Este texto es para la sección Artículos
Año 24, n.° 49: z-xx,
enero - junio 2025
¿Qué significa la
celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país
cada vez más «moreneado[1]»?
Mimi Yang *
https://orcid.org/0000-0003-4070-5323
Traducción: Yinia Mora Ordoñez
* Doctora en Lengua y
Literatura Española por la Universidad de Arizona, EUA. Catedrática Emérita de
Lenguas Modernas en Carthage College,
Wisconsin, EUA. Sus publicaciones han ganado
fuerza en su país y a nivel internacional. Autora de numerosos artículos
y libros, entre estos Multilingualism in Its Multiple
Dimensions
y The Tricultural
Personality (Chinese, Hispanic, English): A Paradigm for Connecting Culture Differences. En 2004 se le otorgó el premio Wisconsin
Global Educator Award at Higher Education Level. Correo: myang@carthage.edu
Resumen
El discurso de Frederick Douglass
de 1852, What, to
the American slave, is your 4th of
July [¿Qué es el 4 de julio para los esclavos?],
llamó la atención de manera conmovedora por la población afrodescendiente que
todavía era esclava mientras la República celebraba la libertad y la
independencia en su 76 aniversario con alegría. Haciendo eco de Douglass, este ensayo[2] explora el significado del
250 aniversario de la Independencia de Estados Unidos de América, un país que
actualmente se encuentra profundamente fracturado y dividido, y se centra en la
«gama de colores» tanto histórica como actual. Asimismo, a través de un examen
profundo de la historia y la historia cultural, representada por la diversidad
étnica que conforma la sociedad, se abre el espacio para el análisis y los
argumentos relacionados con la formación del carácter nacional, el cultivo de
la identidad cultural y la definición de americanismo. Este ensayo
aborda el núcleo de la blancura en relación con la negritud (afroamericanos) y
la existencia de otros grupos «de color» para desentrañar un tema controversial
y culturalmente cargado de relaciones raciales.
Palabras clave: Estados Unidos «moreno», la agenda
blanca, blanqueamiento, relaciones raciales, 250 aniversario de la Independencia, WASP, «color»
estadounidense.
Recibido: 7 de agosto
de 2024
Aceptado: 25 de setiembre de 2024
What Does the 250th Anniversary of the
Independence Mean to a 'Browner' America?
Abstract
Frederick Douglass’ 1852 address “What to the
Slave is the Fourth of July” poignantly called attention to the Black people
who were still unfree slaves when the Republic joyfully celebrated freedom and
independence on its 76th anniversary. Echoing Douglass, this paper searches for
the meaning of the 250th anniversary in a deeply fractured and divided America
by focusing on the historical and current ‘color scheme.’ An in-depth
examination of America’s history and cultural history, represented by the
paradigms White, Black, Brown, Yellow, and Browner opens space for analysis and
arguments on the formation of national character, the cultivation of cultural
identity, and the definition of Americanism. This essay tackles the core of
Whiteness in relation to Blackness (African Americans), Brownness (Native
Americans), and Yellowness (Chinese/Asian Americans) to unpack a heated and
culturally charged topic of race relations and capture the significance of the
‘Browner’ in ‘Browner America’ in anticipation of the 250th anniversary.
Keywords: «browner» America, the
White Agenda, Whitening, race relations, 250th anniversary of
Independence, WASP, American «color».
Que signifie la
célébration des 250 ans d’indépendance des États-Unis pour un pays de plus en
plus « foncé »?
Résumé
Le discours de Frederick Douglass prononcé en 1852, What,
to the American slave, is your
4th of July [Que représente le 4 juillet pour l’esclave américain ?],
soulignait de manière poignante le contraste entre la population
afrodescendante toujours réduite en esclavage et la République qui célébrait,
avec allégresse, la liberté et l’indépendance à l’occasion de son 76ᵉ anniversaire. Faisant écho à
Douglass, cet essai explore la signification du 250ᵉ anniversaire de l’indépendance des
États-Unis d’Amérique, un pays aujourd’hui profondément fracturé et divisé, en
mettant l’accent sur la « gamme chromatique » tant historique qu’actuelle. À
travers une analyse approfondie de l’histoire et de l’histoire culturelle –représentées
par la diversité ethnique qui compose la société– cet essai ouvre un espace
d’analyse et de réflexion autour de la formation du caractère national, du
développement de l’identité culturelle et de la définition de l’américanité. Ce
travail aborde le cœur de la blanchité en relation avec la négritude
(afro-américains) ainsi que la présence d’autres groupes « de couleur », afin
de démêler un sujet controversé, chargé sur le plan culturel et centré sur les
relations raciales.
Mots-clés: États-Unis «
foncé », agenda blanc, blanchiment, relations raciales, 250ᵉ anniversaire de l’indépendance,
WASP, « couleur » américaine.
T1
Introducción
Norteamérica fue originalmente «de piel morena», hogar de
los nativos americanos durante miles de años antes de que los europeos pusieran
un pie en ella. Los indígenas fueron los primeros habitantes y dueños de la
tierra, y quienes les otorgaron significado y propósito a estos territorios. A
partir del siglo XVI, tras los viajes de Cristóbal Colón en 1492, comenzó a expandirse
la presencia europea en el continente, con España y Francia estableciendo
asentamientos en las zonas costeras. El 14 de mayo de 1607, los ingleses
fundaron su primer asentamiento permanente en lo que hoy se conoce como Estados
Unidos de América, en Jamestown, en la colonia de Virginia[3]. De esta manera, Jamestown
representó el primer trazo indeleble de «color blanco» en el lienzo de América
del Norte por parte de los anglosajones.
En la competencia europea o «blanca» por el Nuevo Mundo,
los rivales de origen protestante anglosajón blanco (WASP, por sus siglas en
inglés) emergieron como ganadores indiscutibles y así reemplazaron la
dominación católica española en parte de América del Norte. Así, los WASP se
vieron a sí mismos en una rápida misión de «blanqueo». Los indígenas y los
esclavos africanos fueron los objetivos iniciales de la «agenda blanca». Luego,
inmigrantes sucesivos que no eran WASP, se convirtieron en objetos de filtración,
exclusión o rechazo, porque añadían y destacaban el color «marrón» no deseado.
Con las sucesivas enmiendas legislativas y las implementaciones
institucionales, la Guerra Civil, los movimientos por los derechos civiles y Black
Lives Matter, entre
otros hitos históricos cargados de racismo, se confronta el poder blanco y se desafía
la «Agenda Blanca».
A medida que nos
acercamos al 250 aniversario de la independencia, cada vez más la nación ha ido
«morenizándose» (es decir, recuperando su color) en
lugar de «blanqueándose» tal como se había diseñado y anticipado. Según los datos del censo
gubernamental del 1.° de abril de 2020[4], los afroamericanos
representan el 13.6 % de la población, los hispanos/latinos el 19.1 %, los
asiáticos el 6.3 %, los pueblos indígenas el 13.6 %, y los blancos (no hispanos/latinos)
el 58.9 %. Un vistazo superficial al «color» histórico de América revela una
gama de colores que va desde el «marrón original» hasta el «blanco puro
incondicional», pasando por la presencia negra «involuntaria», «nuevo marrón», «marrón
mixto» y la coexistencia de un mosaico de «colores blanco, negro y marrón», con
«el blanco» en una posición preeminente. Lo cierto es que el color de Estados
Unidos nunca fue monocromático y ya no es «puro blanco», sino que se está oscureciendo
con el tiempo; es como una paleta que sostiene sus múltiples colores de pintura
que aún deben mezclarse orgánicamente en un lienzo sin que falte ninguno.
Para evocar el título del discurso de Frederick Douglass de 1852, What,
to the Slave, is the Fourth
of July [¿Qué es el 4
de julio para el esclavo?], este ensayo se titula «¿Qué significa la
celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país
cada vez más mestizo?».
El discurso de Douglass tuvo
lugar el 5 de julio de 1852, antes del inicio de la Guerra Civil. Ese día, en
la celebración de los 76 años de Independencia de la nación, habló ante la
Sociedad de Mujeres Contra la Esclavitud en Rochester, Nueva York. El pensador
cultural afroamericano destacó con agudeza a las personas negras, que seguían
siendo esclavas mientras la República celebraba jubilosa su libertad e
independencia. ¿Cómo explicar la coexistencia de la institución más inhumana: la
esclavitud y la democracia más elevada?, ¿la coexistencia de la libertad y la
servidumbre en una nación que se presenta como un faro para el mundo? Douglass no mencionó ningún «color» asociado con la
paradoja del 4 de julio. No obstante, sus descripciones sinceras de «el esclavo»
bastaron para destacar una línea infranqueable entre las poblaciones blancas y
afrodescendientes en un país que empezaba a avanzar hacia la Guerra Civil.
En 2026, cuando la nación se acerque a su 250 aniversario
de independencia, los discursos y las prácticas en torno a la diversidad,
equidad e inclusión estarán en marcha como una fuerza irreversible para los
cambios sociales y el cambio cultural. Para el 2016, la Oficina de
Planificación, Evaluación y Desarrollo de Políticas de la Subsecretaría del
Departamento de Educación de los Estados Unidos recopiló datos clave sobre
prácticas educativas centradas en raza y etnicidad. Aunque los datos
señalaron las disparidades raciales existentes en la educación, también
ofrecieron una visión del crecimiento porcentual de los estudiantes «de color»
a lo largo de las décadas. En cuanto a la obtención de títulos de licenciatura,
los estudiantes afrodescendientes representaban solo el 4 % en la graduación de
1964, aumentaron al 22 % en 2014. Los estudiantes hispanos ocuparon el 6 % en
1974 y saltaron al 15 % en 2014. Los asiáticos pasaron del 49 % en 2004 al 52 %
en 2014[5]. El multiculturalismo y el
multirracialismo del siglo XXI ya han agregado
considerables matices a la «América blanca». Sin duda, la inmigración masiva
desde la frontera sur, África y Asia en las últimas tres décadas ha alterado el
paisaje demográfico.
