Año 23, N.º 48: julio - diciembre 2024

 

La cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador

 

Johanna Marroquín-Joachin*

https://orcid.org/0009-0003-8840-878X

 

* Doctora en arqueología prehistórica, Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Maestría en Investigación Avanzada e Intervención Social, UAB. Licenciada en Antropología, Universidad Tecnológica de El Salvador. Profesora para la Enseñanza de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica de El Salvador. Ha sido coordinadora de la Unidad de Inspección, Investigación y Valoración de la Dirección de Antropología Cultural de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de El Salvador. Autora de artículos en revistas de Ciencias Sociales. Correo: julietamay@hotmail.com

 

 

Resumen

La cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador es un lugar de memoria, en ella hubo acontecimientos que marcaron la historia de El Salvador en la década de 1980. La cripta alberga los restos de san Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como monseñor Romero, y con el tiempo se ha convertido en un espacio de reflexión. El presente artículo tiene el propósito de describir ese lugar de memoria, los elementos materiales e inmateriales que lo componen; ello, a través de la metodología de observación participante. El principal hallazgo en el estudio se encontró a través de los testimonios de los participantes de las liturgias y las mujeres y hombres que componen la comunidad, quienes argumentaron que el rol de la cripta para los salvadoreños es ser una ventana de denuncias, recuerdos y contradicciones.

 

Palabras clave: sitio de memoria, denuncias, historia, valores.

 

Recibido: 11 de abril de 2024

Aprobado: 14 de agosto de 2024

 


The crypt of the Cathedral of San Salvador

 

Summary

The crypt of the Metropolitan Cathedral of San Salvador is a place of memory where significant events that marked the history of El Salvador in the 1980s took place. The crypt houses the remains of Saint Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, known as Monsignor Romero, and over time it has become a space for reflection. This article aims to describe this place of memory, both the material and immaterial elements that compose it, using the methodology of participant observation. The main finding of the study emerged from the testimonies of participants in the liturgies and the men and women who make up the community, who argued that the role of the crypt for Salvadorans is to serve as a window for denunciations, memories, and contradictions.

 

Keywords: memory site, denunciations, history, values.

 

 

La crypte de la cathédrale de San Salvador

 

Résumé

La crypte de la cathédrale métropolitaine de San Salvador est un lieu de mémoire où se sont déroulés des événements marquants de l'histoire du Salvador dans les années 1980. Cette crypte abrite les restes de saint Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, plus connu sous le nom de Monseigneur Romero. Au fil du temps, elle est devenue un espace de réflexion. Cet article a pour but de décrire ce lieu de mémoire ainsi que les éléments matériels et immatériels qui le composent, à travers la technique de l'observation participante. La découverte principale de cette étude repose sur les témoignages des participants aux liturgies, hommes et femmes de la communauté qui ont exprimé, en argumentant, que le rôle de la crypte est pour les Salvadoriens une fenêtre de dénonciation, de souvenirs et de contradictions.

 

Mots-clés: lieu de mémoire, dénonciation, histoire, valeurs.

 

 


«A mí me podrán matar, pero ya es imposible hacer callar la voz de la justicia»[1]

Monseñor Romero, última entrevista a EFE

 

 

Introducción

 

El presente artículo es parte de un trabajo de análisis de un caso de memorialización sobre espacios de memoria presentado en el seminario virtual Espacio y memoria: pasados y violencia política en América Latina impartido por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), llevado a cabo entre marzo y julio de 2023, y actualizado durante marzo y julio de 2024. El objetivo es reflexionar sobre el lugar de memoria de la cripta de catedral en San Salvador, un espacio que activa un grupo de feligreses católicos para rememorar y difundir la palabra de la advocación de san Óscar Arnulfo Romero.

A pesar de que el artículo es una etnografía del espacio de memoria de la cripta de catedral, es relevante ubicar al personaje cuyos restos están sepultados en ella. Monseñor Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en la ciudad de San Salvador, en el hospitalito Divina Providencia. Fue un hombre que tuvo un compromiso a favor de las personas más desposeídas, empobrecidas, oprimidas y afligidas durante una época convulsa en El Salvador. Xavier Alegre lo describe tal cual:

 

Mons. Romero fue un profeta de la justicia y un defensor de los Derechos Humanos, que libró su vida por amor a su pueblo, El Salvador, y por fidelidad al proyecto de Jesús, el Reinado de Dios. Dos amores, el del pueblo y el de Jesús, que para él estaban íntimamente entrelazados.[2]

 

Romero fue reconocido como un santo por su martirio por odio a la fe[3]. En este sentido, a monseñor lo asesinaron por tres motivos: por su virtud de la fe desde la doctrina de la iglesia, su amor hacia la humanidad y sensibilidad por los individuos desposeídos y por defender los derechos humanos ante las injusticias sociales que se vivían en la década de 1970 y principios de la década de 1980, cuando fue asesinado.

Sobre monseñor Romero se ha escrito cantidad de materiales académicos, históricos; se han rodado películas y documentales, su persona ha sido inspiración para una variedad de expresiones artísticas, materiales e inmateriales. Esta etnografía tiene en cuenta ambas consideraciones y aborda la cripta como un espacio material –la edificación del espacio y el arte escultórico– y un espacio inmaterial en el que suceden rituales religiosos, conmemoraciones y manifestaciones artísticas. Las características materiales e inmateriales de dichas expresiones se fusionan en este lugar, al cual también se suma el valor espiritual que le ha sido otorgado por los católicos. Cada domingo, la feligresía participa en un encuentro ecuménico entre las comunidades y la doctrina del mártir. Este espacio tiene significancia porque, por un lado, alberga los restos de san Óscar Arnulfo Romero y, por otro, el uso que le daban en años anteriores, pues funcionaba como una tarima donde algunas personas denunciaban los problemas que oprimen a los salvadoreños.

Este artículo presenta, en primera instancia, los antecedentes históricos del conflicto armado interno salvadoreño sucedido en la década de 1980, como parte de la introducción. También describe aspectos materiales del espacio de la cripta de catedral donde se encuentran los restos mortales de Romero –y otros religiosos salvadoreños de la época–, así como el monumento yacente que le homenajea. También presenta los roles de los integrantes de la Comunidad de la Cripta.

Posteriormente, se da una descripción de la metodología y las técnicas utilizadas para recopilar la información. En cuanto a los resultados, se habla de la ubicación de la cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador y presenta su localización en el centro histórico de San Salvador, para luego profundizar en la descripción de dicho espacio. También presenta los relatos de los feligreses que asisten a las liturgias, lo concerniente a la activación del espacio y a las contradicciones entre los grupos ecuménicos y la propia Iglesia católica. Este apartado también presenta las actividades que llevan a cabo en el lugar durante los eventos de recuerdo.

Además, se da una contextualización del desarrollo del espacio o expresión pública de memoria que aborda el simbolismo de la cripta como un lugar público de memoria salvadoreña, su activación durante la preparación de la beatificación de monseñor Romero el 23 de mayo de 2015, la realización de actividades religiosas y de memoria en torno a la misma figura, sus prácticas rituales y los elementos materiales sean estos edificaciones y monumentos artísticos, incluidos en el espacio. Asimismo, se presenta el sitio de memoria de la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador, que se refiere a esos lugares en los que han sucedido hechos violentos y que se desarrollan acciones de recuerdo.

A esto se suma lo que se denomina los sectores resistentes a la labor pastoral que se realiza en la cripta y se refiere a los testimonios de la feligresía y a las desavenencias entre esta y la curia por la función de la cripta y el papel de monseñor en la historia salvadoreña. La segunda se llama las memorias vinculadas con la cripta y alude a las memorias que se incluyen en el espacio a través de la colectividad, la cual se refleja en los eventos religiosos, sociales, conmemorativos y de denuncia. La tercera está dedicada a los valores adscritos al espacio –social, religioso y simbólico–. Para finalizar, se presentan unas reflexiones que señalan los tres sentidos que posee la cripta: material, simbólico y funcional.

 

Antecedentes históricos del conflicto armado interno salvadoreño

 

Durante la década de 1980 la violencia se intensificó en El Salvador y hubo un recrudecimiento de las acciones represivas en contra de la sociedad civil por parte del Estado. Entre los años 1980 y 1983, se instauró la violencia de manera sistemática, el terror y la desconfianza en la población civil fueron los rasgos esenciales de esta época[4]. En este contexto sucedieron asesinatos sumarios, desapariciones, secuestros y las masacres más letales a manos de los Batallones de Reacción Inmediata (BIRI) del ejército salvadoreño, la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, la Policía Nacional, la Organización Democrática Nacionalista (Orden), las defensas civiles y los escuadrones de la muerte.

Entre las masacres más mortíferas sobresalen la del Mozote[5], la masacre del Sumpul[6], la masacre de La Quesera, por mencionar algunas. También hubo asesinatos de dirigentes sindicales, estudiantes, campesinos, integrantes de la Iglesia, entre estos, miembros de las comunidades eclesiales de base, catequistas, sacerdotes y monseñor Romero.

