Este texto es para la sección Artículos

Año 24, n.° 49: z-xx, enero - junio 2025

 

¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país cada vez más «moreneado[1]»?

 

Mimi Yang *

https://orcid.org/0000-0003-4070-5323

 

Traducción: Yinia Mora Ordoñez

 

* Doctora en Lengua y Literatura Española por la Universidad de Arizona, EUA. Catedrática Emérita de Lenguas Modernas en Carthage College, Wisconsin, EUA. Sus publicaciones han ganado fuerza en su país y a nivel internacional. Autora de numerosos artículos y libros, entre estos Multilingualism in Its Multiple Dimensions y The Tricultural Personality (Chinese, Hispanic, English): A Paradigm for Connecting Culture Differences. En 2004 se le otorgó el premio Wisconsin Global Educator Award at Higher Education Level. Correo: myang@carthage.edu

 

 

Resumen

El discurso de Frederick Douglass de 1852, What, to the American slave, is your 4th of July [¿Qué es el 4 de julio para los esclavos?], llamó la atención de manera conmovedora por la población afrodescendiente que todavía era esclava mientras la República celebraba la libertad y la independencia en su 76 aniversario con alegría. Haciendo eco de Douglass, este ensayo[2] explora el significado del 250 aniversario de la Independencia de Estados Unidos de América, un país que actualmente se encuentra profundamente fracturado y dividido, y se centra en la «gama de colores» tanto histórica como actual. Asimismo, a través de un examen profundo de la historia y la historia cultural, representada por la diversidad étnica que conforma la sociedad, se abre el espacio para el análisis y los argumentos relacionados con la formación del carácter nacional, el cultivo de la identidad cultural y la definición de americanismo. Este ensayo aborda el núcleo de la blancura en relación con la negritud (afroamericanos) y la existencia de otros grupos «de color» para desentrañar un tema controversial y culturalmente cargado de relaciones raciales.

 

Palabras clave: Estados Unidos «moreno», la agenda blanca, blanqueamiento, relaciones raciales, 250 aniversario de la Independencia, WASP, «color» estadounidense.

 

 

Recibido: 7 de agosto de 2024

Aceptado: 25 de setiembre de 2024

What Does the 250th Anniversary of the Independence Mean to a 'Browner' America?

 

Abstract

Frederick Douglass’ 1852 address “What to the Slave is the Fourth of July” poignantly called attention to the Black people who were still unfree slaves when the Republic joyfully celebrated freedom and independence on its 76th anniversary. Echoing Douglass, this paper searches for the meaning of the 250th anniversary in a deeply fractured and divided America by focusing on the historical and current ‘color scheme.’ An in-depth examination of America’s history and cultural history, represented by the paradigms White, Black, Brown, Yellow, and Browner opens space for analysis and arguments on the formation of national character, the cultivation of cultural identity, and the definition of Americanism. This essay tackles the core of Whiteness in relation to Blackness (African Americans), Brownness (Native Americans), and Yellowness (Chinese/Asian Americans) to unpack a heated and culturally charged topic of race relations and capture the significance of the ‘Browner’ in ‘Browner America’ in anticipation of the 250th anniversary.

 

Keywords: «browner» America, the White Agenda, Whitening, race relations, 250th anniversary of Independence, WASP, American «color».

 

 

 

Que signifie la célébration des 250 ans d’indépendance des États-Unis pour un pays de plus en plus « foncé »?

 

Résumé
Le discours de Frederick Douglass prononcé en 1852, What, to the American slave, is your 4th of July [Que représente le 4 juillet pour l’esclave américain ?], soulignait de manière poignante le contraste entre la population afrodescendante toujours réduite en esclavage et la République qui célébrait, avec allégresse, la liberté et l’indépendance à l’occasion de son 76
anniversaire. Faisant écho à Douglass, cet essai explore la signification du 250 anniversaire de l’indépendance des États-Unis d’Amérique, un pays aujourd’hui profondément fracturé et divisé, en mettant l’accent sur la « gamme chromatique » tant historique qu’actuelle. À travers une analyse approfondie de l’histoire et de l’histoire culturelle –représentées par la diversité ethnique qui compose la société– cet essai ouvre un espace d’analyse et de réflexion autour de la formation du caractère national, du développement de l’identité culturelle et de la définition de l’américanité. Ce travail aborde le cœur de la blanchité en relation avec la négritude (afro-américains) ainsi que la présence d’autres groupes « de couleur », afin de démêler un sujet controversé, chargé sur le plan culturel et centré sur les relations raciales.

 

Mots-clés: États-Unis « foncé », agenda blanc, blanchiment, relations raciales, 250 anniversaire de l’indépendance, WASP, « couleur » américaine.

 


 

T1

Introducción

 

Norteamérica fue originalmente «de piel morena», hogar de los nativos americanos durante miles de años antes de que los europeos pusieran un pie en ella. Los indígenas fueron los primeros habitantes y dueños de la tierra, y quienes les otorgaron significado y propósito a estos territorios. A partir del siglo XVI, tras los viajes de Cristóbal Colón en 1492, comenzó a expandirse la presencia europea en el continente, con España y Francia estableciendo asentamientos en las zonas costeras. El 14 de mayo de 1607, los ingleses fundaron su primer asentamiento permanente en lo que hoy se conoce como Estados Unidos de América, en Jamestown, en la colonia de Virginia[3]. De esta manera, Jamestown representó el primer trazo indeleble de «color blanco» en el lienzo de América del Norte por parte de los anglosajones.

En la competencia europea o «blanca» por el Nuevo Mundo, los rivales de origen protestante anglosajón blanco (WASP, por sus siglas en inglés) emergieron como ganadores indiscutibles y así reemplazaron la dominación católica española en parte de América del Norte. Así, los WASP se vieron a sí mismos en una rápida misión de «blanqueo». Los indígenas y los esclavos africanos fueron los objetivos iniciales de la «agenda blanca». Luego, inmigrantes sucesivos que no eran WASP, se convirtieron en objetos de filtración, exclusión o rechazo, porque añadían y destacaban el color «marrón» no deseado. Con las sucesivas enmiendas legislativas y las implementaciones institucionales, la Guerra Civil, los movimientos por los derechos civiles y Black Lives Matter, entre otros hitos históricos cargados de racismo, se confronta el poder blanco y se desafía la «Agenda Blanca».

 A medida que nos acercamos al 250 aniversario de la independencia, cada vez más la nación ha ido «morenizándose» (es decir, recuperando su color) en lugar de «blanqueándose» tal como se había diseñado y anticipado. Según los datos del censo gubernamental del 1.°  de abril de 2020[4], los afroamericanos representan el 13.6 % de la población, los hispanos/latinos el 19.1 %, los asiáticos el 6.3 %, los pueblos indígenas el 13.6 %, y los blancos (no hispanos/latinos) el 58.9 %. Un vistazo superficial al «color» histórico de América revela una gama de colores que va desde el «marrón original» hasta el «blanco puro incondicional», pasando por la presencia negra «involuntaria», «nuevo marrón», «marrón mixto» y la coexistencia de un mosaico de «colores blanco, negro y marrón», con «el blanco» en una posición preeminente. Lo cierto es que el color de Estados Unidos nunca fue monocromático y ya no es «puro blanco», sino que se está oscureciendo con el tiempo; es como una paleta que sostiene sus múltiples colores de pintura que aún deben mezclarse orgánicamente en un lienzo sin que falte ninguno.

Para evocar el título del discurso de Frederick Douglass de 1852, What, to the Slave, is the Fourth of July [¿Qué es el 4 de julio para el esclavo?], este ensayo se titula «¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país cada vez más mestizo?».

El discurso de Douglass tuvo lugar el 5 de julio de 1852, antes del inicio de la Guerra Civil. Ese día, en la celebración de los 76 años de Independencia de la nación, habló ante la Sociedad de Mujeres Contra la Esclavitud en Rochester, Nueva York. El pensador cultural afroamericano destacó con agudeza a las personas negras, que seguían siendo esclavas mientras la República celebraba jubilosa su libertad e independencia. ¿Cómo explicar la coexistencia de la institución más inhumana: la esclavitud y la democracia más elevada?, ¿la coexistencia de la libertad y la servidumbre en una nación que se presenta como un faro para el mundo? Douglass no mencionó ningún «color» asociado con la paradoja del 4 de julio. No obstante, sus descripciones sinceras de «el esclavo» bastaron para destacar una línea infranqueable entre las poblaciones blancas y afrodescendientes en un país que empezaba a avanzar hacia la Guerra Civil.

En 2026, cuando la nación se acerque a su 250 aniversario de independencia, los discursos y las prácticas en torno a la diversidad, equidad e inclusión estarán en marcha como una fuerza irreversible para los cambios sociales y el cambio cultural. Para el 2016, la Oficina de Planificación, Evaluación y Desarrollo de Políticas de la Subsecretaría del Departamento de Educación de los Estados Unidos recopiló datos clave sobre prácticas educativas centradas en raza y etnicidad. Aunque los datos señalaron las disparidades raciales existentes en la educación, también ofrecieron una visión del crecimiento porcentual de los estudiantes «de color» a lo largo de las décadas. En cuanto a la obtención de títulos de licenciatura, los estudiantes afrodescendientes representaban solo el 4 % en la graduación de 1964, aumentaron al 22 % en 2014. Los estudiantes hispanos ocuparon el 6 % en 1974 y saltaron al 15 % en 2014. Los asiáticos pasaron del 49 % en 2004 al 52 % en 2014[5]. El multiculturalismo y el multirracialismo del siglo XXI ya han agregado considerables matices a la «América blanca». Sin duda, la inmigración masiva desde la frontera sur, África y Asia en las últimas tres décadas ha alterado el paisaje demográfico.

