María del R. Medina Díaz

Universidad de Puerto Rico
Río Piedras, Puerto Rico
maria.medina2@upr.edu

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0197-2480

Ada L. Verdejo Carrión

Universidad de Puerto Rico
Río Piedras, Puerto Rico
ada.verdejo@upr.edu

ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9522-3116

Recibido – Received – Recebido: 31/05/2022 Corregido – Revised – Revisado: 14/09/2022 Aceptado – Accepted – Aprovado: 20/09/2022

Resumen: Los comportamientos asociados con el plagio que comete el estudiantado en universidades en distintos países se han reportado múltiples investigaciones a lo largo del tiempo. Este artículo presenta los resultados de la segunda encuesta transversal realizada en una universidad pública en Puerto Rico para determinar la frecuencia de comportamientos asociados con la deshonestidad académica y, en particular, los de plagio de estudiantes en programas subgraduados. Trescientos sesenta estudiantes contestaron el Cuestionario de Honestidad Académica-Revisado. Se obtuvo la frecuencia y el porcentaje de los comportamientos asociados al plagio admitidos y observados en el estudiantado de la institución. Los tres con mayor frecuencia de admisión fueron: (a) parafrasear o usar ideas o palabras de una persona o fuente, sin indicarla; (b) rellenar una bibliografía con referencias que no fueron consultadas; y (c) copiar literalmente información de algún material impreso, sin citar su autor o autora o indicarlo en una nota al calce u otro lugar del trabajo. Un porcentaje mayor del grupo de estudiantes observó comportamientos asociados al plagio. Los tres más observados fueron: (a) copiar citas, palabras, frases o párrafos de trabajos impresos, sin indicar la fuente; (b) copiar y pegar en un trabajo escrito frases, oraciones, partes de documentos o páginas copiadas de la Internet, sin indicar la fuente; y (c) elaborar un trabajo escrito usando partes copiadas literalmente de páginas o documentos de la Internet. Al igual que en otras encuestas, los resultados apuntan a que atribuyen mayor frecuencia a los actos de plagio observados en sus pares. Además, recurren tanto a fuentes impresas como de Internet para copiar información, sin indicar la fuente, y al autoplagio de trabajos previos. Esto requiere mayor atención a las instrucciones y condiciones para elaborar los trabajos escritos y al desarrollo de las destrezas en la escritura académica y de las reglas de citación.

Palabras clave: plagio, fraude académico, ética, universidad, Puerto Rico, comportamiento del estudiantado.

Abstract: Behaviors associated with plagiarism committed by students in universities in different countries have been reported in plentiful research over time. This article presents the results of the second cross-sectional survey conducted at a public university in Puerto Rico to pin down the frequency of behaviors associated with academic dishonesty and, in particular, plagiarism among students in undergraduate programs. Three hundred and sixty students answered the Academic Honesty Questionnaire-Revised. As a result, the frequency and percentage of plagiarism-related behaviors admitted and observed in the institutions’ students were obtained. These are the three most frequently admitted behaviors: (a) paraphrasing or using ideas or words of a person or source without indicating it; (b) inserting in the bibliography references that were not consulted; (c) verbatim copying information from any printed material without citing its author or indicating it in a footnote or elsewhere in a text.

A higher percentage of the students observed behaviors associated with plagiarism: (a) copying quotes, words, phrases, or paragraphs from printed works, without indicating the source; (b) copying and pasting into a written work, phrases, sentences, parts of documents or pages copied from the Internet, without indicating the source; and (c) produce a written work using parts copied verbatim from Internet pages or documents. Like other studies, the results indicate that they attribute a higher frequency to acts of plagiarism observed in their peers. In addition, they resort to both printed and Internet sources to copy information without indicating the source and self-plagiarism of previous works.

Keywords: plagiarism, academic fraud, ethics, university, Puerto Rico, student behavior.

Resumo: Os comportamentos associados ao plágio estudantil em universidades de diferentes países têm sido relatados em múltiplos estudos de pesquisa ao longo do tempo. Este artigo apresenta os resultados da segunda pesquisa transversal realizada em uma universidade pública em Porto Rico para determinar a frequência de comportamentos associados à desonestidade acadêmica e, em particular, ao plágio estudantil em programas de pré-graduação. Trezentos e sessenta estudantes completaram o Questionário de Honestidade Acadêmica-Revisado. Obteve-se a frequência e o percentual de comportamentos associados ao plágio admitidos e observados no corpo discente da instituição. As três mais frequentemente admitidas foram: (a) parafrasear ou usar ideias ou palavras de uma pessoa ou fonte, sem indicá-la; (b) preencher uma bibliografia com referências que não foram consultadas; e (c) copiar literalmente informações de algum material impresso, sem citar seu autor ou autora ou indicá-lo em uma nota de rodapé ou em outro lugar do trabalho. Em uma porcentagem maior do grupo de estudantes foi observado comportamentos associados ao plágio: (a) copiar citações, palavras, frases ou parágrafos de trabalhos impressos sem indicar a fonte; (b) copiar e colar frases, sentenças, partes de documentos ou páginas copiadas da Internet, sem indicar a fonte; e (c) produzir um trabalho escrito usando partes copiadas literalmente de páginas ou documentos da Internet. Semelhante a outros estudos, os resultados sugerem que eles atribuem maior frequência aos atos de plágio observados em seus pares; além disso, eles utilizam fontes impressas e da Internet para copiar informações, sem indicar a fonte, e o autoplágio dos trabalhos prévios.

Palavras-chave: plágio, fraude acadêmica, ética, universidade, Porto Rico, comportamento estudantil.

INTRODUCCIÓN

El plagio en tareas, asignaciones o trabajos académicos en universidades alrededor del mundo ha sido asunto de preocupación, debate e investigación a lo largo del tiempo. Las publicaciones de Baird (1980), Cizek (1999), Christensen Hudges y McCabe (2006), Escudero Nahón y López Quiroz (2019), McCabe et al. (2001), McCabe (2005), Macfarlane et al. (2012), Medina Díaz y Verdejo Carrión (2012a,b; 2016), Vaamonde y Omar (2008) y Whitley (1998) lo documentan. En el ámbito universitario es un fenómeno complejo que atenta contra la relevancia de la escritura y de la creación académica, el aprendizaje y el desarrollo estudiantil y el cumplimiento de las normas que se fomentan; la formación del recurso humano y profesional de un país; el respeto a la persona creadora de un texto, una idea, un trabajo o una obra por su contribución y el prestigio y credibilidad de la institución educativa, así como el valor de los grados que confiere. El plagio, también, tiene repercusiones en la reputación de la persona que lo comete y, probablemente, en su desempeño futuro (Guerrero-Dib et al., 2020; Nonis y Swift, 2001; Soto Rodríguez, 2012; Whitley, 1998).