El 24 de marzo de 1980, Romero oficiaba una misa en la capilla del hospital de enfermos de cáncer Divina Providencia de San Salvador, allí, un disparo en el corazón acabó con la vida del religioso. En la sociedad hubo quienes reflexionaron que habían matado a un santo, a un personaje importante; si el gobierno había sido capaz de ese sacrilegio, nada podía detenerlo para realizar masacres o asesinar a otras personas. Ese fue el preludio de un periodo histórico que tomó la vida de alrededor de ochenta mil personas y desplazó a otros dos millones, en un país de solo seis millones de habitantes y 21 000 kilómetros cuadrados[7]. Se conoce mucho sobre monseñor Romero, algunos argumentan que:

 

Era un hombre bueno, que había tomado radicalmente en serio su deber de pastorear –y, por tanto, defender– a sus fieles. Por carácter, por temperamento, era un hombre pacífico, amigo del diálogo, pero lúcido también ante la realidad de la violencia padecida por los oprimidos.[8]

 

La noticia de su asesinato conmocionó a todos, en cada periódico y editoriales, los medios de comunicación del mundo anunciaron el suceso. Organizaciones de derechos humanos, la Iglesia y algunos Estados hicieron eco de la noticia. El reconocimiento de san Óscar Arnulfo Romero a nivel nacional e internacional le valió para que en muchos espacios fuera recordado con una fotografía, un busto, un templo o un mausoleo.

A ese respecto, la sociedad salvadoreña junto con un sector de la Iglesia católica activó la materialidad de monseñor Romero a través de un espacio para recordarle, en el que reposara su cuerpo, en el que los fieles, las comunidades y todo aquel que se sintiera identificado o no con la labor de monseñor, pudiese visitarle. Ese lugar es la cripta de catedral, espacio seleccionado para realizar este estudio.

 

El lugar está sostenido por una serie de columnas tanto al lado sur como al lado norte, el centro del lugar está sostenido por otra serie de columnas colocadas alrededor de un altar; este altar es utilizado tanto para las misas de domingo como para las misas que se realizan en las fechas especiales. Atrás del altar, siempre al centro, uno de los pilares tiene la imagen de san Óscar Arnulfo Romero hecho en azulejos, entre el altar y este pilar se encuentran descansando sus restos en el mausoleo.[9]

 

En la década de 1990, este lugar fue abierto en el marco del inicio de la causa de canonización de monseñor Romero. Esta recuperación estuvo a cargo de la Fundación Monseñor Romero y la feligresía, que más tarde se consolidó como Comunidad Monseñor Romero de la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador, esta última compuesta por hombres y mujeres laicas. Según Eugenia, una de las mujeres fundadoras de la Comunidad de la Cripta:

 

El papel de la comunidad era encargarse de la liturgia de la misa, […] de la limpieza y ornamentación de ese lugar sagrado, que en esos años era utilizado como bodega, sin respetar los restos del santo pastor y mártir, monseñor Romero, quien yacía olvidado para que nadie le rindiera culto, pues decían (la Iglesia católica salvadoreña) que no debería hacerse culto público a su memoria, porque entonces no sería canonizado en Roma; pero años después, el papa Francisco [les] echó en cara a los religiosos y políticos, tanto salvadoreños como extranjeros, por esa campaña perversa que manejaron por muchos años.[10]

 

A partir del trabajo de visibilización que la comunidad realizaba hacia monseñor Romero, es que se organizaban en la cripta actividades litúrgicas y conmemoraciones, estas últimas comprendían testimonios, música, danzas, charlas sobre realidad nacional, entre otros.

 

Metodología

 

La metodología presenta el conjunto de pasos, técnicas y procedimientos utilizados para comprender el caso expuesto. Una etapa clave en la investigación fue el planteamiento del tema y su objetivo, el cual sirvió para dar origen al estudio; asimismo, dentro de los pasos metodológicos, se presentó el diseño del plan para el abordaje, que consistía en establecer el método por utilizar, en este caso fue el etnográfico y sus técnicas para la recogida de datos; también se contempló el tiempo que se utilizaría en la investigación y la búsqueda y selección de los referentes o informantes que colaboraron con sus testimonios. Un paso fundamental en este proceso fue la recopilación de datos a través de la observación participante y las entrevistas. Además, se analizó los datos encontrados en campo, los cuales se combinaron con la teoría consultada, el resultado de la investigación se presenta en este artículo.

El objetivo de la investigación fue describir el lugar de memoria la cripta de catedral, los elementos materiales compuestos por la edificación, el monumento de bronce, los mausoleos en los que se encuentran los restos de los jefes de la Iglesia católica salvadoreña y los elementos inmateriales, es decir: por los rituales conmemorativos, los servicios religiosos, la misa popular interpretada por músicos que asisten de las comunidades católicas y las presentaciones de danzas, la oralidad de los testimonios ofrecidos durante las conmemoraciones, entre otros.

Esta investigación se trabajó a través del método etnográfico que, según Kottak[11], consiste en «observar las prácticas culturales de los grupos sociales, participando de ellos a través del trabajo de campo y la descripción densa, para así contrastar lo que la gente dice y lo que hace». Este método aglutina el trabajo de campo, las entrevistas, la observación participante.

La observación participante fue una forma de interactuar, de observar los fenómenos y de participar en la vida social de la comunidad y de la feligresía, y fue la manera más directa para involucrarse con los informantes. En definitiva, la observación participante fue importante durante el desarrollo de esta investigación, pues, como sostiene Pérez[12], mediante esta técnica «podía describir los acontecimientos, las personas y las interacciones que se observan, así como de las vivencias, experiencias y sensaciones propias de la o el investigador».

Los tiempos para llevar a cabo esta investigación se centraron en tres momentos: el primero fue el conocimiento previo del lugar de memoria, no enmarcado en este trabajo, llevado a cabo en la década de 1980. En este contexto, el acercamiento a la cripta ha sido cada 24 de marzo donde se conmemora el martirio de monseñor Romero y para su natalicio, el 15 de agosto, «estos acercamientos previos facilitaron el conocimiento de las dinámicas de las conmemoraciones del caso estudiado»[13]. El segundo momento se llevó a cabo durante los meses de marzo a julio de 2023, en el marco del seminario antes mencionado. Fueron cuatro domingos y cuatro liturgias en las que se participó. El tercer momento fue la actualización de información testimonial realizada en marzo y julio de 2024.

En otros ámbitos hubo pláticas amenas sobre la vida de monseñor Romero, tanto con miembros de la Comunidad de la Cripta, así como con los feligreses que visitaban el lugar. Como se ha mencionado, el acercamiento previo fue vital, pues permitió acceder a las diferentes perspectivas sobre el personaje que representa monseñor Romero y sobre su lugar de descanso. Esto reafirmó la empatía y la sensibilidad con el caso, asimismo generó lazos de amistad con personas que componen la comunidad de la cripta, compuesto por hombres y mujeres que bajo la advocación de monseñor Romero se han encargado de dinamizar las actividades logísticas para la eucaristía cada domingo. Según señalaron las personas entrevistadas, para pertenecer a la Comunidad de la Cripta no fue necesario inscribirse, les valió únicamente de motivación el mensaje de monseñor Romero. El número de participantes en la comunidad varía, pero, según Rita, «alrededor de diez personas son las que cada domingo dinamizan el espacio de la cripta»[14].

Para tener una comprensión más detallada del perfil de los participantes, en la Tabla 1 se lista a todas las personas entrevistadas, a quienes se les ha identificado con nombres ficticios para resguardar su privacidad. La tabla también incluye las fechas de entrevista y las temáticas en las que cada entrevistado aportó para el artículo.

 

Tabla 1. Perfil de las personas entrevistadas

 

Nombre/

Seudónimo

Lugar de origen

Información recolectada

Fecha

Teresita/Telma

Mejicanos

La participación de sacerdotes afines a las comunidades y asistencia de personas a la cripta.

Marzo de 2023 y marzo de 2024

Ana Ruth/Raquel

San Salvador

La organización para las conmemoraciones en la cripta.

Marzo de 2023

Engracia/Eugenia

Antiguo Cuscatlán

El rol de la Comunidad de la Cripta.

La inhumación de monseñor Romero dentro de la catedral y la exhumación de sus restos a la cripta. 

Marzo de 2023 y julio de 2024

Ana/Feligrés

Ayutuxtepeque

Los cambios que se han percibido en la cripta, por ejemplo, las eucaristías no han sido intervenidas por sacerdotes de las comunidades y el mensaje que los sacerdotes actuales predican, no son críticos a la realidad nacional.

  Marzo de 2023 y

  julio de 2024

Iván/Iván

San Salvador

El papel de la Comunidad de la Cripta.

Julio de 2023

Ruth/Rita

Santa Tecla

La actitud de los jerarcas católicos sobre el uso de la cripta.

Dinamización del espacio.