La plataforma educativa Browner reflejó las tendencias sociales y culturales de inclusión y diversidad gradual desde el Movimiento por los Derechos Civiles en la década de 1960. Fuera del ámbito educativo, el multiculturalismo y el multirracialismo del siglo XXI también han aportado matices considerables a la «América blanca». La interminable crisis e influjo en la frontera sur, junto con la masiva inmigración proveniente de África y Asia en las últimas tres décadas, han transformado el panorama demográfico. El artículo de 2021 en el diario The Guardian: US’s white population declines for first time ever, 2020 census finds, escrito por la editora Betsy Reed, informa:

 

En general, la población únicamente blanca disminuyó un 8.6 % desde 2010, según informó la oficina el jueves. Los blancos no hispanos ahora representan alrededor del 58 % de la población de Estados Unidos, una caída respecto al 63.7 % que constituían en 2010. Es la primera vez que la población blanca no hispana cae por debajo del 60 % desde que comenzó el censo.[6]

 

La actualización de la composición racial y las estadísticas en EE. UU. establecen el escenario para que un nuevo carácter cultural del siglo XXI, así como identidad nacional e ideologías políticas se desarrollen. Desde mediados del siglo XX, los inmigrantes «de color» y los no cristianos han «morenizado» significativamente al país. El «color americano» pasó de ser más del 80 % predominantemente blanco, en una población de 2.5 millones en 1776[7], a aproximadamente 59.3 % blanco en una población de 333 287 557 en 2021[8]. Dudley Poston y Rogelio Sáenz proporcionan un recuento más progresivo de la población blanca:

 

Cuando EE. UU. se estableció como país en 1776, los blancos representaban aproximadamente el 80 % de la población. La proporción de blancos aumentó al 90 % en 1920, donde se mantuvo hasta 1950.[9]

 

«Hoy en día, Estados Unidos alberga la población escolar más diversa étnica, cultural y lingüísticamente del mundo»[10] dijo Nicholas Jones, funcionario de la Oficina del Censo, a la editora del diario The Guardian, Betsy Reed. Asimismo, en 1999, Stuart Foster ya había declarado: «hoy, Estados Unidos alberga la población escolar más diversa étnica, cultural y lingüísticamente en el mundo»[11]. A nivel nacional, nuestra sociedad continúa haciéndose más diversa. La diversidad, equidad e inclusión cuestionan el núcleo de la identidad estadounidense basada en las características de los anglosajones: blanco, anglosajón, cristiano/protestante y monolingüe en inglés. Las afirmaciones exclusivas de los blancos y la propiedad única de la libertad, igualdad y democracia plantean preguntas y dudas; además de ser el estándar de lo que significa ser estadounidense, la norma de ser «americano» y la autoridad para excluir a los no WASP, ahora, en una América más «morena». Identificar a EE. UU. con un color «blanco puro» ya no es suficiente y claramente resulta inadecuado e incongruente con el paisaje demográfico que se está desarrollando.

La «agenda blanca» se siente menos cómoda e incluso amenazada por una población creciente de personas «de color» y no cristianos. El monopolio cultural de los WASP sobre EE. UU., el americanismo y la cultura estadounidense está bajo escrutinio. Del otro lado, escuchamos una voz más fuerte de estadounidenses de diversos orígenes multiculturales y multiconfesionales, luchando contra el racismo sistémico e histórico y reclamando su lugar legítimo en las estructuras de poder y las relaciones raciales. El miedo de los blancos nativistas a perder poder y su debilitada posición preeminente se siente más real que nunca, mientras que el sueño de los no blancos de tener un lugar igualitario en la política, la cultura y la historia se ha convertido en una demanda vociferante e innegable de justicia y equidad.

El 250 aniversario es un hito: ¿Tenemos un patriotismo compartido y una identidad estadounidense cohesionada que celebrar? La verdad es que las creencias sobre la libertad, la democracia y la igualdad nunca han unido a los estadounidenses a través de intereses económicos, espectros políticos y diferencias de color. Hoy en día, estas mismas creencias, de hecho, dividen a los estadounidenses y enfrentan a un grupo contra otro. A veces, con interpretaciones aisladas, estas creencias alimentan el vitriolo y el odio hacia los ciudadanos que se ven distintos, profesan una fe diferente y provienen de orígenes diversos. Buscar un sentido compartido de la historia, propósitos comunes y valores culturales recíprocos puede fácilmente desatar guerras culturales o provocar la «cultura de la cancelación». Bajo la bandera de las estrellas y barras, hay una gama completa de colores y franjas que conforman EE. UU.: blanco, negro, asiático, hispano, nativo americano, musulmán, LGBTQI+, entre otros. Cada «color» o «franja» abarca mucha variedad de tonos y naturalezas similares. Hay mucho más que solo un EE. UU. en el continente. Divisiones viscerales, el «No Saber» inquebrantable, silos psicológicos, heridas históricas y lesiones actuales se infiltran en las grietas entre esta América. Hace 170 años, Douglass protestó por la exclusión y el rechazo legalizados de los esclavos en el 76 aniversario de la nación y se estremeció ante un país exclusivamente blanco y «democrático». Hoy, este es un país «morena», vertiginosamente entrelazado y culturalmente «amenazado», las preguntas siguen siendo en el 250 aniversario de la independencia: ¿quién está celebrando la libertad, la igualdad y la democracia? ¿Quién sigue luchando por estos valores estadounidenses?

Para abordar estas preguntas duraderas, echemos un vistazo más de cerca a la palabra browner. Sugiere un cambio de un color previamente más claro o blanco a un color teñido, manchado y oscurecido por algo fangoso e impuro. Una nación más «morena», como se indicó anteriormente, trata sobre cambios de color en un contexto racial y un entorno cultural. Solo con conocimiento histórico y una comprensión cultural profunda del color blanco podemos capturar el significado de lo «marrón» y del 250 aniversario. En el contexto de EE. UU., desde el inicio de la nación, el núcleo de la «blancura» ha desplazado el poder constitucional, los derechos legales y las implementaciones ejecutivas para eliminar cualquier color que no sea conveniente para la dominación blanca en cualquier sector de la sociedad, incluidos los centros de investigación y las instituciones educativas. A medida que los colores estadounidenses se entrelazan, la cultura de EE. UU. se ha moldeado sobre una base blanca y dentro de una estructura blanca robusta; el color blanco nunca ha dejado de dominar y gobernar, aunque ha enfrentado desafíos gradualmente intensificados por otros colores en los últimos años. Para captar la importancia cultural y los significados históricos de lo «marrón» o «más moreno», analicemos la «lógica» y las razones detrás de la «eliminación blanca», eliminación y blanqueamiento de los colores «impuros» en la historia. Así, enfocarnos en el color blanco da una visión deconstructiva y comprensiva del significado cultural de los colores no blancos. En las siguientes secciones, este ensayo examina el núcleo de la «blancura» de manera integral en relación con la negrura y el marrón en la creación de la nación. Asimismo, se discierne y se deconstruye el patrón blanco consistente en relación con diferentes grupos «de color»: afroamericanos, nativos americanos y estadounidenses asiáticos/chinos.

 

T1

Una base blanqueada de la nación en relación con los esclavos africanos

 

¿Cómo se diseñó una agenda cultural «blanca» para eliminar o blanquear otros colores? ¿Cómo se ha llevado a cabo esta agenda de manera consistente bajo diferentes administraciones y en varios momentos históricos cuando los colores no blancos se perciben como indeseables, no estadounidenses y amenazantes?

Al deconstruir lo blanco/no blanco, hay un efecto dual de crear algo nuevo a partir de los fragmentos de lo que se desmantela; el mismo actor realiza el acto dual: lo destructivo y lo constructivo ocurren indistinguiblemente en una sola acción. Esto ya ocurrió en el momento del nacimiento de la nación. Cuando se construyó la base para la nueva República, los Padres Fundadores trazaron un esquema de color que se consolidaría y aceptaría durante los próximos 250 años y probablemente más allá. La Declaración de Independencia dio a luz a una nueva nación, pero también encapsuló un diseño oculto que daría forma, textura y estructura a las relaciones raciales en los EE. UU. El proceso de finalizar el texto de la Declaración muestra una relación racial cuidadosamente construida que aseguraría un esquema de color con el blanco en la parte superior, sin desafíos. Eso se hizo irónicamente en la búsqueda de los ideales más nobles de libertad, igualdad y felicidad, reclamando estos derechos inalienables del monarca británico.

La Declaración de Independencia es, sin duda, uno de los documentos más elevados, preciosos y grandiosos que la raza humana haya producido. Su retórica acerca de que todos los hombres (y mujeres) son «creados iguales» ha sostenido una esperanza atemporal para aquellos privados de derechos humanos y dignidad. El ideal estadounidense de libertad e igualdad nació del derramamiento de sangre de la Revolución Americana con el objetivo de eliminar la jerarquía del poder y traer una sociedad justa y democrática, desconocida anteriormente en la historia humana. A diferencia de muchas otras revoluciones, el derrocamiento de un antiguo régimen y el comienzo de uno nuevo no fue el único resultado de la Revolución Americana, sino también creó el ADN cultural de una nación por nacer, crecer y prosperar. Además, la Declaración fue uno de los documentos fundacionales y rectores que permitieron el surgimiento de un carácter colectivo y que establecieron las bases para que un conjunto de instituciones y sistemas echaran raíces. En este glorioso y trascendental momento histórico, el diseño oculto de las relaciones raciales también sembró las semillas para futuras aplicaciones institucionales y desarrollos estructurales.