Existe una multiplicidad de definiciones, perspectivas, tipos y estrategias para identificarlo, prevenirlo y sancionarlo que abonan a su complejidad (American Psychological Association, 2020; Blum, 2009; Dougherty, 2020; Eaton, 2021; Farahiam el at., 2020; Leask, 2006; Mallon, 1989; Park, 2003, 2004; Rets y Ilya, 2018; Soto Rodríguez, 2012; Walker, 1998). Para Park (2003, p. 472), por ejemplo, conlleva “el robo de palabras o ideas que no se consideran de conocimiento general” y, específicamente, en el plano estudiantil es “el uso del trabajo de otra persona haciéndolo pasar como propio (Park, 2004, p. 292). Eaton (2021, p. 22) incorpora los elementos digitales de textos, datos, códigos, aplicaciones, programación de computadoras, música, diseño y arte. La recomendación de algunos manuales de estilo al citar la fuente de referencia cuando se usan palabras o se parafrasea un texto podría considerar al plagio como un tipo de “préstamo” (American Psychological Association, 2020, p. 254; Leight, 1999). Una de las maneras de “devolver” o “dar crédito” por este préstamo es usar comillas en las citas directas y mencionar la fuente y la página de donde se tomó. Walker (1998, p. 103), por su parte, plantea un continuo de plagio con siete tipos, según su severidad (e. g., parafrasear o utilizar la misma información con pocos cambios, pero sin citarla debidamente; “copiar material verbatim o reproducirlo palabra por palabra, sin indicar la fuente; “trabajo copiado, parcial o totalmente, de otra persona, sin su conocimiento”). A esta pluralidad de tipos de plagio se unen la intencionalidad, la gravedad y las razones, lo cual dificulta aún más identificarlo y adjudicar consecuencias.

En esta investigación, el plagio se refiere a “una gama de comportamientos que incluyen usar, copiar, robar o comprar ideas, palabras, material, obras, documentos o trabajos de otras personas presentándolos como propios, sin dar el crédito de su autoría” para producir una obra o expresión escrita, verbal, gráfica, audiovisual o cibernética con el fin de obtener algún beneficio académico (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a, p. 32). Abarca, igualmente, otras manifestaciones, tales como (a) falseamiento o fabricación de datos bibliográficos o de otra índole (e. g., rellenar una bibliografía con fuentes no consultadas o fabricar datos de laboratorio o de una investigación); (b) plagio cibernético o ciberplagio (i. e., copiar, adaptar o apropiarse de ideas, textos, trabajos completos u otras obras en Internet o mediante las tecnologías de información y comunicación); (c) autoplagio (i. e., presentar como original o nuevo un trabajo propio que había sido entregado, calificado o publicado previamente, también se denomina reciclado o presentación múltiple); y (d) atribución o autoría falsa (i. e., presentar como propio un trabajo encargado, adquirido, prestado o comprado que escribió otra persona, también llamados paper mill, ghostwriter, contract cheating o fraude por contrato).

La frecuencia o prevalencia de los comportamientos asociados al plagio, admitidos por el estudiantado, se ha abordado en investigaciones acerca de la deshonestidad académica estudiantil en una o más universidades en distintos países. Los acercamientos metodológicos cuantitativos no experimentales han sido los más comunes; especialmente con el diseño de una encuesta transversal en la cual participa una muestra o grupo de estudiantes (principalmente de programas de subgraduados o de licenciatura) en una o más universidades. Esto conlleva diferencias en el número de actos que representan el plagio en el instrumento aplicado, el tamaño y la selección de la muestra de estudiantes y sus características, así como en los resultados divulgados.

En los Estados Unidos de América (EE. UU.), por ejemplo, Bowers (1964) reportó que 43% de 5422 estudiantes de 99 universidades declararon que copiaron oraciones de un material impreso, sin indicar la fuente, y 28% rellenaron una bibliografía con algunas fichas. Con el paso del tiempo y el auge en el uso de Internet, Scanlon y Neumann (2002) indagaron actos de plagio, de trabajos impresos y de Internet, que 698 estudiantes admitieron y observaron en nueve universidades (ocho en los EE. UU. y una en el Medio Este). Veintinueve por ciento reportaron que habían copiado o insertado texto en un trabajo, sin citarlo, y 24% hicieron lo mismo con un texto que habían tomado de Internet (Scanlon y Neumann, 2002, p. 379). La frecuencia con que atribuyeron estos actos a otras y otros estudiantes fue mayor (91% y 88%, respectivamente). Los resultados de las encuestas realizadas por McCabe (2005), entre 2002 y 2005, mostraron que 71 071 personas estudiantes subgraduadas y en 83 instituciones en los EE. UU. y de 16 en Canadá, 38% y 36%, respectivamente, parafrasearon o copiaron oraciones de una fuente escrita o de Internet, sin una nota al calce. Estos porcentajes abarcan la frecuencia de haberlos cometido una o más veces en el año anterior al que se efectuó la encuesta en cada institución.

En Australia, Brimble y Stevenson-Clarke (2005, p. 36) informaron que 49% de 1174 estudiantes de cuatro universidades copiaron información de un sitio en Internet, libro o revista con referencia a la fuente, pero sin usar comillas; 47% parafrasearon sin indicar la fuente y 45% rellenaron una bibliografía con referencias que no utilizaron. Trost (2009) encontró que 61% de 325 estudiantes de tres universidades, en Suecia, copiaron material de un libro u otra publicación, para el trabajo de un curso, sin reconocer la fuente y 40% fabricaron referencias o una bibliografía. En España, Comas et al. (2011) reportaron que 60% de 560 estudiantes que usaban el portal Universia habían copiado y pegado fragmentos de textos de una página de Internet para elaborar un trabajo y 48% de fuentes impresas, sin citarlas, alguna vez. Asimismo, 53% había insertado referencias bibliográficas que no habían consultado en un trabajo escrito.

En China, las respuestas del estudiantado de 17 universidades revelaron que 59% “parafrasearon o copiaron pocas oraciones de un material, palabra por palabra, de cualquier fuente sin una nota al calce” y 54% “entregaron un trabajo que se copiaron de otra u otro estudiante, paper mill o Internet” (Ma et at., 2013, p. 175). Recientemente, Amiama-Espaillat (2021) reportó que las dos prácticas más frecuentes de 255 estudiantes de cuatro universidades en la República Dominicana fueron copiar fragmentos de páginas de Internet (71%) e imágenes, videos y sonidos de Google, sin indicar la fuente (74%). Con relación a la autoría falsa, Martínez y Ramírez (2018, p. 8) realizaron dos encuestas entre 2003 y 2007 y encontraron que “prestar un trabajo escrito para copiarlo” fue el acto vinculado al plagio más común entre 3300 estudiantes en cuatro universidades en Colombia.

Los resultados de investigaciones realizadas en una universidad, igualmente, revelan la frecuencia de actos ligados al plagio. Mejía y Ordóñez (2004, p. 19) reportaron que cerca de 48% de 1194 estudiantes en una universidad en Colombia utilizaron ideas de un autor sin citarlo; 46% copiaron o parafrasearon partes de otros trabajos y 30% habían “cortado y pegado” texto de Internet, sin la referencia correspondiente. En la Universidad de Valencia, Beléndez Vázquez et al. (2011) hallaron que casi 90% y 80% de 110 estudiantes, respectivamente, habían copiado y pegado fragmentos de textos de páginas de Internet y de fuentes impresas sin citarlas en un documento y 45% habían falseado la bibliografía en un trabajo académico. Medina Díaz y Verdejo Carrión (2012a), por su parte, encontraron que 55% de 791 estudiantes en una universidad en Puerto Rico declararon que copiaron material de una fuente, sin indicarlo en una nota al calce u otro lugar; 47% rellenaron una bibliografía con referencias no consultadas y 29% inventaron una bibliografía, al menos una vez, desde que comenzaron a estudiar en la institución. En Croacia, Petrak y Bartolac (2014, p. 88) reportaron que 40% de 1088 estudiantes en nueve programas de Ciencias de Salud aceptaron que copiaron, en múltiples ocasiones, un capítulo o un párrafo de un libro para una tarea o un trabajo escrito.