Marzo de 2024

Gilberto/Gil

San Salvador

Planteamiento de un artista plástico sobre la destrucción del mosaico de la fachada de catedral.

Julio de 2024

Roque/René

San Vicente

Teología de la liberación, Opus Dei.

Julio de 2024

Oscar/Octavio

Chalatenango

Sobre la elaboración del mosaico de la fachada de catedral.

Julio de 2024

Fuente: Elaboración propia a partir de entrevistas y pláticas informales con referentes durante el proceso de investigación.

 

En total, entre 2023 y 2024 se entrevistó a nueve personas y sus testimonios fueron determinantes, tanto en el acceso a los detalles relacionados al quehacer religioso de la comunidad, como al de la Iglesia. Asimismo, cuando los contenidos de esta investigación fueron actualizados, hubo otras entrevistas. La relación de trabajo y de amistad posibilitó aún más el acercamiento de primera mano a cierta información. En 2023 se entrevistó a cinco personas, entre estas se encuentran feligreses que asisten a las liturgias, tres integrantes de la comunidad la cripta y un corresponsal del periódico digital Co-Latino, quien cubre las actividades que se realizan allí. En 2024 se entrevistó a cuatro personas: Una miembro de la Comunidad de la Cripta que hizo señalamientos sobre la actitud de algunos integrantes de la Iglesia con respecto al espacio de memoria objeto de este estudio; un artista plástico cuyo testimonio declara el sentir de los artistas sobre la destrucción del mosaico de la fachada de catedral; un artesano que colaboró en la elaboración de dicho mosaico; y a un sacerdote que compartió su posición sobre  dos temas: la teología de la liberación y el Opus Dei.

Las entrevistas sirvieron para obtener la información necesaria para el estudio y también permitieron el acceso a situaciones que no podían ser observadas directamente. Los testimonios de estos actores fueron significativos para esclarecer detalles del lugar de memoria, así como los cambios que se perciben en el funcionamiento de la cripta como espacio material y como tribuna popular. Toda la información en campo se contrastó con fuentes secundarias, entre estas: Artículos académicos, periodísticos, blogs y bibliografía sobre memoria y lugares de memoria.

 

Ubicación de la cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador

 

La cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador se encuentra ubicada en el número 213, entre las calles Arce y Rubén Darío y las avenidas España y Monseñor Romero, se localiza en el centro de la ciudad capital y forma parte del conjunto histórico conformado por la Catedral Metropolitana de San Salvador, el Palacio Nacional de San Salvador, el Teatro Nacional de San Salvador, las plazas Barrios, Libertad y Morazán.

Según Carlos Ferrufino, el Centro Histórico de San Salvador, donde se ubica la cripta, fue delimitado por la Asamblea Legislativa en 2013, y abarca aproximadamente ciento veinte manzanas; además, se extiende desde el bulevar Venezuela hasta la alameda Juan Pablo II y desde la 25 Avenida hasta la zona del barrio Zurita[15]. Sin embargo, para este estudio únicamente se hará referencia al espacio de memoria de la cripta de catedral.

Cabe mencionar que actualmente el centro histórico experimenta cambios arquitectónicos y merece la pena preguntarse qué pasa en ese lugar y qué cambios está sufriendo esta zona urbana de la capital. En los últimos meses el Estado ha hecho remodelaciones de este espacio para recuperarlo y revitalizarlo. Sin embargo, estas acciones lo que hacen es destruir y devastar la zona. Se han perdido –y se están perdiendo– edificaciones de valor arquitectónico e histórico, pero más preocupante aún es la eliminación –y desaparición– del valor patrimonial. El caso emblemático en estos momentos es la intervención del Palacio Nacional, una edificación histórica a la que le han sustituido partes importantes como suelos, acabados, pinturas, entre otras, para transformar su imagen.

En cuanto a las intervenciones en la Catedral Metropolitana, objeto de esta investigación, no hubo en el contexto actual. Las acciones de destrucción –retiro o intervención como les han llamado– ocurrieron entre el 26 de diciembre de 2011 y los primeros días de enero de 2012, cuando la pintura sobre azulejos de cerámica que formaba un mosaico, denominado Armonía de mi pueblo, del artista Fernando Llort fue destruida, removida y eliminada de la fachada de la catedral. En ese caso, no fue el Estado el destructor, sino la propia Iglesia católica. Sobre la destrucción de dicho mosaico, un reconocido artista plástico salvadoreño sostuvo:

 

Para la comunidad artística del mundo de las artes plástico-visuales, la destrucción del mural sobre azulejos que decoraba la fachada de catedral de San Salvador significó una sensible desazón y [era] contraproducente. Además, se trata[ba] del interesante trabajo de Fernando Llort, uno de los artistas más emblemáticos de El Salvador, quien ha dejado una huella determinante e imborrable en el ámbito de la pintura y de la cultura nacional. La actitud de la Iglesia católica fue vista como una afrenta a la producción artística, acompañada de falta de apreciación y valoración del arte.[16]

 

A este respecto, uno de los artesanos que elaboró los grabados del mosaico y formó parte del equipo de trabajo de Fernando Llort mencionó que: «En Armonía de mi pueblo, mi participación fue con algunas ideas que Fernando me permitió, para el concepto»[17]. Este artesano mantiene en su poder el plan de trabajo que utilizaron para la elaboración de la cerámica que completaría el mosaico, cada una de estas cerámicas tenía su significado. Octavio mencionó al respecto que: «entre otras cosas, el mosaico describía, la identificación de lo salvadoreño, asimismo, la obra mostraba mensajes que nunca se descifraron». Para el artesano, Armonía de mi pueblo tenía un destello de misterio:

 

La historia de Armonía de mi pueblo es tan interesante por todo lo que sucedió alrededor de su elaboración y hasta terminar destruida. Considero que el mosaico habló y no supimos escucharlo, sucedieron hechos fuertes durante su elaboración y no supimos leerlos. Nos representaba y le daba vida a una catedral manchada de sangre.[18]

 

Para finalizar su testimonio, a propósito de la destrucción del patrimonio del centro histórico, Octavio afirma que: «El mural tenía su propia historia, se sintieron amenazados con él o ahí empezó el ordenamiento de la capital»[19]. A pesar de que el mosaico no tenía vinculación directa con monseñor Romero ni estaba registrado como bien cultural protegido por el Estado, sí representaba parte de la memoria histórica de El Salvador a través de las imágenes artísticas de la vida religiosa, y social de la población. La destrucción del patrimonio, ya sea de carácter arquitectónico o artístico, es la eliminación de la memoria colectiva de un pueblo, como asevera Dada en el periódico El País (España): «La catedral de San Salvador es, más que un centro religioso, un referente histórico y social de El Salvador. Aquí se sucedieron las huelgas y los movimientos sociales; los perseguidos políticos, los sindicalistas y los guerrilleros se la tomaron varias veces»[20]. El valor simbólico de este espacio para los salvadoreños es la herencia que se les deja a las nuevas generaciones.

Por considerarse en este artículo el tema de la cripta de catedral, no se profundizará en los cambios y la destrucción del patrimonio edificado del Centro Histórico de San Salvador, aunque se puede aseverar por lo observado, que muchas de las edificaciones patrimoniales localizadas en esta zona han sido afectadas con los cambios arquitectónicos que esta administración está llevando a cabo.

Centrándose en el tema de la cripta, este es un espacio físico del edificio de la Catedral Metropolitana de San Salvador, es un sitio subterráneo destinado al resguardo de los restos de los obispos muertos y personajes importantes de la sociedad civil. Actualmente la cripta es utilizada como capilla, en ella hay un altar y un sarcófago que conserva los restos de san Óscar Arnulfo Romero; está construida de ladrillos, concreto y mármol. La capilla de la cripta también es llamada coloquialmente «la tumba» y en ella hay dos lugares santos: el primero se encuentra debajo de la única región elevada que aloja el mausoleo de san Óscar Arnulfo Romero y, el segundo, en la parte de atrás, donde se encuentran las bóvedas con los restos humanos de los sacerdotes y jefes de barrio de la Iglesia católica salvadoreña y algunos laicos.

Donde reposa el cuerpo de san Óscar Arnulfo Romero Galdámez hay un monumento elaborado en bronce, de 2.5 metros de longitud por 1.8 metros de ancho, cubre con su sombra los restos mortales de tan insigne cristiano salvadoreño. Este espacio es dinamizado por las comunidades, por los fieles católicos y por toda la población que acude este lugar de memoria, el cual –según testimonio de feligreses que asisten a la liturgia y miembros de la comunidad– ha funcionado como tal desde 1999.

 

Figura 1. Vista del monumento a san Óscar Arnulfo Romero

Fuente: Fotografía tomada por Engracia Chavarría el 25 de junio de 2023.

 

Activación de la cripta

 

La cripta fue revitalizada por la Fundación Monseñor Romero el 23 de mayo de 1999. El sacerdote que ofició la primera misa en dicho espacio fue Estefan Turcios. Según dos mujeres de la Comunidad de la Cripta, quienes ofrecieron su testimonio en marzo de 2024, entre 1999 y 2005, doce mujeres[21] que pertenecían a diferentes parroquias de El Salvador se organizaron para limpiar y ordenar un espacio en la parte baja de la catedral metropolitana, es decir, la cripta.

