Año 23, N.º 47: enero - junio 2024
Por una ética posthumana: Aportes desde Braidotti, Sloterdijk
y Marchesini
Jonathan Piedra-Alegría *
https://orcid.org/0000-0003-4532-4415
*
Doctor en Filosofía por la Universidad de Salamanca (USAL), de España. Máster
en Filosofía Contemporánea por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), de España.
Máster en Derechos Humanos y Educación para la Paz por la Universidad Nacional
(UNA), de Costa Rica. Licenciado en Filosofía, UNA. Licenciado en Derecho por
la Universidad de Costa Rica (UCR). Académico e
investigador de la Escuela de Filosofía de la UNA. Docente e investigador de la
UCR. Correo: jonathanjonas.piedra@ucr.ac.cr
Resumen
Este ensayo filosófico, que se enmarca en el paradigma
cualitativo y documental, se realiza una exploración del concepto de
posthumanismo, guiado por las contribuciones de tres pensadores prominentes:
Rosi Braidotti, Peter Sloterdijk y Roberto Marchesini. Utilizando la
hermenéutica como metodología interpretativa, el ensayo aborda los textos
escritos de estos autores para desentrañar y comprender sus ideas. El
posthumanismo, como marco filosófico, desafía las fronteras del humanismo
clásico, replanteando la posición del ser humano en relación con la naturaleza
y la tecnología junto con otras entidades significativas. En este contexto, las
conexiones e interacciones con el ambiente, los sistemas tecnológicos, así como
otros seres vivos se vuelven fundamentales en la construcción de la identidad y
la experiencia humana. A través de un análisis de las obras de Braidotti,
Sloterdijk y Marchesini, el ensayo revela cómo el posthumanismo actúa como una
crítica incisiva del antropocentrismo, al igual que de los humanismos
tradicionales, ofreciendo una perspectiva renovada y crítica sobre la ética y
la condición humana en nuestra era contemporánea.
Palabras clave: antropocentrismo, otredad, posthumanismo, relacionalidad,
subjetividades.
Recibido: 25 de mayo de 2023
Aceptado: 13 de setiembre de 2023
In
Defense of Posthuman Ethics: Contributions from Braidotti, Sloterdijk, and
Marchesini
Abstract
This
philosophical essay, framed within the qualitative and documentary paradigm,
embarks on an exploration of the concept of posthumanism, guided by the
contributions of three prominent thinkers: Rosi Braidotti, Peter Sloterdijk,
and Roberto Marchesini. Using hermeneutics as an interpretative methodology,
the essay addresses the written texts of these authors to unravel and
comprehend their ideas. Posthumanism, as a philosophical framework, challenges
the boundaries of classical humanism, rethinking the position of the human
being in relation to nature and technology, alongside other significant
entities. In this context, connections and interactions with the environment,
technological systems, as well as other living beings become fundamental in the
construction of identity and human experience. Through an analysis of the works
of Braidotti, Sloterdijk, and Marchesini, the essay reveals how posthumanism
acts as an incisive critique of anthropocentrism, as well as traditional
humanisms, offering a renewed and critical perspective on ethics and the human
condition in our contemporary era.
Keywords:
anthropocentrism, otherness, posthumanism, relationality, subjectivities.
Vers
une éthique posthumaine: Contributions de Braidotti, Sloterdijk et Marchesini
Résumé
Cet
essai philosophique s’inscrit dans le paradigme qualitatif et documentaire,
s’encadre dans une exploration du concept de posthumanisme, guidé par les
contributions de trois penseurs éminents: Rosi Braidotti, Peter Sloterdijk et
Roberto Marchesini. En
utilisant l'herméneutique comme méthodologie interprétative, l'essai se penche
sur les textes écrits de ces auteurs pour démêler et comprendre leurs idées. Le
posthumanisme, en tant que cadre philosophique, il remet en question les
limites du classicisme humaniste, réimaginant la position de l'être humain par
rapport à la nature, à la technologie et à d'autres entités significatives.
Dans ce contexte, les connexions et les interactions avec l'environnement, les
systèmes technologiques, ainsi qu'avec d'autres êtres vivants deviennent
fondamentales dans la construction de l'identité et de l'expérience humaine. À
travers l’analyse des œuvres de Braidotti, Sloterdijk et Marchesini, l'essai
révèle comment le posthumanisme agit comme une critique incisive de
l'anthropocentrisme, tout comme des humanismes traditionnels, offrant une
perspective renouvelée et critique sur l'éthique et la condition humaine dans
notre ère contemporaine.
Mots-clés: anthropocentrisme,
altérité, posthumanisme, relationalité, subjectivités.
Introducción
El presente ensayo tiene como objetivo explorar algunas
implicaciones teóricas, así como prácticas de un enfoque posthumanista
relacional. Para esto analizaremos cómo esta perspectiva puede contribuir a una
comprensión más rica y matizada del ser humano en el siglo XXI, al mismo tiempo
que nos permite revalorar nuestras acciones y responsabilidades hacia la
naturaleza, la tecnología y otras formas de otredad.
El posthumanismo (PH, en adelante) es un marco
teórico-filosófico que busca trascender las limitaciones del humanismo clásico,
al replantear la posición del ser humano en relación con la naturaleza, los
animales o incluso con lo que entendemos por tecnología. Esta perspectiva se
aleja del antropocentrismo y el dualismo cartesiano que tradicionalmente han
definido el pensamiento occidental y, en cambio, aboga por una comprensión
relacional del ser humano, donde las interacciones, las conexiones con el
entorno, los sistemas tecnológicos, al igual que otros seres vivos son
fundamentales para la constitución de la identidad y la experiencia humana.
El enfoque relacional en el PH destaca la idea de
que los seres humanos no pueden ser entendidos como entidades aisladas e
independientes, sino que siempre están situados, en constante interacción con
un entorno más amplio, que incluye tanto a las esferas naturales como a las
artificiales. De esta manera, el posthumanismo aboga por una concepción más
integrada y contextualizada del ser humano, donde la subjetividad y la
identidad son el resultado de múltiples interacciones y relaciones en lugar de unas
características intrínsecas o estáticas.
