elegía.
Igualmente, Paul Veyne[7]
afirma que el discidium se presenta a
lo largo de la poesía de Catulo, como es lógico, en los momentos de ruptura
amorosa con Lesbia, o bien, cuando se produce la separación de su hermano por
causa de la muerte de este y en aquellos pasajes donde son mostradas las
separaciones entre divinidades.
A partir de lo anterior, en el siguiente apartado serán abordadas las
alusiones míticas presentes en los carmina
longiora de Catulo, con el fin de determinar cómo el poeta las utiliza para
representar una serie de separaciones que, al mismo tiempo, hacen referencia a
su propio discidium de los seres que
ama (Lesbia y su hermano).
El discidium en
alusiones míticas presentes en los carmina longiora de Catulo
Las alusiones míticas en la poesía de Catulo son constantes en los carmina longiora; el poeta presenta y reelabora reconocidos mitos
con gran maestría y amplio conocimiento, siempre vinculados de alguna manera
con sus propias vivencias. Al respecto, Emilio Pascual Barciela[8] menciona que el manejo de la
materia mítica por un poeta como Catulo requiere de un cuidadoso proceso de
construcción artístico-textual. Este se inicia con la planificación
pragmático-contextual (νόησις/intellectio).
Le sigue la búsqueda referencial (εὕρεσις/inventio)
en la que se selecciona un determinado episodio mitológico de entre todo el
acervo cultural, que actúa como una cantera inagotable de motivos míticos (topoi o loci). Después se lleva a cabo la distribución del contenido
(τάξις/dispositio) en la espacialidad
textual del poema y, por último, se concluye con la plasmación estilística
(λέξις/elocutio).
De esta manera, es posible observar poemas referentes a la boda de Tetis y
Peleo, las vicisitudes que acaecen a Teseo y Ariadna o las recurrentes
referencias a Júpiter, Juno, Cástor, Pólux, Diana u otros personajes como
Protesilao, Berenice, entre otros.
Ahora bien, la mayoría de estos personajes comparte una característica
común, ninguno termina con buen suceso su vida amorosa, ya que, sin excepción,
sufren por causa del amor; sea por una infidelidad o una traición de cualquier
tipo, porque los dioses no desean su unión o por haber pisado el umbral la
noche de bodas, lo cierto es que todos convergen en el círculo de las desdichas
amorosas, en el sufrimiento y, por supuesto, en la separación (discidium) de los amantes.
Tales características son reflejo de la propia vida de Catulo, quien se
convierte en un amante sufridor por causa del amor no totalmente correspondido
por Lesbia (ya
que es posible que Catulo tuviera acercamiento íntimo con Lesbia, por lo cual
habría sido correspondido en parte; sin embargo, no lo es totalmente debido a
que Lesbia disfrutó de una vida sin ataduras amorosas y nunca estuvo
exclusivamente con Catulo, a quien veía más como su servus), ese hecho hace que sobrevenga el discidium,
la separación del poeta, que lo lleva incluso a recorrer lugares lejanos con
tal de olvidar la herida ocasionada con el fuego del amor (furor amoris) que es despreciado.
De este modo, la
separación o discidium, según Anne
Videau[9] palabra clave del género
elegiaco, será el elemento que se aproximará a la mayoría de los personajes
míticos y, por supuesto, al propio poeta[10].
La Caballera de Berenice
Ejemplos de términos relacionados con la «pérdida» son orbum, deserta y discidium, los que se muestran en el poema de LXVIII alusivo a la cabellera de Berenice, versos 21 al 22:
Et tu non orbum luxti deserta cubile,
Sed fratris cari flebile discidium? [11]
Y tú, abandonada ¿No lloraste el huérfano lecho, sino la separación flébil del caro hermano? [12]
En los anteriores, el léxico de la pérdida también sugiere uno de la queja (flebile, luxti). La separación es capaz de provocar reacciones físicas, como se muestra en los versos 23-25, también puede sugerir una manifestación del mal de amores, tema que atraviesa toda la elegía romana:
Quam penitus maestas exedit cura medullas!
Vt tibi tunc toto pectore sollicitae
Sensibus ereptis mens excidit! (...)
¡Cuánto el afán hondamente tus sombrías médulas devora! ¡Cómo, del pecho todo, a ti agitada entonces, se te arrancó, los sentidos quitados, la mente!
Muy significativos resultan los versos del poema LXVI, en donde puede ser apreciado el tono de lamento, en palabras de la cabellera que, a pesar de haber sido transformada en constelación por los dioses, no esconde su atormentamiento (discrucior) como resultado del desprendimiento de la cabeza de su dueña:
Sed quamquam
me nocte premunt uestigia diuum,
Lux autem
canae Tethyi restituit,
(Pace tua
fari hic liceat, Rhamnusia uirgo;
Namque ego
non ullo uera timore tegam,
Nec si me
infestis discerpent sidera dictis,
Condita quin
uere pectoris euoluam);
Non his tam laetor rebus, quam
me afore semper,
Afore me a dominae uertice discrucior[13].
Pero aunque en la noche me oprimen de los dioses huellas la luz a la cama de Tetis me restituye. (Sea lícito hablar aquí con tu venia, virgen Ramnusia; pues con ningún temor yo ocultaré lo cierto, ni aunque del veraz pecho lo oculto saque); no tanto estas cosas me alegran, cuanto siempre distar yo de la frente de mi señora, duéleme.