La plataforma educativa Browner
reflejó las tendencias sociales y culturales de inclusión y diversidad gradual
desde el Movimiento por los Derechos Civiles en la década de 1960. Fuera del
ámbito educativo, el multiculturalismo y el multirracialismo
del siglo XXI también han aportado matices considerables a la «América blanca».
La interminable crisis e influjo en la frontera sur, junto con la masiva
inmigración proveniente de África y Asia en las últimas tres décadas, han
transformado el panorama demográfico. El artículo de 2021 en el diario The Guardian: US’s
white population declines for first time ever, 2020 census finds, escrito por la editora Betsy Reed, informa:
En general, la
población únicamente blanca disminuyó un 8.6 % desde 2010, según informó la
oficina el jueves. Los blancos no hispanos ahora representan alrededor del 58 %
de la población de Estados Unidos, una caída respecto al 63.7 % que constituían
en 2010. Es la primera vez que la población blanca no hispana cae por debajo
del 60 % desde que comenzó el censo.[6]
La actualización de la composición racial y las
estadísticas en EE. UU. establecen el escenario para que un nuevo carácter
cultural del siglo XXI, así como identidad nacional e ideologías políticas se
desarrollen. Desde mediados del siglo XX, los inmigrantes «de color» y los no
cristianos han «morenizado» significativamente al
país. El «color americano» pasó de ser más del 80 % predominantemente blanco,
en una población de 2.5 millones en 1776[7], a aproximadamente 59.3 %
blanco en una población de 333 287 557 en 2021[8]. Dudley Poston y Rogelio Sáenz proporcionan un recuento más
progresivo de la población blanca:
Cuando EE. UU.
se estableció como país en 1776, los blancos representaban aproximadamente el
80 % de la población. La proporción de blancos aumentó al 90 % en 1920, donde
se mantuvo hasta 1950.[9]
«Hoy en día, Estados Unidos alberga la población escolar
más diversa étnica, cultural y lingüísticamente del mundo»[10] dijo Nicholas Jones,
funcionario de la Oficina del Censo, a la editora del diario The Guardian, Betsy Reed. Asimismo, en 1999,
Stuart Foster ya había declarado: «hoy, Estados Unidos alberga la población
escolar más diversa étnica, cultural y lingüísticamente en el mundo»[11]. A nivel nacional,
nuestra sociedad continúa haciéndose más diversa. La diversidad, equidad e
inclusión cuestionan el núcleo de la identidad estadounidense basada en las
características de los anglosajones: blanco, anglosajón, cristiano/protestante
y monolingüe en inglés. Las afirmaciones exclusivas de los blancos y la
propiedad única de la libertad, igualdad y democracia plantean preguntas y
dudas; además de ser el estándar de lo que significa ser estadounidense, la
norma de ser «americano» y la autoridad para excluir a los no WASP, ahora, en
una América más «morena». Identificar a EE. UU. con un color «blanco puro» ya
no es suficiente y claramente resulta inadecuado e incongruente con el paisaje
demográfico que se está desarrollando.
La «agenda blanca» se siente menos cómoda e incluso
amenazada por una población creciente de personas «de color» y no cristianos.
El monopolio cultural de los WASP sobre EE. UU., el americanismo y la cultura
estadounidense está bajo escrutinio. Del otro lado, escuchamos una voz más
fuerte de estadounidenses de diversos orígenes multiculturales y multiconfesionales, luchando contra el racismo sistémico e
histórico y reclamando su lugar legítimo en las estructuras de poder y las
relaciones raciales. El miedo de los blancos nativistas a perder poder y su debilitada
posición preeminente se siente más real que nunca, mientras que el sueño de los
no blancos de tener un lugar igualitario en la política, la cultura y la
historia se ha convertido en una demanda vociferante e innegable de justicia y
equidad.
El 250 aniversario es un hito: ¿Tenemos un patriotismo
compartido y una identidad estadounidense cohesionada que celebrar? La verdad
es que las creencias sobre la libertad, la democracia y la igualdad nunca han
unido a los estadounidenses a través de intereses económicos, espectros políticos
y diferencias de color. Hoy en día, estas mismas creencias, de hecho, dividen a
los estadounidenses y enfrentan a un grupo contra otro. A veces, con
interpretaciones aisladas, estas creencias alimentan el vitriolo y el odio
hacia los ciudadanos que se ven distintos, profesan una fe diferente y
provienen de orígenes diversos. Buscar un sentido compartido de la historia,
propósitos comunes y valores culturales recíprocos puede fácilmente desatar
guerras culturales o provocar la «cultura de la cancelación». Bajo la bandera
de las estrellas y barras, hay una gama completa de colores y franjas que
conforman EE. UU.: blanco, negro, asiático, hispano, nativo americano, musulmán,
LGBTQI+, entre otros. Cada «color» o «franja» abarca mucha variedad de tonos y
naturalezas similares. Hay mucho más que solo un EE. UU. en el continente.
Divisiones viscerales, el «No Saber» inquebrantable, silos psicológicos,
heridas históricas y lesiones actuales se infiltran en las grietas entre esta
América. Hace 170 años, Douglass protestó por la
exclusión y el rechazo legalizados de los esclavos en el 76 aniversario de la
nación y se estremeció ante un país exclusivamente blanco y «democrático». Hoy,
este es un país «morena», vertiginosamente entrelazado y culturalmente «amenazado»,
las preguntas siguen siendo en el 250 aniversario de la independencia: ¿quién
está celebrando la libertad, la igualdad y la democracia? ¿Quién sigue luchando
por estos valores estadounidenses?
Para abordar estas preguntas duraderas, echemos un
vistazo más de cerca a la palabra browner. Sugiere un cambio de un
color previamente más claro o blanco a un color teñido, manchado y oscurecido
por algo fangoso e impuro. Una nación más «morena», como se indicó
anteriormente, trata sobre cambios de color en un contexto racial y un entorno
cultural. Solo con conocimiento histórico y una comprensión cultural profunda
del color blanco podemos capturar el significado de lo «marrón» y del 250
aniversario. En el contexto de EE. UU., desde el inicio de la nación, el núcleo
de la «blancura» ha desplazado el poder constitucional, los derechos legales y
las implementaciones ejecutivas para eliminar cualquier color que no sea
conveniente para la dominación blanca en cualquier sector de la sociedad,
incluidos los centros de investigación y las instituciones educativas. A medida
que los colores estadounidenses se entrelazan, la cultura de EE. UU. se ha
moldeado sobre una base blanca y dentro de una estructura blanca robusta; el
color blanco nunca ha dejado de dominar y gobernar, aunque ha enfrentado
desafíos gradualmente intensificados por otros colores en los últimos años.
Para captar la importancia cultural y los significados históricos de lo «marrón»
o «más moreno», analicemos la «lógica» y las razones detrás de la «eliminación
blanca», eliminación y blanqueamiento de los colores «impuros» en la historia.
Así, enfocarnos en el color blanco da una visión deconstructiva y comprensiva
del significado cultural de los colores no blancos. En las siguientes
secciones, este ensayo examina el núcleo de la «blancura» de manera integral en
relación con la negrura y el marrón en la creación de la nación. Asimismo, se discierne
y se deconstruye el patrón blanco consistente en relación con diferentes grupos
«de color»: afroamericanos, nativos americanos y estadounidenses
asiáticos/chinos.
T1
Una base blanqueada de la nación en relación con los
esclavos africanos
¿Cómo se diseñó una agenda cultural «blanca» para
eliminar o blanquear otros colores? ¿Cómo se ha llevado a cabo esta agenda de
manera consistente bajo diferentes administraciones y en varios momentos
históricos cuando los colores no blancos se perciben como indeseables, no
estadounidenses y amenazantes?
Al deconstruir lo blanco/no blanco, hay un efecto dual de
crear algo nuevo a partir de los fragmentos de lo que se desmantela; el mismo
actor realiza el acto dual: lo destructivo y lo constructivo ocurren
indistinguiblemente en una sola acción. Esto ya ocurrió en el momento del
nacimiento de la nación. Cuando se construyó la base para la nueva República,
los Padres Fundadores trazaron un esquema de color que se consolidaría y
aceptaría durante los próximos 250 años y probablemente más allá. La Declaración
de Independencia dio a luz a una nueva nación, pero también encapsuló un diseño
oculto que daría forma, textura y estructura a las relaciones raciales en los EE.
UU. El proceso de finalizar el texto de la Declaración muestra una relación
racial cuidadosamente construida que aseguraría un esquema de color con el
blanco en la parte superior, sin desafíos. Eso se hizo irónicamente en la
búsqueda de los ideales más nobles de libertad, igualdad y felicidad,
reclamando estos derechos inalienables del monarca británico.