Dentro de esta perspectiva, la tecnología es
vista no como una herramienta externa (o neutral), sino como una parte
constitutiva e intrínseca de la experiencia humana. La interacción ecológica,
entre los seres humanos y la tecnología, se ve reflejada en la forma en cómo la
tecnología moldea nuestra percepción, nuestro conocimiento, así como nuestras
prácticas sociales, mientras que, al mismo tiempo, nosotros modificamos y
adaptamos la tecnología, según nuestras necesidades, deseos e intereses.
Podríamos decir, entonces que en cuanto a la
relación seres humano-naturaleza, el PH aboga por una comprensión más
integradora y ecológicamente consciente de nuestro papel en el mundo natural,
reconociendo que somos parte de un entramado de vida interdependiente y que
nuestras acciones tienen consecuencias significativas tanto para nosotros
mismos como para el medio ambiente.
Posthumanismo en clave relacional
Rossi Braidotti[1],
filósofa feminista y teórica cultural, define el PH como un enfoque que busca
trascender la visión clásica antropocéntrica que se ha basado en el humanismo
que tradicionalmente ha caracterizado el pensamiento occidental. «El
posthumanismo es la condición histórica que marca el fin de la oposición entre
humanismo y antihumanismo, y que designa un contexto discursivo diferente,
mirando de modo más propositivo a nuevas alternativas»[2]. De
esta forma el PH presenta una oportunidad para repensar y redefinir las
nociones de identidad, agencia, subjetividad o corporalidad, en relación con
los cambios tecnológicos, científicos y sociopolíticos que están moldeando el
mundo contemporáneo.
En el pensamiento de Braidotti, no se busca
eliminar lo humano o reemplazarlo por una entidad posthumana artificial (o
tecnológicamente mejorada), sino desmantelar las jerarquías y las estructuras
de poder que han surgido de la visión antropocéntrica del humanismo. Para ella,
el PH implica una crítica de las normas junto con los valores universales
asociados con el humanismo, como la razón, la moral o la dignidad humana, con
tal de desarrollar una visión más inclusiva y diversa de la subjetividad y la
experiencia humana.
Vale mencionar que el PH de Braidotti está
fuertemente influenciado por sus preocupaciones feministas y ecologistas. Ella
enfatiza la importancia de reconocer y valorar la interconexión entre los seres
humanos, los no-humanos (como los animales y el medio ambiente) junto con las
tecnologías. Esta perspectiva posthumanista invita a reflexionar sobre cómo
podemos construir nuevas formas de solidaridad, ética y diversidad que tengan
en cuenta las necesidades de todos los seres vivos en el mundo que habitamos.
El principal argumento de esta posición se encuentra en su
propuesta relacional, es decir, el ser-humano-en-relación con la naturaleza, la
tecnología o todas aquellas otredades significantes[3]. Esta posición se basa en la fuerza creativa de los
lazos afectivos, por ejemplo, vínculos que generan significados[4]
para la creación de nuevas subjetividades que, desde la periferia, generarían
resistencias políticas al establishment. De hecho, la autora manifiesta
que «La capacidad relacional del sujeto posthumano no está
confinada en el interior de nuestra especie, sino que concierne a elementos no
antropomorfos»[5].
La perspectiva posthumana vendría a ser de este modo una crítica al
universalismo ético (de perspectiva kantiana), así como al tradicional
antropocentrismo. En este sentido, podría decirse que es una propuesta que
tendría como principales características ser una «respuesta materialista,
laica, fundada y concreta a la oportunista mercantilización transespecie que es
la lógica del capitalismo avanzado»[6].
Lo cual, sin duda, es una alternativa frente a las subjetividades tradicionales
establecidas por la cultura y el sistema hegemónico. Foucault, por ejemplo,
mostró que a las personas no solo se les domina por medio de la ley, sino que
una identidad es producida (o constituida) por los discursos de quienes tienen
la facultad de producir sentido.
El PH
que propone Braidotti, como deconstrucción de la episteme del humanismo
clásico, ofrece una oportunidad valiosa para dirigirnos hacia un pensamiento
más complejo e incluso, ecológico. Su posición a favor de la complejidad aboga
por un triple desplazamiento en la concepción ética y ontológica. Para
comenzar, enfatiza la ética radical de la transformación en contraposición a
los protocolos morales del universalismo kantiano. Este enfoque redirige la
atención desde la conciencia unificada y basada en la racionalidad hacia una
ontología de proceso. Esto implica adoptar una perspectiva de la subjetividad
impulsada por afectos y relaciones, en lugar de centrarse exclusivamente en la
razón.
Es
así como se desvincula la noción de sujeto de la lógica de negación, lo que
permite asociar la subjetividad a una otredad afirmativa. De esta manera, se
promueve la reciprocidad como un acto creativo, en lugar de simplemente
reconocer la semejanza entre los individuos.
En
conjunto, estos desplazamientos en la comprensión ética y ontológica propician
un marco posthumanista más inclusivo y ecológicamente consciente, que permite
abordar con mayor eficacia los desafíos que enfrentamos en nuestra relación con
el medio ambiente y otros seres vivos[7].
Los debates en torno a
los valores éticos
pueden considerarse respuestas aun contexto social globalizado y en
rápida transformación
propio de un mundo tecnológicamente mediatizado, en el cual han
surgido nuevos grandes
relatos. En ellos el escepticismo radical y el humor deconstructivista
de la era postmoderna
se reemplazan por una renovada fe en los valores básicos, al tiempo
que se recuperan otros
temas ya conocidos.[8]
Como podemos ver, según Braidotti
los debates éticos tradicionales, por lo general, parten de una concepción
ética y epistemológica particular (occidental), que se institucionaliza por
medio del contexto legal, el sistema económico, así como de mecanismo
tradicionales de trasmisión ideológica, que buscan eliminar las diferencias por
medio de la normatividad, a través de una visión sustancializada. Esto crea una
diferencia fundamental basada en la identidad (yo/no-yo, hombre-mujer,
humano-máquina, etc.) que se ve alimentada por el sistema económico que fomenta
un individualismo social, así como un utilitarismo moral.