En el pasaje anterior es posible determinar que el dolor provocado por la
separación es proporcional al amor que une a los seres vivos. En el caso de la
cabellera, ese sentimiento es trascendental. Ella sobrepasa la muerte, una vez
que es posible notar cómo, a pesar de que ha sido cortada de la cabeza de su
dueña, el amor que siente por ella permanece incólume, incluso después de su
transformación en constelación la sigue amando.
En ese sentido, es posible establecer cierta relación del amor con la fides, es decir, la fidelidad del pacto
amoroso, en tanto ella sigue siendo fiel a su señora a pesar de que fue
separada de ella. Ahora bien ¿Cómo se relacionan estos pasajes del poema de la
cabellera de Berenice, con la vida de Catulo, descrita en líneas generales en
su obra?
El discidium vivido por Catulo,
encuentra paralelo en la historia de la cabellera
de Berenice, en tanto su separación muestra una reacción similar a la del
poeta veronés, es decir, ambos se separan de su ser amado y sufren por esto.
John Godwin apunta lo siguiente:
La mecha lamenta la pérdida de su dueña, así como
Catulo lamenta la muerte de su hermano (y la separación de Lesbia, quien no lo
ama). Más aún, la mecha experimenta el lamento temporario de Berenice por la
falta de su domina, contratado con un
permanente dolor experimentado por Catulo, cuyo hermano se fue para siempre[14].
Tal dolor es evidente principalmente en el poema LXV, donde su lamento se
hace patente de la siguiente forma:
(…) audiero numquam tua facta
loquemtem,
Numquam ego te, uita frater
amabilior,
Aspicam posthac; at certe Semper amabo[15].
(…) nunca habré de oírte diciendo
tus hechos;
nunca yo, hermano más que la vida amable, te veré en adelante, pero siempre
en verdad he de amarte
En el pasaje anterior, el lamento de Catulo refleja un profundo dolor, ya
que se da cuenta de que jamás volverá a ver a su amado hermano y que solo quedará
el recuerdo para hacerlo sufrir. Son muchos los poemas en los que se presentan
lamentaciones de Catulo en relación con la pérdida de su hermano (66, 68, 101);
por otra parte, es debido a la separación provocada por la muerte, que pueden
ser observadas algunas manifestaciones de amor fraternal, el cual, según
Eduardo Coelho[16], es buscado por Catulo
por causa de la frustración obtenida por la imposibilidad de concretar el amor
ideal que buscaba en Lesbia.
Mito de Diana y Endimión
La referencia al dulcis amor se relaciona estrechamente con el mito de Diana y
Endimión, en el que también se representa la temática de la separación (discidium). En el pasaje inicial del
poema, son presentados los elementos de un grandioso universo y la luna aparece
en el quinto verso (dístico 15-16) a través de la metáfora mitológica de Trivia
(Triuiam), epíteto cultual en las
encrucijadas de Diana, que atañe directamente con el carácter de la diosa
lunar, integra
lo cíclico, lo funerario y lo ctónico; además, dicho simbolismo se encuentra en
estrecha ligazón con la muerte y el tiempo.
Según Harvey[17] el mito de Diana consiste
en que ella amó a un pastor en el Monte Latmo, llamado Endimión, el más bello
de los hombres, quien sería condenado por Júpitera un sueño eterno por amar a
Juno. Diana, o sea la propia Luna, lo visitaba todas las noches.
Simbólicamente, el mito cuenta cómo Diana (la luna), en su constante movimiento
cíclico, velaba por su amado Endimión durante un periodo breve (la noche), para
luego separarse de él y no verlo más hasta la noche siguiente, pero Endimión
está envuelto en un sueño al punto que parece muerto, de manera que hay una
doble separación: por un lado, la de Diana que ve a su amado, pero no puede
estar con ella y la de Endimión, quien yace como muerto y no podrá disfrutar de
la convivencia con la diosa.
Catulo, al elegir este mito, habría sido motivado por la muerte de su
hermano, ya que el contexto mítico es Cária, Asia Menor, misma región en la que
murió su hermano (en Troya). Los siguientes versos contienen precisamente la
pena del poeta por causa de la muerte de su amado hermano:
Troja (nefas) commune sepulcrum
Asiae Europae
Troja uirum et uirtutum omnium
acerba cinisque,
Quaene etiam nostro letum
miserabile fratri
Attulit. Ei misero frater adempte mihi!
Ei misero fratri iocundum lumen
ademptum![18]
Troya empezaba, contra sí, a levantar varones; Troya, oh baldón, común sepulcro
de Asia y de Europa; Troya, de hombres y toda virtud ceniza acerba, que, acaso
también a nuestro miserable hermano la muerte llevó ¡Ay, hermano a mi quitado,
mísero!
Diana estará eternamente separada de su amado, que duerme un sueño
perpetuo, lo mismo que Catulo estará separado de su amado hermano para siempre,
pues la muerte le ha sobrevenido. El caso del poema anterior, el mito encuentra
eco, pues al igual que el amor entre la diosa y Endimión no será jamás
consumado pues no podrán estar juntos; Catulo y su hermano tampoco podrán
volver a estar juntos, pues la muerte ha pactado el discidium entre ellos. En ese sentido, Endimión y el hermano de
Catulo duermen el mismo sueño eterno y tanto Diana como Catulo sufren por no
poder estar con las personas que aman.