Como uno de los nuevos fundamentos de la República en búsqueda de la independencia de Gran Bretaña, los sentimientos antiesclavistas fueron articulados de manera elocuente en el borrador original de la Declaración por Thomas Jefferson. El borrador original sigue siendo controvertido y divisivo en la actualidad, especialmente en el debate nacional sobre el proyecto 1776 frente al proyecto 1619[12]. No obstante, lo desenterramos para comprender de manera fundamental las relaciones raciales. En la primavera de 1776, más y más colonias defendieron el derecho de ser estados libres e independientes para eventualmente cortar lazos con el rey Jorge III y Gran Bretaña. Junio de ese año vio una serie de negocios rutinarios y eventos en el Segundo Congreso, pero resultó ser un período de gestación y deliberación para unir a las colonias y llevar a cabo el acto audaz de declarar la independencia. El Primer Congreso votó para formar un comité encargado de redactar una declaración oficial. Cinco miembros del comité, incluidos Thomas Jefferson, Benjamín Franklin y John Adams, fueron elegidos para redactarla. Jefferson fue el autor principal. Cuando presentó el «borrador» al Congreso el 28 de junio, contenía un pasaje de 168 palabras condenando la esclavitud «como uno de los muchos males impuestos a las colonias por la corona británica»[13]. Parte del pasaje eliminado decía:

 

Ha librado una guerra cruel contra la naturaleza humana misma, violando sus derechos más sagrados a la vida y la libertad en las personas de un pueblo lejano que nunca lo ofendió, capturándolos y llevándolos a la esclavitud en otro hemisferio, o condenándolos a una muerte miserable en su transporte hacia allí.[14]

 

Para Jefferson, un dueño de esclavos, el haber escrito estas palabras debió provocar sentimientos poderosos y contradictorios. No es sorprendente que los sentimientos antiesclavistas de Jefferson no fueran bien recibidos por los dueños de esclavos tanto del Sur como del Norte, quienes se beneficiaban del comercio de personas esclavizadas y de una economía dependiente de la esclavitud. Ambos tenían intereses vitales y económicos en la esclavitud. El tabaco, el algodón y la caña de azúcar en las plantaciones del sur impulsaban la economía colonial, y la esclavitud organizada y bien gestionada era su motor y fuerza impulsora. El transporte marítimo del norte dependía del comercio triangular entre Europa, África y las Américas; el tráfico de esclavos africanos desde las Indias Occidentales británicas era una línea comercial vital y lucrativa. Es importante recordar que esa forma de vida era «una guerra cruel contra la naturaleza humana misma», habría socavado el sistema que era beneficioso y productivo tanto para el norte como para el sur. Mientras la nación estaba en su forma embrionaria, un sistema económico basado en la esclavitud atraía a los plantadores del sur y a los comerciantes del norte con el sueño americano de crecer, prosperar y tener éxito en una tierra llena de oportunidades, con un resultado inadvertido de desmantelar el núcleo de la «blancura» en relación con la «negritud». En otras palabras, el trabajo y la existencia de los esclavos hicieron que el sueño americano de sus dueños fuera rentable y que las colonias pudieran ser económicamente independientes. Políticamente, los esclavos, en la parte inferior de la jerarquía racial, convenientemente ayudaban a mantener el statu quo del orden blanco y a desarrollar aún más la estructura de poder blanco.

No obstante, al deconstruir el otro lado de la «blancura», los sufrimientos no contados de los esclavos africanos evidencian que este sistema de esclavitud violaba los «derechos más sagrados a la vida y la libertad de las personas negras»[15], que no habían ofendido a ningún dueño blanco o autoridad. Los dueños blancos y las instituciones no consideraban a los esclavos como seres humanos, no tenían consideración por los derechos humanos y disponían de los individuos como posesiones o propiedad. Lo que el núcleo blanco hizo fue una grave violación de los derechos humanos: los objetivos de la Revolución Americana. Al luchar por la soberanía de una nueva nación y la liberación de quienes estaban sometidos a un poder imperial opresivo, mantener y defender las instituciones esclavistas fue una bofetada a los ideales mismos de libertad, derechos humanos e igualdad destacados en la Declaración de Independencia. El núcleo blanco luchó por la libertad de los blancos en un momento de abuso generalizado de los derechos humanos de los individuos negros. Al eliminar el pasaje de 168 palabras ¿La Declaración de Independencia envió el mensaje de que no todos somos creados iguales? Por lo tanto, lo que se debatió en el Congreso fue la paradoja de la necesidad de liberación frente a la necesidad de subyugación y los liberadores en su comportamiento como opresores.

Después de muchas deliberaciones, la fuerza proesclavista ganó el día. El pasaje antiesclavista fue eliminado para evitar debates largos y difíciles y no perder los votos necesarios para aprobar la Declaración. Desde un punto de vista procedimental, si el pasaje antiesclavista de Jefferson hubiera permanecido intacto, no es probable que hubiera habido una declaración de independencia oportuna e inminente el 4 de julio de 1776, y el nacimiento de una nueva nación se habría retrasado y complicado. Fue una victoria congresional y un momento histórico de una vez en la vida, pero fue en ese momento cuando los ideales estadounidenses elevados y el sueño americano se bifurcaron en direcciones opuestas e irreconciliables con la línea del color entre ellos.

La mentalidad estadounidense incipiente fue deconstruida por la línea del color desde su incepción, como se demostró durante el proceso de votación en el Congreso. El delegado John Dickinson de Pensilvania no firmó el documento, aunque era conocido como el «Escribano de la Revolución». Dickinson provenía de una familia cuyos miembros poseían grandes y rentables plantaciones de tabaco en la colonia de Maryland, trabajadas por esclavos. Luego, los tres delegados de Nueva York trajeron la división política a un proceso ya de por sí acalorado e intenso. James Duane de Nueva York no votó ni firmó la Declaración debido a su ausencia. Robert Livingston de Nueva York fue llamado por su estado antes de poder firmar el documento. John Jay de Nueva York fue un partidario de la reconciliación en lugar de la revolución, manteniendo su oposición a la independencia estadounidense de Gran Bretaña. Terminó renunciando al Segundo Congreso antes de poner su firma en el documento. La firma también encontró resistencia por parte de Edward Rutledge proveniente de Carolina del Sur, una colonia profundamente esclavista, y al ser el signatario más joven del documento, fue instruido para oponerse al borrador; sin embargo, accedió a firmarlo.

La eliminación del pasaje negó flagrantemente los derechos y la humanidad de los individuos esclavizados negros en la República. Solo asegurando las instituciones de esclavitud se aseguró el apoyo mayoritario para la independencia. Solo al privar a los individuos negros de la libertad, la igualdad y la felicidad, se lograron los votos en el Congreso para declarar los derechos inalienables de vida, libertad y felicidad de los hombres blancos. La eliminación del pasaje fue estratégica para lograr el consenso, pero al mismo tiempo blanqueó la base de la nación al borrar el color negro. Así, se sentó una base blanca para construir una cultura y sociedad sobre ella. La eliminación del pasaje sembró las semillas de la injusticia racial que evolucionaría para convertirse en racismo sistémico, porque la ausencia del pasaje divide los ideales estadounidenses en una serie de dualidades perniciosas: «todos los hombres son creados iguales» frente a «todos los hombres son creados desiguales», libertad frente a servidumbre, inalienable frente a alienable. Para los afroamericanos, lo que no se declaró en la Declaración de Independencia habló más fuerte que lo que sí se declaró. La ausencia de esas 168 palabras antiesclavistas en la Declaración selló el destino de los afroamericanos en la República: un destino de subyugación incondicional al poder blanco y su jerarquía racial.

Para el mundo, el mensaje estaba claro: los negros no fueron creados iguales, sino inferiores a los blancos, y la nación tuvo que nacer con una jerarquía racial inherente. El proceso de producción de la nación, que define la Declaración de Independencia, sacó a la luz una base blanca y blanqueada de la República y planteó la semilla para desarrollar una estructura destinada a blanquear la nueva nación.

Los nobles ideales de libertad, igualdad y democracia estadounidenses brotaron de un sentimiento de agravio, tal como reconoció Douglass, los Padres Fundadores demostraron sabiduría y valentía:

 

La opresión vuelve loco al hombre sabio. Sus padres (los Padres Fundadores, añado yo) eran hombres sabios y, si no se volvieron locos, se inquietaron bajo este trato. Se sentían víctimas de agravios insoportables, completamente incurables en su capacidad colonial. Con hombres valientes, siempre hay un remedio para la opresión. Justo aquí nació la idea de una separación total de las colonias de la corona.[16]

 

Al revisar la Declaración de Independencia y en vista de las instituciones esclavistas dirigidas por los descendientes de los sabios y valientes Padres Fundadores, Douglass clama por el fracaso de estos ideales estadounidenses:

 

Mi tema... es la esclavitud americana; nunca me ha parecido más oscuro este 4 de julio. Ya sea que miremos la declaración del pasado o las profesiones del presente, la conducta de la nación parece igualmente horrible y repugnante. América es falsa al pasado, falsa al presente, y solemnemente se compromete a ser falsa al futuro.[17]

 

Después de 76 años de independencia, los esclavos negros seguían siendo maltratados y, aun así, ningún individuo, institución o sistema tenía la sabiduría o el coraje para corregir el error de la misma manera que lo hicieron los Padres Fundadores contra el monarca británico. Si la base es blanqueada ¿Cómo se puede esperar que las instituciones y los sistemas diseñados por esa base sean de un color diferente? Douglass tenía plena conciencia de la paradoja irresoluble de la Declaración de Independencia y predijo el efecto de su narrativa defectuosa en la actualidad. Aún, después de 250 años, nadie ha cuestionado sistemáticamente estos defectos fundacionales.