En este contexto aparece la apuesta
por la «complejidad» de Braidotti desde un marco de interpretación feminista,
así como una crítica al capitalismo. En términos generales, se puede inferir
que existe un posicionamiento por una política afirmativa, así como una ética
transformativa.
En términos prácticos, esto implica
que las bases de la acción política y ética no se encuentran determinadas
únicamente por las circunstancias actuales en las que nos desenvolvemos, sino
que están activamente involucradas en la formación de relaciones sociales
alternativas junto con la concepción de otros mundos posibles[9].
Las condiciones que permiten la acción ética no surgen únicamente de relaciones
basadas en la oposición o la negación del presente, sino que adoptan una
postura afirmativa orientada hacia la generación de alternativas que potencien
la agencia y la capacidad de acción.
Es así como se vuelve importante
considerar la ética y la política no como respuestas estáticas y reactivas a un
contexto dado, sino como procesos dinámicos y proactivos que buscan activamente
transformar las condiciones existentes. Esto nos brindaría nuevas posibilidades
para la convivencia y la colaboración. En lugar de limitarse a criticar o
resistir lo que está mal en el presente, este enfoque alienta la exploración de
formas novedosas en paralelo con propuestas emancipadoras de pensar y actuar,
que puedan conducir a cambios más profundos y sostenibles en nuestras prácticas
políticas, sociales y éticas.
Desde luego que este tipo de enfoque
requiere un análisis riguroso de las condiciones que influyen en la acción
política y ética, así como de los mecanismos o estrategias que pueden
contribuir a la creación de relaciones sociales más justas y equitativas. De
igual forma, es necesario el desarrollo de metodologías y herramientas teóricas
que permitan evaluar de manera crítica y sistemática las implicaciones juntamente
con resultados de estas intervenciones en distintos contextos y a diferentes
escalas.
Sin
embargo, esto permitiría revalorizar la diferencia desde un marco de referencia
distinto en el cual, no se reduce la otredad, a una negatividad, sino que se
amplía su ámbito de acción y participación como una fuerza positiva creadora,
que llega a cuestionar la misma idea antropocéntrica, según la cual el ser
humano es quien debe recibir mayor importancia moral. «El
hecho de que nuestra era geológica sea conocida como antropocena evidencia, al mismo tiempo, la potencia tecnológicamente
mediada adquirida por anthropos y sus
consecuencias potencialmente letales para todos los demás»[10].
Por lo tanto, la propuesta posthumana también es una reflexión sobre los
elementos epistemológicos y morales que sustentan el antropocentrismo que de
manera muy simplificada podríamos resumir en dos puntos: la idea antropométrica explicada por el
concepto del «ser humano como medida de todas las cosas», así como la visión «antropoplástica»
que confía a la técnica la autopoiesis y el concepto del ser humano como
subsunción del mundo.
El ser humano como un experimento
climático
Peter Sloterdijk[11] aborda
el posthumanismo desde una perspectiva diferente. En su obra, el PH se
relaciona principalmente con la idea de que el ser humano está en un proceso
continuo de auto-creación y transformación. Para Sloterdijk, la historia de la
humanidad puede verse como una serie de experimentos acompañados de prácticas
de autoformación que nos han llevado a evolucionar y a superar nuestros límites
biológicos, culturales y sociales.
El concepto de PH, tal como lo
presenta Sloterdijk, desafía la noción convencional de que el posthumanismo es
un fenómeno reciente o una etapa futura de la humanidad. Sloterdijk argumenta
que el ser humano ha sido posthumano en el sentido de que hemos buscado
trascender y expandir nuestras capacidades, además, de nuestras potencialidades
a través de la técnica, la ciencia y la cultura.
Para entender esta afirmación, es
útil examinar la condición inherente de la humanidad de buscar constantemente
superarse a sí misma. Desde las primeras herramientas creadas en la prehistoria
hasta los avances tecnológicos modernos en medicina, ingeniería o la inteligencia
artificial, la historia humana está marcada por un esfuerzo constante para ir
más allá de nuestras limitaciones físicas y cognitivas.
Tomemos, por ejemplo, el desarrollo
de la escritura. La invención de la escritura no fue simplemente un medio para
registrar información; transformó nuestra capacidad para comunicarnos, pensar y
entender el mundo a nuestro alrededor. La escritura permitió la transmisión de
conocimientos a través de generaciones y culturas, expandiendo así nuestras
capacidades intelectuales[12].
Otro caso concreto podemos
encontrarlo en el avance en la medicina. La comprensión y la manipulación de la
biología humana ha llevado a tratamientos y terapias que no solo prolongan la vida,
sino que mejoran la calidad de esta. La medicina ha permitido a los seres
humanos superar barreras que antes eran insuperables ya sea por medio de la
invención de las vacunas, pasando por los trasplantes de órganos o hasta las
terapias genéticas actuales.
Como vemos, Sloterdijk sostiene que
el PH no es un destino futuro o una ruptura con nuestro pasado, sino una
característica definitoria de la condición humana. El ser humano se convierte
en lo que es solo en la medida en que se supera a sí mismo. Esta búsqueda
constante de trascendencia y expansión de nuestras capacidades no es un
fenómeno nuevo, sino un proceso continuo que ha caracterizado nuestra
existencia como especie[13].
Esta perspectiva nos invita a
reconsiderar nuestra relación con la tecnología y la ciencia, no como algo
ajeno o artificial, sino como una extensión natural de nuestra humanidad. Como
él mismo explica: «se
trata de la pregunta por cómo puede el hombre [sic] convertirse en un ser
humano verdadero o real»[14].
Uno de los conceptos clave en el
pensamiento posthumanista de Sloterdijk es el de «antropotécnicas». Este se
refiere a las diversas prácticas y técnicas que los seres humanos utilizamos
para modelar y mejorar nuestras capacidades, ya sean físicas, mentales o
espirituales. Estas prácticas van desde la educación, la formación de hábitos,
prácticas religiosas, llegando hasta la medicina y la tecnología, por mencionar
algunos casos. Es a partir de estas intervenciones antropotécnicas como Sloterdijk
argumenta que la humanidad ha sido posthumana en el sentido de que hemos
buscado trascender y expandir nuestras capacidades a través de la técnica, la
ciencia y la cultura. Esta idea se asemeja a una incubadora artificial que
sustenta al bebé nacido en un entorno no natural. La tecnología no revela el
ser, sino que lo constituye, formando una parte esencial de nuestra existencia
como humanos.