Eret y Ok (2014) exploraron la incidencia del plagio cibernético de 386 estudiantes de Educación en una universidad pública en Ankara. Los tres actos más frecuentes fueron: (a) preparar un trabajo asignado usando varios recursos de Internet (80%); (b) copiar materiales de Internet intencionalmente para hacer una asignación o tarea (77%); y (c) citar de una fuente de Internet un fragmento de extensión inaceptable (74%) (Eret y Ok, 2014, p. 1007). Hosny y Fatima (2014), también, informaron que cerca de 83% de 140 estudiantes de una universidad en Arabia Saudita habían usado, frecuente u ocasionalmente, recursos electrónicos como fuentes de plagio.

Por otra parte, Reyes et al. (2014) compararon la frecuencia de algunas prácticas académicas “inadecuadas” en la redacción de trabajos escritos entre 180 estudiantes de primer año en una universidad mexicana con las de 560 participantes de la encuesta en el portal Universia (Sureda y Comas, 2008). Aproximadamente, 84% admitieron que habían copiado fragmentos de fuentes impresas, sin citarlas, y 91% hicieron lo mismo de páginas de Internet. Sureda y Comas (2008) reportaron porcentajes menores para estas prácticas, 62% y 49%, respectivamente. Ocho años después, Comas-Forgas y Sureda-Negre (2016) hallaron que las prácticas de plagio más frecuentes de 325 estudiantes de una universidad de las Islas Baleares fueron: “copiar de páginas web fragmentos de texto y –sin citar– pegarlos directamente en un documento –en el cual ya hay parte de texto escrita por el alumno– y entregarlo como trabajo de una asignatura” (p. 619). Por el contrario, Gallent Torres y Tello Fons (2017) reportaron que 49% de 73 estudiantes de otra universidad española no habían cometido ciberplagio y el resto, en muy pocas ocasiones.

Con relación al autoplagio, hace más de 20 años, Graham et al. (1996, p. 256) encontraron que 480 estudiantes de dos instituciones en el Medio Este de los EE. UU., 54% habían usado un trabajo escrito en más de una clase. En el estudio de Comas et al. (2011), casi 50% de 560 estudiantes que usaron el portal Universia, admitieron que habían copiado partes de los trabajos realizados y entregados en años anteriores. Según Beléndez Vázquez et al. (2011), 24% de 110 estudiantes de una universidad en España admitieron que habían entregado un trabajo elaborado antes. Medina Díaz y Verdejo Carrión (2012a, p. 38) hallaron que cerca de 21% de 786 estudiantes habían entregado el mismo trabajo en más de un curso. En la investigación de Reyes et al. (2014), 30% de 180, también, declararon que lo habían hecho una o más veces.

Respecto a la autoría falsa, Hawley (1984, p. 36) encontró que aproximadamente 15% de 425 estudiantes de una universidad estadounidense habían entregado un trabajo escrito por un o una colega. Beléndez Vázquez et al. (2011) reportaron que 32% de 110 estudiantes en una universidad española entregaron un trabajo hecho por otra persona, quien ya había sido presentado en cursos anteriores. En lo que se refiere a la compra de trabajos, en la investigación de Scanlon y Neumann (2002), 8% de 698 estudiantes compraron uno en un paper mill (algunas veces hasta muy frecuentemente) y en la de Hensley et al. (2013), 3 (1%) de 292 en Internet. También, Comas et al. (2011) y Quintos (2017) encontraron una baja cantidad de estos actos en estudiantes de España y Filipinas, respectivamente (3% pagaron a alguien para que haga un trabajo académico o lo compraron). Eret y Ok (2014, p. 1008) reportaron un porcentaje mayor (19% de 386 estudiantes de Educación en Ankara).

Además, como parte de este acervo de investigaciones acerca de la prevalencia del plagio, varias se han efectuado en una o más universidades, en dos o más períodos de tiempo (Brown y Weible, 2006; Curtis y Tremayne, 2021; Diekhoff et al., 1996; McCabe y Bowers, 1994; Molnar, 2015; Vandehey et al., 2007 y Von Dran et al., 2001). Brown y Weible (2006), por ejemplo, reportaron una reducción en la frecuencia de rellenar una bibliografía con fuentes no consultadas y de plagio de 71 y 91 estudiantes, en 1989 y 2004 respectivamente, de una universidad en los EE. UU. Curtis y Tremayne (2021) examinaron la tendencia de plagio en el estudiantado de una universidad australiana, mediante cuatro encuestas en los años 2004, 2009, 2014 y 2019. Encontraron que la entrega del mismo trabajo en varios cursos (10% de 726 estudiantes) y copiar verbatim el material, sin indicar la fuente (10% de 726 estudiantes), fue menor en el 2019 que en los otros años: 28% y 30%, respectivamente, de 288 estudiantes en el año 2004; 29% y 24%, respectivamente, de 119 estudiantes en el 2009 y 20% y 11%, respectivamente, de 106 estudiantes en el 2014 (Curtis y Tremayne, 2021, p. 1821). En los cuatro años, el mayor porcentaje de estudiantes admitió haber cometido, al menos una vez, dos formas de parafraseo (“sham parafrasing” e “ilicit parafrasing”). Según Walker (1998, p. 103) “sham paraphasing material copied verbatim from text and source acknowledged in-line but represented as paraphrased” e “ilicit paraphrasing material paraphrased from the text without in-line acknowledgment of source”.

Cabe apuntar a tres asuntos críticos acerca de la frecuencia de los actos de plagio en las investigaciones reseñadas. Primero, incluyen diversas definiciones y tipos de actos. Segundo, las preguntas y las opciones o categorías presentadas en los instrumentos autoadministrados (por lo general, cuestionarios o escalas) producen porcentajes con distintas combinaciones e interpretaciones. Tercero, las diferencias en el tamaño y la selección de la muestra de estudiantes (por lo general, no aleatoria), así como sus características (e. g., año de estudios y facultad), se deben considerar en la interpretación y comparación de los resultados.

Hay que tomar en cuenta, también, que los valores, las normas y las expectativas académicas en las universidades y la diversidad cultural del estudiantado en distintos países del mundo pueden provocar conflictos, resistencia o confusión acerca del significado, el modo, la intencionalidad, la tolerancia, la seriedad y la incidencia de plagio (Bernandini, 2010; Blum, 2009; Farahaim et al., 2022; Farahat, 2022; Ison, 2018; Leask, 2006; Mcdonald y Carroll, 2006; Ochoa y Cueva, 2016; Pecorari y Petrić, 2014; Rets y Ilya, 2018; Simon, 2019; Song-Turner, 2008; Walker, 1998). La propiedad de las ideas o palabras escritas apela a distintos significados, tales como (a) una posesión colectiva o común, en vez de una perteneciente a determinada persona; (b) una etapa para aprender a escribir en el mundo académico; (c) una construcción de la academia para mantener su importancia; y (d) un constructo social y moral que regula relaciones de poder en una institución. Así que no necesariamente usar las ideas o las palabras de otras personas, sin darle el debido crédito, podría configurar un acto deshonesto. Según Eaton (2021), lo fundamental es que no se discrimine contra unos grupos de estudiantes por sus ideas acerca del plagio, sino que se traten con dignidad y reciban la instrucción adecuada acerca de la integridad académica y el plagio en las universidades donde asisten.