Al principio esas mujeres colaboraban con la Fundación Romero durante la liturgia, como parte de ello, invitaban a sacerdotes a oficiar, adornaban el altar, presentaban las ofrendas, planificaban y coordinaban las conmemoraciones del natalicio y asesinato de monseñor Romero, entre otras actividades. En ese contexto, ellas se consideraban parte de la fundación, pues se dedicaban a dar vida al espacio. Sin embargo, el 24 de abril de 2005, monseñor Urioste[22] comunicó durante la misa de esa fecha que, en adelante, ya no habría celebración de eucaristías en la cripta, lo mismo ocurriría con las demás actividades que la comunidad realizaba, informó que las misas se desarrollarían en catedral. Este aviso molestó a sus feligreses, quienes realizaron manifestaciones para protestar en espacios públicos y solicitaron audiencia a la curia para encontrar una alternativa al aviso de monseñor.

El sacerdote encargado de catedral las recibió y les explicó que ellas (las doce mujeres) no pertenecían a la fundación y que no podían ampararse en su nombre, que eran únicamente colaboradoras de un miembro de esta. Ante ese argumento de la curia, las doce mujeres que formaban la comunidad, junto a la feligresía, presionaron para que las misas pudieran continuar en el lugar y que la comunidad pudiera seguir realizando sus actividades en la cripta. La curia otorgó el permiso para que la comunidad siguiera con la dinámica de revitalización del espacio, cuyas funciones centrales eran organizar y ayudar en la liturgia de la misa cada domingo[23]. Según Raquel, abogada y parte de la comunidad:

 

[En] el lugar, además de misas dominicales [se] lleva[n] a cabo dos eventos importantes para los católicos salvadoreños: las conmemoraciones del martirio del pastor el 24 de marzo y su natalicio el 15 de agosto. Ambos eventos se realizan desde hace 24 años.[24]

 

En el periodo que la comunidad atendió la cripta, invitaba a sacerdotes para que predicaran las homilías, las ofrendas, la palabra de monseñor Romero a través de sus mensajes y los avisos finales, que domingo a domingo brindaba a los feligreses y se encargaron de convertir el lugar en un espacio abierto a todos. La comunidad y algunos sacerdotes que participaban en la cripta se encargaban cada domingo de hablar la palabra de Dios, tomando como ejemplo la vida de san Óscar Arnulfo Romero. En esa práctica popular religiosa, eran los grupos ecuménicos, las comunidades eclesiales de base, las organizaciones de derechos humanos y otros sectores religiosos quienes dinamizaban social y comunitariamente la cripta.

En la cripta se llevan a cabo liturgias todos los domingos a las diez de la mañana y la afluencia indica que es la más reconocida por las comunidades. Durante mucho tiempo fue también la que se enfocó en denunciar los problemas sociales que aquejan a los salvadoreños, es decir, «el pecado social a la luz de la palabra viva y profética de nuestro profeta, pastor y mártir»[25]. A pesar de los desacuerdos con la Iglesia, la comunidad inicia la jornada:

 

Entre ocho y nueve de la mañana. Hombres y mujeres comienzan las labores para garantizar que la misa esté lista. También se ambienta el altar, se definen las ofrendas a presentar y todos los detalles correspondientes.[26]

 

Figura 2. Una persona presenta el báculo de monseñor Romero durante una liturgia

 Un grupo de personas en un salón

Descripción generada automáticamente

Fuente: Fotografía tomada por Engracia Chavarría durante la eucaristía el 9 de octubre de 2022 en la cripta de Catedral.

 

Antes de 2020, la comunidad organizaba las dos conmemoraciones ya mencionadas. Según Raquel, durante la preparación de esas actividades, «la comunidad invitaba a todas las personas que querían acompañar, lo hacían a través de redes sociales, asimismo, el Diario Co-Latino les proveía de espacios para publicar las invitaciones». Los eventos conmemorativos eran anunciados los domingos previos a las efemérides mencionadas durante la misa. Raquel sostiene que «desde dos meses antes realizaban la publicidad para conmemorar el martirio y natalicio de monseñor»[27].

En el periodo que realizaban las conmemoraciones del 24 de marzo, el público que asistía a los eventos no era menor a dos mil personas; participaban miembros de comunidades de todo el país, turistas y sacerdotes que intervenían en el ritual religioso, entre ellos los padres Fredis Sandoval, Roque Regalado, Miguel Morán, Antonio Rodríguez, Rogelio Ponseele, Ariel Cruz. Algunos sacerdotes que participaron, pero ya han fallecido, son Pedro Leclercq, Gerardo Potter, Juan José Mendoza y Estefan Turcios[28].

Según una feligresa, la afluencia de personas a la cripta en domingos normales es de aproximadamente trescientas personas, «eso suman las sillas y las bancas que están acomodadas en el espacio, pero cuando se hacen las conmemoraciones, hay gente que entra y sale durante todo el día, no hay un número exacto»[29]. También señala que no hay comparación con el número de personas que asiste a la catedral, porque el espacio de esta es mucho más grande que el de la cripta y durante las fiestas mayores del Salvador del Mundo, las más importantes, la catedral se llena. Otro dato que comentó la feligrés fue que cuando los sacerdotes de afuera –ajenos a la parroquia– asistían a la cripta a dar la misa, los acompañaban los miembros de sus comunidades, en ese caso, también era una afluencia mayor a la que normalmente se observaba en la cripta.

En los años en los que la comunidad coordinaba las conmemoraciones, las actividades empezaban a las siete de la mañana y finalizaban hacia las seis de la tarde. Los programas de estas eran variados, pero por lo general incluían actividades culturales, entre las que destacaban la participación de grupos artísticos, presentación de poesías, muestras de videos y una franja de realidad nacional que podía contener testimonios y ponencias con especialistas sobre temas de actualidad. La actividad culminaba con los actos ecuménicos o la eucaristía. Hoy, y según comenta Raquel, «[en] las conmemoraciones participan personas de todo el mundo, de América, Europa [y] África. Hay visitas guiadas con tour operadores, estos contemplan las conmemoraciones de la cripta como parte de tour por el centro histórico»[30].

 

Figura 3. Vista de lápida de la bóveda de monseñor Rivera Damas localizada en la cripta

 Un letrero de color blanco

Descripción generada automáticamente con confianza baja

Fuente: Fotografía tomada por Johanna Marroquín el 25 de junio de 2023.

 

Contextualización del desarrollo del espacio o expresión pública de memoria

 

Como se indicó, el espacio lo activó la Fundación Monseñor Romero en 1999, la Comunidad Monseñor Romero de la Cripta acompañaba el esfuerzo, todo ello en el marco del proyecto que permitiría preparar la beatificación de Monseñor Romero en el nuevo milenio[31]; de esta manera, el espacio servía para promover la beatificación mediante misas todos los domingos. Durante los años siguientes, la cripta fue escenario de actividades litúrgicas, conmemoraciones, visitas de personas de todo estrato social, tanto salvadoreños como extranjeros, además de jefes de Estado[32], líderes religiosos de diferentes denominaciones y hasta artistas de talla internacional, quienes llegaban al lugar para visitar el mausoleo a san Óscar Arnulfo Romero.

Para la sociedad salvadoreña, la cripta no es cualquier espacio, en ella está anclada la memoria. La sociedad tiene la decisión de recordar sobre el pasado, practican la memoria en el presente y la continuarán en el futuro a través de la herencia a las nuevas generaciones que la perpetuarán con su práctica[33], por medio de organizaciones como la Pastoral Juvenil, el grupo de jóvenes organizados en el movimiento pasionista, la Pastoral Juvenil Arquidiocesana y estudiantes de diferentes centros educativos católicos, estos sectores serán los que continúen el legado de monseñor san Óscar Arnulfo Romero.

Este espacio significativo «es usado y apropiado por medio de acciones de recuerdo que enuncia, articula e interpreta sentidos del pasado»[34], a través de la justicia social, solidaridad, respeto y ayuda mutua, principios propuestos por san Óscar Arnulfo Romero y que son reproducidos en la cripta por medio de sus acciones inmateriales, el espacio y los objetos que ahí se encuentran, pero sobre todo por el recuerdo de la figura de monseñor, representada mediante su pensamiento de opción preferencial por los pobres.

Otro aspecto importante en el lugar es el monumento yacente –del escultor italiano, el ingeniero Paolo Borghi– representando al mártir durmiendo el sueño de los justos[35] que contiene otros elementos simbólicos que encarnan el sentir de la iglesia con su pueblo. El lugar y sus prácticas pertenecen a la memoria colectiva que recompone mágicamente el pasado[36] de violencia que afectó a todo un pueblo, en la que monseñor Romero fue parte fundamental en la defensa de los derechos humanos de las personas violentadas.