La Declaración de Independencia es, sin duda, uno de los
documentos más elevados, preciosos y grandiosos que la raza humana haya
producido. Su retórica acerca de que todos los hombres (y mujeres) son «creados
iguales» ha sostenido una esperanza atemporal para aquellos privados de
derechos humanos y dignidad. El ideal estadounidense de libertad e igualdad
nació del derramamiento de sangre de la Revolución Americana con el objetivo de
eliminar la jerarquía del poder y traer una sociedad justa y democrática, desconocida
anteriormente en la historia humana. A diferencia de muchas otras revoluciones,
el derrocamiento de un antiguo régimen y el comienzo de uno nuevo no fue el
único resultado de la Revolución Americana, sino también creó el ADN cultural
de una nación por nacer, crecer y prosperar. Además, la Declaración fue uno de
los documentos fundacionales y rectores que permitieron el surgimiento de un
carácter colectivo y que establecieron las bases para que un conjunto de
instituciones y sistemas echaran raíces. En este glorioso y trascendental
momento histórico, el diseño oculto de las relaciones raciales también sembró
las semillas para futuras aplicaciones institucionales y desarrollos
estructurales.
Como uno de los nuevos fundamentos de la República en
búsqueda de la independencia de Gran Bretaña, los sentimientos antiesclavistas
fueron articulados de manera elocuente en el borrador original de la
Declaración por Thomas Jefferson. El borrador original sigue siendo
controvertido y divisivo en la actualidad, especialmente en el debate nacional
sobre el proyecto 1776 frente al proyecto 1619[12]. No obstante, lo
desenterramos para comprender de manera fundamental las relaciones raciales. En
la primavera de 1776, más y más colonias defendieron el derecho de ser estados
libres e independientes para eventualmente cortar lazos con el rey Jorge III y
Gran Bretaña. Junio de ese año vio una serie de negocios rutinarios y eventos
en el Segundo Congreso, pero resultó ser un período de gestación y deliberación
para unir a las colonias y llevar a cabo el acto audaz de declarar la
independencia. El Primer Congreso votó para formar un comité encargado de
redactar una declaración oficial. Cinco miembros del comité, incluidos Thomas
Jefferson, Benjamín Franklin y John Adams, fueron elegidos para redactarla.
Jefferson fue el autor principal. Cuando presentó el «borrador» al Congreso el
28 de junio, contenía un pasaje de 168 palabras condenando la esclavitud «como
uno de los muchos males impuestos a las colonias por la corona británica»[13]. Parte del pasaje
eliminado decía:
Ha librado una
guerra cruel contra la naturaleza humana misma, violando sus derechos más
sagrados a la vida y la libertad en las personas de un pueblo lejano que nunca
lo ofendió, capturándolos y llevándolos a la esclavitud en otro hemisferio, o
condenándolos a una muerte miserable en su transporte hacia allí.[14]
Para Jefferson, un dueño de esclavos, el haber escrito
estas palabras debió provocar sentimientos poderosos y contradictorios. No es
sorprendente que los sentimientos antiesclavistas de Jefferson no fueran bien
recibidos por los dueños de esclavos tanto del Sur como del Norte, quienes se
beneficiaban del comercio de personas esclavizadas y de una economía
dependiente de la esclavitud. Ambos tenían intereses vitales y económicos en la
esclavitud. El tabaco, el algodón y la caña de azúcar en las plantaciones del
sur impulsaban la economía colonial, y la esclavitud organizada y bien
gestionada era su motor y fuerza impulsora. El transporte marítimo del norte
dependía del comercio triangular entre Europa, África y las Américas; el
tráfico de esclavos africanos desde las Indias Occidentales británicas era una
línea comercial vital y lucrativa. Es importante recordar que esa forma de vida
era «una guerra cruel contra la naturaleza humana misma», habría socavado el
sistema que era beneficioso y productivo tanto para el norte como para el sur. Mientras
la nación estaba en su forma embrionaria, un sistema económico basado en la
esclavitud atraía a los plantadores del sur y a los comerciantes del norte con
el sueño americano de crecer, prosperar y tener éxito en una tierra llena de
oportunidades, con un resultado inadvertido de desmantelar el núcleo de la
«blancura» en relación con la «negritud». En otras palabras, el trabajo y la
existencia de los esclavos hicieron que el sueño americano de sus dueños fuera
rentable y que las colonias pudieran ser económicamente independientes.
Políticamente, los esclavos, en la parte inferior de la jerarquía racial,
convenientemente ayudaban a mantener el statu quo del orden blanco y a
desarrollar aún más la estructura de poder blanco.
No obstante, al deconstruir el otro lado de la «blancura»,
los sufrimientos no contados de los esclavos africanos evidencian que este
sistema de esclavitud violaba los «derechos más sagrados a la vida y la
libertad de las personas negras»[15], que no habían ofendido a
ningún dueño blanco o autoridad. Los dueños blancos y las instituciones no
consideraban a los esclavos como seres humanos, no tenían consideración por los
derechos humanos y disponían de los individuos como posesiones o propiedad. Lo
que el núcleo blanco hizo fue una grave violación de los derechos humanos: los
objetivos de la Revolución Americana. Al luchar por la soberanía de una nueva
nación y la liberación de quienes estaban sometidos a un poder imperial
opresivo, mantener y defender las instituciones esclavistas fue una bofetada a
los ideales mismos de libertad, derechos humanos e igualdad destacados en la
Declaración de Independencia. El núcleo blanco luchó por la libertad de los
blancos en un momento de abuso generalizado de los derechos humanos de los
individuos negros. Al eliminar el pasaje de
168 palabras ¿La Declaración de Independencia envió el mensaje de que no todos
somos creados iguales? Por lo tanto, lo que se debatió en el Congreso fue la
paradoja de la necesidad de liberación frente a la necesidad de subyugación y
los liberadores en su comportamiento como opresores.
Después de muchas deliberaciones, la fuerza proesclavista
ganó el día. El pasaje antiesclavista fue eliminado para evitar debates largos
y difíciles y no perder los votos necesarios para aprobar la Declaración. Desde
un punto de vista procedimental, si el pasaje antiesclavista de Jefferson
hubiera permanecido intacto, no es probable que hubiera habido una declaración
de independencia oportuna e inminente el 4 de julio de 1776, y el nacimiento de
una nueva nación se habría retrasado y complicado. Fue una victoria congresional y un momento histórico de una vez en la vida,
pero fue en ese momento cuando los ideales estadounidenses elevados y el sueño americano
se bifurcaron en direcciones opuestas e irreconciliables con la línea del color
entre ellos.
La mentalidad estadounidense incipiente fue deconstruida
por la línea del color desde su incepción, como se demostró durante el proceso de votación en el Congreso. El
delegado John Dickinson de Pensilvania no firmó el documento, aunque era
conocido como el «Escribano de la Revolución». Dickinson provenía de una
familia cuyos miembros poseían grandes y rentables plantaciones de tabaco en la
colonia de Maryland, trabajadas por esclavos. Luego, los tres delegados de
Nueva York trajeron la división política a un proceso ya de por sí acalorado e
intenso. James Duane de Nueva York no votó ni firmó
la Declaración debido a su ausencia. Robert Livingston de Nueva York fue
llamado por su estado antes de poder firmar el documento. John Jay de Nueva
York fue un partidario de la reconciliación en lugar de la revolución, manteniendo
su oposición a la independencia estadounidense de Gran Bretaña. Terminó
renunciando al Segundo Congreso antes de poner su firma en el documento. La
firma también encontró resistencia por parte de Edward Rutledge
proveniente de Carolina del Sur, una colonia profundamente esclavista, y al ser
el signatario más joven del documento, fue instruido para oponerse al borrador;
sin embargo, accedió a firmarlo.
La eliminación del pasaje negó flagrantemente los
derechos y la humanidad de los individuos esclavizados negros en la República.
Solo asegurando las instituciones de esclavitud se aseguró el apoyo mayoritario
para la independencia. Solo al privar a los individuos negros de la libertad,
la igualdad y la felicidad, se lograron los votos en el Congreso para declarar
los derechos inalienables de vida, libertad y felicidad de los hombres blancos.
La eliminación del pasaje fue estratégica para lograr el consenso, pero al
mismo tiempo blanqueó la base de la nación al borrar el color negro. Así, se
sentó una base blanca para construir una cultura y sociedad sobre ella. La
eliminación del pasaje sembró las semillas de la injusticia racial que
evolucionaría para convertirse en racismo sistémico, porque la ausencia del
pasaje divide los ideales estadounidenses en una serie de dualidades
perniciosas: «todos los hombres son creados iguales» frente a «todos los
hombres son creados desiguales», libertad frente a servidumbre, inalienable
frente a alienable. Para los afroamericanos, lo que no se declaró en la
Declaración de Independencia habló más fuerte que lo que sí se declaró. La
ausencia de esas 168 palabras antiesclavistas en la Declaración selló el
destino de los afroamericanos en la República: un destino de subyugación
incondicional al poder blanco y su jerarquía racial.
Para el mundo, el mensaje estaba claro: los negros no
fueron creados iguales, sino inferiores a los blancos, y la nación tuvo que
nacer con una jerarquía racial inherente. El proceso de producción de la
nación, que define la Declaración de Independencia, sacó a la luz una base
blanca y blanqueada de la República y planteó la semilla para desarrollar una
estructura destinada a blanquear la nueva nación.