Aquí podemos encontrar cierta
convergencia con las ideas de Braidotti. Para ella, la tecnología puede
concebirse como una extensión de la condición humana, y no como algo separado o
artificial. Aunque no utiliza explícitamente el término «antropotécnica», su
enfoque respecto a la relación ser humano-tecnología es claro. Esta teoría
(…) genera nuevas perspectivas que van más allá del pánico y
la añoranza para llegar a una plataforma más provechosa, y produce una
cartografía más adecuada de nuestras condiciones de vida real, desde el momento
en que se concentra con mayor precisión sobre los cuerpos tecnológicamente
modificados y sobre las prácticas sociales de la subjetivación humana.[15]
La afinidad de ideas entre
Sloterdijk y Braidotti se encuentra principalmente en su comprensión compartida
de la tecnología como una extensión de nuestra humanidad. Ambos filósofos
reconocen que la tecnología no es un mero instrumento, sino una manifestación
de nuestra búsqueda constante de crecimiento y comprensión. La tecnología es
vista como una extensión natural de nuestra humanidad, lo que media y expande
nuestras capacidades.
Este es un punto que desarrolla más
profundamente Sloterdijk, puesto que la técnica contribuye directamente a
configurar formas específicas de la vida moderna (esto lo denomina esferas y
climatizaciones). De hecho,
(…)
dado que las esferas constituyen el producto originario de la convivencia
humana … esos lugares atmosférico-simbólicos de los seres humanos dependen de
su renovación constante; esferas son instalaciones de aire acondicionado de las
que vale decir: no participar en su construcción e instalación es algo que ni
siquiera entra en la consideración de seres que realmente viven en común.[16]
En este contexto, los seres humanos
son fundamentalmente entidades cuya existencia y evolución están ligadas al
ambiente de inmanencia que les es inherente. Solo prosperan en el entorno
autogenerado que les proporciona su atmósfera única y específica. Estos
espacios simbólico-atmosféricos en los que habitan los seres humanos requieren
una renovación constante para mantener su viabilidad y pertinencia.
Las esferas en las que los
individuos coexisten pueden considerarse como instalaciones de
acondicionamiento ambiental que requieren la participación de todos sus
miembros para su construcción y mantenimiento. La ausencia de dicho compromiso
sería inconcebible para aquellos que verdaderamente viven en comunidad. La
climatización simbólica del espacio compartido constituye la producción
primordial de cualquier sociedad y es fundamental para su existencia y
desarrollo.
Ciertamente, «(…) los seres humanos
crean su propio clima; sin embargo, este proceso no es espontáneo ni aislado.
En cambio, se lleva a cabo bajo condiciones específicas y circunstancias que se
encuentran, se heredan y se transmiten a través de generaciones»[17]. Estas
condiciones influyen y moldean la forma en que los seres humanos y las
comunidades construyen y mantienen sus entornos simbólico-atmosféricos, lo que
a su vez afecta la estructura y función de la sociedad en su conjunto.
La tecnología es potencialmente
beneficiosa para deconstruir la episteme clásica occidental. Aunque cuando es
vista desde una postura meramente instrumental o neutral, lo único que hace es
mantener y legitimar las estructuras excluyentes y opresivas. Por lo que es
necesario desafiar la diferenciación tradicional entre humanos y sistemas
tecnológicos, al reconocer que las interacciones mediadas por tecnología
desempeñan un papel fundamental en la formación del sujeto. Esta perspectiva
sugiere que, en lugar de considerar a los humanos y las tecnologías como
entidades separadas y opuestas, debemos comprenderlos como partes
interconectadas de un sistema más amplio, en el cual la tecnología es
intrínseca a la construcción y evolución del sujeto.
Este enfoque implica un cambio de
paradigma en nuestra comprensión de la relación entre los seres humanos y la
tecnología, donde las interacciones tecnológicamente mediadas ya no se
consideran simplemente como herramientas o extensiones del sujeto humano, sino
como elementos esenciales que contribuyen a la formación (o transformación) de
la identidad y la experiencia subjetiva.
Al reconocer la importancia de estas
interacciones en la constitución del sujeto, se abre la posibilidad de explorar
nuevas formas de entender la subjetividad, así como de replantear las fronteras
y limitaciones que tradicionalmente hemos impuesto entre los humanos y los
sistemas tecnológicos. Esta perspectiva ofrece una visión más integrada y
matizada de la relación entre los seres humanos y la tecnología, lo que a su
vez puede generar oportunidades para un mayor entendimiento y colaboración
entre estas dos esferas de existencia.
El ser humano puede considerarse
como un animal técnico, que según una teoría clásica se debe a su condición de «ser
carencial»[18].
Es decir, la insuficiencia o imposibilidad orgánica de adaptarse al medio
ambiente. Por lo que debe crear de manera existencial una «vida artificial»,
que le permita no solo sobrevivir, sino producirse a sí mismo, producir, por lo
tanto, a lo humano-viviente, fabricándose una «segunda naturaleza»
(cultura-humanidad).
Sloterdijk, en su análisis del
humanismo clásico, introduce los conceptos de «mejora de uno mismo» (Selbstverbesserung)
y «mejora del mundo» (Weltverbesserung), que ofrecen una perspectiva
profunda sobre la naturaleza de la humanidad y nuestra relación con el mundo
que nos rodea. Estos conceptos se pueden entender como parte de lo que
Sloterdijk llama «segundas naturalezas», que promueven un entorno
artificialmente producido en el que se construyen subjetividades de acuerdo con
criterios pragmáticos.