En cuanto a las memorias que se construyen en el espacio y se trasmiten, es importante señalar que los padres participan de las actividades litúrgicas y conmemorativas con sus hijos, asimismo existen juventudes romeristas cuyo objetivo es «consolidar la Iglesia ecuménica que monseñor Romero quiso, donde las personas jóvenes de distintas religiones, edades, sexos, trabajen unidas por la construcción del reino de Dios en la tierra»[37].

Según se observó en el lugar, grupos de jóvenes promueven el rescate de valores y la lucha por la justicia que san Óscar Arnulfo Romero predicaba con sus palabras y acciones, así como la construcción de un mundo más justo y humano. Por eso es importante mantener y salvaguardar ese lugar de memoria, así como la transmisión oral en el seno de la familia o el grupo social, darles la oportunidad a las nuevas generaciones de mostrar lo que ahí sucedió y por qué sucedió en ese sitio de memoria.

 

Sitio de memoria la cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador

 

La cripta de catedral es un lugar significativo que se usa y se asume por medio de acciones de recuerdo que enuncian, articulan e interpretan sentidos del pasado; es decir, aquellos lugares en los cuales se hace memoria[38]. La cripta es propiedad de la Arquidiócesis de San Salvador y adscrita a la Catedral Metropolitana, pero la Comunidad de la Cripta la gestiona, la adorna y organiza la logística para los rituales religiosos. Este grupo de mujeres y hombres busca materializar el mensaje de monseñor Romero a través del espacio, de lo material y lo inmaterial.

Este espacio de memoria es el escenario donde ocurrieron acontecimientos significativos para la historia salvadoreña que fueron marcados por la violencia política durante las décadas de 1970 y 1980, entre ellas una masacre durante la misa del sepelio de monseñor Romero. Este hecho fue reportado por el periódico La Vanguardia el 1 de abril de 1980: «La matanza ocurrió durante la homilía de la misa exequial celebrada el domingo, por la mañana, cuando una bomba, con hojas de propaganda, hizo explosión en uno de los extremos de la plaza y le sucedió un intenso tiroteo de dos horas en medio del terror general»[39]. En ese contexto, Eugenia señala «debido a ese evento, monseñor Romero fue inhumado al costado derecho del altar mayor, no pudieron enterrarlo en la cripta, donde se encuentran los restos de todos los obispos; sin embargo, en 2005 fueron exhumados sus restos al mausoleo elaborado en bronce por petición del obispo Sáenz Lacalle»[40].

Así mismo, en las gradas de catedral sucedió otro hecho de violencia, la llamada «Masacre de las gradas de catedral», ocurrida el 8 de mayo de 1979, en la que fueron asesinadas aproximadamente 17 personas[41], en el marco de una toma por parte de miembros de organizaciones populares que exigían al gobierno de la época, la liberación de sus compañeros capturadas por las fuerzas armadas. Es de esta manera que este espacio fue testigo de acciones de violencia.

Piper define los espacios de memoria como los lugares donde sucedieron atentados, asesinatos masivos o enfrentamientos; lugares que fueron centros de detención, tortura o exterminio. La marcación territorial de un lugar que conserva la memoria supone la voluntad política de conservar su historia y hacerla visible[42]. En este caso particular, y según testimonios, no fue la voluntad de la Iglesia, sino de las comunidades quienes querían mostrar a las nuevas generaciones la historia de monseñor Romero. Este espacio de memoria tiene la particularidad de realizar manifestaciones o expresiones de memoria colectiva, como celebraciones y conmemoraciones[43]. El lugar se activa por el valor que le otorgan las comunidades, la sociedad civil, amigos y familiares de víctimas, etc. Tiene un significado especial por lo que representa, por el vínculo entre el asesinato y monseñor Romero. La cripta busca materializar un nexo particular entre el pasado, el presente y el futuro, apropiándose y habitando ciertos espacios mediante prácticas de recuerdo que les confieren un sentido de pasado[44].

Al visitar la cripta, se evoca la información de los sucesos allí acaecidos, lo que permite sentir y vivir la experiencia en un proceso emocional donde se diluyen el tiempo y espacio[45]. También evoca sentimientos por el conocimiento que se tiene sobre monseñor Romero y no solo quienes lo conocieron, sino todos los que le veneran y asisten al lugar, ya algunos nacieron después que este murió.

 

Sectores resistentes a la labor pastoral que en la cripta se realiza

 

Monseñor Romero fue, es y seguirá siendo una figura histórica de resistencia salvadoreña, símbolo de defensa de los derechos humanos en los peores años violentos, sus palabras disgustaron a la oligarquía, a la Fuerza Armada y a la Iglesia; sin embargo, ante las adversidades, su pueblo lo hizo santo porque su mensaje transcendió y continua vigente hasta estos momentos.

Después de la denominación como beato, el 23 de mayo de 2015, una multitud de devotos de todas las edades y de diferentes domicilios de El Salvador iniciaron la fiesta religiosa con una peregrinación que partió de diferentes comunidades y finalizó en el monumento al Salvador del Mundo. Este espacio fue definido por las autoridades de la Iglesia para la Beatificación. Según el blog Super Martyrio,

 

[…] el obispo Luis Escobar Alas y los organizadores determinaron llevarlo a cabo en el monumento antes mencionado, porque temían que la beatificación de Mons. Romero llegara a ser un holocausto semejante a su trágico funeral en 1980, cuando cuarenta y cuatro fieles murieron a causa de disturbios y una estampida desatada por ellos.[46]

 

En el evento de beatificación, la población católica acompañó a las autoridades eclesiales en una ceremonia en la que se fusionaron expresiones populares y religiosas. El blog Super Martyrio reporta que estuvieron presentes mil trescientos sacerdotes, cien obispos y seis cardenales en el altar temporal erigido en la plaza. Así como jefes de Estado invitados, entre los que sobresalían el presidente de Ecuador, de Honduras y el de Panamá. El otro acontecimiento significativo para la feligresía devota de monseñor Romero fue su consagración el 14 de octubre de 2018, celebrado en la plaza San Pedro de la Ciudad del Vaticano, retransmitida en vivo por televisión y proyectada en pantallas gigantes a cientos de fieles católicos reunidos en la plaza Barrios de San Salvador, frente a la catedral.

A pesar de que monseñor Romero ya es santo, muchos sectores no han cambiado el pensamiento hostil hacia él, esto se evidencia en las disputas que ocasiona el uso de la cripta como espacio de memoria. Según una colaboradora de la comunidad, a algunos miembros de la Iglesia católica no les agrada la dinámica que llevan a cabo ahí:

 

El nuevo sacerdote encargado de catedral es muy joven y no entiende cómo ha sido la función de la cripta durante años. El lugar es un espacio de respeto a la figura de monseñor Romero, pero también es un lugar de denuncia de los problemas actuales que le afligen a la sociedad salvadoreña, sobre la violencia estatal en la llamada política del Régimen de Excepción, el alto costo de la vida, la corrupción, la violación de los derechos humanos, entre otros

 

Otro comentario sobre ese mismo problema lo menciona Eugenia:

 

No solo es un sacerdote, son aquellos que designa la alta jerarquía salvadoreña de la Iglesia católica para administrar catedral y la cripta […] los que llevan la consigna de no permitir la liturgia como se realiza en la cripta. Han nombrado a un sacerdote encargado de la cripta que sigue los lineamientos de sus jefaturas. También han pedido que de parte de la cripta ya no se invite a sacerdotes para celebrar las misas, pues ellos hoy se encargan de hacerlo.[47]

 

Eugenia continúa señalando:

 

No fueron estos los artífices de proclamar santo a monseñor Romero (la jerarquía católica salvadoreña), sino que fue el pueblo pobre, marginado, perseguido, al que él defendía a la luz de la palabra del Evangelio (antes de que en el Vaticano lo canonizaran como santo). Es el pueblo mismo y los laicos quienes tienen también el derecho de conmemorar a su pastor y de difundir su pensamiento profético, como el amor por él y la tradición se los dicta.[48]

 

Aunque la resistencia actual no es distinta a la que vivió san Óscar Arnulfo Romero, pues en aquel momento una parte de la Iglesia no reconocía su labor –jerarcas de la Iglesia salvadoreña y del Vaticano o el mismo gobierno eran enemigos suyos– y desconfiaba de él desde que fue nombrado arzobispo en 1977. Esa situación probablemente se debía a lo dicho por Karla Ann Koll: «había un rechazo, un miedo, de parte del Vaticano de los movimientos teológicos en América Latina que estaban replanteando la estructura de la Iglesia y el compromiso pastoral y teológico»[49].

También existe otro sector social contrario a las prácticas que acoge la cripta, son algunos salvadoreños que manejan el discurso oficial de la década de los 1980, que acusaban a monseñor Romero de ser un aliado de la extrema izquierda. En algunas oportunidades se han escuchado discursos de odio hacia el lugar que alberga los restos de san Óscar Arnulfo Romero porque consideran que él era comunista; sin embargo, fue hasta su canonización que algunos opositores al mártir se han quedado callados.