Además, la muerte y el sueño eterno se constituyen en los obstáculos que ni
la divina Diana y el poeta veronés pueden superar y, por lo tanto, son
causantes de su dolor y símbolo de la separación definitiva de sus amados.
Mito de Ariadna y Teseo
Otra de las referencias míticas en las que es
posible notar la separación entre Catulo y algún ser amado, es la que se
presenta en el poema LXIV, donde es notorio que el discidium está basado en el mito griego de Ariadna y Teseo, en el
que ella se muestra como la doncella que fue capaz de abandonar ‘todo’ (su
nación, su familia, su honor) por la posibilidad de pasar el resto de su vida
junto al hombre que amaba. Sin embargo, no lo logra y sufre un abandono
terrible en la isla de Naxos, por parte de quien creyó que estaba enamorado de
ella. Esto, como es lógico, vendría a causarle un terrible dolor. Así como se
presenta en el poema:
Sicine me patriis auectam,
perfide, ab aris,
Perfide, deserto liquisti in
litore, Theseu?
Sicine discedens neglecto numine
diuum
Inmemor a! deuota domum penuria
portas?[19]
¿Así a mí apartado, pérfido, de los patrios altares, me dejaste en la costa
desierta, Teseo? ¿Así, partiéndote, descuidado de los dioses el numen?
¡Ah, olvidado! Portas a
tu casa los perjurios malditos.
La cita anterior refleja la propia realidad de Catulo, en la cual, una vez
que se establece la comparación entre el mito de Ariadna y Teseo y su historia
amorosa con Lesbia, permite afirmar con seguridad que el poeta veronés
representa (pero de manera opuesta) a Ariadna engañada por el amor, el cual
jamás fue sincero ni correspondido; pero, cuando de obtener algo a favor propio
se trataba, por otra parte, Lesbia sería ese Teseo engañador, capaz de prometer
pactos de amor (foedus amoris) con
tal de conseguir aquello que únicamente lo beneficiará a él. Esa no correspondencia, o, mejor dicho, ese
acercamiento por interés, es lo que concluirá, tristemente, en la separación de
los amantes.
Las promesas de un amor feliz, de pactos de amor y las comparaciones de Ariadna
y Catulo con seres divinos, por parte de sus amantes, Teseo y Lesbia
respectivamente, se vendrán abajo una vez que se revele el amor no
correspondido.
Catulo presenta ese tipo de engaño en el siguiente fragmento:
Ille mi par esse deo uidetur,
Ille, si fas est, superare diuos,
Qui sedens aduersus identidem te
Spectat et audit
Dulce ridentem, misero quod omnis
Eripit sensus mihi; nam simul te,
Lesbia, aspexi, nihil est super
mi.[20]
Que es igual a un dios aquél me
parece,
que vence a los dioses él, si es
posible,
quien frecuentemente ante ti
sentándose
te mira y te oye
dulce riente, lo que todos,
mísero,
los sentidos me roba, pues al
punto
que te vi, Lesbia, nada me ha
quedado.
Como es notorio, Catulo se asemeja a Ariadna en tanto ambos fueron alabados
por sus supuestos amantes; sin embargo, en el momento en el que debería
consumarse la relación amorosa, este resulta ser un amor falso, no
correspondido verdaderamente, sino uno por conveniencia, seguido de un cruel
abandono o una ultrajante indiferencia.
Mito de Laudamia y Protesilao
Otra alusión mítica, relacionada con el discidium de los amantes y su reflejo en
la propia vida amorosa del poeta Catulo, es la de Laudamia y Protesilao, mito
en el cual se dilucida la separación de los involucrados amorosamente, debido a
la falta de pietas, de obediencia y
entrega a la divinidad, por no haber realizado los rituales de matrimonio con
el rigor correspondiente para la alabanza a los dioses ni haber gozado en
connubio esa noche:
Quam ieiuna pium desideret ara
cruorem,
so Docta est amisso Laudamia
uiro,
Coniugis ante coacta nouei
dimittere collum,
Quam ueniens una atque altera
rursus hiems
Noctibus in longis auidum saturasset amorem,
Posset ut abrupto uiuere coniugio[21].
Cuanto el ara ayuna ambicione una
sangre piadosa,
lo aprendió Laudamia por el
perdido esposo,
obligada a abandonar el cuello
del cónyuge nuevo
antes que un invierno viniendo, y
otro luego,
en noches largas su ávido amor
hubiera saciado,
para que, el connubio roto, vivir
pudiera.
La cita anterior y el mito en general se relaciona con la propia vivencia
de Catulo en tanto él, al igual que Laudamia desea encontrarse perpetuamente
junto al ser más amado; no obstante, la unión de los amantes está condicionada
por el transcurso del tiempo que se muestra, desde una perspectiva metafórica,
como principal enemigo, como un obstáculo constantemente presente y amenazante,
que trae consigo la muerte física o el desamor, lo cual, para efectos de un
enamorado, equivale a la muerte del alma. De esta manera, por un lado, para
Laudamia el discidium será total,
producto de la muerte de su amado Protesilao; por otro lado, para Catulo el discidium será provocado por el paso del
tiempo y el desamor que culmina en el desprecio de Lesbia hacia él.