Dentro del marco de la teoría cognitiva social de Bandura (1986), en el comportamiento de las personas influyen factores cognitivos, ambientales y sociales. Se entiende que el proceso cognitivo incluye no solo el conocimiento intelectual en un campo de estudio, sino de las normas sociales e institucionales y de las reacciones a las situaciones que confrontan. Se aprende lo que es ético mediante el ejemplo o la aceptación de otras personas. En una universidad, los factores institucionales o contextuales, tales como el riesgo de ser descubierto, la ignorancia o reacción del estudiantado y el profesorado y la efectividad en la implementación de una política de integridad académica o un código de honor inciden en la frecuencia de actos de deshonestidad académica (Diekhoff et al., 1996; Cizek, 1999; McCabe y Bowers, 1994; McCabe y Trevino, 1993, 1997; Walker, 1998; Whitley, 1998). McCabe y Trevino (1993) sostienen que los actos observados en el estudiantado influyen en cometerlos. En otras palabras, cuando perciben que sus pares aprueban la deshonestidad académica es más probable que incurran en esta. Además, puede ser una señal de un ambiente institucional y social que acepta o tolera el plagio.

Conforme a esto, varias investigaciones han incluido la frecuencia de los comportamientos atribuidos u observados en el estudiantado o sus pares (Comas et al., 2011; Eret y Ok, 2014; Hawley, 1984; McCabe, 1992; McCabe y Trevino, 1993,1997; Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2005; Molnar, 2015; Quintos, 2017; Reskala Sánchez, 2020; Scanlon y Neumann, 2002). Al respecto, Reskala Sánchez (2020, p. 161) preguntó a 266 estudiantes de una universidad pública en México acerca de los actos de plagio de sus compañeras y compañeros. Aproximadamente, 87% observaron que habían colocado referencias sin consultar en una bibliografía y 84% habían copiado gran parte de un texto sin dar el crédito a la fuente.

En tres de estas investigaciones hallaron una correlación moderada y significativa entre la percepción con que las compañeras o los compañeros de clase cometían actos de deshonestidad académica y la frecuencia declarada. McCabe y Trevino (1993, p. 531) reportaron una correlación de 0,51 entre la frecuencia admitida en 12 actos de deshonestidad académica y la percepción de los pares (en tres actos), con las respuestas de 6096 estudiantes de 31 universidades en los EE. UU. En un modelo de regresión que establecieron, esta variable tuvo la mayor influencia en la deshonestidad académica. Posteriormente, obtuvieron una correlación significativa de 0,32 (p < 0,01) entre ambas variables, en la encuesta en que participaron 1793 estudiante de nueve universidades (McCabe y Trevino, 1997). Comas et al. (2011, p. 220) hallaron una correlación alta y significativa (r = 0,84, p < 0,001) entre el porcentaje declarado y atribuido en 17 actos de deshonestidad académica de 560 estudiantes, adscritos al portal Universia. Quintos (2017, p. 147) informó un coeficiente de correlación de 0,335 (p = 0,05) entre la percepción de la frecuencia con que los pares se copiaban y los actos de copiarse trabajos escritos, con 237 estudiantes en una universidad en Filipinas.

En este panorama, se realizó la segunda encuesta transversal en una universidad pública de Puerto Rico, con el objetivo de determinar la frecuencia de comportamientos asociados a la deshonestidad académica del estudiantado en programas subgraduados (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2019). Es una de las pocas que se ha efectuado en dos momentos en un país de América Latina, luego de transcurrir más de una década. La primera encuesta fue en el año 2002 (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2005). Este artículo se enfoca en la frecuencia de comportamientos acerca del plagio, admitidos y observados por una muestra de 360 estudiantes, desde que ingresaron en la institución.

MATERIALES Y MÉTODOS

La investigación realizada siguió un enfoque cuantitativo-descriptivo con un diseño de encuesta transversal. Se utilizó este diseño ya que procura la descripción de comportamientos, acciones u opiniones acerca de un asunto o fenómeno de interés de una población o muestra de personas en un momento determinado y mediante la administración de un instrumento para recopilar datos cuantitativos (Creswell, 2012). Se llevó a cabo en el segundo semestre del año académico 2015-2016 y la universidad contaba con una población de 12 060 estudiantes en programas subgraduados (sin incluir estudiantes con permisos especiales y otros). Recibió la aprobación del Comité Institucional para la Protección de Seres Humanos en la Investigación de la universidad.

Se solicitó al Registrador un listado de las sesiones de cursos a los que asistían estudiantes con dos o más años de estudios, con la intención de que pudieran ofrecer información más certera acerca de los actos vinculados con la falta de honestidad académica. Se combinó un muestreo estratificado (con siete facultades como estratos) y por conglomerados para seleccionar al azar las secciones de cursos en cada facultad con la mayor cantidad de estudiantes que tenían dos o más años de estudios y que se reunían en diversos horarios en el segundo semestre del año académico 2015-2016. Se seleccionaron 37 (5%) de 764 secciones de estos cursos y se visitaron 19, en las que el profesorado aceptó que se visitaran para administrar el Cuestionario de Honestidad Académica-Revisado (CHA-Revisado), en el mes de abril de 2016. Al grupo de estudiantes presentes el día de la administración se le informó el objetivo, el procedimiento, la participación voluntaria, los beneficios de la investigación y la protección de la privacidad y la confidencialidad de los datos. Quienes señalaron interés en participar recibieron la hoja de consentimiento informado. Una vez la leyeron y firmaron, recibieron el cuestionario impreso y procedieron a contestarlo. El tiempo total de administración fue de 30 minutos.

Un total de 360 estudiantes de programas subgraduados en siete facultades de una universidad pública en Puerto Rico contestaron el CHA-Revisado: 85 (23,6%) de Ciencias Naturales; 85 (23,6%) de Educación; 81 (22,5%) de Administración de Empresas; 48 (13,3%) de Ciencias Sociales; 29 (8,1%) de Comunicación; 24 (6,7%) de Humanidades y ocho (2,2%) de Arquitectura. Además, cerca del 70% eran mujeres y 96% llevaban dos o más años estudiando en institución (20% con dos, 29% con tres, 27% con cuatro, 13% con cinco y 7% con seis años o más).

El CHA-Revisado es una versión actualizada del que se administró en la encuesta previa (Medina-Díaz y Verdejo-Carrión, 2005, 2012a) y el cual era una traducción y adaptación para Puerto Rico del Academic Intregrity Survey (McCabe, 1992). Incorpora cambios en el contenido, producto de los análisis de datos de dicha encuesta y del estudio piloto efectuado en el 2015, así como de la consideración de varias fuentes de referencia (Brimble y Stevenson-Clarke, 2005; Sureda Negre et al., 2009; Williams et al., 2012). Contiene un total 137 ítems que representan 12 componentes vinculados con la deshonestidad académica en universidades en el orden siguiente: (a) Evaluación de factores institucionales (6 ítems); (b) Acciones del profesorado ante la deshonestidad académica (3 ítems); (c) Frecuencia de comportamientos de deshonestidad académica observada en los pares (22 ítems, con 11 acerca de plagio); (d) Gravedad de los comportamientos (22 ítems); (e) Reacciones de estudiantes ante la deshonestidad académica de otros (4 ítems); (f) Importancia de razones para la deshonestidad académica (29 ítems); (g) Frecuencia de comportamientos de deshonestidad académica (51 ítems, con 19 asociados al plagio); (h) Probabilidad de informar incidentes de deshonestidad académica (3 ítems); (i) Tipo de escuela superior (1 ítem); (j) Frecuencia de comportamientos de deshonestidad académica en la escuela superior (10 ítems); (k) Comparación de la deshonestidad académica con la escuela superior (1 ítem) y (l) Información personal y académica (7 ítems).