Desde 2020 ha habido cambios en el manejo del espacio de la cripta por parte de la Arquidiócesis de San Salvador, son ellos los que definen quienes ofician la liturgia y el uso del espacio, la Comunidad de la Cripta se limita a obedecer los planteamientos de las autoridades eclesiales para no entrar en contradicciones. Se limitan a participar en la liturgia y en otros rituales conmemorativos.

 

Memorias vinculadas a la cripta

 

Las memorias que se incluyen en la cripta pertenecen a la colectividad y al identitario nacional, representan los recuerdos de hechos violentos sucedidos en las décadas de 1970 y 1980 en El Salvador, pero sobre todo el recuerdo de un personaje que durante esos años se había convertido en un reconocido crítico de la violencia y la injusticia: Monseñor Romero. Para los sectores de derecha –civiles y militares– era un enemigo peligroso; existe documentación que señala que el asesinato de Romero fue por odio político, que el mayor Roberto d’Aubuisson –un militar de extrema derecha– organizó e instruyó a miembros de su equipo de seguridad para asesinarlo[50]. La muerte de Romero se perpetró el 24 de marzo de 1980, después de que oficiara misa en el Hospital Divina Providencia de San Salvador. Desde su martirio ya han pasado muchos años, pero la memoria permanece en la cripta y trasciende generaciones y territorios. La población que visita la cripta se suma a las actividades que en ella se realizan, ellos son poseedores de la memoria social que les mantiene unidos en los rituales conmemorativos de cada año y cada domingo en las liturgias.

En la cripta todas las memorias individuales se juntan para volverse una sola, para reconstruir su pasado colectivamente, para recordar y para edificar un futuro. El lugar de memoria donde descansan los restos de monseñor Romero resulta de una acción y una intensión social que se construye a partir del recuerdo de un personaje que vivió para quedarse una parte del identitario salvadoreño. Quienes visitan la cripta regresan al pasado y llevan al presente el recuerdo de un hecho, de una situación, de sus muertos. «Cuando vengo a la cripta me acuerdo de mi hermano asesinado durante el conflicto»[51]. La cripta es el lugar en el que reviven situaciones pasadas y regresan al presente para trascender al futuro. Se recordaba a los mártires y se denunciaban temáticas de actualidad, como violaciones de derechos humanos, las implicaciones de la ley de agua, los problemas medioambientales y las violaciones constantes a la Constitución de la República.

Las memorias de la cripta como tribuna, exponía a los asistentes de la liturgia la doctrina cristiana de la Iglesia, contrastando con temas actuales; sin embargo, durante el tiempo en el que se llevó a cabo la investigación, su posición era más relajada, no estaba en posición de denunciar, probablemente se debía a que, el periodo de la investigación se enmarca en el Régimen de Excepción[52], cuya permanencia lleva 28 meses y continúa prorrogándose, es decir, la población tiene temor de denunciar.

Según un feligrés:

 

En estos momentos es como regresar al tiempo de la guerra, en el que si usted hablaba algo en contra del gobierno lo desaparecían o lo asesinaban, ahora quizá no lo asesinan, pero lo llevan a la cárcel, que es como si lo asesinaran, es la mejor manera de callar a las personas.[53]

 

Tampoco se percibió, a través de la observación, que las actividades de la cripta o los mensajes que se producen en ella sean parecidos a los que se presentaban en años anteriores o durante su reactivación en 1999, en el que había una posición más contundente sobre los problemas que aquejaban a los salvadoreños.

Lo que lleva a suponer que la labor de denuncia de la Iglesia no tiene el mismo peso de años pasados, hay temor de denunciar o simplemente que su labor se está alejando del pueblo, tal como lo señalan los feligreses y algunos miembros de la Comunidad de la Cripta entrevistados.

Pero, a pesar de los cambios suscitados en la cripta, la sociedad habla y reconoce los valores de ese lugar.

 

Valores religiosos

 

La cripta tiene un valor social por la existencia de una expresión organizativa y una estructura social que hace posible las homilías y los rezos que se desarrollan los domingos, así como en las conmemoraciones de cada año, en los que participan todos los sectores y se identifican con la vida, pasión y muerte de san Óscar Arnulfo Romero.

También tiene un valor religioso que se manifiesta a través de los diferentes rituales y de las conmemoraciones, manifestaciones inmateriales conectadas con lo sagrado, la veneración y el respeto. El valor simbólico está representado en tanto que es un espacio donde reposan los restos de tan insigne personaje y donde los asistentes a las actividades litúrgicas y las conmemoraciones exaltan valores, sentimientos y pensamientos y, en especial, simboliza el legado y la memoria del martirio de Romero.

 

Reflexiones finales

 

Para esta reflexión se considera las disputas de la memoria entre la participación de los actores y la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. Este espacio es considerado sitio de memoria, un concepto acuñado por Pierre Nora en 1984, quien los designa como lugares «en los tres sentidos de la palabra: material, simbólico y funcional, pero simultáneamente en ‘grados diversos’»[54]. Un sitio de memoria «es un espacio significativo que es usado y apropiado por medio de acciones de recuerdo que enuncian, articulan e interpretan sentidos del pasado»[55]. Estas acciones de recuerdo se han venido practicando desde hace 26 años, desde que el pueblo salvadoreño había pedido al Vaticano la canonización de Romero y le había hecho su propio reconocimiento por medio de rituales y la construcción de un monumento en su honor, que la Fundación se encargó de revitalizar.

El nombramiento del lugar inscribe en él una historia y habilita a los encargados de su dimensión conmemorativa atribuirle un «régimen de valores y una semántica»[56], que es compartido y acompañado por la comunidad a través del tiempo, aun cuando su infraestructura no es propiedad de la comunidad sino de la Iglesia católica, quien decide las acciones que se pueden o no desarrollar ahí.

La cripta expone la materialidad y lo inmaterial, es la referencia al pasado, pero también al presente y al futuro[57]. La evidencia material se presenta a través de las imágenes y la escultura sobre el mausoleo que resguarda los restos de Romero. Estos objetos han sido donados –en su mayoría– por católicos seguidores de la corriente evangelista del santo. Lo inmaterial está representado por las conmemoraciones y las eucaristías que tienen lugar allí. «Esas prácticas cristalizan los modos en los que la sociedad recuerda y elabora el pasado combinando la necesidad privada e individual de homenajear a las víctimas con la aspiración colectiva de narrar la historia y plasmarla en este espacio público»[58].

Según testimonio de las personas entrevistadas, activar a la cripta tuvo como objetivo promover la beatificación de Romero; en el identitario de la feligresía y en el grupo de mujeres, «se trataba de una memoria que sin ser necesariamente denuncia, asume el conocimiento o referencia al pasado como un deber en el espacio público democrático y una forma de crítica frente al silencio, el olvido y la impunidad»[59].

Anteriormente, en la cripta era común la participación de sacerdotes que comulgaban con la teología de la liberación, sacerdotes que seguían los acuerdos plasmados en «la carta encíclica Populorum Progressio del papa Pablo VI, que ponía a la Iglesia al servicio de los hombres [y mujeres] para ayudarles a captar todas las dimensiones de impulsar una pastoral asistencial y libertadora»[60] y convencerles de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia de la humanidad[61].

Monseñor Romero estuvo alejado de esta corriente teológica aludida, ya que él estuvo adherido a la doctrina de la iglesia; sin embargo, no a su pueblo al que le tenía un lugar especial determinándose como un pastor con una opción preferencial por los pobres, según declaraciones de monseñor Jesús Delgado a la Agencia Católica de Informaciones y recogidas en el artículo Monseñor Óscar Romero nunca se interesó por la teología de la liberación, asegura su secretario personal[62]. Para Delgado, «de la Teología de la Liberación [Romero] no supo nada, no quiso informarse de eso, él estaba adherido fielmente a la Iglesia Católica y sobre todo a la doctrina de los Papas»[63]. El objetivo de monseñor Romero era: «predicar la palabra de Dios y llamarnos a todos a una conversión a Cristo y con Cristo a la gente más pobre»[64]. Jesús Delgado fue uno de los biógrafos de Romero e impulsó el proceso hacia su canonización.

Al respecto, a monseñor Romero le tocó enfrentarse a una época en la que los pueblos eran oprimidos, masacrados y vulnerados en sus derechos. Como buen pastor, no dejó abandonadas a sus ovejas y asumió el rol que le correspondía según su fe. Su palabra fue liberadora para el pueblo que lo vitoreaba. Se podría considerar que, aunque el arzobispo Romero no abrazara esta corriente teológica, la practicó con su pueblo.