Los nobles ideales de libertad, igualdad y democracia
estadounidenses brotaron de un sentimiento de agravio, tal como reconoció Douglass, los Padres Fundadores demostraron sabiduría y
valentía:
La opresión
vuelve loco al hombre sabio. Sus padres (los Padres Fundadores, añado yo) eran
hombres sabios y, si no se volvieron locos, se inquietaron bajo este trato. Se
sentían víctimas de agravios insoportables, completamente incurables en su
capacidad colonial. Con hombres valientes, siempre hay un remedio para la
opresión. Justo aquí nació la idea de una separación total de las colonias de
la corona.[16]
Al revisar la Declaración de Independencia y en vista de
las instituciones esclavistas dirigidas por los descendientes de los sabios y
valientes Padres Fundadores, Douglass clama por el
fracaso de estos ideales estadounidenses:
Mi tema... es
la esclavitud americana; nunca me ha parecido más oscuro este 4 de julio. Ya
sea que miremos la declaración del pasado o las profesiones del presente, la
conducta de la nación parece igualmente horrible y repugnante. América es falsa
al pasado, falsa al presente, y solemnemente se compromete a ser falsa al
futuro.[17]
Después de 76 años de independencia, los esclavos negros
seguían siendo maltratados y, aun así, ningún individuo, institución o sistema
tenía la sabiduría o el coraje para corregir el error de la misma manera que lo
hicieron los Padres Fundadores contra el monarca británico. Si la base es
blanqueada ¿Cómo se puede esperar que las instituciones y los sistemas
diseñados por esa base sean de un color diferente? Douglass
tenía plena conciencia de la paradoja irresoluble de la Declaración de
Independencia y predijo el efecto de su narrativa defectuosa en la actualidad. Aún,
después de 250 años, nadie ha cuestionado sistemáticamente estos defectos
fundacionales.
T1
Blancura estructural: La ley de remoción de los indígenas
Ley de Traslado Forzoso de los Indígenas
La Declaración de Independencia codificó un esquema de
base blanqueada para el país. A lo largo de la historia de EE. UU., el esquema
proliferó incontables actos de inclusión y exclusión de grupos raciales para
formar el carácter nacional, los valores culturales y las estructuras de poder.
La posición preeminente de los blancos se aseguró no solo sobre la base, sino
en cada capa de la robusta estructura. Una vez que EE. UU. declaró su
independencia y se estableció la base de la nación, quedó inmediatamente claro
que el color de la nueva República debía ser inequívocamente blanco. El «problema»
era que los primeros habitantes y dueños de este territorio no eran blancos;
eran más oscuros. No obstante, América debía ser diseñada para ser blanca en su
origen, su base y sus estructuras debido a la necesidad de poder blanco y el
apetito de control blanco. La Declaración de Independencia no tuvo en cuenta a
los afroamericanos y efectivamente descartó la posibilidad de una nueva
República multicolor. Al igual que los afroamericanos, los nativos americanos
no podían escapar del «destino manifiesto» de ser «limpiados» de la América
blanca.
La compra de Luisiana duplicó el tamaño del territorio de
los EE. UU. en 1803. Esto creó el tan ansiado espacio para la expansión y
reconfiguración del país. Muchos colonos de ascendencia europea estaban ansiosos
y deseosos de ocupar las tierras pertenecientes a los pueblos originarios del
suroeste y «presionaban al gobierno federal para que removiera a los indios»[18], y así poder realizar su sueño
americano de libertad y felicidad en la nueva tierra expandida. Acompañando al
interés económico, había una noción de que los «indios» eran crueles,
traicioneros y salvajes, y su remoción se presentaba como un beneficio para la
civilización. Al establecer un marco blanco más allá de la base, estos fueron
retratados como seres civilizados, con una moralidad más elevada, más
conocimientos y habilidades. Stuart J. Foster reitera:
A lo largo de
la historia de América, el contenido de los libros de texto ha sido determinado
principalmente por hombres blancos protestantes de clase media o alta, que a
menudo han tratado de construir una imagen idealizada de los valores y el
carácter estadounidense.[19]
A modo de ejemplo un pasaje de la Biblia relata: «El
desierto y la tierra se alegrarán; el desierto florecerá y se regocijará como
una rosa»[20].
Así, esta versión bíblica encajaba bien con la creencia de los protestantes en
su destino manifiesto, es decir, la superioridad blanca necesitaba quitar la
tierra de los indios para gestionarla mejor y obtener más beneficios de ella.
Los nativos americanos no eran considerados ciudadanos de la República por el
gobierno de los EE. UU., sino subordinados a los blancos. El gobierno, la
cúspide de la blancura, era inconstante con respecto a las políticas hacia los
nativos americanos, oscilando entre paternalista y condescendiente. El 28 de
mayo de 1830, como su principal prioridad legislativa, el presidente Andrew
Jackson firmó Indian Removal
Act [Ley de Remoción de los indios] con el
objetivo de abrir millones de acres de tierra rica al este del Mississippi para
los colonos blancos. Esta ley legalizó un proceso que otorgaba autoridad al
presidente para obligar a las «tribus» indias a abandonar sus tierras
ancestrales en el suroeste y amenazarlas con el fin de que firmaran tratados de
remoción. Esto ocurrió en nombre de la civilización, el progreso y el
nacionalismo. Jackson no ocultó su interés en trazar una frontera blanca en el
suroeste:
En ese
momento, Jackson dijo que la remoción fortalecería «incalculablemente la
frontera suroeste» y permitiría a nuevos estados como Alabama y Mississippi «avanzar
rápidamente en población, riqueza y poder».[21]
Como resultado:
Al final de su
presidencia en 1837, su administración había negociado casi 70 tratados de
remoción que llevaron al traslado de 50 000 nativos americanos del este al
Territorio Indio. Veinticinco millones de acres de tierra fueron liberados para
el asentamiento blanco en el este y, como resultado, fueron utilizados para la
expansión de la esclavitud.[22]
Entre 1830 y 1850, el gobierno de los EE. UU. desplazó
por la fuerza a «aproximadamente 60 000 miembros de las Cinco Tribus
Civilizadas»[23]
como parte de la remoción india. La ley finalmente llevó a cabo el infame «Sendero
de Lágrimas». Miembros de las naciones «cheroqui, muskogee,
seminola, chickasaw y choctaw»[24] fueron desplazados del
suroeste por la fuerza, y sus títulos de propiedad sobre las tierras fueron
extinguidos por ley. Las comunidades reubicadas sufrieron miseria por la
exposición, la hambruna y las enfermedades. Entre los que murieron en ruta
hacia su reserva designada al oeste del río Mississippi, una cuarta parte eran
cheroquis. Muchos historiadores contemporáneos atribuyen el Sendero de Lágrimas
a un genocidio y denominan a Andrew Jackson con el alias «Asesino de Indios».
El acto de blanqueo no se detuvo solo con la tierra, sino
que fue más allá, envolviendo hasta la mente y la cultura. En un estudio de
2011 sobre la remoción brutal y despiadada de Jackson, Megan Dearth analiza las políticas gubernamentales de
asimilación:
A lo largo de
la historia, la política federal india ha oscilado entre la separación y la
asimilación. A veces, los gobiernos federales y estatales reconocen y promueven
la soberanía tribal, mientras que otras veces la política favorece la
asimilación a la cultura dominante sobre el individualismo.[25]
Mientras que la separación significaba removerlos de la
vista o dejarlos aislados, la asimilación no es menos controvertida. La
asimilación institucionalizada a menudo significaba internados patrocinados por
el gobierno. En los siglos XIX y XX, específicamente entre 1790 y 1920[26], el gobierno de los EE.
UU. utilizó internados para separar por la fuerza a los jóvenes de sus
familias, para ser educados por monjas blancas. La idea era borrar los
recuerdos culturales y los idiomas de los nativos americanos para que asimilaran
la «civilización». Solo inculcándoles el idioma inglés y las enseñanzas del
cristianismo, y controlando su educación, religión, tradiciones y costumbres,
podría el gobierno «civilizar» y «americanizar» a los «salvajes indios». «Convertir
a los indios en una manzana» –marrón por fuera y blanco por dentro– era el
objetivo de la asimilación. En este punto, no es difícil correlacionar lo que
las instituciones religiosas y educativas de EE. UU. han hecho a los
afroamericanos: «hacerlos una Oreo», negro por fuera, pero blanco por dentro.
Además, los valores estadounidenses dictados por los
colonos blancos fueron otro paso de adoctrinamiento para «americanizar» a los
nativos americanos. Cuando los indios de las Cinco Tribus llegaron al
Territorio Indio designado, como señala Alaina E.
Roberts, fueron programados para abrazar la «blancura mediante la apropiación
física de la tierra de los «indios de las llanuras», con la eliminación de la
historia de sus predecesores»[27]. Para atraer al «espíritu
pionero» de los estadounidenses blancos, es decir, para blanquear las mentes de
los indios, se les hizo creer que los blancos habían encontrado un desierto sin
desarrollar y que su proceso colonial estaba civilizando esta tierra y trayendo
progreso y prosperidad. Los indios participaron en el esfuerzo de
blanqueamiento para volverse culturalmente blancos. Más trágicamente, también
se les hizo creer que solo los blancos eran verdaderos estadounidenses y que
los nativos americanos no lo eran, sino almas salvajes y perdidas que debían
ser redimidas. Irónicamente, la agenda blanca y los mecanismos de
blanqueamiento se impulsaron con libertad, democracia e igualdad, pero solo en
la versión blanca.
T1
Una blancura férrea: la ley de exclusión China
La Ley de Remoción de los Indígenas consolida la blancura
interna de la nación. Como un país de inmigrantes, antes de 1880, los europeos
fueron los inmigrantes primarios que inundaron esta tierra para evitar la
persecución religiosa y política, sobrevivir a desastres agrícolas, unirse a la
expansión de la frontera en los EE. UU. y participar en la Revolución Industrial
estadounidense[28].