Siguiendo las recomendaciones de la American Educational Research Association et al. (2014), se recopiló evidencia de varias fuentes para sustentar la validez de las interpretaciones e inferencias de los datos recopilados con el CHA-Revisado: (a) contenido, mediante la elaboración de las especificaciones del instrumento y la revisión de la representatividad y de la relevancia de los ítems por cuatro personas docentes de dos universidades en Puerto Rico; (b) proceso de respuesta, con entrevistas cognitivas a cinco estudiantes de la universidad donde se llevó a cabo la investigación; y (c) estructura interna, por medio del coeficiente de consistencia interna Alfa de Cronbach (1951) y un análisis factorial exploratorio (AFE, con el método de extracción de factores comunes Unweighted Least Squares y de rotación oblicua Promax).

El coeficiente de confiabilidad de consistencia interna de las respuestas admitidas por la muestra de 360 estudiantes a los 19 comportamientos de plagio planteados fue 0,88. La media aritmética de las respuestas y de los índices de discriminación fueron 1,41 y 0,50, respectivamente. En cuanto a las respuestas en los 11 actos de plagio observados, el coeficiente de confiabilidad de consistencia interna Alfa de Cronbach fue 0,88. La media aritmética de las respuestas y de los índices de discriminación fueron 2,45 y 0,60, respectivamente. Según Nunnally y Bernstein (1994), estos valores son apropiados para las escalas de categorías como este tipo de ítems. Con las respuestas a los comportamientos admitidos de deshonestidad académica resultaron cinco factores, con saturaciones mayores que 0,32 en 45 de los 51 ítems (entre los paréntesis se incluye el número de ítems y el coeficiente de confiabilidad de consistencia interna Alfa de Cronbach): (I) Copiarse en exámenes (12, 0,92). (II) Colaboración no autorizada y uso indebido de fuentes (10, 0,84). (III) Plagio y excusas falsas (9, 0,86). (IV) Engaño y sustitución (9, 0,76). (V) Auto-plagio y ayuda de otras personas (5, 0,78). Del mismo modo, se aplicó el AFE con las contestaciones a los comportamientos observados y produjo tres factores: (I) Copiarse en exámenes (7 ítems, 0,89). (II) Plagio y colaboración (7, 0,84). (III) Autoría falsa y sustitución (8, 0,84). La intención fue identificar la estructura factorial de referencia que subyace a los conjuntos de comportamientos o ítems, según las respuestas ofrecidas. En otra publicación se encuentra información adicional de los procedimientos y resultados del AFE aplicado (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2019).

Tanto en los comportamientos asociados admitidos como observados, el estudiantado seleccionó una de cuatro categorías de respuestas o veces (nunca, una vez, dos o tres veces, más de cuatro veces) en que había realizado o visto, desde que comenzó a estudiar en la institución. Estas se codificaron con valores de 1 a 4, respectivamente y se analizaron con el programado Statistical Package for Social Sciences (Versiones 14,0 y 27,0). La frecuencia admitida y observada en cada uno de los comportamientos asociados al plagio se obtuvo contando la cantidad de veces que seleccionaron las categorías provistas y se calculó el porcentaje correspondiente. Además, se calculó la estadística Ji-cuadrada (X2), la cual no requiere la distribución normal de los datos, para indicar la diferencia entre la distribución de los porcentajes de estudiantes que seleccionaron las categorías de respuestas en los comportamientos asociados al plagio declarados y observados, con un nivel de significancia de p = 0,05. Esta estadística no-paramétrica se puede aplicar para comparar o establecer discrepancias entre frecuencias o porcentajes de respuestas en distintas categorías ordinales (Blaikie, 2003).

Por otra parte, se reconocen las limitaciones del uso de un instrumento autoadministrado, como el CHA-Revisado, para recopilar datos acerca de un asunto sensitivo, en un marco temporal y contexto particular resulta ser otro reto para la investigación (Brown y Emmett, 2001; Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2021; Whitley, 1998). Esto podría conducir a respuestas con un sesgo de deseabilidad social y con alguna imprecisión, debido a que el recuerdo de incidentes pasados se reduce con el tiempo (i. e., se preguntó acerca de los comportamientos que habían visto o cometido desde que comenzaron a estudiar en la institución). Aunque se pregunta acerca de actos observados para verificar su incidencia, la tendencia es reportarla con mayor frecuencia. Así que parte del estudiantado pudo haber reportado menos actos de deshonestidad académica que los que realmente cometió u observó. Tanto en la hoja de consentimiento informado como en las instrucciones orales y escritas en el cuestionario, se estipulaba que no había respuestas correctas o incorrectas y se aseguraba la privacidad y la confidencialidad de los datos. Los sesgos en las respuestas pueden tener otros orígenes (e. g., formato de las preguntas y características de las personas que contestan) y en muchas situaciones los autoinformes de actos sensitivos, como los deshonestos, ofrecen datos certeros (Tourangeau et al., 2006). El CHA-Revisado cuenta con evidencia acumulada de varias fuentes, a lo largo del tiempo, para sustentar la validez de las interpretaciones e inferencias de los datos (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2005, 2019).

Además, existen limitaciones en el tamaño y la selección de la muestra. Una muestra de 360 estudiantes constituye cerca del 3% de la población estudiantil (12 060), con un error de muestreo de 5,09% y un nivel de confianza de 95%. Aun cuando se seleccionaron aleatoriamente las secciones de cursos, cumpliendo unos criterios establecidos (e. g., años de estudios y facultades del grupo de estudiantes), el estudiantado que participó fue quienes asistieron al curso el día de la administración del cuestionario. El profesorado de los cursos aceptó la visita de la primera investigadora en una fecha acordada. Debido a esto, cabe la posibilidad de que el estudiantado se sintiera obligado a contestar. No obstante, se indicó que la participación era voluntaria y que no tenían que contestar el cuestionario si no lo deseaban y no tenían que proveer el nombre u otra información que les identificara. Ante estas circunstancias y como se ha señalado en otra publicación, “la muestra de participantes no se considera representativa del estudiantado subgraduado de la institución y no es apropiado ni se pretende generalizar a la población estudiantil” (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2019, p. 24). Cabe mencionar que la encuesta se realizó hace seis años, con condiciones educativas e institucionales distintas a las provocadas por la pandemia del COVID-19, tales como la instrucción de manera remota y el uso impresionante de Internet.