Algunos feligreses consultados durante esta investigación aseveraban que, en esos tiempos, monseñor se encontraba en disputas contra algunas corrientes religiosas que pudieran no estar de acuerdo con  su actuación, como el Opus Dei, cuyo objetivo «es contribuir a esa misión evangelizadora de la Iglesia Católica, promoviendo entre fieles cristianos de toda condición una vida coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la existencia y especialmente a través de la santificación del trabajo»[65].  Monseñor Romero se guiaba por su adscripción a la Iglesia de Roma, nunca se opuso a sus mandatos, sin embargo seguía sus instintos de redentor del pueblo y ello fue motivo para que fuese atacado por sus mismos compañeros de báculo.

En el identitario salvadoreño, en los seguidores de monseñor, la idea de que todo lo que tuviera relación con monseñor Romero estaba en contra del Opus Dei. Esa afirmación fue compartida con algunos de los entrevistados al referirse a la administración de la cripta.

Según un feligrés:

 

El sacerdote responsable […] de la cripta no quiere que sacerdotes de fuera de catedral oficien misas […] El nuevo sacerdote es de la orden Opus Dei[66], en ese caso la Iglesia ya no se abre a lo social ni a las denuncias, únicamente a la actividad religiosa.[67]

 

Ante la posición de la curia, las comunidades perciben que el lenguaje y los símbolos religiosos actuales niegan la memoria de hitos históricos que afectaron a una gran parte de la población en los difíciles años del conflicto armado. A pesar de ese posicionamiento de la Iglesia, una parte de la sociedad salvadoreña considera que es necesario promover en la cripta la memoria sobre los hechos pasados para no repetirlos. Hay que recordar que en el pasado la cripta era una tribuna para denunciar las violaciones de los derechos humanos, pronunciarse por los pobres, marginados y perseguidos; y esto entraba en contradicción con la curia, que argumentaban que la cripta únicamente debía cumplir el rol que le atribuyen de las autoridades eclesiales. A pesar de esto, la cripta es parte de la comunidad, quien seguirá difundiendo «el legado de monseñor Romero y su pensamiento para crecer en nuestra fe»[68]. También continuará celebrando cada domingo la misa y conmemorando el natalicio y muerte del pastor.

Para finalizar, meses antes de la pandemia, los asuntos en la cripta habían cambiado. El último párroco (2022-2024) quiso quitar relevancia a la comunidad y convertir a la curia en la responsable de todo el quehacer religioso y social del espacio. Desde mayo de 2023, estos (la Iglesia) prohibieron a las mujeres invitar a otros párrocos, ellos deciden que los participantes en la liturgia sean los sacerdotes que colaboran en catedral. Aunque la comunidad propone actividades, son las autoridades parroquiales las que determinan quienes serán los sacerdotes celebrantes y los ponentes durante la celebración. Según los testimonios, a la comunidad solo la utilizan para los quehaceres del ornato. No obstante, las mujeres siguen en resistencia pasiva, porque consideran que el espacio lo utilizan para tener presente a monseñor Romero y su pensamiento.

Como señala Schindel[69], los rituales que se llevan a cabo en la cripta son prácticas que concretizan las formas en que la sociedad y las comunidades recuperan un pasado que les afectó directa e indirectamente. Ese espacio es un homenaje al mártir y a otras personas que fueron asesinadas durante el conflicto armado. Dicho lugar y la conmemoración narran las historias que son heredadas a las nuevas generaciones.

Para los feligreses que visitan la cripta cada domingo, este no es un espacio cualquiera, en ella se encuentra anclado un pasado que es recreado constantemente por las nuevas generaciones que se han organizado para llevar la palabra y obra de monseñor Romero; las perpetuarán durante los años venideros. Durante las visitas a la cripta existe una conexión entre los grupos participantes. Esto se observa durante los rituales religiosos. Pareciera imposible que puedan tener un pensamiento distinto, ellos están concienciados en sus creencias.

Los feligreses que asisten a la cripta le han otorgado diversos valores, como el valor simbólico, por lo que representa la memoria de monseñor Romero. También representa la materialidad, a través del lugar de memoria, y la inmaterialidad, mediante la espiritualidad que los participantes profesan. Las entrevistas y la observación permitieron conocer que el lugar y las prácticas no están exentos de contradicciones –que ocurren en dos direcciones–: la Iglesia como la institución que administra el lugar, quien impone las reglas dictadas por el obispo, y seguidas por el párroco responsable, y la feligresía junto con la Comunidad de la Cripta quienes consideran que el espacio de memoria debiera ser del pueblo y para el pueblo.

 

 

Formato de citación según APA

Marroquín-Joachin, J. (2024).  La cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. Revista Espiga, 23(48).

 

Formato de citación según Chicago-Deusto

Marroquín-Joachin, Johanna. «La cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador». Revista Espiga 23, n.° 48 (julio-diciembre 2024).

 


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[1] «Noticia sobre el asesinato de Monseñor Romero en ABC», Cervantes virtual.com, acceso el 25 de mayo de 2023, https://www.cervantesvirtual.com/portales/monsenor_romero/dossier1_abc

[2] Xavier Alegre, Mons. Romero, un defensor profético de los derechos humanos (Barcelona: Cristianisme i Justícia, 2011), 3, https://coleccion.uca.edu.sv/s/oscar-a-romero/item/12159

[3] Cristina Sánchez-Aguilar, «Monseñor Romero reconocido mártir por odio a la fe», Alfa y Omega, acceso el 10 de julio de 2024, https://alfayomega.es/monsenor-romero-reconocido-martir-por-odio-la-fe/

[4] Comisión de la Verdad para El Salvador, De la locura a la esperanza: La guerra de 12 años en El Salvador. Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, 2016), 30.

[5] Ibíd., 143.

[6] Ibíd., 151.

[7] Joaquín Villalobos, «¿Quiénes fueron los villanos y quiénes los héroes? La Guerra Civil en El Salvador», Quórum: revista de pensamiento iberoamericano, n.° 1 (2000): 157, https://ebuah.uah.es/dspace/handle/10017/7664

[8] Cervantes virtual.com, «Noticia sobre el asesinato de Monseñor Romero en ABC», acceso el 25 de mayo de 2023, https://www.cervantesvirtual.com/portales/monsenor_romero/dossier1_abc/

[9] Laura Castro Rivera, «Ritual y memoria histórica: aproximación antropológica a la construcción de la figura de monseñor Romero en El Salvador» (tesis de grado. Universidad de El Salvador, 2018), 53, https://oldri.ues.edu.sv/id/eprint/18833/1/34103408.pdf

[10] Eugenia, una de las mujeres fundadoras de la Comunidad de la Cripta, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[11] Conrad Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana (Madrid: McGraw-Hill, 2000), 12.

[12] Thelma Elena Pérez-Álvarez, «Representaciones de las mujeres en la publicidad televisiva como una impronta de violencia simbólica en México: estudio de una muestra y propuesta» (tesis de doctorado, Universitat Autònoma de Barcelona, 2018), 88, https://www.tdx.cat/handle/10803/666862#page=1

[13] Johanna Marroquin-Joachin, «Patrimonio y memoria: Los casos de la masacre de La Quesera en Usulután y la masacre de San Francisco en San Salvador (El Salvador)» (tesis de doctorado, Programa de doctorado en Arqueología Prehistórica, Universidad Autónoma de Barcelona, 2023), 85, https://www.tesisenred.net/handle/10803/691204#page=1

[14] Rita, comunicación personal, 4 de marzo de 2024.

[15] Walu Hernández, «Carlos Ferrufino explica las contradicciones en la modernización del Centro Histórico de San Salvador», Mediana, 10 de junio de 2024, acceso el 17 de julio de 2024, https://www.medianamag.com/articulos/cambios-transformaciones-centro-historico-san-salvador-carlos-ferrufino

[16] Gil, comunicación personal, 3 de julio de 2024.

[17] Octavio, comunicación personal, 4 de julio de 2024.

[18] Ibíd., Octavio se refiere a la cantidad de hechos violentos que sucedieron en catedral a lo largo de su historia.

[19] Ibíd.

[20] Carlos Dada, «El arzobispo destruyó el mural de catedral», El País, 7 de enero de 2012, acceso el 17 de julio de 2024, https://blogs.elpais.com/dadaistmo/2012/01/el-arzobispo-destruyo-el-mural-de-catedral.html

[21] En los inicios, la activación de la cripta estuvo a cargo de mujeres, sin embargo, con el paso del tiempo, se incorporaron hombres. Actualmente la comunidad la componen hombres y mujeres.

[22] Roberto Valencia, «Monseñor Urioste, el vicario general», El Faro, 30 de marzo de 2015, acceso el 27 de julio de 2024, https://www.elfaro.net/es/201503/noticias/16759/Monse%C3%B1or-Urioste-el-vicario-general.htm; Ricardo Urioste Bustamante, el vicario general de Monseñor Romero, fue uno de los más firmes soportes dentro de la curia durante el agitado trienio al frente de la arquidiócesis.

[23] Según integrantes de la misma comunidad, desde 2020 y hasta ahora, la comunidad participa en la cripta únicamente como colaboradora; suele asistir la eucaristía, ornamentar el altar y captar las ofrendas que luego entrega a los responsables de Catedral. Actualmente la curia se encarga de planificar y organizar todas las actividades que se llevan a cabo en la cripta, incluidas las conmemoraciones de las que la comunidad se hacía cargo antes.