 

T1

Blancura estructural: La ley de remoción de los indígenas Ley de Traslado Forzoso de los Indígenas

 

La Declaración de Independencia codificó un esquema de base blanqueada para el país. A lo largo de la historia de EE. UU., el esquema proliferó incontables actos de inclusión y exclusión de grupos raciales para formar el carácter nacional, los valores culturales y las estructuras de poder. La posición preeminente de los blancos se aseguró no solo sobre la base, sino en cada capa de la robusta estructura. Una vez que EE. UU. declaró su independencia y se estableció la base de la nación, quedó inmediatamente claro que el color de la nueva República debía ser inequívocamente blanco. El «problema» era que los primeros habitantes y dueños de este territorio no eran blancos; eran más oscuros. No obstante, América debía ser diseñada para ser blanca en su origen, su base y sus estructuras debido a la necesidad de poder blanco y el apetito de control blanco. La Declaración de Independencia no tuvo en cuenta a los afroamericanos y efectivamente descartó la posibilidad de una nueva República multicolor. Al igual que los afroamericanos, los nativos americanos no podían escapar del «destino manifiesto» de ser «limpiados» de la América blanca.

La compra de Luisiana duplicó el tamaño del territorio de los EE. UU. en 1803. Esto creó el tan ansiado espacio para la expansión y reconfiguración del país. Muchos colonos de ascendencia europea estaban ansiosos y deseosos de ocupar las tierras pertenecientes a los pueblos originarios del suroeste y «presionaban al gobierno federal para que removiera a los indios»[18], y así poder realizar su sueño americano de libertad y felicidad en la nueva tierra expandida. Acompañando al interés económico, había una noción de que los «indios» eran crueles, traicioneros y salvajes, y su remoción se presentaba como un beneficio para la civilización. Al establecer un marco blanco más allá de la base, estos fueron retratados como seres civilizados, con una moralidad más elevada, más conocimientos y habilidades. Stuart J. Foster reitera:

 

A lo largo de la historia de América, el contenido de los libros de texto ha sido determinado principalmente por hombres blancos protestantes de clase media o alta, que a menudo han tratado de construir una imagen idealizada de los valores y el carácter estadounidense.[19]

 

A modo de ejemplo un pasaje de la Biblia relata: «El desierto y la tierra se alegrarán; el desierto florecerá y se regocijará como una rosa»[20]. Así, esta versión bíblica encajaba bien con la creencia de los protestantes en su destino manifiesto, es decir, la superioridad blanca necesitaba quitar la tierra de los indios para gestionarla mejor y obtener más beneficios de ella. Los nativos americanos no eran considerados ciudadanos de la República por el gobierno de los EE. UU., sino subordinados a los blancos. El gobierno, la cúspide de la blancura, era inconstante con respecto a las políticas hacia los nativos americanos, oscilando entre paternalista y condescendiente. El 28 de mayo de 1830, como su principal prioridad legislativa, el presidente Andrew Jackson firmó Indian Removal Act [Ley de Remoción de los indios] con el objetivo de abrir millones de acres de tierra rica al este del Mississippi para los colonos blancos. Esta ley legalizó un proceso que otorgaba autoridad al presidente para obligar a las «tribus» indias a abandonar sus tierras ancestrales en el suroeste y amenazarlas con el fin de que firmaran tratados de remoción. Esto ocurrió en nombre de la civilización, el progreso y el nacionalismo. Jackson no ocultó su interés en trazar una frontera blanca en el suroeste:

 

En ese momento, Jackson dijo que la remoción fortalecería «incalculablemente la frontera suroeste» y permitiría a nuevos estados como Alabama y Mississippi «avanzar rápidamente en población, riqueza y poder».[21]

 

Como resultado:

 

Al final de su presidencia en 1837, su administración había negociado casi 70 tratados de remoción que llevaron al traslado de 50 000 nativos americanos del este al Territorio Indio. Veinticinco millones de acres de tierra fueron liberados para el asentamiento blanco en el este y, como resultado, fueron utilizados para la expansión de la esclavitud.[22]

 

Entre 1830 y 1850, el gobierno de los EE. UU. desplazó por la fuerza a «aproximadamente 60 000 miembros de las Cinco Tribus Civilizadas»[23] como parte de la remoción india. La ley finalmente llevó a cabo el infame «Sendero de Lágrimas». Miembros de las naciones «cheroqui, muskogee, seminola, chickasaw y choctaw»[24] fueron desplazados del suroeste por la fuerza, y sus títulos de propiedad sobre las tierras fueron extinguidos por ley. Las comunidades reubicadas sufrieron miseria por la exposición, la hambruna y las enfermedades. Entre los que murieron en ruta hacia su reserva designada al oeste del río Mississippi, una cuarta parte eran cheroquis. Muchos historiadores contemporáneos atribuyen el Sendero de Lágrimas a un genocidio y denominan a Andrew Jackson con el alias «Asesino de Indios».

 

El acto de blanqueo no se detuvo solo con la tierra, sino que fue más allá, envolviendo hasta la mente y la cultura. En un estudio de 2011 sobre la remoción brutal y despiadada de Jackson, Megan Dearth analiza las políticas gubernamentales de asimilación:

 

A lo largo de la historia, la política federal india ha oscilado entre la separación y la asimilación. A veces, los gobiernos federales y estatales reconocen y promueven la soberanía tribal, mientras que otras veces la política favorece la asimilación a la cultura dominante sobre el individualismo.[25]

 

Mientras que la separación significaba removerlos de la vista o dejarlos aislados, la asimilación no es menos controvertida. La asimilación institucionalizada a menudo significaba internados patrocinados por el gobierno. En los siglos XIX y XX, específicamente entre 1790 y 1920[26], el gobierno de los EE. UU. utilizó internados para separar por la fuerza a los jóvenes de sus familias, para ser educados por monjas blancas. La idea era borrar los recuerdos culturales y los idiomas de los nativos americanos para que asimilaran la «civilización». Solo inculcándoles el idioma inglés y las enseñanzas del cristianismo, y controlando su educación, religión, tradiciones y costumbres, podría el gobierno «civilizar» y «americanizar» a los «salvajes indios». «Convertir a los indios en una manzana» –marrón por fuera y blanco por dentro– era el objetivo de la asimilación. En este punto, no es difícil correlacionar lo que las instituciones religiosas y educativas de EE. UU. han hecho a los afroamericanos: «hacerlos una Oreo», negro por fuera, pero blanco por dentro.

Además, los valores estadounidenses dictados por los colonos blancos fueron otro paso de adoctrinamiento para «americanizar» a los nativos americanos. Cuando los indios de las Cinco Tribus llegaron al Territorio Indio designado, como señala Alaina E. Roberts, fueron programados para abrazar la «blancura mediante la apropiación física de la tierra de los «indios de las llanuras», con la eliminación de la historia de sus predecesores»[27]. Para atraer al «espíritu pionero» de los estadounidenses blancos, es decir, para blanquear las mentes de los indios, se les hizo creer que los blancos habían encontrado un desierto sin desarrollar y que su proceso colonial estaba civilizando esta tierra y trayendo progreso y prosperidad. Los indios participaron en el esfuerzo de blanqueamiento para volverse culturalmente blancos. Más trágicamente, también se les hizo creer que solo los blancos eran verdaderos estadounidenses y que los nativos americanos no lo eran, sino almas salvajes y perdidas que debían ser redimidas. Irónicamente, la agenda blanca y los mecanismos de blanqueamiento se impulsaron con libertad, democracia e igualdad, pero solo en la versión blanca.

 

T1

Una blancura férrea: la ley de exclusión China

 

La Ley de Remoción de los Indígenas consolida la blancura interna de la nación. Como un país de inmigrantes, antes de 1880, los europeos fueron los inmigrantes primarios que inundaron esta tierra para evitar la persecución religiosa y política, sobrevivir a desastres agrícolas, unirse a la expansión de la frontera en los EE. UU. y participar en la Revolución Industrial estadounidense[28]. A lo largo del siglo XVIII[29], llegan personas esclavizadas desde África y el Caribe. Luego, a principios de 1848, se descubrió oro en Sutter’s Mill, California, lo cual inundó las fronteras de los EE. UU. con buscadores de fortuna. La Fiebre del Oro estimuló a migrantes de origen chino a viajar a la «Montaña Dorada» (una manera en la que se referían a la Fiebre del Oro y al sueño americano). Más tarde, en la década de 1860, hubo una importante inmigración china hacia EE. UU. para la construcción del Ferrocarril Transcontinental; sin embargo, fueron tratados como ciudadanos de segunda o tercera clase. Finalmente, la agenda blanca tenía que expandirse hacia la «morenidad» externa y el mecanismo de blanqueamiento necesitaba capas mejoradas. Una vez que la blancura se identificó exclusivamente como la definición estándar de la nación estadounidense (libertad, democracia e igualdad), los inmigrantes europeos, especialmente aquellos de ascendencia anglosajona y protestante, tenían ventaja en infiltrarse en el núcleo blanco y convertirse en estadounidenses debido a su adecuado color racial y su afinidad cultural transferible. Sin embargo, la afluencia de «morenidad» representaba un problema para el gobierno de EE. UU., ya que presentaba el «Peligro Amarillo», amenazando los valores estadounidenses y contaminando la pureza de la blancura. La afluencia de «morenidad» debía ser bloqueada.