Discusión de resultados

De la muestra de 360 estudiantes que participó en la investigación, entre 53% y 27% admitieron que habían cometido 10 comportamientos de plagio, al menos una vez en la universidad (Ver Tabla 1). Cerca del 53% del grupo de estudiantes admitió que habían parafraseado o usado ideas o palabras de otra persona o fuente sin indicar de dónde la obtuvieron, una o más veces desde que comenzaron a estudiar en la institución. A modo de referencia y sin la intención de confrontar o equipar otras investigaciones y considerando los aspectos críticos antes mencionados, este porcentaje, aunque más elevado, está entre los límites reportados en otras investigaciones (Brimble y Stevenson-Clarke, 2005; Ma et al., 2013; McCabe, 2005; Mejía y Ordoñez, 2004). Es posible que el parafraseo no se considere plagio (Olivia-Duminitria et al., 2019) o que muestre el desconocimiento acerca de cómo citar o manejar fuentes de referencia correctamente (Roig, 2001). En este sentido, el profesorado y la institución deben proveer alguna guía acerca del parafraseo y de las citaciones, siguiendo las pautas de distintos manuales de estilo (e. g., American Psychological Association, 2020).

Tabla 1
Diez comportamientos asociados al plagio admitidos con mayor frecuencia

Comportamientos

N

Nunca

Una vez

Dos o tres veces

Cuatro o más veces

1. Parafrasear o usar ideas o palabras de una persona o fuente, sin indicar de dónde se obtuvieron.

360

168

(46,7%)

72

(20%)

74

(20,6%)

46

(12,8%)

2. Rellenar una bibliografía con referencias que no fueron consultadas.a

360

200

(55,6%)

64

(17,8%)

66

(18,3%)

30

(8,3%)

3. Copiar literalmente información de algún material impreso, sin citar su autor o autora e indicarlo en una nota al calce o en otro lugar del trabajo.a

359

229

(63,8%)

61

(17%)

54

(15%)

15

(4,2%)

4. Entregar un trabajo escrito hecho por uno mismo, que ya había sido entregado en otro curso.

359

231

(64,3%)

81

(22,6%)

36

(10%)

11

(3,1%)

5. Traducir un trabajo o texto, tomado de la Internet o un material impreso, sin indicar la fuente original.a

360

238

(66,1%)

62

(17,2%)

47

(13,1%)

13

(3,6%)

6. Copiar partes de trabajos entregados en otros cursos o en años anteriores, bien sean propios o de otra persona y entregarlos como parte de un trabajo “nuevo”.

359

239

(66,6%)

49

(13,6%)

58

(16,2%)

13

(3,6%)

7. Copiar y pegar citas, frases, textos o partes de documentos tomados de la Internet en un trabajo escrito, sin indicar la fuente de donde se obtuvieron.

356

238

(66,9%)

53

(14,9%)

48

(13,5%)

17

(4,8%)

8. Hacer una presentación oral con información tomada directamente de la Internet, sin indicar la fuente de donde se obtuvo.

360

248

(68,9%)

48

(13,3%)

47

(13,1%)

17

(4,7%)

9. Elaborar o componer un trabajo escrito usando partes copiadas literalmente de páginas, artículos y documentos de la Internet.

359

255

(71,0%)

46

(12,8%)

46

(12,8%)

12

(3,3%)

10 Entregar el mismo trabajo escrito en más de un curso, sin tener la autorización del profesorado para hacerlo.a

360

263

(73,1%)

68

(18,9%)

20

(5,6%)

9

(2,5%)

a Comportamientos incluidos en el CHA administrado en el 2002 (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a)

Nota. Total de porcentajes podría ser mayor o menor que 100 por el redondeo a la décima más cercana.

El segundo comportamiento más frecuente fue rellenar una bibliografía con referencias que no fueron consultadas (Tabla 1, comportamiento 2). Cerca de 44% del grupo admitió haberlo hecho, al menos una vez. En la primera encuesta, 47% de 781 estudiantes declararon el mismo comportamiento (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a, p. 38). Hay una leve disminución, pero no significativa en estos porcentajes. La frecuencia de este acto podría estar vinculada a que la mayoría del grupo de participantes (56%) no lo consideró grave.

De acuerdo con Franklin-Stokes y Newstead (1995) y Molnar (2015), hay una relación inversa entre la frecuencia percibida y la seriedad del acto de deshonestidad académica. En otras palabras, mientras más grave o serio es el comportamiento, menos estudiantes lo admiten. Aquí, el porcentaje admitido es cercano a los reportados por Beléndez Vázquez et at. (2011), Brimble y Stevenson-Clarke (2005), Comas et al. (2011), Quintos (2017) y Trost (2009). Esto, como se ha mencionado, considerando las diferencias en las características del estudiantado y el contexto de las universidades, así como el año en que se realizaron las investigaciones. No obstante, este comportamiento sugiere la posibilidad de aumentar la cantidad de fuentes, bien sea para cumplir con unos requisitos establecidos en el trabajo o la apariencia de que se han leído o se han consultado.

Aproximadamente, 36% del estudiantado declaró que, al menos una vez, había copiado información literalmente de algún material impreso, sin citar el autor o la autora o en una nota al calce (Tabla 1, comportamiento 3). Esto muestra una reducción en la frecuencia declarada de este comportamiento, en comparación con lo declarado por el estudiantado en la encuesta previa. En el año 2002, fue el más frecuente, 432 de 785 (55%) estudiantes lo admitieron (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a, p. 38). Con respecto a la gravedad, cerca de 80% del grupo de participantes, en el año 2016, consideraron que era un comportamiento grave. Por otra parte, en algunas de las investigaciones efectuadas en una o más universidades, los porcentajes de estudiantes que admitieron que copiaron oraciones o fragmentos de una fuente impresa, sin indicarla, son mayores (Amiama-Espaillat, 2021; Comas et al., 2011; Beléndez Vázquez et al., 2011; Mejía y Ordoñez, 2004; Petrak y Bartolac, 2014; Reyes et al., 2014).

En cuanto a la traducción de un trabajo o texto tomado de la Internet o de un material impreso, sin indicar la fuente (Tabla 1, comportamiento 5), aproximadamente 34% declaró que lo había hecho una o más veces. Este porcentaje es mayor al reportado, en el año 2002, en que 27% de 785 estudiantes admitieron que habían traducido un trabajo tomado de Internet (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a, p. 38). Las herramientas en Internet y en los procesadores de texto podían facilitar este acto. Se recomienda indagar los modos de traducción, al menos del inglés al español o viceversa, sin las debidas referencias, y las posibilidades de incurrir en plagio en futuras investigaciones, así como los procedimientos de detección aplicados.

Se aprecia que entre 33% y 29% del grupo de estudiantes, aproximadamente, indicó que habían realizado, una o más veces, tres de los comportamientos vinculados con el plagio cibernético (Tabla 1, comportamientos 7, 8 y 9). En particular, cerca del 33% admitió que copiaron y pegaron citas, frases, textos o partes de documentos tomados de Internet en un trabajo escrito, sin indicar la fuente (Tabla 1, comportamiento 7) y 29% elaboraron un trabajo, también, con partes copiadas de Internet, a modo de un collage (Comportamiento 9). Cabe mencionar que el acto de preparar o crear una presentación oral con información de Internet aparece por primera vez en el CHA-Revisado. Que 31% del grupo lo haya realizado una o más veces, apunta hacia la Internet como un recurso accesible, tanto para trabajos escritos como para informes orales (e. g., presentaciones en plantillas de PowerPoint y videos). Del mismo modo, 77% del grupo de estudiantes indicó que la fuente principal de información eran los artículos o documentos encontrados en Internet.