[24] Raquel, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[25] Feligrés, comunicación personal, 16 de julio de 2024.

[26] Iván Escobar, «La comunidad de la cripta continúa reto de multiplicar legado de Mons. Romero», Diario Co-Latino, 24 de marzo de 2022, acceso el 20 de mayo de 2023, https://www.diariocolatino.com/la-comunidad-de-la-cripta-continua-reto-de-multiplicar-legado-de-mons-romero/

[27] Raquel, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[28] Thelma, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[29] Feligrés, comunicación personal, 16 de julio de 2024.

[30] Raquel, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[31] Laura Castro Rivera, «Ritual y memoria histórica: aproximación antropológica a la construcción de la figura de monseñor Romero en El Salvador», La Universidad 11, n.° 38-39 (2018): 183, https://revistas.ues.edu.sv/index.php/launiversidad/article/view/1448

[32] El presidente Michael D. Higgins, el jefe del Estado de Irlanda, visitó la tumba de Mons. Óscar A. Romero de El Salvador el viernes 25 de octubre de 2013. Visitantes más destacados que han visitado el mausoleo de san Romero, el presidente EE. UU. Barack Obama en marzo de 2011, el Pdte. Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, el Pdte. Rafael Correa del Ecuador, y el Pdte. Fernando Lugo de Paraguay. En junio de 2013, el Pdte. Sebastián Piñera de Chile. El Papa Juan Pablo II visitó en 1983 y 1996. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos visita a la Cripta de Catedral Metropolitana, donde yacen los restos de Monseñor Óscar Arnulfo Romero el 5 de abril de 2016. «Obama», Super Martyrio, acceso el 17 de julio de 2023, https://polycarpi.blogspot.com/2011/03/obama-cmss.html; «presidente irlandés visita Tumba de Mons. Romero». Super Martyrio, acceso el 17 de julio de 2023, https://polycarpi.blogspot.com/2013/10/presidente-irlandes-visita-tumba-de.html; Eduardo Serrano, «Presidente de Colombia visita la Cripta de Catedral Metropolitana», Diario Co-Latino, 5 de abril de 2016, acceso el 20 de mayo de 2023, https://www.diariocolatino.com/presidente-de-colombia-visita-la-cripta-de-catedral-metropolitana/

[33] Eugenia Allier-Montaño, «Los lieux de mémoire: Una propuesta historiográfica para el análisis de la memoria», Historia y Grafía, n.° 31 (2008): 165-192.

[34] Ana Guglielmucci y Loreto López, «La experiencia de Chile y Argentina en la transformación de ex centros clandestinos de detención, tortura y exterminio en lugares de memoria», en Vestigios del pasado: Los sitios de la memoria y sus representaciones políticas y artísticas, ed. por Megan Corbin y Karín Davidovich (Minnesota: Hispanic Issues On Line, 2019), 60 https://conservancy.umn.edu/server/api/core/bitstreams/63ff27f2-48d3-4d43-9e59-c79f0b74a402/content

[35] Rubén Mejía Panameño, 11 de octubre de 2011 (21:50), «Historia de la Catedral de San Salvador», Blog de la Catedral Metropolitana de San Salvador, https://catedralmetropolitanadesansalvador.blogspot.com/2011/10/historia-de-la-catedral-de-san-salvador.html

[36] Maurice Halbwachs, Memoria colectiva (Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004), 13.

[37] «Objetivos», Juventud Romerista, acceso el 18 de mayo de 2023, https://juventudromerista.es.tl/Objetivos.htm

[38] Isabel Piper-Shafir, «Violencia política, miedo y amenaza en lugares de memoria»,

Athenea Digital 15, n.° 4 (2015): 158, http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenea.1601

[39] Noticia sobre los funerales de Monseñor Romero en la Vanguardia», Cervantes virtual.com, «acceso el 25 de mayo de 2023, https://www.cervantesvirtual.com/portales/monsenor_romero/dossier2_vanguardia/#:~:text=La%20matanza%20ocurri%C3%B3%20durante%20la,en%20medio%20del%20terror%20general

[40] Eugenia, comunicación personal, 3 de julio de 2024.

[41] Rebeca Abrego y Natalia Gómez. «Masacre en las gradas de catedral, 1979», Revista Comunica, 3 de mayo de 2019, acceso el 25 de julio de 2024, https://comunica.edu.sv/2019/05/03/masacre-en-las-gradas-de-la-catedral-1979/

[42] Piper-Shafir, «Violencia política, miedo…, 157.

[43] Marroquín-Joachin, «Patrimonio y memoria…, 45.

[44] Piper-Shafir, «Violencia política, miedo…, 157.

[45] Ibíd., 161.

[46] «Reivindicación y una señal en el cielo en la beatificación Romero», Super Martyrio, acceso el 11 de julio de 2024, https://polycarpi.blogspot.com/2016/05/reivindicacion-y-una-senal-en-el-cielo.html

[47] Eugenia, comunicación personal, 12 de marzo de 2023.

[48] Ibíd.

[49] «Por qué el Vaticano llegó a ver como un "peligro" a monseñor Romero (a quien este domingo convirtió en santo)», BBC, acceso el 16 de julio de 2023 https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45852924

[50] Comisión de la Verdad para El Salvador, De la locura a

[51] Feligrés, comunicación personal, 16 de julio de 2024.

[52] Decreto Legislativo N° 333, de 27 de marzo de 2022 Régimen de Excepción (Diario Oficial de El Salvador, 27 de marzo de 2022); este decreto consta de cinco artículos entre los que destacan el artículo 5.  Que reza:  Suspensión de las garantías Constitucionales. Art. 4.- Suspéndanse a partir de la vigencia del presente decreto y por el plazo de treinta días, a nivel nacional, los derechos y garantías constitucionales regulados en los artículos 7, 12 inciso segundo, 13 inciso segundo, y 24, en relación con artículo 131 ordinal 27, y artículo 29 todos de la Constitución de la República.

[53] Feligrés, comunicación personal, 16 de julio de 2024.

[54] Guglielmucci y López, «La experiencia de…, 59.

[55] Ana Guglielmucci y Loreto López, «Clase 2. Reflexiones conceptuales sobre espacios de memoria y memoria de espacios», material de clase del Seminario Espacio y Memoria: aproximaciones a los pasados de violencia política en América latina, CLACSO, 2023, 3.

[56] Ibíd., 4

[57] Loreto López, «Lugares de memoria de la represión. Contra punto entre dos ex centros de detención recuperados en Chile y Argentina: Villa Grimaldi y el Olimpo» (tesis para optar al grado de Magister en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile, 2013), 81. https://www.academia.edu/9261709/Lugares_de_memoria_de_la_represi%C3%B3n._Contra_punto_entre_dos_ex_centros_de_detenci%C3%B3n_recuperados_en_Chile_y_Argentina_Villa_Grimaldi_y_el_Olimpo

[58] Estela Schindel, Inscribir el pasado en el presente: memoria y espacio urbano, Política y Cultura, n.° 31 (2009): 66-67.

[59] López, «Lugares de memoria…, 92.

[60] Andrés Ernesto Oliva-Cornejo y Luis Alfonso Cáceres-Erazo, «El papel de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos en la promoción y defensa de los derechos civiles y políticos en el periodo del conflicto armado interno de El Salvador (1980-1992)» (tesis de grado, Universidad de El Salvador, 1998).

[61] «Carta Encíclica Populorum Progressio del papa Pablo VI sobre ‘el desarrollo de los pueblos’», Vaticano, acceso el 30 de abril 2023, https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum.html

[62] Álvaro De Juana, «Mons. Romero nunca se interesó por la teología de la liberación, asegura su secretario personal», ACIPRENSA, 12 de febrero de 2015, acceso el 25 de julio de 2024, https://www.aciprensa.com/noticias/54343/video-mons-romero-nunca-se-intereso-por-la-teologia-de-la-liberacion-asegura-su-secretario-personal

[63] Ibíd.

[64] Ibíd.

[65] «¿Qué es el Opus dei?», Universidad de la Sabana, acceso el 16 de julio de 2024. https://www.unisabana.edu.co/nosotros/opus-dei/#:~:text=Su%20misi%C3%B3n%20consiste%20en%20difundir,de%20mejora%20de%20la%20sociedad

[66] Maldonado, comunicación personal, 16 de julio de 2024. Según el sacerdote salvadoreño René Maldonado, el Opus Dei es bastante ortodoxo o muy cerrado, promueve una espiritualidad más intimista y moralista relacionada con Dios. También señala que en estos tiempos han cambiado su pensamiento y son más abiertos. Sostiene que los sacerdotes que administran la catedral no pertenecen al Opus Dei como afirma la entrevistada.

[67] Feligrés, comunicación personal, 17 de marzo de 2023.

[68] Escobar, «La comunidad de…

[69] Schindel, «Inscribir el pasado…: 66.