A lo largo del siglo XVIII[29], llegan personas
esclavizadas desde África y el Caribe. Luego, a principios de 1848, se
descubrió oro en Sutter’s Mill, California, lo cual
inundó las fronteras de los EE. UU. con buscadores de fortuna. La Fiebre del
Oro estimuló a migrantes de origen chino a viajar a la «Montaña Dorada» (una manera
en la que se referían a la Fiebre del Oro y al sueño americano). Más tarde, en
la década de 1860, hubo una importante inmigración china hacia EE. UU. para la
construcción del Ferrocarril Transcontinental; sin embargo, fueron tratados
como ciudadanos de segunda o tercera clase. Finalmente, la agenda blanca tenía
que expandirse hacia la «morenidad» externa y el
mecanismo de blanqueamiento necesitaba capas mejoradas. Una vez que la blancura
se identificó exclusivamente como la definición estándar de la nación estadounidense
(libertad, democracia e igualdad), los inmigrantes europeos, especialmente
aquellos de ascendencia anglosajona y protestante, tenían ventaja en
infiltrarse en el núcleo blanco y convertirse en estadounidenses debido a su adecuado
color racial y su afinidad cultural transferible. Sin embargo, la afluencia de «morenidad» representaba un problema para el gobierno de EE.
UU., ya que presentaba el «Peligro Amarillo», amenazando los valores
estadounidenses y contaminando la pureza de la blancura. La afluencia de «morenidad» debía ser bloqueada.
Warren J. Blumenfeld afirma en su ensayo «Leyes y
Procedimientos de Inmigración de Estados Unidos como Políticas ‘raciales’»:
Desde el
primer día en que los europeos pusieron un pie en lo que ha llegado a conocerse
como «las Américas», hasta el presente, las decisiones sobre quién puede
ingresar a los Estados Unidos y quién puede eventualmente obtener la ciudadanía
han dependido generalmente de cuestiones de «raza». Los sistemas de inmigración
de EE. UU. han reflejado y han servido como las políticas oficiales «raciales»
del país en cualquier momento dado.[30]
A lo largo de los 250 años de historia, «siendo anfitrión
de más inmigrantes que cualquier otro país, los Estados Unidos han sido
moldeados y remodelados por la inmigración a lo largo de los siglos,
demográfica, económica, cultural, social y políticamente»[31]. Sin embargo, lo que
significa ser estadounidense debe ser blanco, lo que no permite variaciones ni
otros colores que interfieran. Mezclar o tintar el blanco con marrón/amarillo a
través de los inmigrantes se considera como algo no estadounidense o antinorteamericano,
y en el peor de los casos, una amenaza para alterar y reemplazar los valores
culturales del país. En el siglo XIX, la identificación de la blancura con el
ser estadounidense era incuestionable y absoluta. La Declaración de
Independencia eliminó el color negro; lo que siguió fue una agenda constante y
un ejercicio infalible para asegurar y mantener la «blancura» a lo largo del
pasado, el presente y el futuro de la República. La llegada de inmigrantes
chinos, tanto por elección como por fuerza, desató un odio racial nunca visto
en la historia de la nación. En 1875, por primera vez, «el gobierno de EE. UU.
comenzó a restringir la inmigración; hasta ese momento, prácticamente todos los
que llegaban eran admitidos»[32]. Se conoce como la Ley
Page, la cual se enfocó en prohibir la entrada al país, especialmente, de
mujeres chinas.
Como se mencionó anteriormente, en la década de 1860, para
impulsar la economía estadounidense, los inmigrantes chinos fueron traídos a
estas costas como coolies (trabajadores duros) para el proyecto del
Ferrocarril Transcontinental. Ellos soportaron la parte más dura de la
construcción del Ferrocarril Central del Pacífico, la porción occidental
del primer ferrocarril transcontinental que cubría el terreno más difícil desde
Sacramento, California, hasta Promontory, Utah[33]. Los coolies chinos
fueron una parte esencial en la construcción y conexión de la línea vital de la
economía estadounidense: el Ferrocarril Transcontinental. Aunque se volvieron
mano de obra irremplazable, barata, obediente y extremadamente trabajadora, que
contribuyó a la creación de esta obra de ingeniería que estaba formando a una
potencia mundial, sus atributos físicos y la distancia lingüística/cultural con
respecto a la «blancura» estadounidense los alienaron del mainstream (corriente
principal) y los colocaron en la parte inferior de la jerarquía racial. El
entonces alcalde de San Francisco, Frank McCoppin, no
pudo evitar pronunciar estas palabras: «Los inmigrantes chinos eran un pueblo distinto
[...] a quienes la naturaleza ha marcado como inferiores». La inmigración china
fue descrita como una «invasión»[34]. A pesar de sus
contribuciones indelebles a la construcción de la nación estadounidense, fueron
despreciados con calificativos tales como alienígenas, insondables, inmorales,
sucios, exóticos, prostitutas y el «Peligro Amarillo»; se les consideraba
inasimilables y desechos sociales, peor que los nativos americanos, porque no
había interés gubernamental en «civilizarlos» o «americanizarlos». Así, se
consideró que no eran compatibles con los ideales estadounidenses de libertad,
individualismo, democracia e igualdad. Representaban un peligro de «manchar» la
blancura de los WASP y ensuciar el «camino puro» de los protestantes
anglosajones hacia el destino manifiesto. Tanto así que las imágenes y los
rastros de la contribución china debían ser borrados de los libros de historia.
Yang describe el día histórico cuando el Ferrocarril
Central del Pacífico y el Ferrocarril Unión del Pacífico se unieron para
completar el Ferrocarril Transcontinental:
El diez de
mayo de 1869, la inauguración del primer Ferrocarril Transcontinental en Promontory, Utah, debería haber sido una página seminal y
redentora en la historia de los inmigrantes chinos, pero resultó ser un momento
histórico de humillación para ellos. Cuando las autoridades del Ferrocarril
Central del Pacífico y del Ferrocarril Unión del Pacífico se reunieron para
celebrar la unión de las vías, «muchos de los trabajadores que construyeron el
ferrocarril fueron casi invisibles en la ceremonia y en su relato durante
muchos años después. Entre ellos había alrededor de 15 000 inmigrantes chinos,
hasta el 90 % de la fuerza laboral en la línea del Ferrocarril Central del
Pacífico, quienes fueron abiertamente discriminados, vilipendiados y olvidados».[35]
Los Archivos de la Universidad de Stanford conservan
fotos de la fuerza laboral tomadas por Andrew J. Russell en la ceremonia «Golden
Spike» (Clavo de Oro) el 10 de mayo de 1869 en Promontory Summit, Utah, cuando el Ferrocarril Central del
Pacífico se unió con el Ferrocarril Unión del Pacífico. La imagen del fundador
de la Universidad de Stanford, Leland Stanford, uno
de los principales financiadores del Ferrocarril Transcontinental, sosteniendo
un martillo para colocar el clavo ceremonial de oro, aunado a la escena alegre
cuando los líderes del Ferrocarril Central del Pacífico y del Ferrocarril Unión
del Pacífico se encontraron y estrecharon las manos en el momento de conexión
de las dos secciones, todo lo anterior simbolizaba la finalización del cordón
vital de la nación.
Hay multitudes de trabajadores de la construcción en
ambos lados, del Central del Pacífico y del Unión del Pacífico, pero no se
puede ver un solo rostro chino en el lado del Central del Pacífico, a pesar de
su trabajo lleno de sangre, sudor y lágrimas. Los trabajadores chinos fueron
excluidos de la ceremonia histórica «Golden Spike».
En su lugar, las caras caucásicas reemplazaron convenientemente a las «amarillas».
Literalmente, la página de la historia fue blanqueada ese día, y las personas
«de color» fueron «limpiados».
El blanqueamiento cultural en el caso de la población
china comparte similitudes y diferencias con el de los nativos americanos. Los
sentimientos anti chinos en los EE. UU. no involucraban la soberanía de la
tierra, la propiedad de recursos naturales ni las escuelas misioneras
cristianas. En el siglo XIX, el Partido Know
Nothing (Saber Nada) llevó a cabo movimientos
antiinmigración con ideologías nativistas profundamente arraigadas. Los
católicos irlandeses e italianos, aunque racialmente blancos, fueron el objetivo
porque culturalmente no se les consideraba lo suficientemente blancos como los
anglosajones y protestantes. Frente a la presencia china, de repente los
inmigrantes europeos se cohesionaron y unieron mágicamente debido a la
similitud de su blancura racial. La blancura compartida era demasiado semejante
como para ser fragmentada una vez que una presencia drásticamente diferente
irrumpió en escena: el distante alienígena chino que encarnaba el «Peligro
Amarillo» y contaminaba el paisaje estadounidense[36]. Erica Lee cita las
declaraciones realizadas en la reunión de San Francisco sobre la inmigración
china, registradas en el San Francisco Bulletin el
17 de abril de 1876: «En cambio, los chinos son de una raza distinta, de una
civilización particular y diferente», proclamaba una resolución antichina en la reunión de San Francisco. «No hablan
nuestro idioma, no adoptan nuestras costumbres, hábitos o tradiciones, y son
paganos en su creencia». La inmigración china, concluyó el comité organizador,
era «un mal de gran magnitud actual»[37].
