Situación de la Gestión del Riesgo de Desastres en
Centroamérica
José Nicolás Pérez-García. Lic.
Licenciado en Biología. Biodiversidad, Ecología y Vida Silvestre
. El Salvador, Centro América, perezjose2493@gmail.com.Recibido: 09 de setiembre de 2020 Aceptado:
03 de noviembre de 2020
RESUMEN: Debido a su
localización, Centroamérica está expuesta a múltiples amenazas que, con la
combinación de la vulnerabilidad de cada uno de los países, hacen que la
región se considere de alto riesgo. Por tal motivo, el presente trabajo tuvo
como finalidad examinar la evolución y los desafíos de la gestión de los
desastres a nivel centroamericano. Los
esfuerzos conjuntos en materia de gestión del riesgo se remontan a la década
de 1990, con lo cual se han desarrollado estrategias y lineamientos para la
prevención y mitigación de los desastres. Si bien hay avances significativos, todavía
hay desafíos y situaciones por resolver, lo cual se refleja en la fragilidad
de las sociedades ante las frecuentes y nuevas amenazas.
Palabras
claves:
vulnerabilidad, fenómenos naturales, coordinación, gestión, Centroamérica,
mecanismos regionales.
ABSTRACT:
Due to its location, Central America is exposed to multiple threats that, with
the combination of threats from each of the countries, make the region
considered high risk. For this reason, the purpose of this work was to examine
the evolution and challenges of disaster management in Central America. Joint
efforts in risk management date back to the 1990s, with which strategies and
guidelines for disaster prevention and mitigation have been developed.
Although there is significant progress, there are still challenges and
situations to be resolved, which is reflected in the fragility of societies in
the face of frequent and new threats.
Keywords:
vulnerability, natural phenomena, coordination, management, Central America,
regional mechanisms.
Introducción
Centroamérica (CA) tiene una extensión territorial de 522,760
kilómetros cuadrados. Su ubicación y geomorfología determina que se trate de
una zona con múltiples amenazas. Es una zona expuesta a la estacionalidad
ciclónica proveniente de los Océanos Pacífico y Atlántico, con influencia de
la variación climática por la Oscilación del Sur, confluyen en el territorio
placas tectónicas y volcanes activos y presenta alta vulnerabilidad social,
económica y política. Dada las condiciones de alta exposición ante amenazas
como huracanes, terremotos, sequías, inundaciones, vulcanismo, incendios,
entre otras, y la alta vulnerabilidad, CA es más propensa a los riesgos de
desastres. En este sentido, la región ocupa el segundo lugar como zona de
mayor probabilidad de ocurrencia de desastres (CEPREDENAC-SICA, 2017; IICA,
2001).
De acuerdo con Salas (2007), en función de las muertes que ocasionan y
la capacidad destructiva, la región presenta nueve tipos de desastres (de
mayor a menor impacto): 1) terremotos, 2) inundaciones, 3) ciclones
tropicales, 4) erupciones volcánicas, 5) deslizamientos de tierra, 6)
oleaje/mareas/tsunamis, 7) incendios, 8) sequías y 9) temperaturas extremas.
Según el índice de riesgos 2019, Guatemala y Honduras están en categoría de
riesgo muy alto, riesgo alto El Salvador, riesgo medio Nicaragua, riesgo bajo
Panamá, mientras que Costa Rica riesgo muy bajo; los primeros cuatro países
mencionados también aparecen dentro del listado de los 15 países del mundo con
mayores riesgos (INFORM, 2019).
Según datos del Centro de Coordinación para la Prevención de Desastres
en Centroamérica (CEPREDENAC), entre 1960 y 2000 los desastres causaron la
muerte a un poco más de 57 mil centroamericanos, hubo más de 10 millones de
personas damnificadas y pérdidas económicas superior a USD $ 15 mil millones
(IICA, 2001). En la actualidad, los desastres muestran una tendencia hacia el
aumento en la frecuencia de aparecimiento y magnitud. Ejemplo de ellos, es la
primera década de este siglo, las tormentas que azotaron la región fue el
doble del promedio registrado entre 1960 y 2000. Según CEPREDENAC, solo en
2005 fueron afectados más de 5 millones de personas durante la época de
huracanes, las pérdidas económicas ascendieron a más de USD $ 100 mil millones
(Campos-Durán & Quesada-Román, 2017). El fenómeno de El Niño – Oscilación
Sur (ENOS), se ha intensificado progresivamente y para 2018, redujo la
producción agrícola en un 75 % en la zona del denominado corredor seco
centroamericano, colocando a 2,2 millones de personas en la categoría de
inseguridad alimentaria (ONU, 2020).