Mito de Atis y Cibeles
El mito de Atis y Cibeles retomado por Catulo en
su poema VIII, manifiesta la separación producida por el odio. Odio que
desembocará en la castración de Atis, lo cual acarreará la inhabilitación del
amante y, por consecuencia, la desolación de la amada ante la separación.
Aparte de dolorosa, la separación de Lesbia constituye un castigo para
ella, tal como se muestra en el siguiente poema:
Vale, puella. Iam Catullus
obdurat,
Nec te requiret nec rogabit
inuitam;
At tu dolebis, cum rogaberis
nulla.
Scelesta, uae te! quae tibí manet
uita!
Quis nunc te adibit? cui
uideberis bella?
Quem nunc amabis? cuius esse
diceris?
Quem basiabis? cui labella
mordebis?
At tu, Catulle, destinatus obdura[22].
Adiós, niña. Ya Catulo se
aguanta,
ni ha de pedirte ni rogar si te opones.
Mas sufrirás tú, cuando no seas
rogada.
¡Ay de ti, infame! ¿Qué vida a ti
te queda?
Hoy ¿Quién irá a ti? ¿Quién te
verá bonita?
¿A quién, hoy, amarás? ¿De quién
se dirá que eres?
¿A quién besarás? ¿A quién
morderás la boquita?
Pero, Catulo, tú decidido aguántate.
La castración que Atis es
llevada a cabo y Catulo utiliza tal mito para ocultarse tras ella, pues, según
Manuel Alvarado Murillo[23],
el uso del mito de Atis y Cibeles funciona como referente en el que Catulo reconoce
que su amor por Lesbia siempre lo ha conducido hacia su propia autodestrucción,
desde el punto de vista anímico, porque desde el principio ha implicado un
enorme desgaste y pesar, lo cual se desprende de la obra en general.
En el primer caso, Catulo
sufre por la desunión, pero resiste; soporta; en cambio Lesbia, a partir de ese
momento, sufrirá, porque ya no será una mujer deseada, sino despreciada por su
ingratitud. En el segundo caso, Lesbia debería enorgullecerse, dado que ninguna
mujer ha sido amada como ella lo había sido por Catulo; ahora si este la deja,
nadie será capaz de amarla nuevamente con tanta intensidad.
De este modo, la
castración de Atis, es una máscara tras la que se oculta de Catulo, pero viene
a ser el reconocimiento, por parte del poeta veronés, de que el sentimiento
amoroso hacia Lesbia siempre le ha sido nefasto.
Así las cosas, son muchas
las alusiones míticas que Catulo presenta en sus versos, cada una con un
sentido distinto, pero siempre ligadas a tópicos elegiacos, el lamento, el amor
no correspondido, el odio, el dolor y, por supuesto, la separación o discidium. En fin, el uso del mito en la
literatura latina, como lo afirma Emilio
Pascual Barciela[24], desde la codificación (ποιήσις), las
habilidades creativas de un poeta como
Catulo en el uso de aquellos rasgos expresivos considerados convencionalmente
como literarios, al mismo tiempo que, desde el vector de la percepción (αἴσθησις), mide los resultados estéticos impredecibles de la
obra de arte verbal, además funcionaría como un valioso
diamante que, fundido
en el centro de
la espesura textual
del poema, amplía las connotaciones semióticas de su tejido hacia otros
fructíferos universos literarios que se vinculaban
no solo con la formación
cultural del poeta veronés,
sino con su propia
situación anímica.
Discidium de Lesbia y Catulo: la tortura del poeta
enamorado
El discidium o separación se
convierte, para cualquier poeta enamorado (elegiaco), en un ‘aniquilador del
amor’ y de su propia existencia, porque una vida sin el amor de la amada, no
tiene sentido de ser vivida. Catulo manifiesta esa angustiosa existencia,
causada por la indiferencia de su amada, en algunos de sus poemas; no obstante,
la angustia es solo una de las múltiples manifestaciones de dolor, ya que,
según Leonor Molero[25]
«en varios lugares de la
obra de Catulo se aplican otras imágenes poéticas del sufrimiento físico a la
experiencia dolorosa del amor, como el abrasamiento, la tortura y la herida».
Ese dolor experimentado por Catulo es una llaga que no sana, una herida
mortal por la que sangra poco a poco, que podría llevarlo a perder la razón y a
odiar a la que antes consideró su todo,
tal como él mismo lo muestra en los siguientes versos:
Huc est mens deducta tua, mea Lesbia,
culpa,
Atque ita se officio perdidit
ipsa suo,
Vt iam nec bene uelle queat tibi,
si optuma fias,
Nec desistere amare, omnia si
facias[26].
Llevada hasta aquí fue la mente
por culpa tuya, mi Lesbia,
y tanto por su afecto se aniquiló
ella misma,
que ya no podría estimarte,
aunque te hicieras la óptima,
ni desistir de amar, aunque lo
hicieras todo.