«A medida que terminó la Fiebre del Oro, la animosidad
hacia los trabajadores chinos y otros inmigrantes aumentó, lo que llevó a una
serie de leyes de inmigración racialmente restrictivas»[38]. Para 1882, los
sentimientos antichinos estaban tan exacerbados que
el temor al «morenamiento» por el Peligro
Amarillo se convirtió en la Cuestión China a nivel nacional y llevó a
los ciudadanos blancos de California a expresar y exigir abiertamente una
resolución al gobierno de EE. UU. en nombre de la protección de los valores y
la cultura estadounidenses. Como resultado, el Acta de Exclusión China de 1882
fue aprobada en el Congreso, y a partir de ese momento, la xenofobia y la
discriminación contra esta población fueron legalizadas y «protegidas» por una
ley federal dirigida a una sola raza. El acta fue diseñada para frenar la
afluencia de inmigrantes chinos al país. Diez años más tarde, en 1892, el
congresista de California, Thomas J. Geary, propuso
la Ley Geary para reforzar y extender el Acta de
Exclusión China por diez años adicionales. De hecho, esta solo fue
derogada en 1943. En 1902, la inmigración china fue declarada permanentemente
ilegal por el gobierno. Durante la era de la exclusión, todos los residentes
chinos estaban obligados a portar certificados de residencia para probar su
estatus legal y evitar ser deportados. Como reacción en cadena, el Acta de
Exclusión China impulsó futuras restricciones migratorias contra otros grupos «indeseables»
e «inferiores», no cristianos y de diferentes etnias como japoneses, personas
del Medio Oriente y aquellos del subcontinente indio. Esto culminó con la Ley
de Inmigración de 1924, que incluía la Ley de Exclusión Asiática y la Ley
de Origen Nacional. Al promulgar una serie de leyes de inmigración basadas en
la ascendencia y determinadas por el origen nacional, el gobierno estableció
una jerarquía racial con los blancos en la cima, no solo en los sistemas
legales y las instituciones estructuradas, sino también en la mente y la psique
de la nación.
La aprobación del Acta de Exclusión China fue
reminiscente de la aprobación de la Ley de Traslado Forzoso de los indios de
1830. La codicia y el deseo de los colonos blancos por las tierras del sureste
de los EE. UU., además de la intolerancia de los blancos hacia la presencia de
los «salvajes indios» impulsaron la implementación de la esta ley. Por lo
tanto, esta acta fue motivada por la intolerancia de la población blanca hacia
el «Peligro Amarillo», la coexistencia con un grupo considerado «inferior» y la
«amenaza» a la cultura estadounidense, es decir, a los valores blancos. En
nombre del nacionalismo, en defensa de los valores y la cultura estadounidenses
y para avanzar los intereses de EE. UU., ambos actos crearon racismo sistémico,
legalizaron la discriminación racial dirigida y erigieron efectivamente una
jerarquía racial explícita «en orden descendente de valor racial: los caucásicos
en la parte superior, seguidos por los mongoles, los malayos, los negros y los
indios americanos»[39]. Ambos actos son una
doble implementación de la blancura: remover el «color marrón» interno de los
nativos americanos y cercar el Peligro Amarillo traído desde el exterior por
los inmigrantes chinos/asiáticos. Estos dos actos destacaron una agenda blanca
consistente y férrea, tanto antes como después de la Guerra Civil.
T1
Conclusión: el significado del 250 aniversario para un
país cada vez más mestizo
Hemos visto cómo, al excluir a los afroamericanos, se
construyó la base de la nación; al remover a las poblaciones «de color», se
desarrollaron las estructuras de la nación; y al excluir la presencia de la
población asiática, se aseguraron las fronteras de la nación. La mentalidad de
que los WASP fueron elegidos por Dios y destinados a prevalecer sobre los demás
con su modelo de «ciudad sobre una colina» es el núcleo de la blancura. A
medida que las teorías de Estudios Culturales avanzan en las relaciones raciales,
las prácticas de blanqueamiento en contextos específicos tienden a ser
examinadas y criticadas más rutinariamente que la agenda y la mentalidad
blancas. Fundamentalmente, esta mentalidad no puede aceptar a los
estadounidenses de ascendencia africana como seres humanos iguales, no puede
tratar a los nativos americanos como adultos iguales y socios, y no puede
considerar a los inmigrantes chinos como mentes y almas iguales. En la década
de 1980, hubo un esfuerzo educativo para corregir los sesgos culturales, pero
se detuvo antes de abordar la mentalidad blanca y el racismo sistémico
perpetuado no solo por los blancos, sino en ocasiones también por otros
colores:
«Los nativos
americanos fueron desposeídos de sus tierras «porque no entendían el concepto
de propiedad privada»; los trabajadores asiáticos recibieron salarios bajos
porque estaban dispuestos a «trabajar por muy poco»; a los negros no se les
podían dar trabajos urbanos porque «no estaban capacitados ni educados»; los
chicanos enfrentan problemas porque «no dominan el inglés».[40]
La igualdad, así como la equidad, incomodan a la mente
blanca debido a la incapacidad de superar el sentido de superioridad racial y
la creencia de que los WASP son los elegidos. A medida que EE. UU. se acerca a
su 250 aniversario de independencia, la agenda blanca puede no parecer tan
cruda y reconocible de inmediato como lo fue en el pasado. La blancura ahora se
filtra hacia el tribalismo político, las divisiones ideológicas y las guerras
culturales. Cuando el racismo y los crímenes de odio muestran sus caras durante
la pandemia del COVID-19 y provocan el movimiento «Black Lives
Matter» una vez más, las heridas históricas se
reabren y las lesiones raciales sangran. Después de 250 años de tratar de «construir
una unión más perfecta», la sociedad sigue fracturada, la cultura aún no es
cohesiva y la gente sigue asustada. El odio y la animosidad compartidos unen a
las personas más estrechamente que las nociones compartidas de libertad,
democracia e igualdad.
Mientras reflexionamos sobre el significado del 250
aniversario en un país más «mestizo», el tema de las relaciones raciales nos regresa
al significado del 4 de julio para Frederick Douglass
en la celebración del 76 aniversario de la independencia de la nación, en un
país blanco y negro. Como pensador y escritor cultural afroamericano, Douglass se distanció deliberadamente del país donde nació.
Se dirigió a EE. UU. y a su audiencia a través de las siguientes expresiones: «su
Independencia Nacional», «su nación» y «ustedes»:
Este es el
propósito de esta celebración, es el 4 de julio. Es el cumpleaños de su
Independencia Nacional y de su libertad política. Esto, para ustedes, es lo que
el Pascua fue para el pueblo emancipado de Dios. Los lleva de vuelta al día y
al acto de su gran liberación; (...) Esta celebración también marca el comienzo
de otro año de su vida nacional; y les recuerda que la República de América
ahora tiene 76 años. Me alegro, conciudadanos, de que su nación sea tan joven.[41]
El uso contundente de «ustedes» y «su» establece dos
entidades dialogantes: el mundo del orador y el mundo de la audiencia.
Podríamos preguntarnos: aunque tanto Douglass como su
audiencia son estadounidenses ¿Qué creó esa distancia emocional que hizo que Douglass se sintiera irrelevante para el 4 de julio e
incluso ajeno a su propio país? En un punto de su vida, Bernard R. Boxill señala que Douglass creía
que la Constitución era radicalmente proesclavista: «(…) Douglass
a menudo repetía que la Constitución no lo reconocía ni podía reconocerlo como
ser humano, lo que lo llevó a rechazar todo patriotismo y todo amor por los
Estados Unidos»[42]. Independencia,
libertad e igualdad estaban grabadas en la conciencia nacional el 4 de julio,
pero ¿Qué puede ser un recordatorio más cruel, una falta de consideración más
sangrienta y una exclusión más alienante para aquellos que continuaban en la
esclavitud y no habían sido liberados por las mismas manos que encendieron la
luz celebratoria del 4 de julio? Claramente, Douglass
cuestiona los ideales estadounidenses de libertad, igualdad y democracia y
revela la falsedad y la hipocresía que estos ideales transmiten a un esclavo
negro. La libertad desencadenó el yugo británico de ciertos estadounidenses,
pero también robó la libertad de los individuos negros esclavizados. La única
forma de lidiar con la duplicidad de los ideales estadounidenses es trazar una
línea de color entre «ustedes» (blancos) y «nosotros» (negros), distanciarse
con el uso de «su país» y deconstruir el núcleo blanco desde ambos lados, el
blanco y el negro.
El discurso de Douglass en 1852
sacó a la luz una división cultural, ideológica y sociopolítica: el negro y el
blanco. Se libraron guerras culturales debido a esta dicotomía estadounidense.
En 1852, el EE. UU. de Douglass estaba al borde de la
destrucción debido a la esclavitud, y la Guerra Civil se estaba gestando. Toda
la década de 1850 fue testigo de cómo las instituciones políticas de la nación
se sacudían por el feroz debate sobre la esclavitud. La publicación de la
novela de Harriet Beecher Stowe, Uncle
Tom's Cabin, en 1852,
llamó la atención nacional sobre las relaciones raciales y encendió una guerra
cultural entre abolicionistas y defensores de la esclavitud. William Lloyd Garrison, el principal abolicionista, se oponía
enérgicamente a la Constitución de los EE. UU. debido a sus compromisos con la
esclavitud y tenía poca paciencia con el proceso político que mantenía la agenda
blanca.
Tanto partidos políticos como periódicos, novelistas y
pensadores se alinearon en torno a la división blanco-negro, ya que democracia
versus esclavitud se convirtió en una dualidad estadounidense irresoluble. Todos
ellos se unieron a la guerra cultural en torno al tema de la esclavitud, que
eventualmente condujo a la Guerra Civil. De diferentes maneras, respondieron a
la crisis de construcción de una nación y definición de cultura. Al hacerlo, la
guerra cultural estadounidense se desarrolló junto con la Guerra Civil. Desde
entonces, el 4 de julio, la Declaración de Independencia, la Constitución de
los EE. UU. y el credo estadounidense nunca han dejado de actuar como piezas
centrales en las guerras culturales a lo largo de la historia de la nación.