La idea de «mejora de uno mismo» se
refiere a la noción de que los seres humanos pueden y deben trabajar para
mejorar sus propias capacidades, habilidades y comprensión. En el contexto del
humanismo clásico, esto significa adherirse a ciertos ideales y normas que se
consideran deseables o virtuosos. La educación clásica en la antigua Grecia y
Roma, por ejemplo, enfatizaba la formación en retórica, filosofía y literatura,
no solo para transmitir conocimientos, sino también para formar el carácter y
la moralidad de las personas. En un contexto contemporáneo, esto podría
manifestarse en la búsqueda constante de crecimiento personal a través de la
educación continua, el desarrollo de habilidades o la reflexión ética.
La «mejora del mundo» es una
extensión lógica de la «mejora de uno mismo». «Mejora del mundo significa, en esta situación, mejora
de la humanidad en masse»[19].
Si los seres humanos en un sentido individual trabajan para
mejorarse a sí mismos de acuerdo con ciertos ideales y normas, entonces, en
teoría, la sociedad en su conjunto debería mejorar como resultado. En el
contexto del humanismo clásico, esto podría verse en la idea de que una
población educada y moralmente virtuosa contribuiría a una sociedad más justa y
ordenada. Los movimientos por los derechos humanos y la igualdad de género, por
ejemplo, pueden verse como esfuerzos por mejorar el mundo al trabajar para
eliminar la discriminación y promover la igualdad.
Lo
que es particularmente interesante en la convergencia de estos dos conceptos,
es cómo reflejan una creencia en el poder y la responsabilidad de los
individuos para moldear tanto a sí mismos como al mundo que les rodea. La «mejora
de uno mismo» no es un proyecto egoísta o aislado, sino que está
intrínsecamente vinculada a un esfuerzo más amplio para mejorar el mundo en su
conjunto. La «mejora del mundo», a su vez, no es solo un objetivo abstracto,
sino un proyecto práctico y tangible que se puede lograr a través de la acción
colectiva. Llegando incluso, a verse como la única forma en como el mundo se
constituye.
Es así como, a través de su enfoque
en las antropotécnicas y el proceso de autoformación humana, el PH de
Sloterdijk nos invita a reflexionar sobre el papel de la técnica y la ciencia
en la evolución de nuestra especie y cómo estas herramientas nos permiten
adaptarnos, resistir y enfrentar los desafíos que presenta el mundo actual. En
lugar de ver la tecnología como algo que nos aliena o nos deshumaniza,
Sloterdijk ve en el PH la oportunidad de explorar y experimentar con nuevas
formas de ser y relacionarnos con nuestro entorno y con nosotros mismos. El PH, por lo tanto, no es una
negación de la vida humana, sino un optimismo sobre el hecho de que la
humanidad puede mejorar su propia existencia por medio de las tecnologías de modificación
y mejora de la especie humana[20].
El animal no-humano: Epifanía Animal
Roberto Marchesini, filósofo y experto en semiótica
italiano, tiene una perspectiva particular del PH centrada en la relación entre
el ser humano, los animales no-humanos y la tecnología. Su pensamiento enfatiza
como la interacción entre ambas influye en nuestra percepción de nosotros
mismos y del mundo que nos rodea. Marchesini propone una aproximación al PH
desde el ámbito de la «post-antropología», entendida como un cambio en la
perspectiva que rompe con las nociones clásicas de humanismo y
antropocentrismo.
Para Marchesini[21], el
PH implica un reconocimiento de que nuestra relación con la tecnología ha
transformado radicalmente la forma en que vivimos, nos relacionamos y nos
percibimos como seres humanos. En lugar de considerar la tecnología como algo
externo o separado de nuestra naturaleza humana, el filósofo italiano sostiene
que estamos entrelazados con la tecnología de maneras profundas e
inextricables, lo que nos lleva a repensar nuestra posición en el mundo, así
como nuestra relación con los otros seres vivos y el entorno.
Uno de los aspectos en su pensamiento en los que se puede
encontrar una convergencia que los autores previos es con la idea de que la
tecnología no solo es una herramienta que utilizamos para mejorar nuestras
capacidades, sino que también está transformando nuestra percepción de lo que
significa ser humano. En lugar de enfocarse en las posibles mejoras
tecnológicas y físicas de nuestra especie, Marchesini argumenta que el PH nos
ofrece una oportunidad para replantear nuestras nociones de identidad, subjetividad
y comunidad, lo que nos abre nuevas posibilidades de conexión con el mundo en
su conjunto, así como nuestra relación con los demás, especialmente con los
animales no-humanos.
Según Marchesini, la conceptualización de los animales se
ha visto históricamente influenciada por la idea de ser una contraparte del ser
humano, a menudo vistos como seres carentes de ciertas características. Por
ejemplo, Sloterdijk menciona con respecto a Heidegger que
Antes bien, el modo de
ser propio de lo humano difiere, tanto en esencia como en sus rasgos
ontológicos básicos, del de todos los demás seres vegetales y animales, puesto
que el hombre [sic] tiene mundo y está en el mundo, mientras que la planta y el
animal se limitan –según Heidegger– a estar puestos en la tensión de sus
entornos respectivos.[22]
La percepción de la humanidad como
perteneciente a un reino diferente y separado del resto del mundo natural ha
sido una idea profundamente arraigada en la filosofía, la religión y la cultura
occidentales. A pesar de la evidencia científica[23]
que demuestra nuestra conexión con el mundo natural, esta percepción persiste y
ha tenido importantes implicancias en nuestra relación con el medio ambiente y
otros seres vivos.
La categorización de los animales no humanos como
heteroespecíficos[24]
ha sido impulsada por el humanismo, los marcos culturales y el encuentro con la
alteridad, resultando en lo que Marchesini llama «epifanía animal».
La relación entre seres humanos y animales ha sido un
tema de fascinación y estudio a lo largo de la historia. La «epifanía animal»
de Marchesini, que describe el intercambio entre humanos y animales no humanos
en el cual ambos se reconocen mutuamente como sujetos, ofrece una perspectiva
profunda sobre esta conexión. Este reconocimiento va más allá de la
identificación de la especie o el sexo del animal y permite la apreciación de
su existencia individual y mortal. La evidencia científica respalda esta idea,
mostrando relaciones mutuas, particularmente mentales y emocionales, entre
seres humanos y animales.