Warren J. Blumenfeld afirma en su ensayo «Leyes y Procedimientos de Inmigración de Estados Unidos como Políticas ‘raciales’»:

 

Desde el primer día en que los europeos pusieron un pie en lo que ha llegado a conocerse como «las Américas», hasta el presente, las decisiones sobre quién puede ingresar a los Estados Unidos y quién puede eventualmente obtener la ciudadanía han dependido generalmente de cuestiones de «raza». Los sistemas de inmigración de EE. UU. han reflejado y han servido como las políticas oficiales «raciales» del país en cualquier momento dado.[30]

 

A lo largo de los 250 años de historia, «siendo anfitrión de más inmigrantes que cualquier otro país, los Estados Unidos han sido moldeados y remodelados por la inmigración a lo largo de los siglos, demográfica, económica, cultural, social y políticamente»[31]. Sin embargo, lo que significa ser estadounidense debe ser blanco, lo que no permite variaciones ni otros colores que interfieran. Mezclar o tintar el blanco con marrón/amarillo a través de los inmigrantes se considera como algo no estadounidense o antinorteamericano, y en el peor de los casos, una amenaza para alterar y reemplazar los valores culturales del país. En el siglo XIX, la identificación de la blancura con el ser estadounidense era incuestionable y absoluta. La Declaración de Independencia eliminó el color negro; lo que siguió fue una agenda constante y un ejercicio infalible para asegurar y mantener la «blancura» a lo largo del pasado, el presente y el futuro de la República. La llegada de inmigrantes chinos, tanto por elección como por fuerza, desató un odio racial nunca visto en la historia de la nación. En 1875, por primera vez, «el gobierno de EE. UU. comenzó a restringir la inmigración; hasta ese momento, prácticamente todos los que llegaban eran admitidos»[32]. Se conoce como la Ley Page, la cual se enfocó en prohibir la entrada al país, especialmente, de mujeres chinas.

 

Como se mencionó anteriormente, en la década de 1860, para impulsar la economía estadounidense, los inmigrantes chinos fueron traídos a estas costas como coolies (trabajadores duros) para el proyecto del Ferrocarril Transcontinental. Ellos soportaron la parte más dura de la construcción del Ferrocarril Central del Pacífico, la porción occidental del primer ferrocarril transcontinental que cubría el terreno más difícil desde Sacramento, California, hasta Promontory, Utah[33]. Los coolies chinos fueron una parte esencial en la construcción y conexión de la línea vital de la economía estadounidense: el Ferrocarril Transcontinental. Aunque se volvieron mano de obra irremplazable, barata, obediente y extremadamente trabajadora, que contribuyó a la creación de esta obra de ingeniería que estaba formando a una potencia mundial, sus atributos físicos y la distancia lingüística/cultural con respecto a la «blancura» estadounidense los alienaron del mainstream (corriente principal) y los colocaron en la parte inferior de la jerarquía racial. El entonces alcalde de San Francisco, Frank McCoppin, no pudo evitar pronunciar estas palabras: «Los inmigrantes chinos eran un pueblo distinto [...] a quienes la naturaleza ha marcado como inferiores». La inmigración china fue descrita como una «invasión»[34]. A pesar de sus contribuciones indelebles a la construcción de la nación estadounidense, fueron despreciados con calificativos tales como alienígenas, insondables, inmorales, sucios, exóticos, prostitutas y el «Peligro Amarillo»; se les consideraba inasimilables y desechos sociales, peor que los nativos americanos, porque no había interés gubernamental en «civilizarlos» o «americanizarlos». Así, se consideró que no eran compatibles con los ideales estadounidenses de libertad, individualismo, democracia e igualdad. Representaban un peligro de «manchar» la blancura de los WASP y ensuciar el «camino puro» de los protestantes anglosajones hacia el destino manifiesto. Tanto así que las imágenes y los rastros de la contribución china debían ser borrados de los libros de historia.

Yang describe el día histórico cuando el Ferrocarril Central del Pacífico y el Ferrocarril Unión del Pacífico se unieron para completar el Ferrocarril Transcontinental:

 

El diez de mayo de 1869, la inauguración del primer Ferrocarril Transcontinental en Promontory, Utah, debería haber sido una página seminal y redentora en la historia de los inmigrantes chinos, pero resultó ser un momento histórico de humillación para ellos. Cuando las autoridades del Ferrocarril Central del Pacífico y del Ferrocarril Unión del Pacífico se reunieron para celebrar la unión de las vías, «muchos de los trabajadores que construyeron el ferrocarril fueron casi invisibles en la ceremonia y en su relato durante muchos años después. Entre ellos había alrededor de 15 000 inmigrantes chinos, hasta el 90 % de la fuerza laboral en la línea del Ferrocarril Central del Pacífico, quienes fueron abiertamente discriminados, vilipendiados y olvidados».[35]

 

Los Archivos de la Universidad de Stanford conservan fotos de la fuerza laboral tomadas por Andrew J. Russell en la ceremonia «Golden Spike» (Clavo de Oro) el 10 de mayo de 1869 en Promontory Summit, Utah, cuando el Ferrocarril Central del Pacífico se unió con el Ferrocarril Unión del Pacífico. La imagen del fundador de la Universidad de Stanford, Leland Stanford, uno de los principales financiadores del Ferrocarril Transcontinental, sosteniendo un martillo para colocar el clavo ceremonial de oro, aunado a la escena alegre cuando los líderes del Ferrocarril Central del Pacífico y del Ferrocarril Unión del Pacífico se encontraron y estrecharon las manos en el momento de conexión de las dos secciones, todo lo anterior simbolizaba la finalización del cordón vital de la nación.

Hay multitudes de trabajadores de la construcción en ambos lados, del Central del Pacífico y del Unión del Pacífico, pero no se puede ver un solo rostro chino en el lado del Central del Pacífico, a pesar de su trabajo lleno de sangre, sudor y lágrimas. Los trabajadores chinos fueron excluidos de la ceremonia histórica «Golden Spike». En su lugar, las caras caucásicas reemplazaron convenientemente a las «amarillas». Literalmente, la página de la historia fue blanqueada ese día, y las personas «de color» fueron «limpiados».

El blanqueamiento cultural en el caso de la población china comparte similitudes y diferencias con el de los nativos americanos. Los sentimientos anti chinos en los EE. UU. no involucraban la soberanía de la tierra, la propiedad de recursos naturales ni las escuelas misioneras cristianas. En el siglo XIX, el Partido Know Nothing (Saber Nada) llevó a cabo movimientos antiinmigración con ideologías nativistas profundamente arraigadas. Los católicos irlandeses e italianos, aunque racialmente blancos, fueron el objetivo porque culturalmente no se les consideraba lo suficientemente blancos como los anglosajones y protestantes. Frente a la presencia china, de repente los inmigrantes europeos se cohesionaron y unieron mágicamente debido a la similitud de su blancura racial. La blancura compartida era demasiado semejante como para ser fragmentada una vez que una presencia drásticamente diferente irrumpió en escena: el distante alienígena chino que encarnaba el «Peligro Amarillo» y contaminaba el paisaje estadounidense[36]. Erica Lee cita las declaraciones realizadas en la reunión de San Francisco sobre la inmigración china, registradas en el San Francisco Bulletin el 17 de abril de 1876: «En cambio, los chinos son de una raza distinta, de una civilización particular y diferente», proclamaba una resolución antichina en la reunión de San Francisco. «No hablan nuestro idioma, no adoptan nuestras costumbres, hábitos o tradiciones, y son paganos en su creencia». La inmigración china, concluyó el comité organizador, era «un mal de gran magnitud actual»[37].

«A medida que terminó la Fiebre del Oro, la animosidad hacia los trabajadores chinos y otros inmigrantes aumentó, lo que llevó a una serie de leyes de inmigración racialmente restrictivas»[38]. Para 1882, los sentimientos antichinos estaban tan exacerbados que el temor al «morenamiento» por el Peligro Amarillo se convirtió en la Cuestión China a nivel nacional y llevó a los ciudadanos blancos de California a expresar y exigir abiertamente una resolución al gobierno de EE. UU. en nombre de la protección de los valores y la cultura estadounidenses. Como resultado, el Acta de Exclusión China de 1882 fue aprobada en el Congreso, y a partir de ese momento, la xenofobia y la discriminación contra esta población fueron legalizadas y «protegidas» por una ley federal dirigida a una sola raza. El acta fue diseñada para frenar la afluencia de inmigrantes chinos al país. Diez años más tarde, en 1892, el congresista de California, Thomas J. Geary, propuso la Ley Geary para reforzar y extender el Acta de Exclusión China por diez años adicionales. De hecho, esta solo fue derogada en 1943. En 1902, la inmigración china fue declarada permanentemente ilegal por el gobierno. Durante la era de la exclusión, todos los residentes chinos estaban obligados a portar certificados de residencia para probar su estatus legal y evitar ser deportados. Como reacción en cadena, el Acta de Exclusión China impulsó futuras restricciones migratorias contra otros grupos «indeseables» e «inferiores», no cristianos y de diferentes etnias como japoneses, personas del Medio Oriente y aquellos del subcontinente indio. Esto culminó con la Ley de Inmigración de 1924, que incluía la Ley de Exclusión Asiática y la Ley de Origen Nacional. Al promulgar una serie de leyes de inmigración basadas en la ascendencia y determinadas por el origen nacional, el gobierno estableció una jerarquía racial con los blancos en la cima, no solo en los sistemas legales y las instituciones estructuradas, sino también en la mente y la psique de la nación.