Hoy, en vísperas del 250 aniversario de la independencia,
la misma dualidad no resuelta de los ideales y valores estadounidenses que Douglass expuso hace más de 170 años sigue estando muy
viva. Las guerras culturales continúan reclamando un lugar legítimo en la
narrativa estadounidense. La «gama de color» del siglo XXI todavía ubica al
blanco y al negro en polos opuestos, pero entre ellos se han discernido una variedad
completa de tonos de colores: marrón oscuro, marrón, marrón claro, amarillo,
oliva, bronceado, etc. Anteriormente, estos colores intermedios eran demasiado «invisibles»
para ser contados como constituyentes de la República. La dicotomía
blanco-negro persiste, pero ha evolucionado hacia algo multidimensional e
interseccional debido a estos colores intermedios. El lienzo estadounidense ha
sido pintado a la fuerza con el blanco como color primario durante 250 años,
aunque nunca debería haber sido solo blanco. Un país más «moreno» en el siglo
XXI implica recuperar el color original de la historia, ya que la historia
estadounidense comenzó con un color indígena marrón. El 250 aniversario
significa que el «tapiz estadounidense» necesita ser repintado y retejido,
añadiendo colores y texturas intermedios a la configuración polar y prototípica
blanco-negro.
Si dejamos que el discurso de Frederick Douglass sea el punto de partida para abordar el
significado del 250 aniversario, una cosa está clara: la guerra cultural ya no
tiene que convertirse en una guerra civil violenta, como en el período de 1850
a 1860. Sin embargo, estamos inmersos en una guerra cultural que va acompañada
de una guerra «de color». Hoy en día,
académicos e investigadores revisitan la «profecía»[43], mientras anticipan un
futuro estadounidense con relaciones raciales renegociadas, jerarquías de poder
niveladas y colores armoniosamente mezclados.
La verdad es que EE. UU. nunca fue ni será monocromático.
Todos los colores juntos nos hacen una sola nación. Inevitablemente, nos
preguntamos si nuestros valores, intereses y creencias comunes son lo
suficientemente fuertes y cohesionados como para unirnos en confianza, reciprocidad,
tolerancia y aceptación, y si existe una identidad estadounidense compartida
que atraviese la gama de colores. Al mismo tiempo, nos damos cuenta de que es
hora de repintar la base, los marcos, los contornos y las estructuras con los
colores que realmente pertenecen a esta tierra.
Formato de citación según APA.
Yang, M. (2025). ¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados
Unidos para un país cada vez más «moreneado»? Revista Espiga, 24 (49), xx-xx
Formato de citación según Chicago-Deusto.
Yang, Mimi. ¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados
Unidos para un país cada vez más «moreneado»? Revista Espiga 24, n.º 49 (enero-junio,
2025): xx-xx
Referencias
Agag, Hanan, Rachel
Brooks, Beth Mackey y David Sawyer. «ILR Skill Level Descriptions for
Proficiency Revisions». ILR SLD Revisions Committee, 14 de mayo de 2021. https://www.govtilr.org/Calendars/ILRSLD.pdf
Alonso, C. J.
«Spanish: The Foreign National Language». Profession (2007): 218-228.
http://www.jstor.org/stable/25595869
Ancelet, B. J. «A
Perspective on Teaching the ‘Problem Language’ in Louisiana». The
French Review 61, n.º 3 (1988): 345-356. http://www.jstor.org/stable/393154
Andouard-Labarthe E. «The Vicissitudes of
Aztlán». Confluencia 5, n.º 2
(1990): 79-84. http://www.jstor.org/stable/2792192
Anzaldúa G. Borderlands/La
Frontera: The New Mestiza. 3rd ed. San Francisco, CA: Aunt Lute, 1987.
Baer-Wallis, Freiderike. «They Speak Irish but Should Speak German:
Language and Citizenship in Philadelphia’s German Community, c. 1800 to
1820». The Pennsylvania Magazine of History and Biography 128,
n.º 1 (2004): 5-33.
Bolter,
Jessica. 2022. «La inmigración ha
sido un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de
EE. UU». Migration Policy
Institute, 6 de enero de 2022. https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history
Casielles-Suárez, Eugenia. «Spanglish: The Hybrid
Voice of Latinos in the United States». Atlantis 39, n.º 2
(2017): 147-168. http://www.jstor.org/stable/26426334
Davis, Tiffany y
Moore W. L. «Spanish Not Spoken Here: Accounting for the Racialization of the
Spanish Language in the Experiences of Mexican Migrants in the United
States». Ethnicities 14, n.º 5 (2014): 676-697. http://www.jstor.org/stable/24735551
Esplin, Marlene.
«Self-Translation and Accommodation: Strategies of Multilingualism in Gloria
Anzaldúa’s Borderlands/La Frontera: The New Mestiza and Margarita
Cota-Cárdenas’s ‘Puppet’». MELUS 41, n.º 2 (2016): 176-201. http://www.jstor.org/stable/44155246
Estaville, L. E. «The Louisiana French Language in the
Nineteenth Century». Southeastern Geographer 30, n.º 2 (1990):
107-120.
Fouka, Vasiliki. «Backlash: The Unintended Effects
of Language Prohibition in U.S. Schools after World War I». The Review
of Economic Studies 87, n.º 1 (2020): 204-239.
Gruesz, K. S. «Alien Speech, Incorporated: On the
Cultural History of Spanish in the US». American Literary History 25,
n.º 1 (2013): 18-32. http://www.jstor.org/stable/23358468
Huntington S. Who
Are We? The Challenges to America’s National Identity. New York: Simon
& Schuster, 2004.
Krogstad, Jens y Mark
Hugo L. «The Hispanic Nativity Shift». Pew Research
Center, 29 de abril de
2014. https://www.pewresearch.org/hispanic/2014/04/29/hispanic-nativity-shift/
Lamar Prieto,
Covadonga. «The (Pre)History of Literary ‘Spanglish’: Testimonies of the
Californio Dialect». Hispania 97, n.º 3 (2014): 360-361. http://www.jstor.org/stable/24368810
Mikkelson, David. «Theodore
Roosevelt on Immigration». Acceso el 11 de abril de 2024. https://www.snopes.com/fact-check/sole-loyalty/
Noriega-Rocha, R.
«Biography: Martin Luther King Jr. Praised Cesar Chavez for His ‘Indefatigable
Work’». United Farm Workers, 3 de octubre de 2019. Acceso el 20 de abril de 2024. https://ufw.org/biography-martin-luther-king-jr-praised-cesar-chavez-for-his-indefatigable-work/
Ontiveros, Randy. «No
Golden Age: Television News and the Chicano Civil Rights Movement». American
Quarterly 62, n.º 4 (2010): 897-923.
Poston, Dudley y
Rogelio Sáenz. «Demographic trends spell the end of the white majority in
2044». AP News, 25 de mayo de 2019. Acceso el 20
de enero de 2023. https://apnews.com/article/4a60c86e938045fa80dad97f67ce9120
Riegelhaupt, Florencia, Roberto Luis Carrasco y Elizabeth Brandt. «Spanish: A Language of Indigenous Peoples of
the Americas» En Nurturing Native Languages, editado
por J. Reyhner, O.
Trujillo, R. L. Carrasco, and L. Lockard, 129-140. Flagstaff, AZ: Northern
Arizona University, 2003.
Canizales, Stephanie y JodyAgius Vallejo.
«Latinos & Racism in the Trump
Era». Daedalus 150, n.º 2 (2021): 150-164, https://doi.org/10.1162/daed_a_01852
«The Actual
Historical Dates I Rely on». Library of Congress
- Blogs. Acceso el 16 de junio de 2024. https://blogs.loc.gov/loc/2016/07/how-did-america-get-its-name/
Train, Robert.
«Becoming Bilingual, Becoming Ourselves: Archival Memories of Spanglish in
Early Californian Epistolary Texts». Hispania 96, n.º 3 (2013): 438-439. http://www.jstor.org/stable/23608284
Worcester, Donald. «The
Significance of the Spanish Borderlands to the United States». The Western
Historical Quarterly7, n.º 1 (1976): 5-18. https://doi.org/10.2307/967540.
Yang, Mimi. «The
American Dream: Immigration
and Formation of Cultural Identity in the United States/El Sueño Americano:
Inmigración y la Formación de la Identidad Cultural en los Estados
Unidos». Diálogos: A Historical, Social, and Cultural Studies
Journal (2020): 178-201.
Yang, Mimi. «Tracing
the Roots of Anti-Chinese Sentiments in US History», intechopen,
2023. https://doi.org/10.5772/intechopen.107016
Yang, Mimi y
Thompson, Wayne. «Setting the Record Straight». The Journal Times,
25 de setiembre de 2022.
https://journaltimes.com/guest-commentary-hispanics-setting-the-record-straight/article_9d408342-ed41-5fa2-9b65-c600abdd6e65.html
[1] Nota de la traductora. Todos los colores en este artículo, se refiere a los colores de las
culturas, no a los colores biológicos.
[2] Este ensayo fue publicado originalmente en inglés por
on-culture.org. La versión en inglés, «What Does the 250th Anniversary of the
Independence Mean to a ‘Browner’ America?», puede consultarse en la siguiente
dirección:
https://www.on-culture.org/journal/issue-15/what-does-the-250th-anniversary-of-the-independence-mean-to-a-browner-america/.
Se traduce bajo acuerdo con la autora, cuya publicación fue aprobada por el
Comité Editorial de la Revista Espiga.
[3] Mi paráfrasis de www.britannica.com/place/Jamestown-Colony
[4] Oficina del Censo de los Estados
Unidos, «Población, censo, 1 de abril de 2020», acceso el 23 de agosto de 2023,
[5] Departamento de Educación de los
Estados Unidos, «Promoción de la diversidad y la inclusión en la educación
superior: datos clave que se centran en la raza y la etnicidad y prácticas
prometedoras», noviembre de 2016, https://www2.ed.gov/rschstat/research/pubs/advancing-diversity-inclusion.pdf , 12.