Así, por ejemplo, estudios en primates, como los
realizados por Matsuzawa[25],
han mostrado que los chimpancés pueden reconocerse mutuamente y también a los
seres humanos a través de fotografías, lo que sugiere una capacidad para la
identificación individual. Esta capacidad de reconocimiento no se limita a la
mera identificación de la especie, sino que se extiende a una comprensión más
profunda de la individualidad. Pero la empatía y la conexión emocional también
son evidentes en la relación entre humanos y animales no humanos. Los
elefantes, por ejemplo, han demostrado mostrar empatía hacia otros elefantes y
también hacia los seres humanos. Tanto así que pueden reconocer y responder a
las emociones humanas, lo que indica una conexión emocional profunda[26].
Por otro lado, la interacción entre humanos y perros
también ha sido objeto de muchos estudios, revelando que los perros pueden
entender y responder a las emociones humanas. Pueden diferenciar las
expresiones emocionales humanas, lo que sugiere una comprensión mutua y una
conexión emocional[27].
Tanto así, que la terapia asistida por animales, especialmente con perros y
caballos, ha mostrado beneficios terapéuticos en pacientes con diversas
condiciones. La interacción con animales puede mejorar la salud mental y
emocional en humanos, lo que refleja una conexión profunda y terapéutica[28].
Además, la comunicación interespecies ha sido explorada en estudios con
delfines, que han mostrado responder a los gestos humanos y entender las
señales comunicativas. Lo que podría interpretarse como elementos compartidos una
comprensión mutua y una capacidad para la comunicación interespecies[29].
Como vemos, la capacidad de los seres humanos y los
animales para reconocerse mutuamente como seres significantes, apreciando la
existencia individual y mortal del otro, así como las posibles conexiones a un
nivel emocional, ofrecen una perspectiva profunda sobre la naturaleza de la
existencia y la interconexión de la vida.
Sin embargo, este proceso puede verse obstaculizado por
construcciones culturales que reducen la complejidad del animal no humano, como
el concepto de mascota o el animal cosificado. «El animal despojado de su connotación de
heteroespecificidad, con respecto al mundo biodiverso y no solo a los humanos,
no tiene nada que decirle al ser humano y no merece ninguna atención ya que su
carácter dimensional puede ser derivado negativamente por el humano»[30].
Para fomentar la «epifanía animal», es crucial eliminar
las restricciones impuestas al animal no humano y reconocer sus atributos
únicos dentro de su propio entorno. No obstante, el humanismo a menudo rechaza
tales reconocimientos debido a la percepción de limitación de la libertad humana,
lo que resulta en la reducción de la heteromorfia del animal no humano a una
mera funcionalidad mecánica o doméstica.
Al explorar la dimensión heteroespecífica, el ser humano
puede experimentar una forma teriantrópica[31]
de sí mismo, permitiendo una descentralización de su identidad humana y
experimentar aspectos de la vida del animal no humano, como el vuelo de un
pájaro. La epifanía animal puede ser considerada como una herramienta que rompe
la noción de solipsismo, al tiempo que impide la apropiación indebida de
predicados heteroespecíficos por parte de los humanos. El evento epifánico
puede transformar al animal no humano en una alteridad real, al mismo tiempo
que redefine ontológicamente la identidad humana. La vivencia de la perspectiva
heteroespecífica no debe ser apropiada, sino reconocida como una diferencia
inherente entre la condición humana y la del animal no humano. Al hacerlo, se
permite que el animal no humano pase de ser un «otro» distante a un «otro
consigo mismo» en la reflexión humana.
Como vemos, la
propuesta de epifanía animal de Marchesini destaca la importancia de reconocer
y valorar la alteridad en los animales no humanos, lo cual puede transformar
nuestra comprensión y relación con ellos y, a su vez, redefinir nuestra propia
identidad humana en un contexto más amplio e inclusivo.
Ya que deconstruye la supremacía del ser humano, así como la
de su supuesta naturaleza, lo que sin duda genera un cambio en la percepción
que tenemos de la naturaleza, el medio ambiente, así como de los animales-no
humanos, creando una nueva forma de racionalidad y de valoración ética
post-antropocéntrica.
Conclusiones
La ética
posthumana, tal como se presenta en las obras de Marchesini, Braidotti y
Sloterdijk, ofrece una profunda reconsideración de nuestra relación con el
mundo, incluyendo tanto a los animales no humanos como a las nuevas
subjetividades emergentes.
Marchesini
introduce el concepto de «epifanía animal», que nos insta a reconocer a los
animales no humanos como sujetos con existencia propia. Esta perspectiva va más
allá de las categorías o etiquetas que solemos imponer, permitiendo una
apreciación de su individualidad y complejidad. Por ejemplo, en la interacción
con un animal doméstico, se puede apreciar su personalidad única y establecer
una conexión emocional genuina. Esta visión desafía la percepción
antropocéntrica tradicional y abre la puerta a una coexistencia más respetuosa
y empática.
Braidotti, por
su parte, se centra en la creación de nuevas subjetividades a través de su
teoría feminista posthumana. Esta teoría cuestiona la supremacía humana y
propone una nueva racionalidad y valoración ética que incluye una amplia gama
de identidades y experiencias. Por ejemplo, en un mundo globalizado y
tecnológicamente avanzado, las identidades no están ligadas únicamente a la
nacionalidad o la cultura, sino que se forman y reforman en un flujo constante
de interacciones y conexiones. La teoría feminista posthumana de Braidotti
reconoce y celebra esta complejidad, ofreciendo una perspectiva más diversa y
dinámica de la subjetividad humana.
Finalmente, Sloterdijk,
nos hace considerar cómo estos instrumentos influyen en nuestro desarrollo y en
nuestra relación con el mundo no humano. La ingeniería genética, por ejemplo,
plantea cuestiones éticas sobre nuestra responsabilidad y el impacto de
nuestras acciones. Pero también nos permite adaptarnos, perseverar y enfrentar
los desafíos que el mundo contemporáneo nos plantea. La tecnología y la
ciencia, en este sentido, no son meros instrumentos, sino parte integral de
nuestra existencia y nuestra capacidad para mejorar y transformar el mundo.