El poema anterior refleja
que la separación está cerca y que es definitiva, dicho discidium se reparte en una gran cantidad de palabras asociadas al
dolor, lo cual también es notorio en el Carmen LXXVI, donde se encuentran, por
ejemplo: ingrato (v. 6), excrucies (v. 10), deponere (v.v.
13 y 25), salus (v. 15), pestem perniciemque (v. 20), subrepens...
ut torpor (v. 21), ualere (v. 25) y taetrum morbum (v. 25) [27].
Cada una de estas palabras refleja el sufrimiento del poeta veronés ante la
inapetencia de Lesbia por su amor.
Unido a lo anterior, es
necesario tener en cuenta que dicho sufrimiento, y la decisión de separarse
definitivamente de quien ama, lleva al poeta hacia el atormentamiento
personal, como lo demuestra el famoso poema LXXXV:
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fien sentio et excrucior[28].
Odio y amo. Por qué lo haga,
preguntas acaso.
No sé. Pero siento que es hecho, y me torturo.
En este momento la separación de Catulo y Lesbia llega a un estado algo
confuso, ya que el poeta no está convencido de querer dejarla, porque aun la
ama, pero sabe que si no lo hace seguirá sufriendo.
El poeta veronés es
víctima del desamor y la separación amorosa será como una «tortura» que acaba con él poco a poco. Al
respecto, Molero[29] menciona que la idea de
que la no correspondencia amorosa equivale a una tortura se encuentra
íntimamente ligada a la enfermedad producida por el desamor sufrido por el
propio Catulo. Asimismo, Molero[30]
amplia su concepción al mencionar que:
La noción de enfermedad también coincide en otros contextos con el tipo de
agresión traumática que denominamos tortura. En el mismo poema 76.10, la
forma excrucies se corresponde, de nuevo metafóricamente, con el efecto
devastador del amor no correspondido, por dos veces, expresado mediante el
adjetivo ingratus, aplicado a amor y a mens (76.5 y 9).
Dicho efecto no es otro que la tortura del amante, como expresión de un
gran sufrimiento intencionadamente infligido por crueldad.
La tortura implica
el daño de la víctima con instrumentos de suplicio que destrozan su cuerpo, a
la vez que le quebrantan el ánimo, unos instrumentos que en el ámbito romano se
representan sobre todo en los tipos diversos de cruz, hasta el punto de que
para el significado torturar (de cualquier manera) se acuñan
verbos denominativos precisamente sobre el sustantivo crux: el simple cruciare
y los compuestos excruciare, discruciare.
Como se aprecia en la
cita anterior, la ruptura amorosa se convierte en una tortura para el poeta
enamorado, ya que toda su vida gira alrededor del amor que le tiene a su domina, es decir, un amor que lo
convierte en esclavo, en servus amoris;
sin embargo, un amor que lo daña, lo maltrata y lo humilla, como lo refleja el
siguiente carmen:
Lesbia mi
dicit semper male nec tacet umquam
De me; Lesbia
me dispeream nisi amat.
Quo signo?
quia sunt totidem mea; deprecor illam
Assidue, uerum dispeream nisi amo[31].
Lesbia de mí
habla siempre mal y no calla nunca
de mí. Muera
yo si Lesbia no me ama.
¿Qué señal?
Que son también cosas mías: a ella la execro
de continuo; mas yo
muera, si no la amo.
Los versos anteriores permiten entrever el hecho de que el poeta, al no ser
amado por Lesbia, sufre una enorme pena. Se siente perdido sin su amor; sin
embargo, sabe que no debe abandonarse, debe seguir adelante y aceptar que no es
amado ni lo será jamás por dicha mujer, aunque de vez en cuando la llame «la dueña de sus sueños».
Catulo sabe que ya no vale la pena luchar (milites amoris) por algo que está perdido, visto de otra forma, no
vale la pena tratar de revivir lo que está definitivamente muerto, tal como lo
presenta en el poema VIII:
Miser
Catulle, desinas ineptire,
Et quod uides perisse perditum ducas[32].
Pobre Catulo, deja de hacer simplezas,
y lo que ves que ha muerto ten por perdido.
Es necesario aguantar la tortura de la separación, aunque el poeta sienta
que el amor lo abrasa (furor amoris)
por dentro. Catulo reclama a Lesbia el porqué no le correspondió y le recuerda
que nadie la amará como él; además, le manifiesta que se arrepentirá de no
haberlo amado como él a ella, pero lo soportará, porque la ruptura amorosa es
definitiva:
At tu dolebis, cum rogaberis
nulla.
Scelesta, uae te! quae tibí manet
uita!
Quis nunc te adibit? cui
uideberis bella?
Quem nunc amabis? cuius esse
diceris?
Quem basiabis? cui labella
mordebis?
At tu, Catulle, destinatus obdura[33].
Mas sufrirás tú, cuando no seas rogada.
¡Ay de ti, infame! ¿Qué vida a ti
te queda?
Hoy ¿Quién irá a ti? ¿Quién te
verá bonita?
¿A quién, hoy, amarás? ¿De quién
se dirá que eres?
¿A quién besarás? ¿A quién
morderás la boquita?
Pero, Catulo, tú decidido
aguántate.