Si bien en Centroamérica se han formulado diversas estrategias
relacionadas con la Gestión del Riesgo de Desastres (GRD), la información aún
es dispersa. Por lo cual, el objetivo del presente ensayo fue recopilar y
mostrar la evolución, situación actual y desafíos de la GRD a nivel
centroamericano. Además, se presenta a las instituciones que han sido
protagonistas en la formulación de estrategias de beneficio regional.
Desarrollo
Los esfuerzos colectivos por dar
respuestas oportunas a episodios adversos, se remontan a 1987 con la fundación
del CEPREDENAC (RIMD, 2008; Zúñiga-Arias, Granados-Porras, & Coto-Cedeño,
2019). Este Centro tiene figura de secretaría especializada perteneciente al
Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) y es el organismo más
importante en materia de GRD a nivel regional. Su meta es promover y coordinar
la cooperación internacional y el intercambio de información, experiencias y
asesoría técnica y científica para la prevención, mitigación, atención y
respuesta a los desastres (CEPREDENAC, 2019). A través de los años su función,
protagonismo y lineamientos han ido mejorando con ayuda de organismos
internacionales y ha sido una pieza fundamental para la formulación de planes
y políticas regionales.
En 1994, se elaboró el primer Plan
Regional para la Reducción de Desastres (PRRD), sujeto a revisión
periódicamente con el cual los países y las instituciones, obtuvieron su
primer instrumento que incluía la reducción del riesgo en los procesos de
desarrollo (SICA, 2009). Fue notorio que el impacto del huracán Mitch en 1998
marcó un precedente para la región y la reunión de presidentes un año después
en Guatemala, sirvió para replantear la visión y los lineamientos políticos e
institucionales para abordar el riesgo, desastres y el desarrollo
(Campos-Durán & Quesada-Román, 2017).
En 1999 se firmó el Marco
Estratégico para la Reducción de las Vulnerabilidades y el Impacto de los
Desastres, con ello se actualizó la política regional de reducción del riesgo,
con mandatos claros e integradores, que implicaron una ampliación de la
responsabilidad hacia todas las instancias del sistema. En el 2000 se
oficializa el segundo PRRD para el periodo 2000-2004. Luego, en 2001 se firmó
un Memorándum de Entendimiento con la Secretaría General del SICA para la
formulación y puesta en marcha de un Programa Regional de Reducción de la
Vulnerabilidad y Mejoras Ambientales (SICA, 2009). En 2006 se lanza otro
programa, el Programa Regional de Reducción de la Vulnerabilidad y Degradación
Ambiental (PREVDA); en donde además de incluir la gestión de riesgos, incluye
la gestión hídrica y ambiental, este proyecto finaliza en 2010. También en el
2006 se formula el tercer PRRD para el periodo 2006-2015.
En 2008 el Banco Interamericano de
Desarrollo aprobó una cooperación técnica no reembolsable para fundar el
Sistema de Coordinación Mesoamericano de Información Territorial para la
Reducción de Riesgo de Desastres Naturales (SMIT), que se impulsó en el marco
del Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica (CATHALAC, 2017). En 2010 en cooperación con la Unión Europea se
lanza el proyecto de Fortalecimiento de Capacidades en los Sistemas de Alerta
Temprana desde una perspectiva de multiamenaza. También en ese año, el
CEPREDENAC logra que los países de CA adopten la Política Centroamericana de
Gestión Integral de Riesgos de Desastres (PCGIRD) (Méndez, 2017).
En 2014, debido a la experiencia y
evolución del SMIT se formula en República Dominicana la Red Mesoamericana
para la Gestión Integral del Riesgo (RMGIR). Esta nueva red es de alcance más
allá de CA y se posiciona como una herramienta virtual con tecnología avanzada,
cuyo plataforma geoespacial es de acceso libre y está a disposición de los
gobiernos así como cualquier institución o persona interesada en identificar amenazas y
vulnerabilidades, de igual manera se puede obtener información geoespacial relacionada
con la cartografía, agrología, catastro y geografía, garantizando la
oficialidad de la información tanto a nivel nacional como regional (RMGIR, 2020).
Así mismo, surge el cuarto PRRD para el periodo 2014-2019.
Al interior de los países, cada
uno ha elaborado sus propios planes, estrategias, reglamentos y políticas de
GRD, así también han formulado planes y estrategias quinquenales para el financiamiento
de los proyectos de planificación del desarrollo, herramientas de evaluación
del impacto de los desastres, entre otras herramientas de Gestión (Durán &
Majano, 2019).