La EP planteada
por estos autores ofrece una forma más integradora y respetuosa de coexistencia
con el mundo no humano y una comprensión más rica y compleja de las
subjetividades humanas. Al deconstruir la percepción antropocéntrica, nos
invita a replantear nuestras relaciones, acciones y responsabilidades, lo que
abre la posibilidad de una convivencia más compleja e incluyente. Esta
conclusión tiene implicancias prácticas y éticas profundas para nuestra vida
cotidiana y nuestra relación con el mundo que nos rodea. La epifanía animal, la
teoría feminista posthumana y las reflexiones sobre tecnociencia son llamados a
la acción y a la reflexión que pueden guiar nuestra conducta y nuestras
decisiones en un mundo cada vez más complejo e interconectado.
Es así como la EP nos invita a
reevaluar nuestra posición como seres humanos en el complejo tejido de la
existencia, forjando una relación renovada con nuestro entorno y las criaturas
no humanas. Esto significa deshacer las estructuras de poder centradas en el
ser humano, promoviendo una convivencia fundamentada en el respeto, la
comprensión y el reconocimiento de la otredad. Adoptar una EP nos capacita para
afrontar los retos actuales y futuros con una perspectiva más holística, donde
cada ser vivo es apreciado y salvaguardado por su unicidad y dignidad
inherentes.
Así, por ejemplo, en el ámbito de la
conservación de la biodiversidad, la EP podría traducirse en políticas que no
solo protejan a las especies en peligro de extinción, sino que también
reconozcan su valor intrínseco, más allá de su utilidad para los humanos. Esto
podría implicar la creación de reservas naturales donde las especies puedan
vivir y prosperar sin interferencia humana, o la resilvestración (rewilding)
que busca reintroducir especies salvajes y la restauración de procesos
ecológicos en ecosistemas donde estos elementos han desaparecido o se han
vuelto disfuncionales.
En el contexto de la inteligencia artificial,
la EP podría implicar el reconocimiento de ciertos derechos para las entidades
de IA, especialmente a medida que estas entidades se vuelven más autónomas y
complejas. Esto podría llevar a la creación de marcos legales y éticos que
protejan a las entidades de IA de ser explotadas o maltratadas, y que
reconozcan su capacidad para ser un agente moral artificial, al menos en teoría,
aunque este es un tema muy controversial que necesita muchos estudios
adicionales.
Estos son solo dos ejemplos de cómo
la EP podría aplicarse en la práctica. En cada caso, el objetivo es ampliar
nuestro círculo de consideración moral para incluir a todos los seres, humanos
y no humanos, con la finalidad de reconocer y respetar su singularidad al igual
que su diversidad.
Formato
de citación según APA
Piedra-Alegría, J. (2024). Por
una ética posthumana: Aportes desde Braidotti, Sloterdijk y Marchesini. Revista Espiga 23 (47).
Formato
de citación según Chicago-Deusto
Piedra-Alegría, Jonathan. «Por una
ética posthumana: Aportes desde Braidotti, Sloterdijk y Marchesini». Revista Espiga 23, n.° 47 (2024).
Referencias
Albuquerque,
Natalia, Kun Guo, Anna Wilkinson, Carine Savalli, Emma Otta y Daniel Mills. «Dogs
recognize dog and human emotions». Biology Letters 12 (2016): 1-5 doi:10.1098/rsbl.2015.0883
Braidotti, Rossi. Ideas recibidas:
Un vocabulario para la cultura artística contemporánea. Barcelona: MACBA,
2009.
_____________. Lo posthumano.
Barcelona: Gedisa, 2015.
_____________. El conocimiento
posthumano. Barcelona: Gedisa, 2020.
Douglas-Hamilton, Iain, Shivani Bhalla,
George Wittemyer y Fritz Vollrath. «Behavioural
reactions of elephants towards a dying and deceased matriarch». Applied Animal
Behaviour Science 100 (2006): 87-102. doi:10.1016/j.applanim.2006.04.014
Gehlen, Arnold. Antropología
filosófica: del encuentro y descubrimiento del hombre por sí mismo.
Barcelona: Paidós Iberica, 1993.
Haraway. Donna. Las
promesas de los monstruos: Ensayos sobre ciencia, naturaleza y otros
inadaptables. Barcelona: Holobionte, 2019.
Levin,
Simon, Tasos Xepapadeas, Anne Sophie Crépin, Jon Norberg, Aart De Zeeuw, Carl Folke
y Steve Polasky. «Social-ecological systems as complex adaptive systems:
Modeling and policy implications». Environment and Development Economics
18 (2017): 111-132. doi:10.1017/S1355770X12000460
________________.
Beyond anthropocentrism: Thoughts for a post-human philosophy. Italia: Mimesis
International, 2019.
Marchesini,
Roberto y Marco Celentano. Critical Ethology and Post-Anthropocentric Ethics.
Switzerland: Springer, 2021.
Matsuzawa, Tetsuro. «Use of numbers
by a chimpanzee». Nature 315 (1985): 57-59. doi:10.1038/315057a0
O'Haire, Marguerite, Noēmi Guērin y Alison
Kirkham. «Animal-Assisted Intervention for trauma: a systematic literature
review». Frontiers in Psychology 8 (2017): 1-13. doi:10.3389/fpsyg.2017.01391
Ong, Walter,
J. Orality and Literacy: The Technologizing of the Word. USA: Routledge,
1982.
Pack, Adam y Louis Herman. «Dolphin
social cognition and joint attention: Our current understanding». Aquatic
Mammals 32 (2006): 443-460. doi:10.1578/AM.32.4.2006.443
Prüfer,
Kay, Kasper Munch, Ines Hellmann, Keiko Akagi, Jason R. Miller, Brian Walenz y Svante
Pääbo. «The bonobo genome compared with the chimpanzee and human genomes». Nature 486 (2012): 527-531. doi:10.1038/nature11128
Sloterdijk, Peter. Esferas I:
Burbujas. Microsferología. Madrid: Siruela, 1998.
_____________. Espumas. Esferas
III: Esferología plural. Madrid: Siruela, 2004.