Como indican Blum (2009), Carroll (2007) y Harris (2001), desde la década del 80, la proliferación del uso de las tecnologías de computadoras, Internet y de recursos electrónicos ha cultivado, en estudiantes de la llamada “generación de los millennials”, la apropiación de información y la tendencia a ignorar la distinción entre la escritura propia y el texto que se “copia y pega”. Al parecer, perciben la propiedad, “lo público” y el uso de la información de manera distinta a otros grupos de personas. Otra posibilidad es el desconocimiento de lo que constituye ciberplagio y sus manifestaciones (Gallent Torres y Tello Fons, 2017; Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012b). El acceso fácil y continuo a Internet y otras tecnologías de la comunicación e información, sin duda, impone mayores retos a las universidades en la prevención, la detección y el manejo del plagio y el fraude académico.

Cabe destacar la cercanía entre los porcentajes de estudiantes que admitieron que habían copiado literalmente o verbatim información de un medio impreso (aproximadamente 36%, Tabla 1, comportamiento 3) y los que se copiaron y pegaron segmentos de documentos de Internet (33%, Tabla 1, comportamiento 7), sin indicar las fuentes de donde se obtuvieron. Además, 80% y 78% del grupo de estudiantes, respectivamente, indicó que eran comportamientos graves. Esto sugiere que cerca de una tercera parte del grupo copió textos de ambos tipos de fuente para elaborar los trabajos académicos. Otra vez, tomando en cuenta las diferencias en el estudiantado y el contexto de las universidades, la frecuencia declarada del acto de copiar y pegar fragmentos de fuentes de Internet, sin citarlas, se ubica entre los más bajos reportados para este o uno similar en otras encuestas (Amiana-Espaillat, 2021; Comas et al., 2011; Hosny y Fatima, 2014; Quintos, 2017; Mejía y Ordoñez, 2004; McCabe, 2005; Reyes et al., 2014; Scanlon y Neuman, 2002). En estas oscila entre 91% de 180 (Reyes et al., 2014) y 30% de 1194 estudiantes (Mejía y Ordoñez, 2004).

Tres comportamientos en el CHA-Revisado ejemplifican el autoplagio (Tabla 1, comportamientos 4, 6 y 10). Aproximadamente, 36% del estudiantado contestó que había entregado un trabajo escrito hecho anteriormente en otro curso; 33% había copiado partes de trabajos entregados en otros cursos o en años anteriores y las utilizaron en un trabajo nuevo y 27% entregaron el mismo trabajo en más de un curso, una o más veces. A diferencia de los resultados de la encuesta efectuada en el año 2002, hubo un leve aumento en el porcentaje de estudiantes que admitió este último comportamiento, al menos una vez (26,9% versus 21,4%, en el 2002). En esta ocasión, 50% lo consideraron grave. Además, es posible que el estudiantado no considere como plagio el copiar partes de los trabajos propios que han elaborado y entregado anteriormente. Este es un asunto que amerita mayor indagación en el futuro. Este comportamiento también ha sido declarado por estudiantes en otros contextos, aunque con una frecuencia menor (Beléndez Vázquez et al., 2011; Curtis y Tremayne, 2021; Hawley, 1984; Hensley et al., 2013; Reyes et al., 2014).

Entre los comportamientos vinculados con una autoría falsa, cerca de 24% del estudiantado admitió que dieron o “prestaron” a otro estudiante u otra estudiante un trabajo hecho antes, para que lo entregara como suyo o lo copiara, al menos una vez. De la misma manera, Beléndez Vázquez et al. (2011), Hawley (1984) y Martínez y Ramírez (2018) reportaron esta práctica en universidades en España, EE. UU. y Colombia, respectivamente. Aunque en esta encuesta, el 85% del grupo catalogó este comportamiento como grave, las respuestas de casi una cuarta parte revelan una posible colaboración con otras personas para recurrir al plagio o al engaño. Otros actos parecidos del mismo grupo de estudiantes fueron elaborar y compartir respuestas de asignaciones y tareas (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2019). Conviene recordar que, con el paso del tiempo, las instituciones universitarias se han ido transformado en espacios de estudio y trabajo colaborativo, y el estudiantado emplea distintos recursos electrónicos (e. g., foros, blogs, wikis y redes sociales) que promueven la participación e interacción para crear, compartir, archivar y revisar documentos. Por lo tanto, hay que tomar en cuenta estas circunstancias en los modos de colaboración y las manifestaciones e imputaciones de plagio.

Por último, los cuatro comportamientos de plagio declarados con menor frecuencia (una o más veces), también, se refieren a la atribución o autoría falsa: (a) entregar como propio el trabajo escrito por otra persona (12,2%); (b) entregar un trabajo hecho por otra persona que lo había suministrado en un curso (11,7%); (c) pagar a una persona para que escriba un trabajo o comprarlo en Internet (8,1%); y (d) entregar un trabajo descargado de la Internet (3,6%). Específicamente, la frecuencia admitida en la compra o adquisición de un trabajo escrito en Internet o de una persona es un poco más alto que los porcentajes reportados por Brimble y Stevenson Clarke (2005), Comas et al. (2011) y Quintos (2017) con estudiantes de universidades en Australia, España y Filipinas, respectivamente. Esto aflora la posibilidad de que una fracción mínima del estudiantado pueda recurrir al encargo o la compra de trabajos e incluso a la sustitución en pruebas o cursos en línea. El fraude por contrato ha cobrado mayor auge, desde la pasada década, con la proliferación del uso de Internet y de personas e industrias dedicadas a esta empresa (Lancaster, 2020; Newton, 2018). Por último, el descargar un trabajo completo de Internet y entregarlo como propio sigue siendo el acto de plagio menos común, tanto en esta investigación como en otras (Amiama-Espaillat, 2021; Comas et al., 2011).

Comportamientos de plagio observados

La Tabla 2 presenta la frecuencia de los 10 comportamientos ligados al plagio más observados por el estudiantado. Combinando las respuestas de una o más veces, aproximadamente, los porcentajes oscilan entre 91% y 49%. Cerca de 91% y 85%, respectivamente, observaron estudiantes copiando citas, palabras, frases o párrafos de trabajos impresos o de Internet, sin indicar la fuente (Tabla 2, comportamientos 1 y 2) en cuatro o más ocasiones en la universidad. El comportamiento menos frecuente (por casi 38% del grupo) fue “Falsificar o fabricar datos de un laboratorio o una investigación”, el cual 90% lo consideró grave.

Tabla 2
Diez comportamientos asociados al plagio observados con mayor frecuencia

Comportamientos asociados al plagio

N

Nunca

Una vez

Dos o tres veces

Cuatro o más veces

1. Copiar citas, palabras, frases o párrafos de trabajos impresos, sin indicar la fuente de donde se obtuvieron.a

354

33

(9,3%)

28

(7,9%)

139

(39,3%)

154

(43,5%)

2. Copiar y pegar en un trabajo escrito frases, oraciones, partes de documentos o páginas copiadas de la Internet, sin indicar la fuente de dónde se obtuvieron.a

358

53

(14,8%)

45

(12,6%)

119

(33,2%)

141

(39,4%)

3. Elaborar un trabajo escrito usando partes copiadas literalmente de páginas o documentos en la Internet.a

357

60

(16,8%)

41

(11,5%)

130

(36,4%)

126

(35,3%)

4. Plagiar trabajos escritos.

359

87

(24,2%)

51

(14,2%)

132

(36,8%)

89

(24,8%)

5. Incluir referencias que no leyeron en la bibliografía de un trabajo escrito.a

357

95

(26,6%)

34

(9,5%)

101

(28,3%)

127

(35,6%)

6. Entregar un trabajo hecho anteriormente en un curso.a

359

116

(32,3%)

75

(20,9%)

103

(28,7%)

65

(18,1%)

7. Pagar a una persona para que le escriba un trabajo o comprarlo en un sitio de la Internet.

357

136

(38,1%)

59

(16,5%)

93

(26,1%)

69

(19,3%)

8. Hacer un trabajo escrito para otra persona.

353

148

(41,9%)

67

(19,0%)

94

(26,6%)

44

(12,5%)

9. Entregar o presentar un trabajo escrito, informe o proyecto hecho por otra persona.

356

177

(49,7%)

60

(16,9%)

73

(20,5%)

46

(12,9%)

10. Dar o facilitar a otra u otro estudiante un trabajo hecho antes para que lo entregue como suyo.

359

184

(51,3%)

43

(12,0%)

80

(22,2%)

52

(14,5%)

a Comportamientos que aparecen en la Tabla 1.