La aprobación del Acta de Exclusión China fue reminiscente de la aprobación de la Ley de Traslado Forzoso de los indios de 1830. La codicia y el deseo de los colonos blancos por las tierras del sureste de los EE. UU., además de la intolerancia de los blancos hacia la presencia de los «salvajes indios» impulsaron la implementación de la esta ley. Por lo tanto, esta acta fue motivada por la intolerancia de la población blanca hacia el «Peligro Amarillo», la coexistencia con un grupo considerado «inferior» y la «amenaza» a la cultura estadounidense, es decir, a los valores blancos. En nombre del nacionalismo, en defensa de los valores y la cultura estadounidenses y para avanzar los intereses de EE. UU., ambos actos crearon racismo sistémico, legalizaron la discriminación racial dirigida y erigieron efectivamente una jerarquía racial explícita «en orden descendente de valor racial: los caucásicos en la parte superior, seguidos por los mongoles, los malayos, los negros y los indios americanos»[39]. Ambos actos son una doble implementación de la blancura: remover el «color marrón» interno de los nativos americanos y cercar el Peligro Amarillo traído desde el exterior por los inmigrantes chinos/asiáticos. Estos dos actos destacaron una agenda blanca consistente y férrea, tanto antes como después de la Guerra Civil.

 

T1

Conclusión: el significado del 250 aniversario para un país cada vez más mestizo

 

Hemos visto cómo, al excluir a los afroamericanos, se construyó la base de la nación; al remover a las poblaciones «de color», se desarrollaron las estructuras de la nación; y al excluir la presencia de la población asiática, se aseguraron las fronteras de la nación. La mentalidad de que los WASP fueron elegidos por Dios y destinados a prevalecer sobre los demás con su modelo de «ciudad sobre una colina» es el núcleo de la blancura. A medida que las teorías de Estudios Culturales avanzan en las relaciones raciales, las prácticas de blanqueamiento en contextos específicos tienden a ser examinadas y criticadas más rutinariamente que la agenda y la mentalidad blancas. Fundamentalmente, esta mentalidad no puede aceptar a los estadounidenses de ascendencia africana como seres humanos iguales, no puede tratar a los nativos americanos como adultos iguales y socios, y no puede considerar a los inmigrantes chinos como mentes y almas iguales. En la década de 1980, hubo un esfuerzo educativo para corregir los sesgos culturales, pero se detuvo antes de abordar la mentalidad blanca y el racismo sistémico perpetuado no solo por los blancos, sino en ocasiones también por otros colores:

 

«Los nativos americanos fueron desposeídos de sus tierras «porque no entendían el concepto de propiedad privada»; los trabajadores asiáticos recibieron salarios bajos porque estaban dispuestos a «trabajar por muy poco»; a los negros no se les podían dar trabajos urbanos porque «no estaban capacitados ni educados»; los chicanos enfrentan problemas porque «no dominan el inglés».[40]

 

La igualdad, así como la equidad, incomodan a la mente blanca debido a la incapacidad de superar el sentido de superioridad racial y la creencia de que los WASP son los elegidos. A medida que EE. UU. se acerca a su 250 aniversario de independencia, la agenda blanca puede no parecer tan cruda y reconocible de inmediato como lo fue en el pasado. La blancura ahora se filtra hacia el tribalismo político, las divisiones ideológicas y las guerras culturales. Cuando el racismo y los crímenes de odio muestran sus caras durante la pandemia del COVID-19 y provocan el movimiento «Black Lives Matter» una vez más, las heridas históricas se reabren y las lesiones raciales sangran. Después de 250 años de tratar de «construir una unión más perfecta», la sociedad sigue fracturada, la cultura aún no es cohesiva y la gente sigue asustada. El odio y la animosidad compartidos unen a las personas más estrechamente que las nociones compartidas de libertad, democracia e igualdad.

Mientras reflexionamos sobre el significado del 250 aniversario en un país más «mestizo», el tema de las relaciones raciales nos regresa al significado del 4 de julio para Frederick Douglass en la celebración del 76 aniversario de la independencia de la nación, en un país blanco y negro. Como pensador y escritor cultural afroamericano, Douglass se distanció deliberadamente del país donde nació. Se dirigió a EE. UU. y a su audiencia a través de las siguientes expresiones: «su Independencia Nacional», «su nación» y «ustedes»:

 

Este es el propósito de esta celebración, es el 4 de julio. Es el cumpleaños de su Independencia Nacional y de su libertad política. Esto, para ustedes, es lo que el Pascua fue para el pueblo emancipado de Dios. Los lleva de vuelta al día y al acto de su gran liberación; (...) Esta celebración también marca el comienzo de otro año de su vida nacional; y les recuerda que la República de América ahora tiene 76 años. Me alegro, conciudadanos, de que su nación sea tan joven.[41]

 

El uso contundente de «ustedes» y «su» establece dos entidades dialogantes: el mundo del orador y el mundo de la audiencia. Podríamos preguntarnos: aunque tanto Douglass como su audiencia son estadounidenses ¿Qué creó esa distancia emocional que hizo que Douglass se sintiera irrelevante para el 4 de julio e incluso ajeno a su propio país? En un punto de su vida, Bernard R. Boxill señala que Douglass creía que la Constitución era radicalmente proesclavista: «(…) Douglass a menudo repetía que la Constitución no lo reconocía ni podía reconocerlo como ser humano, lo que lo llevó a rechazar todo patriotismo y todo amor por los Estados Unidos»[42]. Independencia, libertad e igualdad estaban grabadas en la conciencia nacional el 4 de julio, pero ¿Qué puede ser un recordatorio más cruel, una falta de consideración más sangrienta y una exclusión más alienante para aquellos que continuaban en la esclavitud y no habían sido liberados por las mismas manos que encendieron la luz celebratoria del 4 de julio? Claramente, Douglass cuestiona los ideales estadounidenses de libertad, igualdad y democracia y revela la falsedad y la hipocresía que estos ideales transmiten a un esclavo negro. La libertad desencadenó el yugo británico de ciertos estadounidenses, pero también robó la libertad de los individuos negros esclavizados. La única forma de lidiar con la duplicidad de los ideales estadounidenses es trazar una línea de color entre «ustedes» (blancos) y «nosotros» (negros), distanciarse con el uso de «su país» y deconstruir el núcleo blanco desde ambos lados, el blanco y el negro.

El discurso de Douglass en 1852 sacó a la luz una división cultural, ideológica y sociopolítica: el negro y el blanco. Se libraron guerras culturales debido a esta dicotomía estadounidense. En 1852, el EE. UU. de Douglass estaba al borde de la destrucción debido a la esclavitud, y la Guerra Civil se estaba gestando. Toda la década de 1850 fue testigo de cómo las instituciones políticas de la nación se sacudían por el feroz debate sobre la esclavitud. La publicación de la novela de Harriet Beecher Stowe, Uncle Tom's Cabin, en 1852, llamó la atención nacional sobre las relaciones raciales y encendió una guerra cultural entre abolicionistas y defensores de la esclavitud. William Lloyd Garrison, el principal abolicionista, se oponía enérgicamente a la Constitución de los EE. UU. debido a sus compromisos con la esclavitud y tenía poca paciencia con el proceso político que mantenía la agenda blanca.

Tanto partidos políticos como periódicos, novelistas y pensadores se alinearon en torno a la división blanco-negro, ya que democracia versus esclavitud se convirtió en una dualidad estadounidense irresoluble. Todos ellos se unieron a la guerra cultural en torno al tema de la esclavitud, que eventualmente condujo a la Guerra Civil. De diferentes maneras, respondieron a la crisis de construcción de una nación y definición de cultura. Al hacerlo, la guerra cultural estadounidense se desarrolló junto con la Guerra Civil. Desde entonces, el 4 de julio, la Declaración de Independencia, la Constitución de los EE. UU. y el credo estadounidense nunca han dejado de actuar como piezas centrales en las guerras culturales a lo largo de la historia de la nación.

Hoy, en vísperas del 250 aniversario de la independencia, la misma dualidad no resuelta de los ideales y valores estadounidenses que Douglass expuso hace más de 170 años sigue estando muy viva. Las guerras culturales continúan reclamando un lugar legítimo en la narrativa estadounidense. La «gama de color» del siglo XXI todavía ubica al blanco y al negro en polos opuestos, pero entre ellos se han discernido una variedad completa de tonos de colores: marrón oscuro, marrón, marrón claro, amarillo, oliva, bronceado, etc. Anteriormente, estos colores intermedios eran demasiado «invisibles» para ser contados como constituyentes de la República. La dicotomía blanco-negro persiste, pero ha evolucionado hacia algo multidimensional e interseccional debido a estos colores intermedios. El lienzo estadounidense ha sido pintado a la fuerza con el blanco como color primario durante 250 años, aunque nunca debería haber sido solo blanco. Un país más «moreno» en el siglo XXI implica recuperar el color original de la historia, ya que la historia estadounidense comenzó con un color indígena marrón. El 250 aniversario significa que el «tapiz estadounidense» necesita ser repintado y retejido, añadiendo colores y texturas intermedios a la configuración polar y prototípica blanco-negro.