_____________. Normas para el parque humano. Madrid: Siruela, 2006.
_____________. Haz de cambiar tu
vida. Valencia: Pre-textos, 2013.
White,
Lynn. «The Historical Roots of Our Ecological Crisis». Science 155 (1967): 1203-1207. doi:10.1126/science.155.3767.1203
[1] Rossi Braidotti, Lo posthumano (Barcelona: Gedisa, 2015).
[2] Ibíd., 41.
[3] El concepto de «otredades
significantes» en el marco del posthumanismo representa una profunda
reevaluación de cómo entendemos y nos relacionamos con la alteridad en todas
sus formas. Desde una perspectiva filosófica, este concepto desafía las
nociones tradicionales de subjetividad, así como la de humanidad, con tal de
poder reconocer y valorar la diversidad y la singularidad en una variedad de
contextos. El posthumanismo surge como una respuesta crítica a las limitaciones
del humanismo clásico, que a menudo se centraba en una concepción idealizada y
universal del ser humano. En contraste, el posthumanismo busca ir más allá de
estas categorías estrechas y rígidas, abogando por una comprensión más
inclusiva de la existencia. La idea de «otredades significantes» en este
contexto implica un reconocimiento de la complejidad y la multiplicidad de
formas de ser junto con las de existir. No se trata simplemente de una
tolerancia superficial hacia la diferencia, sino de una profunda apreciación y
valoración de la alteridad en sí misma. Esto significa reconocer que la otredad
no es una anomalía o una desviación de una norma, sino una parte integral y
valiosa de la realidad. Un ejemplo clásico que se encuentra en la literatura
especializada sobre el tema es nuestra relación con los animales no humanos.
Tradicionalmente, los animales han sido vistos como seres inferiores o meros
objetos utilizados por los humanos; sin embargo, desde una perspectiva
posthumana, se buscar reconocer la singularidad y la dignidad de los animales
como seres valiosos en sí mismos. Esto implica una reevaluación de nuestras
prácticas y actitudes hacia los animales, desde la forma en que los tratamos en
la agricultura y en la industria, hasta cómo los consideramos en términos de
derechos y bienestar. En lugar de ver a los animales simplemente como objetos o
herramientas, la idea de otredades significantes nos invita a verlos como
sujetos con sus propias experiencias y mundos significantes.
[4] Esta idea se puede encontrar, por ejemplo,
en la obra de Donna Haraway, quien en «Las promesas de los monstruos: Ensayos
sobre Ciencia, Naturaleza y Otros inadaptables» (2019), explora cómo las
relaciones simbióticas entre diferentes especies pueden ofrecer nuevas formas
de comprensión y colaboración. Haraway sugiere que debemos aprender a reconocer
las complejas interacciones y dependencias que existen entre diferentes formas
de vida.
[5] Braidotti, Lo
posthumano, 76.
[6] Ibíd., 77.
[7] Rossi Braidotti, Ideas recibidas: Un vocabulario para
la cultura artística contemporánea (Barcelona: MACBA, 2009).
[8] Ibíd., 288.
[9] Ibíd.
[10] Braidotti, Lo posthumano, 75.
[11] Peter
Sloterdijk, Normas para el parque humano
(Madrid: Siruela, 2006).
[12] Walter Ong, Orality and Literacy: The
Technologizing of the Word (USA: Routledge, 1982).
[13] Peter
Sloterdijk, Normas para el parque humano
(Madrid: Siruela, 2006).
[15] Braidotti, Lo posthumano, 103.
[16] Peter Sloterdijk, Esferas I:
Burbujas. Microsferología (Madrid: Siruela, 1998), 36.
[17] Ibíd.
[18] Arnold
Gehlen, Antropología filosófica: del encuentro y descubrimiento del hombre
por sí mismo (Barcelona: Paidós Iberica, 1993), 30.
[19] Peter Sloterdijk, Haz de cambiar tu vida (Valencia:
Pre-textos, 2013), 442.
[20] Sloterdijk, Normas
para el…
[21] Roberto Marchesini, Over the human:
Post-humanism and the concept of animal epiphany (Vol. 4) (Switzerland:
Springer, 2017), 6.
[22] Sloterdijk,
Normas para el…, 20.
[23] Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Nature
mostró que compartimos aproximadamente un 98,7 % de nuestro ADN con los bonobos
y chimpancés (Prüfer et al, 2012). Por otro lado, una investigación que
apareció en Science reveló la compleja red de interdependencia entre los
seres humanos y los ecosistemas (White, 1967), lo que muestra claramente
nuestra conexión intrínseca con la naturaleza (Levin et al, 2017).
[24] El término hace referencia a cualquier ser
que no sea parte de la especie homo sapiens. Este concepto abarca no
solo la diversidad, sino también la interacción entre seres. Las conexiones con
criaturas no humanas son esenciales para establecer las características propias
del ser humano.
[25] Tetsuro
Matsuzawa, «Use of numbers by a chimpanzee», Nature 315 (1985): 57-59,
doi:10.1038/315057a0
[26] Iain Douglas et al, «Behavioural reactions of
elephants towards a dying and deceased matriarch», Applied Animal Behaviour
Science 100 (2006): 87-102, doi:10.1016/j.applanim.2006.04.014
[27] Natalia
Albuquerque et al., «Dogs recognize dog and human emotions», Biology Letters
12 (2016): 1-5, doi.org/10.1098/rsbl.2015.0883
[28] Marguerite
O'Haire et al., «Animal-Assisted Intervention for
trauma: a systematic literature review», Frontiers in Psychology 8
(2017): 1-13. doi:10.3389/fpsyg.2015.01121
[29] Adam
Pack, «Dolphin social cognition and joint attention: Our current
understanding», Aquatic Mammals 32 (2006): 443-460,
doi:10.1578/AM.32.4.2006.443
[30] Roberto Marchesini, Over the human: Post-humanism and the concept of
animal epiphany (Vol.4) (Switzerland: Springer, 2017), 6.
[31] Una forma de vínculo humano-animal en la que
la persona establece una conexión mental, emocional y espiritual empática con
un ser de otra especie no-humana, en este caso animales no-humanos.