Según Blázquez[34],
el discidium de Catulo y Lesbia se da
porque el poeta conservaba un aprecio por el aspecto físico de ella, quien
posiblemente tenía más edad que el poeta veronés y más experiencia. Además, era
una mujer limpia, que disfrutaba libremente su vida (in extremis), pero al fin y al cabo una dama. Asimismo, menciona
que:
el poeta contrapone el pasado de amor físico de Lesbia al presente de
conocimiento intelectual. Catulo, cuanto más se consumía en el amor físico,
Lesbia era más despreciable e insignificante para el poeta. Cuanta más
atracción sexual siente, más la desprecia y la encuentra más insignificante[35].
No obstante, Catulo, ante las innumerables decepciones amorosas, va
perdiendo su fogoso amor por Lesbia, pues, a pesar de que estuvo obnubilado por
dicha mujer; poco a poco se percata de que ha sido constantemente traicionado,
no solo con otros hombres, sino a nivel intelectual. Así, para el poeta
veronés, Lesbia, a quien comparó con las diosas, empieza a convertirse en un
ser, no solo mortal, sino desprovisto de la capacidad amor con sinceridad:
Dicebas quondam solum te nosse
Catullum,
Lesbia, nec prae me uelle tenere
Iouem.
Dilexi tum te non tantum ut
uulgus amicam,
Sed pater ut gnatos diligit et
generos.
Nunc te cognoui; quare etsi
imperisius uror,
Multo mi tamen es uilior et
leuior.
Qui potis est? inquis. Quod
amantem injuria tahs
Cogit amare magis, sed bene uelle
minus[36].
Decías hace tiempo que tú sólo
conocías a Catulo,
Lesbia, y no querías, antes que a
mi, tener a Jove.
Te quise entonces no tanto en el
modo que el vulgo a la amiga,
mas como a sus hijos y yernos
quiere el padre.
Hoy te conocí. Por eso, aunque
ardo más fuertemente,
me eres, con todo, mucho más vil
y leve.
¿Cómo es posible? Preguntas.
Porque injuria tal al amante
obliga a más amar, pero a estimar
en menos.
A partir de estos versos, queda muy claro que la traición, la indiferencia
y el desamor mostrados por Lesbia obligan a Catulo a considerarla despreciable;
así las cosas, a pesar de que Catulo sabe que Lesbia no es mujer de un solo
hombre (sino de muchos), la infidelidad se considera la causa más relevante
sobre la que se da el discidium
catuliano.
La vida licenciosa de
Lesbia hace que para Catulo se torne imposible seguirla amando, aunque se
vuelva la persona más buena que exista y aunque esta satisfaga todas las
necesidades del poeta, tal hecho queda claramente establecido en el siguiente
poema:
Huc est mens deducta tua, mea
Lesbia, culpa,
Atque ita se officio perdidit
ipsa suo,
Vt iam nec bene uelle queat tibi,
si optuma fias,
Nec desistere amare, omnia si
facias[37].
Llevada hasta aquí fue la mente
por culpa tuya, mi Lesbia,
y tanto por su afecto se aniquiló
ella misma,
que ya no podría estimarte,
aunque te hicieras la óptima,
ni desistir de amar, aunque lo hicieras
todo.
En ese sentido, el discidium
parece estar motivado, en parte, porque Catulo cuestiona algunas prácticas
llevadas a cabo por Lesbia; por ejemplo, la relación incestuosa que tiene con
su hermano Lesbio. Al respecto Blázquez[38]
afirma que:
El poema 75 es muy importante. Insulta a Lesbia por sus amores con su
hermano, por sus relaciones incestuosas, de las que habla también Cicerón en el
Pro Caelio, que era un rumor que corría de boca en boca por toda
Roma. Insulta al hermano, que no encuentra quien le bese en la calle. El poeta
acusa a Clodio de afeminado, como comenta J.C. Fernández Corte, pues se había
introducido, disfrazado de mujer, para encontrarse con la esposa de César en
las fiestas de la Bona Dea, donde sólo participaban mujeres. Le acusa también
Catulo de practicar la fellatio de hombre a hombre, o el cunnilingus,
costumbres que eran detestadas por los romanos, aunque frecuentes, a juzgar por
la asiduidad con que se representan en el arte.
La cita hace referencia directa a las mores
aplicadas por parte de Catulo, quien no acepta el incesto de Lesbia con su
hermano, lo cual le parece aberrante, hecho que constituye un motivo más para
darse cuenta de que no es aquella la mujer ideal que había imaginado siempre y
por quien suspiraba a diario, aquella puella
diuina et pulchra que lo cautivó la primera vez que la vio.
En consonancia con lo anterior, el poema LXXVII muestra cómo Catulo
aborrece el hecho de que Lesbia tenga otros amantes y cómo dichos amantes son amigos
que lo han traicionado, tal es el caso de Rufo quien, por lo que muestra el
poema, ha estado en más de una ocasión con Lesbia, hecho que no solo la volvió
menos deseada para el poeta veronés, sino que hizo que su amistad (amistad
entre Catulo y Rufo) terminará de una vez, tal como se menciona:
Rufe, mihi frustra ac ncquiquam
credite amice
(Frustra? immo magno cum pretio
atque malo),
Sicine subrepsti mei, atque
intestina perurefls
Ei misero eripuisti omnia nostra
bona?