Nota. Total de porcentajes podría ser mayor o menor que 100 por el redondeo a la décima más cercana.

Cinco de los 10 comportamientos de plagio observados con mayor frecuencia en sus pares (Tabla 2, comportamientos 5, 1, 6, 2 y 3, respectivamente) coinciden con los declarados (Tabla 1, comportamientos 2, 3, 4, 7 y 9). En cada uno, la frecuencia de estudiantes que han visto supera la admitida y los valores de la estadística Ji-cuadrada (X2) muestran que la diferencia entre estos fue estadísticamente significativa (p < 0,05): ítem 1, X2 (9, N = 353) = 22,28; ítem 2, p = 0,008, X2 (9,N = 354) = 49,83, p = 0,000; ítem 3, X2 (9, N = 356) = 28,83, p = 0,001; ítem 5, X2 (9, N = 357) = 109,38, p = 0,000; e ítem 6, X2 (9, N = 358) = 95,54, p = 0,000. En estos comportamientos, el porcentaje promedio de los admitidos una o más veces fue aproximadamente 36%, mientras que en los observados fue 80%. Además, se obtuvieron coeficientes de correlación Spearman rho significativos (p < 0,05) entre las respuestas. Estos fluctuaron entre 0,48 (comportamiento 5, Tabla 2, y comportamiento 2, Tabla 1) y 0,23 (comportamiento 1, Tabla 2 y comportamiento 3, Tabla 1).

Cabe mencionar que la frecuencia atribuida al estudiantado en los últimos cuatro actos vinculado a la autoría falsa, tales como el “préstamo” de un trabajo escrito (Tabla 2, comportamientos 8 y 10) y pagar o comprar uno (Tabla 2, comportamientos 7 y 9) superan a la declarada, aun cuando no se encontraron diferencias significativas. Los resultados de esta y otras investigaciones apoyan que la frecuencia atribuida de actos de deshonestidad académica suele ser mayor que la admitida por el estudiantado (Brimble y Stevenson-Clarke, 2005; Comas et al., 2011; Eret y Ok, 2014; Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2005; Scanlon y Neumann, 2002).

Por otra parte, cinco de los comportamientos observados también se incluyeron en el CHA administrado en el año 2002 (Tabla 2, comportamientos 1, 4, 5, 7 y 9). Aunque hay algunas diferencias en los porcentajes de respuestas, los resultados de la prueba estadística Ji-cuadrada indicaron que no son significativas. En el año 2016, un mayor porcentaje (91% versus 85% en el 2002) observó que copiaron citas, palabras, frases o párrafos de trabajos impresos, sin indicar la fuente (Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012a). Casi 50% de 360 estudiantes vio a sus pares “entregar o presentar un trabajo escrito, informe o proyecto hecho por otra persona” (Tabla 2, comportamiento 9), al menos una vez. Un porcentaje mayor (68%) de estudiantes lo observó en la encuesta efectuada en el año 2002.

CONCLUSIONES

Las respuestas del grupo de 360 estudiantes que participaron en la investigación ilustran que entre 53% y 27% cometieron 10 comportamientos de plagio, más de una vez en la universidad. También, entre 91% y 49% observaron actos similares en sus pares. Los resultados señalan la concurrencia de ciertos actos, tales como copiar o traducir material de los recursos impresos y de Internet, rellenar una bibliografía con fuentes que no se consultaron o leyeron y entregar el mismo trabajo en varios cursos. Esto conlleva mayor atención a las instrucciones y condiciones para elaborar los trabajos escritos, a la enseñanza y el desarrollo de las destrezas en la escritura académica y las reglas de citación, así como a la retroalimentación adecuada del profesorado. Requiere, además, ponderar la importancia del debate o la integración coherente de la voz propia y de otras personas en un trabajo académico. Para esto se necesita profundizar en las posibles razones y circunstancias de distintos grupos de estudiantes para cometer actos de plagio.

Aunque la responsabilidad de promover, prevenir y atender a la deshonestidad académica en la sala de clases o en un curso recae primordialmente en el profesorado, es una compartida con el estudiantado y la administración universitaria. Por lo tanto, precisa del apoyo y el compromiso de los distintos sectores en universidades y la integración de iniciativas de manera proactiva, abordando los conceptos, las razones y las circunstancias personales o contextuales que pueden propiciar el plagio y otros actos de fraude académico. Entre las posibles iniciativas, se encuentran: (a) ofrecer talleres o cursos de escritura académica y de uso de fuentes de referencias; (b) proveer información acerca del plagio y sus manifestaciones; (c) brindar instrucciones claras para redactar textos o trabajos, usando distintos formatos o estilos de citación y fuentes de referencias impresas y de Internet; (d) establecer normativas claras acerca de lo que conforma el plagio y las consecuencias; y (e) usar programas para detectar similitudes entre documentos y ofrecer el adiestramiento adecuado al respecto. Diversas publicaciones brindan recomendaciones y estrategias de prevención del plagio que vale la pena consultar (Carroll, 2007; Darr, 2019; Eaton, 2021; Harris, 2001; Landau et al., 2002; Medina Díaz y Verdejo Carrión, 2012 a,b).

El determinar la frecuencia con que ocurren ciertos comportamientos asociados al plagio en el estudiantado es solo el punto de partida para conocer la situación y así fomentar una cultura de integridad académica en la universidad. Como se ha señalado, este es un asunto que representa una afrenta al valor y a la credibilidad de la educación universitaria y puede tener repercusiones en el desempeño profesional y social de las personas involucradas. Por último, cabe apuntar que el plagio no es una manifestación exclusiva del estudiantado. Concierne e involucra a otros sectores de una institución educativa. Dougherty (2020); Elliot at al. (2013); Hallak y Poisson (2010); Helgesson y Erikson (2015); Krokoscz (2021); Mallon (1989), Vera (2016) y Yi et al. (2022) documentan percepciones e incidentes de plagio en estudios y publicaciones, así como de corrupción del personal docente, administrativo y de investigación. Esto, también, exige atención e investigación para ampliar el conocimiento acerca de los actos de plagio que ocurren en las universidades y encausar estrategias de prevención de manera apropiada, integrada y equitativa.

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Frecuencia de comportamientos asociados con el plagio
del estudiantado en una universidad en Puerto Rico

Frequency of students’ behaviors related to plagiarism in a university
in Puerto Rico

Frequência de comportamentos associados ao plágio estudantil
em uma universidade em Porto Rico