En el caso de Guatemala, la
estrategia de GRD ha contribuido a formar la visión del país sobre la
reducción de la vulnerabilidad, y su implementación ha fortalecido
progresivamente la resiliencia fiscal del país y la capacidad de respuesta
ante los desastres. Panamá, el país que destaca por su desarrollo, sobresale
por el plan operacional ante desastres que detalla actividades, plazos y
partes responsables de su ejecución. Costa Rica por su parte, ha implementado
instrumentos de retención del riesgo tales como las asignaciones
presupuestarias según el sector, así también ha creado un Fondo Nacional de
Emergencia sólidamente financiado. Honduras para apoyar sus planes y políticas
de GRD ha tenido a bien crear el Fondo Nacional para la Preparación y
Respuestas ante las Emergencias. El Salvador, en cambio ha formulado planes
quinquenales y la estrategia financiera de Reducción de Riesgos de Desastres,
esto pudo haber incidido en reducir progresivamente el riesgo en los últimos
cinco años. Nicaragua ha formulado su propia herramienta para medir el impacto
económico de los desastres en los principales indicadores macrofiscales (BID,
2016; Cubas & Gunasekera, 2019).
En la actualidad, CEPREDENAC
continúa siendo el organismo rector en materia de GRD, en primera línea bajo
su dependencia, también se encuentra la PCGIR en su versión revisada y
ajustada al Marco de Sendai para la reducción del riesgo 2015-2030
(CEPREDENAC, 2019). Las prioridades de acción de esta política se basan en
(CEPREDENAC-SICA, 2017): a) comprender el riesgo de los desastres, 2)
Fortalecer la gobernanza del riesgo para la gestión de ese riesgo, 3)
inversión en los riesgos para lograr la resiliencia 4) preparación en caso de
desastres a fin de dar respuesta eficaz y reconstruir mejor los ámbitos de
rehabilitación y reconstrucción. El replanteamiento de la política también permitió
actualizar sus ejes articulados que incluyen: 1) aumento de la inversión
pública y privada para el desarrollo sostenible de los pueblos, 2) desarrollo
y compresión social de la reducción de la vulnerabilidad, 3) GRD y su relación
con el cambio climático, 4) gestión territorial, gobernabilidad y gobernanza y
5) gestión de desastres y recuperación.
De igual forma, la RMGIR
dependiente del SICA, como herramienta virtual, se ha convertido en la
plataforma con altos estándares de fácil acceso al público, propiciando la
toma de decisiones en cada uno los países, llevando beneficios no sólo para
las instituciones gubernamentales encargadas de la protección civil y de la
gestión de desastres, sino también a instituciones responsables del desarrollo
y de la seguridad de las vidas, los bienes y las actividades productivas
(RMGIR, 2020). Se basa en tres componentes: 1) diagnóstico de la gestión de
información, 2) establecimiento de estándares y el diseño y adopción de
procedimientos y métodos comunes y 3) desarrollo del Sistema de Información
Territorial. Esto se posiciona como una herramienta valiosa que pone a la
vanguardia a la región, pero se necesita mayor divulgación sobre el uso
adecuado de la misma.
Por otro lado, la Oficina de
Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres también ha hecho sus
aportes a CA. Al igual que la PCGIRD, la oficina hace hincapié en cumplir el
Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres (UNDRR, 2019b). Este
organismo es relevante por haber desarrollado distintos foros que han aportado
insumos para la elaboración de políticas y estrategias en el plano regional.
Los foros en este caso, permiten evaluar las acciones implementadas y avances,
que a su vez identifican vacíos y se formulan sus respectivas recomendaciones.
Ante los proyectos, planes y
políticas mencionadas, algunos logros importantes que la región ha tenido,
destacan: a) mayor integración de la GRD a nivel de políticas sectoriales
(finanza, agricultura, medio ambiente, salud, etc.), b) avances en el
desarrollo de los sistemas de alerta temprana y la respuesta ante desastres
entre los países, c) fundación de la Academia Regional Centroamericana de
Búsqueda y Rescate, d) adopción de un marco internacional de recuperación post
desastres, e) fortalecimiento de instituciones encargada del monitoreo de
amenazas (Observatorio ambiental en El Salvador, el Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología en Guatemala, el Instituto
Nicaragüense de Estudios Territoriales en Nicaragua) y f) facilitación en
mecanismos regionales para la cooperación humanitaria (Cubas & Gunasekera,
2019). Sin embargo, aún hay situaciones que requieren su revisión y pronta
reformulación y solución, entre ellas (CEPREDENAC-SICA, 2017; Durán &
Majano, 2019; Forbes, 2020):
·
Los
planes, políticas y otras estrategias deben ser actualizadas periódicamente y
adaptadas a las condiciones actuales. Debe hacer el esfuerzo para lograr una
mejor coordinación entre los organismos promotores de la gestión del riesgo a
nivel regional. Puesto que la articulación y el flujo de experiencia aún no
está del todo consolidada.
·
Se
percibe que al interior de los países faltan mayores estudios sobre los
riesgos. Aún con la ayuda financiera y técnica de organismos internacionales hacia
las autoridades competentes, el análisis de la vulnerabilidad y el riesgo está
en sus primeros pasos.