Eripuisti, eheu nostrae crudele
uenenum
Vitae, eheu nostrae pestis
amjcitiae.[39]
Rufo, de balde y vanamente por mí
amigo creído
(¿De balde? Más bien por un
precio magno y malo).
¿Pues no, así, me robaste, y las
entrañas quemándome,
ah mísero, arrebataste todos los
bienes nuestros?
Arrebataste, ay, ay, cruel veneno
de nuestra
vida, ay, ay; de nuestra amistad,
la plaga.
Las traiciones sufridas marcan la vida y la obra del poeta veronés; el
poema anterior refleja dos traiciones; por un lado, la de su amigo, por otra
parte, la de Lesbia, ambas terminarán en inminentes rupturas (principalmente la
de Catulo y Lesbia), las cuales, a pesar de que el poeta se hace el fuerte, le
causarán un enorme pesar.
Finalmente, el discidium se
presenta de nuevo, en esta ocasión en el poema XI del que tradicionalmente se
destacado el hecho de parecer el último escrito por Catulo a Lesbia. El poeta
anuncia oficialmente su separación definitiva, no puede seguir perdiéndose por
una mujer que no lo ama y que igual ama a mil como lo ama a él:
Furi et Aureli, comités Catulli,
Siue in
extremos penetrabit Indos,
Litus ut longe resonante Eoa
Tunditur unda,
Siue in Hyrcanos Arabasue molles,
Seu Sagas sagittiferosue Parthos,
Siue quae septemgeminus colorat
Aequora Nilus,
Sive trans altas gradietur Alpes,
Caesaris uisens monimenta magni,
Gallicum Rhenum, horribilesque
ultimosque
Britannos,
Omnia haec, quaecumque feret
uoluntas
Caelitum, temptare simul parati,
Pauca nuntiate meae puellae
Non bona dicta.
Cum suis uiuat ualeatque moechis,
Quos simul complexa tenet
trecentos,
Nullum amans uere, sed identidem
omnium
Illia rumpens;
Nec meum respectet, ut ante,
amorem,
Qui illius culpa cecidit uelut
prati
Vltimi flos, praetereunte
postquam
Tactus aratro est[40].
Furio y Aurelio, oh socios de
Catulo ora penetre en los extremos Indos,
costa que de auroral,
longuisonante
onda es golpeada;
ora entre hircanos o entre
muelles árabes,
o ya entre sagos, o saeteros
partos;
ora en las aguas que de siete
bocas
colora el Nilo;
ora camine tras los altos Alpes,
del magno César monumentos
viendo:
gálico el Reno, y espantosos,
últimos,
los britanos.
Todo esto —cuanto lleve la
celeste
voluntad— prestos a intentar a un
tiempo,
anunciad a mi niña estas no
buenas
pocas palabras:
Que viva y valga con sus
fornicarios,
que a un tiempo abrazados tiene a
trescientos,
no amando a nadie, mas rompiendo
a todos
siempre los flancos;
y no, como antes, a mi amor se
vuelva;
que cayó por su culpa, cual del
último
prado la flor, después que al ir
pasando
la hirió el arado.
En fin, el discidium de Catulo y
Lesbia, se puede analizar como la maduración del poeta ante una Lesbia venida a
menos por su libertinaje (en exceso) que llevaba a cabo entre los pasillos y
callejuelas de Roma.
Consideraciones
finales
El discidium, es fundamental en la obra del
poeta veronés Catulo, no solo porque se trata de una palabra clave incorporada
dentro del léxico que compone la elegía romana, sino porque en sí misma
constituye un tema esencial de esta, ya que por medio de los pesares descritos
en cada uno de los versos que lo tratan, confiere un tono de lamento, el cual,
en la obra poética de Catulo, puede ser percibido en el hecho de que el poeta
veronés no sea amado por Lesbia, o bien, porque sufre la amarga pérdida de un
pariente y la manera en la que expresa su despecho en los poemas.
El
dolor provocado por la separación, en el contexto de la obra, se manifiesta de
varias maneras, de ahí que las alusiones a las desgarradoras historias míticas
mostradas en la obra manifiesten ese mismo dolor producido por la separación (discidium). En la mayoría de los poemas de
tema mítico, que forman parte de los llamados carmina logiora, los personajes poseen una característica común:
ninguno termina con buen suceso su vida amorosa. Todos sufren por causa del
amor, sea por una infidelidad o traición, sea porque los dioses no desean su
unión, sea por haber pisado el umbral la noche de bodas, por haber olvidado la
realización de rituales dedicados a los dioses o por haberse separado de una
posesión amada, lo cierto es que todos convergen en el círculo de las desdichas
amorosas, del sufrimiento y, por supuesto, de la separación, de lo cual se
sustenta fundamentalmente la elegía.
Tales elementos elegiacos son reflejo de la propia vida de Catulo, quien se
convierte en un amante sufridor por causa del amor no totalmente correspondido
(ya que es
posible que Catulo tuviera acercamiento íntimo con Lesbia, por lo cual habría
sido correspondido; sin embargo, no lo es totalmente debido a que Lesbia
disfrutó de una vida sin ataduras amorosas y nunca estuvo únicamente con su servus Catulo) por Lesbia, ese hecho hace que
sobrevenga el discidium, la
separación aniquiladora, que lo lleva incluso a recorrer lugares lejanos con
tal de olvidar la herida ocasionada con el látigo del desprecio con el
que es tratado por Lesbia.