Si dejamos que el discurso de Frederick Douglass sea el punto de partida para abordar el significado del 250 aniversario, una cosa está clara: la guerra cultural ya no tiene que convertirse en una guerra civil violenta, como en el período de 1850 a 1860. Sin embargo, estamos inmersos en una guerra cultural que va acompañada de una guerra «de color». Hoy en día, académicos e investigadores revisitan la «profecía»[43], mientras anticipan un futuro estadounidense con relaciones raciales renegociadas, jerarquías de poder niveladas y colores armoniosamente mezclados.

La verdad es que EE. UU. nunca fue ni será monocromático. Todos los colores juntos nos hacen una sola nación. Inevitablemente, nos preguntamos si nuestros valores, intereses y creencias comunes son lo suficientemente fuertes y cohesionados como para unirnos en confianza, reciprocidad, tolerancia y aceptación, y si existe una identidad estadounidense compartida que atraviese la gama de colores. Al mismo tiempo, nos damos cuenta de que es hora de repintar la base, los marcos, los contornos y las estructuras con los colores que realmente pertenecen a esta tierra.

 

 

Formato de citación según APA.

Yang, M. (2025). ¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país cada vez más «moreneado»? Revista Espiga24 (49), xx-xx

 

Formato de citación según Chicago-Deusto.

Yang, Mimi. ¿Qué significa la celebración de los 250 años de Independencia de Estados Unidos para un país cada vez más «moreneado»? Revista Espiga 24, n.º 49 (enero-junio, 2025): xx-xx

 


 

Referencias

 

Agag, Hanan, Rachel Brooks, Beth Mackey y David Sawyer. «ILR Skill Level Descriptions for Proficiency Revisions». ILR SLD Revisions Committee, 14 de mayo de 2021. https://www.govtilr.org/Calendars/ILRSLD.pdf

 

Alonso, C. J. «Spanish: The Foreign National Language». Profession (2007): 218-228. http://www.jstor.org/stable/25595869

 

Ancelet, B. J. «A Perspective on Teaching the ‘Problem Language’ in Louisiana». The French Review 61, n.º 3 (1988): 345-356. http://www.jstor.org/stable/393154

 

Andouard-Labarthe E. «The Vicissitudes of Aztlán». Confluencia 5, n.º 2 (1990): 79-84. http://www.jstor.org/stable/2792192

 

Anzaldúa G. Borderlands/La Frontera: The New Mestiza. 3rd ed. San Francisco, CA: Aunt Lute, 1987.

 

Baer-Wallis, Freiderike. «They Speak Irish but Should Speak German: Language and Citizenship in Philadelphia’s German Community, c. 1800 to 1820». The Pennsylvania Magazine of History and Biography 128, n.º 1 (2004): 5-33.

 

Bolter, Jessica. 2022. «La inmigración ha sido un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de EE. UU». Migration Policy Institute, 6 de enero de 2022. https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history

 

Casielles-Suárez, Eugenia. «Spanglish: The Hybrid Voice of Latinos in the United States». Atlantis 39, n.º 2 (2017): 147-168. http://www.jstor.org/stable/26426334

 

Davis, Tiffany y Moore W. L. «Spanish Not Spoken Here: Accounting for the Racialization of the Spanish Language in the Experiences of Mexican Migrants in the United States». Ethnicities 14, n.º 5 (2014): 676-697. http://www.jstor.org/stable/24735551

 

Esplin, Marlene. «Self-Translation and Accommodation: Strategies of Multilingualism in Gloria Anzaldúa’s Borderlands/La Frontera: The New Mestiza and Margarita Cota-Cárdenas’s ‘Puppet’». MELUS 41, n.º 2 (2016): 176-201. http://www.jstor.org/stable/44155246

 

Estaville, L. E. «The Louisiana French Language in the Nineteenth Century». Southeastern Geographer 30, n.º 2 (1990): 107-120.

 

Fouka, Vasiliki. «Backlash: The Unintended Effects of Language Prohibition in U.S. Schools after World War I». The Review of Economic Studies 87, n.º 1 (2020): 204-239.

 

Gruesz, K. S. «Alien Speech, Incorporated: On the Cultural History of Spanish in the US». American Literary History 25, n.º 1 (2013): 18-32. http://www.jstor.org/stable/23358468

 

Huntington S. Who Are We? The Challenges to America’s National Identity. New York: Simon & Schuster, 2004.

 

Krogstad, Jens y Mark Hugo L. «The Hispanic Nativity Shift». Pew Research Center, 29 de abril de 2014. https://www.pewresearch.org/hispanic/2014/04/29/hispanic-nativity-shift/

 

Lamar Prieto, Covadonga. «The (Pre)History of Literary ‘Spanglish’: Testimonies of the Californio Dialect». Hispania 97, n.º 3 (2014): 360-361. http://www.jstor.org/stable/24368810

 

Mikkelson, David. «Theodore Roosevelt on Immigration». Acceso el 11 de abril de 2024. https://www.snopes.com/fact-check/sole-loyalty/

 

Noriega-Rocha, R. «Biography: Martin Luther King Jr. Praised Cesar Chavez for His ‘Indefatigable Work’». United Farm Workers, 3 de octubre de 2019. Acceso el 20 de abril de 2024. https://ufw.org/biography-martin-luther-king-jr-praised-cesar-chavez-for-his-indefatigable-work/

 

Ontiveros, Randy. «No Golden Age: Television News and the Chicano Civil Rights Movement». American Quarterly 62, n.º 4 (2010): 897-923.

 

Poston, Dudley y Rogelio Sáenz. «Demographic trends spell the end of the white majority in 2044». AP News, 25 de mayo de 2019. Acceso el 20 de enero de 2023. https://apnews.com/article/4a60c86e938045fa80dad97f67ce9120

 

Riegelhaupt, Florencia, Roberto Luis Carrasco y Elizabeth Brandt. «Spanish: A Language of Indigenous Peoples of the Americas» En Nurturing Native Languages, editado por J. Reyhner, O. Trujillo, R. L. Carrasco, and L. Lockard, 129-140. Flagstaff, AZ: Northern Arizona University, 2003.

 

Canizales, Stephanie y JodyAgius Vallejo. «Latinos & Racism in the Trump Era». Daedalus 150, n.º 2 (2021): 150-164, https://doi.org/10.1162/daed_a_01852

 

«The Actual Historical Dates I Rely on». Library of Congress - Blogs. Acceso el 16 de junio de 2024. https://blogs.loc.gov/loc/2016/07/how-did-america-get-its-name/

 

Train, Robert. «Becoming Bilingual, Becoming Ourselves: Archival Memories of Spanglish in Early Californian Epistolary Texts». Hispania 96, n.º 3 (2013): 438-439. http://www.jstor.org/stable/23608284

 

Worcester, Donald. «The Significance of the Spanish Borderlands to the United States». The Western Historical Quarterly7, n.º 1 (1976): 5-18. https://doi.org/10.2307/967540.

 

Yang, Mimi. «The American Dream: Immigration and Formation of Cultural Identity in the United States/El Sueño Americano: Inmigración y la Formación de la Identidad Cultural en los Estados Unidos». Diálogos: A Historical, Social, and Cultural Studies Journal (2020): 178-201.

 

Yang, Mimi. «Tracing the Roots of Anti-Chinese Sentiments in US History», intechopen, 2023. https://doi.org/10.5772/intechopen.107016

 

Yang, Mimi y Thompson, Wayne. «Setting the Record Straight». The Journal Times, 25 de setiembre de 2022. https://journaltimes.com/guest-commentary-hispanics-setting-the-record-straight/article_9d408342-ed41-5fa2-9b65-c600abdd6e65.html

 



[1] Nota de la traductora. Todos los colores en este artículo, se refiere a los colores de las culturas, no a los colores biológicos.

[2] Este ensayo fue publicado originalmente en inglés por on-culture.org. La versión en inglés, «What Does the 250th Anniversary of the Independence Mean to a ‘Browner’ America?», puede consultarse en la siguiente dirección: https://www.on-culture.org/journal/issue-15/what-does-the-250th-anniversary-of-the-independence-mean-to-a-browner-america/. Se traduce bajo acuerdo con la autora, cuya publicación fue aprobada por el Comité Editorial de la Revista Espiga.

 

[3] Mi paráfrasis de www.britannica.com/place/Jamestown-Colony

[4] Oficina del Censo de los Estados Unidos, «Población, censo, 1 de abril de 2020», acceso el 23 de agosto de 2023,

https://www.census.gov/quickfacts/fact/table/US/POP010220

[5] Departamento de Educación de los Estados Unidos, «Promoción de la diversidad y la inclusión en la educación superior: datos clave que se centran en la raza y la etnicidad y prácticas prometedoras», noviembre de 2016, https://www2.ed.gov/rschstat/research/pubs/advancing-diversity-inclusion.pdf , 12.