[6] Betsy
Reed, «US’s white population declines for first time ever, 2020 census finds»,
en The Guardian, consultado el 27 de agosto de 2023, https://www.theguardian.com/us-news/2021/aug/12/us-2020-census-white-population-declines
[7] Norbert Naupt indica que, en 1776,
cuando se proclamó la Declaración de Independencia, el país tenía una población
de 2.5 millones. https://norberthaupt.com/2011/01/16/u-s-population-in-1776-and-1790/
[8] El porcentaje de la población
blanca en EE. UU., en 2021 proviene del sitio USA Facts. https://usafacts.org/data/topics/people-society/population-and-demographics/our-changing-population?utm_source=bing&utm_medium=cpc&utm_campaign=ND-DemPop&msclkid=5cebb403f6d71764d8efd7e8231237b2
[9] Dudley
Poston y Rogelio Sáenz, «Demographic trends spell the end of the
white majority in 2044», AP News, 25 de mayo de 2019, acceso el 20 de
enero de 2023, https://apnews.com/article/4a60c86e938045fa80dad97f67ce9120
[10] Reed, «US’s
White Population Declines».
[11] Stuart J. Foster, «The Struggle for American
Identity: treatment of ethnic groups in United States textbooks», History of
Education, 28, n.º 3 (1999): 251-278.
[12] A finales de agosto de 1619, el
corsario inglés White Lion desembarcó en la actual Hampton, Virginia. Llevaba
entre 20 y 30 esclavos africanos a bordo, los cuales fueron intercambiados por
suministros. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_1619_Project. Este fue el primer registro de
esclavos africanos en la Norteamérica inglesa. El proyecto 1619, desarrollado
por la escritora Nikole Hannah-Jones, afirma que 1619 fue el año del comienzo
de la nación y replantea la historia de EE. UU. colocando a los afroamericanos
en el centro de la narrativa. El proyecto 1776 se refiere en gran medida a la
comisión 1776 establecida en setiembre de 2020 por el presidente Donald Trump
en apoyo de la «educación
patriótica», manteniendo
la tradición como centro de atención de los acontecimientos, individuos y
lugares venerados. Por lo tanto, el proyecto 1619 frente al proyecto 1776 es
uno de los principales campos de batalla de las guerras culturales con tintes
raciales que se libran en EE. UU.
[13] «Where
MEN should be bought & sold», America in class, https://www.google.com/search?rlz=1C1CHBF_enUS715US715&sxsrf=ALiCzsZGL8FO4BhTz2iiAtZDRBI1X220Hg:1651470565503&q=the+clause+of+slavery+was+scrapped+draft+of+declaration+of+independence&spell=1&sa=X&ved=2ahUKEwjesqej8D3AhV9jIkEHTJZCo4QBSgAegQIARAy&biw=1280&bih=609&dpr=1.5
[14] Monticello,
«Transcript of the Rough Draft of the Declaration», acceso el 12 de mayo de
2022,
https://www.monticello.org/thomas-jefferson/jefferson-s-three-greatest-achievements/the-declaration/transcript-of-the-rough-of-the-declaration/; «(1776) The Deleted Passage of the
Declaration of Independence», Black Past, B, acceso 12 de mayo de 2022, https://www.blackpast.org/african-american-history/declaration-independence-and-debate-over-slavery/
[15] Thomas
Jefferson, «Draft of the Declaration of Independence », editado y presentado
por Gordon Lloyd, Teaching American History, acceso el 23 de agosto de 2023, https://teachingamericanhistory.org/document/rough-draft-of-the-declaration-of-independence/
[16] Michael
Harriot, «What do the slave is the fourth of July?», The Root, 4 de
julio de 2020, https://www.theroot.com/what-to-the-slave-is-the-fourth-of-july-1836083536
[17] Ibíd.
[18] «Sendero de Lágrimas», https://en.wikipedia.org/wiki/Trail_of_Tears, acceso el 23 de enero de 2023.
[19] Struart J. Foster, «La lucha por la identidad
estadounidense: el tratamiento de los grupos étnicos en los libros de texto de
Estados Unidos», Historia de la Educación,
1999, Vol. 28, n.º. 3, 251-278.
[20] Isaiah
35:1 https://biblehub.com/isaiah/35-1.htm
[21] History.com editors, «Andrew
Jackson firma la Ley de Remoción de los Indios», acceso el 23 de enero de 2023,
https://www.history.com/this-day-in-history/indian-removal-act-signed-andrew-jackson
[22] Ibíd.
[23] «Sendero de lágrimas», acceso el 23
de enero de 2023, https://en.wikipedia.org/wiki/Trail_of_Tears
[24] Ibíd.
[25] Megan H. Dearth. «Defendiendo lo
‘indefendible’: reemplazando el etnocentrismo con una defensa cultural de los
nativos americanos», American Indian Law Review, vol. 35, n.º 2
(2010-2011), 621-660, https://www.jstor.org/stable/41219753, 621. Para ver el texto original,
Jace Weaver, The Pendulum Swings of Indian Policy, E JOURNAL USA, primavera de (2009):
16, 16-18, http://www.america.gov/media/pdffejs/0609.pdf (Seguimiento de la cambiante política federal
hacia los indios).
[26] Los historiadores suelen
seleccionar este período como el «círculo completo» de la saga de los nativos
americanos. En 1791 se firmó el Tratado de Holston, en el que los cheroquis
cedieron todas sus tierras fuera de las fronteras previamente establecidas. El
2 de junio de 1924, el Congreso de EE. UU. aprobó la «Ley de Ciudadanía India»,
que otorgaba la ciudadanía a todos los nativos americanos nacidos dentro de los
límites territoriales del país. Este es también un período conocido como la «americanización»
forzada e impuesta a los nativos americanos. https://www.history.com/topics/native-american-history/native-american-timeline
[27] Para más información consultar: Alaina
E. Roberts’s, He estado aquí todo el
tiempo: la libertad de los negros en sus tierras nativas (Philadelphia:
University of Pennsylvania Press, Incorporated, 2021), 12-15.
[28] Esta es mi paráfrasis de «La
inmigración ha sido un elemento definitorio, a menudo polémico, a lo largo de
la historia de Estados Unidos», de Jessica Bolter, 6 de enero de 2022. migrationpolicy.org, https://www.migrationpolicy.org/article/immigration-shaped-united-states-history, acceso el 8 de febrero de 2023.
[29] Para conocer las cronologías
históricas de la llegada de los africanos esclavizados, consulte «Los primeros
africanos esclavizados llegan a Jamestown, preparando el escenario para la esclavitud
en América del Norte», HISTORY, 15 de agosto de 2023, https://www.history.com/this-day-in-history/first-african-slave-ship-arrives-jamestown-colony
[30] Warren J. Blumenfeld, «Las leyes y
procedimientos de inmigración de Estados Unidos como políticas raciales», www.academic.edu (previamente, https://www.academia.edu/37618963/United_States_Immigration_Laws_and_Procedures_as_Racial_Policies ).
[31] Jessica Bolter, «La inmigración ha sido
un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de EE.
UU.», Migration Policy Institute, 6 de enero de 2022, https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history
[32] Ibíd.
[33] Para más información sobre la inmigración
china para la construcción del ferrocarril en EE. UU. en el siglo XIX, consulte:
Mimi Yang, «Rastreando las raíces de los sentimientos antichinos en la historia
de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI:
10.5772/intechopen.107016, en el libro Organizaciones no gubernamentales:
nuevas perspectivas, ed por Vito Bobek y Tatjana Horvat.
[34] Esta es una cita secundaria de Mimi
Yang (6) en su «Rastreando las raíces de los
sentimientos antichinos en la historia de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI:
10.5772/intechopen.107016, in the book Non-government Organizations-New
Perspectives, ed by Vito Bobek and Tatjana Horvat. La cita original es de Lee
E. América para los estadounidenses: una historia de xenofobia en los Estados
Unidos. New York, NY: Basic Books; 2019. p. 84 and
p.8.
[35] Mimi
Yang, «Rastreando las raíces de los sentimientos
antichinos en la historia de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI: 10.5772/intechopen.107016,
in the book Non-government Organizations-New Perspectives, ed by Vito Bobek and
Tatjana Horvat.
[36] Esta es una paráfrasis de Mimi
Yang: 9.
[37] Erica E. Lee, América para los estadounidenses: una historia de xenofobia en Estados
Unidos (New York, NY: Basic Books, 2019), 76.
[38] Jessica Bolter, «La inmigración ha
sido un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de
EE. UU.», Migration Policy Institute, 6 de enero de 2022, https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history
[39] Stuart J. Foster, «La lucha por la
identidad estadounidense: tratamiento de los grupos étnicos en los libros de
texto de Estados Unidos», Historia de la Educación,
1999, Vol. 28, N 3, 251-278: 256.
[40] Consejo
de libros interraciales para niños: directrices para la selección de libros de
texto y libros de cuentos sin prejuicios, New York: 1980: 91.
[41] Frederick Douglass, «¿Qué es el cuatro
de julio para el esclavo??», BLACKPAST, acceso el 16 de enero de 2023,
[42] Bernard
R. Boxill, «El patriotismo de Frederick Douglass», The Journal of Ethics, 2009, Vol. 13, n.º 4, Patriotism (2009),
301-317, publicado por: Springer Stable URL: https://www.jstor.org/stable/25656264: 303.
[43] W.E.B. Du Bois, Las almas de la
gente negra (New York: Barnes and Nobles Classics, 1903), 3.