Formato de citación según APA Herrera-Valenciano, M. (2021). Mitología y discidium en
la obra de Cayo Valerio Catulo. Revista Espiga, 21 (41), páginas 137-158. Formato de citación según Chicago-Deusto Herrera-Valenciano, Minor. «Mitología y discidium en la obra de Cayo
Valerio Catulo». Revista Espiga
21, n.º 41 (enero-junio, 2021): páginas 137-158.
Referencias
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esperanza. Interpretación del microcosmo catuliano». Revista Kañina 34,
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Molero Alcaraz, Leonor. Léxico de la enfermedad y léxico del trauma o de la
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Veyne, Paul. La elegía erótica romana. El amor, la poesía y el Occidente. México:
Editorial del Fondo de Cultura Económica, 2006.
[*] Doctor en Estudios del Mundo Antiguo por la
Universidad Autónoma de Madrid, España. Máster en Literatura Clásica por la Universidad de Costa Rica (UCR), de Costa
Rica. Docente y coordinador de la Sección de Filología, Sede de Occidente, UCR.
Investigador del Centro de Investigaciones sobre Diversidad Cultural y Estudios
Regionales (CIDICER) de la UCR. Correo: minor.herreravalenciano@ucr.ac.cr
[2] Teresa Jiménez Calvente, Catulo y los Poetae Novi (Madrid:
Liceus, 2006) 1-33.
[3] Rubén Bonifaz Nuño, Cayo Valerio Catulo: Cármenes, traducción (México: UNAM, 1992)
7-12. Esta será la traducción usada a lo largo del artículo.
[4]
Henry Paul Harvey, Diccionario Oxford de
Literatura Clásica Griega y Latina (Rio de Janeiro: Zahar Editorial, 1998),
185.
[5]
Rafael Pestano Fariña, «La elegía latina. Origen y caracterización», Revista de Filología de la Universidad de La Laguna 23, n.º 1 (2005): 231-246.
[6]
Antonio Manuel Luque Laguna, «Tópoi"
elegíacos y cambios argumentales en el Monobiblos de Propercio» Habis, n.° 28 (1997): 87-94.
[7]
Paul Veyne, La
elegía erótica romana. El amor, la poesía y el Occidente (México:
Editorial del Fondo de Cultura Económica, 2006).
[8] Emilio Pascual Barciela, «La retórica del mito en el Carmen 64 de
Catulo: una propuesta de interpretación» Castilla: estudios de literatura, n.° 4 (2013): 469-500.
[9] Anne Videau, La
Boucle de Bérénice (Paris: Les Belles Lettres, 1998).
[10] Videau, Catulle
Élégiaque… Afirma que existe todo un «léxico de la pérdida» presente en
los poemas de Catulo relacionados con la separación de Lesbia o en los que se
muestra una historia mítica donde los amantes no terminan bien sus amores.
[11] Cayo
Valerio Catulo: Cármenes, 66. 69-76. De ahora en adelante
se utilizará la abreviatura del Oxford
Classical Dictionary (Catull) por
ser la más reconocida.
[12] Bonifaz Nuño, Cayo Valerio Catulo…
[13] Catull… 66. 69-76.
[14] John Godwin, Catullus-Poems 61-68 (Warminster: Arts y Phillips, 1995), 183. Traducción propia.
[15] Catull… 65.
9-11.
[16] Eduardo Coelho, El amor en Catulo (Brasil: Ediciones APPACDM, 1993), 66.
[17] Harvey, Diccionario Oxford de Literatura…
[18] Catull… 68. 89-93.
[19] Catull…, 64. 132-135
[20] Catull…,
51. 1-7.
[21] Catull…,
68. 79-84.
[22] Catull…, 8. 12-19.
[23] Manuel Alvarado Murillo, «El poema de Atis: entre la desilusión y la
esperanza. Interpretación del microcosmo catuliano», Revista Kañina 34, n.º 1 (2005): 1032.
[24] Pascual Barciela, «La retórica del mito…
[25] Leonor Molero Alcaraz, Léxico de la enfermedad y léxico del trauma o de la
herida en la poesía amatoria de Catulo (España: Editorial Universidad de
Sevilla, 2008), 97.
[26] Catull…, 75.
1-4.
[27] Catull…, 76.
1-26.
[28] Catull…, 85.
1-2.
[29] Molero Alcaraz, Léxico de la enfermedad y léxico del trauma…
[30] Molero Alcaraz, Léxico de la enfermedad y léxico del trauma…,
114-115.
[31] Catull…,
92. 1-4.
[32] Catull…,
8. 1-2.
[33] Catull…, 8.
14-20.
[34] José María Blázquez, «El mundo
amoroso de Catulo y de la Roma de finales de la República», Revista Gerión 27, nº. 1 (2007):
277-310.
[35] Blázquez, «El mundo
amoroso de Catulo y de la…, 283.
[36] Catull…, 72. 1-10.
[37] Catull…, 75. 1-4.
[38] Blázquez, «El mundo
amoroso de Catulo y de la…, 284.
[39] Catull…,
77. 1-6.
[40] Catull…,
11. 1-24.