·
Baja
participación privada. El sector privado ha sido subestimado en esta materia,
sin embargo, se considera que puede participar en términos de protección de
medios de subsistencia y el fortalecimiento de la resiliencia local.
·
Aún
falta consolidar el mecanismo de gestión financiera para apoyo de pequeñas
empresas y productores agrícolas cuando sufren impactos de los desastres. Lo
que requiere de mecanismos flexibles para el financiamiento adecuado en esas
situaciones.
·
Es
necesario el desarrollo de metodologías que permitan identificar de mejor
manera la exposición ante las amenazas y formular políticas o planes más
incluyentes y equitativas que tomen en cuenta y se respeten los derechos de
las diferentes comunidades locales.
·
Aún
persiste la mala planificación urbana, el inadecuado aprovechamiento
territorial y la inequidad social, en donde se ven afectados principalmente
aquellos más vulnerables como indígenas, afrodescendientes y las mujeres.
·
Baja
participación sectorial. La atención de emergencia aún está centralizada, se
requiere la estimulación para que otros sectores del Estado se sumen a los
esfuerzos, además, se deben sumar el sector académico, alcaldías locales,
instituciones no gubernamentales y la misma población civil.
·
Recurso
humano capacitado en atención de emergencias. Aunque cada país cuenta con
posgrados relacionados con la gestión del riesgo. En la rama de salud, es
común que el personal sea insuficiente para atender situaciones como, por
ejemplo, los brotes de enfermedades.
Conclusiones
y Recomendaciones
El registro histórico muestra que
los países centroamericanos y las instituciones dependientes del SICA, entre
ellas CEPREDENAC, han adoptado políticas, planes y estrategias para lograr un
desarrollo sostenido y seguro (UNDRR, 2019a). Sin embargo, Guatemala,
Honduras, El Salvador y Nicaragua, su nivel de riesgo no ha mejorado en
comparación a los múltiples esfuerzos realizados. Por lo que es importante la
evaluación de sus planes y estrategias para identificar oportunamente las
amenazas y reducir sus vulnerabilidades. De igual forma, estos países
necesitan tomar acciones concretas y a corto plazo para que los preparen en la
atención de emergencias por sismos, vulcanismos, tormentas, inundaciones y
sequías; las cuales, son las amenazas más frecuentes y de mayor impacto.
Los arreglos institucionales y la
planificación regional requieren de una oportuna actualización. De igual forma
se identifica que ciertos planes, proyectos y otras estrategias en su tiempo
fueron exitosos, pero por diferentes causas, no lograron consolidarse y
subsistir en el tiempo. Eso demuestra que la coherencia y coordinación
institucional regional requiere reestructurase y en diferentes casos se han
formulado estrategias equivalentes o similares. Por lo que es necesario
consolidar la coordinación esfuerzos para asegurar un abordaje integral con
calidad y con miras a enfrentar las amenazas que están por venir.
Los crecientes impactos de los
desastres observados y proyectados, también son una señal de alerta que
demuestran que los instrumentos para reducir y prevenir los riesgos, necesitan
ser aún más intensificados y articulados. Deben considerar, las nuevas
amenazas como las de origen biológico, cambio climático y el fenómeno del
niño, sobre todo por sus impactos que cada vez son de mayor frecuencia y larga
duración de sequías en zonas de productivas.
De igual forma, otro factor de
peso que impide el desarrollo de la GRD es la desigualdad social, expresada en
la pobreza, que obliga a las personas a asentarse cerca de ríos, precipicios o
espacios inadecuados; mientras que la falta de cultura ecológica provoca que
las personas tiren la basura a los ríos, que trae como consecuencia
inundación. Para ello se requiere invertir más en educación, en hacer
conciencia sobre buenas prácticas ambientales, en plataformas digitales que
lleguen a la población más alejada de las ciudades y así poder informar sobre
la exposición hacia peligros.
En CA el crecimiento demográfico,
el desarrollo económico y la rápida urbanización ponen en peligro a más
personas con el pasar de los años. Con todo esto, aumenta la posibilidad de
que una amenaza natural se transforme en una catástrofe humanitaria. La
cantidad de personas que resultan afectadas por eventos meteorológicos
extremos, especialmente inundaciones y sequías, suele ser mayor en relación a
los otros tipos de amenazas por la falta de una ordenación del territorio y/o
por la concesión de permisos de construcción en zonas no seguras ante eventos
adversos. Esto es muy común en la
región, no respetar el marco regulatorio y aun sabiendo que no es recomendable
ejecutar proyectos de construcción, las empresas siguen adelante sin importar
no solo la exposición a los peligros, sino también arriesgarse a impactar
zonas de recarga hídrica, lo cual vuelve aún más compleja la problemática.
Agradecimientos
Se
extienden agradecimientos a César Sancho Solís
Referencias
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