[6] Betsy Reed, «US’s white population declines for first time ever, 2020 census finds», en The Guardian, consultado el 27 de agosto de 2023, https://www.theguardian.com/us-news/2021/aug/12/us-2020-census-white-population-declines  

[7] Norbert Naupt indica que, en 1776, cuando se proclamó la Declaración de Independencia, el país tenía una población de 2.5 millones. https://norberthaupt.com/2011/01/16/u-s-population-in-1776-and-1790/

[8] El porcentaje de la población blanca en EE. UU., en 2021 proviene del sitio USA Facts. https://usafacts.org/data/topics/people-society/population-and-demographics/our-changing-population?utm_source=bing&utm_medium=cpc&utm_campaign=ND-DemPop&msclkid=5cebb403f6d71764d8efd7e8231237b2

[9] Dudley Poston  y Rogelio Sáenz,  «Demographic trends spell the end of the white majority in 2044», AP News, 25 de mayo de 2019, acceso el 20 de enero de 2023, https://apnews.com/article/4a60c86e938045fa80dad97f67ce9120

[10] Reed, «US’s White Population Declines».

[11] Stuart J. Foster, «The Struggle for American Identity: treatment of ethnic groups in United States textbooks», History of Education, 28, n.º 3 (1999): 251-278.

[12] A finales de agosto de 1619, el corsario inglés White Lion desembarcó en la actual Hampton, Virginia. Llevaba entre 20 y 30 esclavos africanos a bordo, los cuales fueron intercambiados por suministros. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_1619_Project. Este fue el primer registro de esclavos africanos en la Norteamérica inglesa. El proyecto 1619, desarrollado por la escritora Nikole Hannah-Jones, afirma que 1619 fue el año del comienzo de la nación y replantea la historia de EE. UU. colocando a los afroamericanos en el centro de la narrativa. El proyecto 1776 se refiere en gran medida a la comisión 1776 establecida en setiembre de 2020 por el presidente Donald Trump en apoyo de la «educación patriótica», manteniendo la tradición como centro de atención de los acontecimientos, individuos y lugares venerados. Por lo tanto, el proyecto 1619 frente al proyecto 1776 es uno de los principales campos de batalla de las guerras culturales con tintes raciales que se libran en EE. UU.

[13] «Where MEN should be bought & sold», America in class, https://www.google.com/search?rlz=1C1CHBF_enUS715US715&sxsrf=ALiCzsZGL8FO4BhTz2iiAtZDRBI1X220Hg:1651470565503&q=the+clause+of+slavery+was+scrapped+draft+of+declaration+of+independence&spell=1&sa=X&ved=2ahUKEwjesqej8D3AhV9jIkEHTJZCo4QBSgAegQIARAy&biw=1280&bih=609&dpr=1.5

[14] Monticello, «Transcript of the Rough Draft of the Declaration», acceso el 12 de mayo de 2022,

https://www.monticello.org/thomas-jefferson/jefferson-s-three-greatest-achievements/the-declaration/transcript-of-the-rough-of-the-declaration/; «(1776) The Deleted Passage of the Declaration of Independence», Black Past, B, acceso 12 de mayo de 2022, https://www.blackpast.org/african-american-history/declaration-independence-and-debate-over-slavery/

[15] Thomas Jefferson, «Draft of the Declaration of Independence », editado y presentado por Gordon Lloyd, Teaching American History, acceso el 23 de agosto de 2023, https://teachingamericanhistory.org/document/rough-draft-of-the-declaration-of-independence/

[16] Michael Harriot, «What do the slave is the fourth of July?», The Root, 4 de julio de 2020, https://www.theroot.com/what-to-the-slave-is-the-fourth-of-july-1836083536

[17] Ibíd.

[18] «Sendero de Lágrimas», https://en.wikipedia.org/wiki/Trail_of_Tears, acceso el 23 de enero de 2023.

[19] Struart J. Foster, «La lucha por la identidad estadounidense: el tratamiento de los grupos étnicos en los libros de texto de Estados Unidos», Historia de la Educación, 1999, Vol. 28, n.º. 3, 251-278.

[20] Isaiah 35:1 https://biblehub.com/isaiah/35-1.htm

[21] History.com editors, «Andrew Jackson firma la Ley de Remoción de los Indios», acceso el 23 de enero de 2023, https://www.history.com/this-day-in-history/indian-removal-act-signed-andrew-jackson

[22] Ibíd.

[23] «Sendero de lágrimas», acceso el 23 de enero de 2023, https://en.wikipedia.org/wiki/Trail_of_Tears

[24] Ibíd.

[25] Megan H. Dearth. «Defendiendo lo ‘indefendible’: reemplazando el etnocentrismo con una defensa cultural de los nativos americanos», American Indian Law Review, vol. 35, n.º 2 (2010-2011), 621-660,  https://www.jstor.org/stable/41219753, 621. Para ver el texto original, Jace Weaver, The Pendulum Swings of Indian Policy, E JOURNAL USA, primavera de (2009): 16, 16-18, http://www.america.gov/media/pdffejs/0609.pdf  (Seguimiento de la cambiante política federal hacia los indios).

[26] Los historiadores suelen seleccionar este período como el «círculo completo» de la saga de los nativos americanos. En 1791 se firmó el Tratado de Holston, en el que los cheroquis cedieron todas sus tierras fuera de las fronteras previamente establecidas. El 2 de junio de 1924, el Congreso de EE. UU. aprobó la «Ley de Ciudadanía India», que otorgaba la ciudadanía a todos los nativos americanos nacidos dentro de los límites territoriales del país. Este es también un período conocido como la «americanización» forzada e impuesta a los nativos americanos. https://www.history.com/topics/native-american-history/native-american-timeline

[27] Para más información consultar: Alaina E. Roberts’s, He estado aquí todo el tiempo: la libertad de los negros en sus tierras nativas (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, Incorporated, 2021), 12-15.

[28] Esta es mi paráfrasis de «La inmigración ha sido un elemento definitorio, a menudo polémico, a lo largo de la historia de Estados Unidos», de Jessica Bolter, 6 de enero de 2022. migrationpolicy.org, https://www.migrationpolicy.org/article/immigration-shaped-united-states-history, acceso el 8 de febrero de 2023.

[29] Para conocer las cronologías históricas de la llegada de los africanos esclavizados, consulte «Los primeros africanos esclavizados llegan a Jamestown, preparando el escenario para la esclavitud en América del Norte», HISTORY, 15 de agosto de 2023, https://www.history.com/this-day-in-history/first-african-slave-ship-arrives-jamestown-colony

[30] Warren J. Blumenfeld, «Las leyes y procedimientos de inmigración de Estados Unidos como políticas raciales», www.academic.edu (previamente, https://www.academia.edu/37618963/United_States_Immigration_Laws_and_Procedures_as_Racial_Policies ).

[31] Jessica Bolter, «La inmigración ha sido un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de EE. UU.», Migration Policy Institute, 6 de enero de 2022, https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history

[32] Ibíd.

[33] Para más información sobre la inmigración china para la construcción del ferrocarril en EE. UU. en el siglo XIX, consulte: Mimi Yang, «Rastreando las raíces de los sentimientos antichinos en la historia de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI: 10.5772/intechopen.107016, en el libro Organizaciones no gubernamentales: nuevas perspectivas, ed por Vito Bobek y Tatjana Horvat.

[34] Esta es una cita secundaria de Mimi Yang (6) en su «Rastreando las raíces de los sentimientos antichinos en la historia de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI: 10.5772/intechopen.107016, in the book Non-government Organizations-New Perspectives, ed by Vito Bobek and Tatjana Horvat. La cita original es de Lee E. América para los estadounidenses: una historia de xenofobia en los Estados Unidos. New York, NY: Basic Books; 2019. p. 84 and p.8.

[35] Mimi Yang, «Rastreando las raíces de los sentimientos antichinos en la historia de Estados Unidos», https://www.intechopen.com/online-first/tracing-the-roots-of-anti-chinese-sentiments-in-us-history, Oct 2022, DOI: 10.5772/intechopen.107016, in the book Non-government Organizations-New Perspectives, ed by Vito Bobek and Tatjana Horvat.

[36] Esta es una paráfrasis de Mimi Yang: 9.

[37] Erica E. Lee, América para los estadounidenses: una historia de xenofobia en Estados Unidos (New York, NY: Basic Books, 2019), 76.

[38] Jessica Bolter, «La inmigración ha sido un elemento definitorio y, a menudo, polémico a lo largo de la historia de EE. UU.», Migration Policy Institute, 6 de enero de 2022, https://www.migrationpolicy.org/news/immigration-has-been-defining-contentious-element-us-history

[39] Stuart J. Foster, «La lucha por la identidad estadounidense: tratamiento de los grupos étnicos en los libros de texto de Estados Unidos», Historia de la Educación, 1999, Vol. 28, N 3, 251-278: 256.

[40] Consejo de libros interraciales para niños: directrices para la selección de libros de texto y libros de cuentos sin prejuicios, New York: 1980: 91.

[41] Frederick Douglass, «¿Qué es el cuatro de julio para el esclavo??», BLACKPAST, acceso el 16 de enero de 2023,

 https://www.blackpast.org/african-american-history/speeches-african-american-history/1852-frederick-douglass-what-slave-fourth-july/

[42] Bernard R. Boxill, «El patriotismo de Frederick Douglass», The Journal of Ethics, 2009, Vol. 13, n.º 4, Patriotism (2009), 301-317, publicado por: Springer Stable URL: https://www.jstor.org/stable/25656264: 303.

[43] W.E.B. Du Bois, Las almas de la gente negra (New York: Barnes and Nobles Classics, 1903), 3.