Año 22, N.º 45: enero -
junio 2023
Una mirada a la trayectoria y los aportes científicos del arqueólogo Luis
Hurtado de Mendoza
Jeffrey Peytrequín-Gómez
https://orcid.org/0000-0001-6837-3274
Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Nacional,
de Costa Rica. Maestría en Antropología con énfasis en Arqueología, Universidad
de Costa Rica (UCR). Bachillerato y licenciatura en Antropología, UCR. Es profesor
catedrático e investigador en la Escuela de Antropología de la UCR, sede San
Pedro de Montes de Oca. Es autor de más de treinta artículos científicos y de
tres libros. Correo: jeffrey.peytrequin@ucr.ac.cr
Resumen
En el presente
texto se discute los aportes fundamentales de la obra científica de un
arqueólogo peruano, radicado en
Costa Rica desde inicios de la década de 1980 y cuya carrera profesional se desplegó
en este último país, haciendo grandes contribuciones al campo de esta disciplina:
el Dr. Luis Hurtado de Mendoza. Para ello, se analizó la amplia literatura
disponible del autor en cuanto a los tópicos abordados y sus alcances
investigativos; a la vez, se recurrió a entrevistas para cotejar ciertos datos
contextuales. Los resultados arrojan el despliegue de pilares temáticos cubiertos
por este profesional, como la incursión en trabajos de índole transdisciplinar,
el uso innovador de técnicas especializadas, el acercamiento multiescalar a
distintos sitios arqueológicos, entre ellos Guayabo de Turrialba y el manejo de
recursos (naturales y culturales) a escala regional. Sin olvidar su paso e
impacto por la enseñanza en varios centros de educación superior a nivel
nacional e internacional pero, de forma principal, en la Universidad de Costa
Rica a principios de la década de 1980, integrando de manera formidable la
investigación junto a la docencia y la acción social, así como su desempeño
como arqueólogo destacado en el Instituto Costarricense de Electricidad en las
dos primeras décadas del siglo XXI, estableciendo un modelo de gestión cultural
ejemplar.
Palabras clave: Arqueología, Costa Rica, Universidad de Costa Rica,
ICE, recursos culturales.
Recibido: 25 de enero de 2023
Aprobado: 8 de febrero de 2023
A look at the trajectory
and scientific contributions of the archaeologist Luis Hurtado de Mendoza
Abstract
This text discusses the
fundamental contributions of the scientific work of a Peruvian archaeologist,
who has been based in Costa Rica since the early 1980s and whose professional
career unfolded in this country, making great contributions to the field of this
discipline: Dr. Luis Hurtado de Mendoza. For this purpose, the author's
extensive available literature was analyzed in terms of the topics addressed
and their investigative scope; at the same time, interviews were conducted to
verify certain contextual data. The results reveal the deployment of thematic
pillars covered by this professional, such as the foray into transdisciplinary
work, the innovative use of specialized techniques, the multi-scalar approach
to different archaeological sites, including Guayabo de Turrialba, and the
management of resources (natural and cultural) on a regional scale. Not to
mention his impact and experience in teaching at various national and
international higher education centers, but primarily at the University of
Costa Rica in the early 1980s, where he effectively integrated research with
teaching and social action, as well as his performance as a prominent
archaeologist at the Costa Rican Institute of Electricity in the first two
decades of the 21st century, establishing an exemplary cultural management
model.
Keywords: Archaeology,
Costa Rica, cultural resources, University of Costa Rica, ICE.
Un regard au parcours
professionnel et les apports
scientifiques de l’archéologue
Luis Hurtado de Mendoza
Résumé
Cet article discute les apports fondamentaux de l’œuvre scientifique du Dr. Luis
Hurtado de Mendoza, un archéologue péruvien résident au Costa Rica depuis 1980 et dont le parcours professionnel a été déployé dans ce pays et a fait de grandes contributions au champ de l’archéologie. Pour ce faire, on a analysé l’abondante littérature produite par lui, sur
les sujets étudiés et les portées des recherches. On a aussi effectué
des interviews afin de recouper
certaines données contextuelles. Les résultats montrent l’étalage des piliers thématiques couverts pour ce professionnel, tels que l’incursion dans les travaux transdisciplinaires, l’innovation dans l’utilisation des techniques spécialisées, l’approche multi-niveaux au divers sites archéologiques, parmi eux, Guayabo de Turrialba, ainsi que la gestion des ressources (naturels et culturels) à échelle régionale. Il
ne faut pas oublier son passage et son impact dans l’enseignement dans diverses
institutions d’éducation supérieur
internationales et nationales,
notamment à l’Université du
Costa Rica au début des années 1980 où il a intégré de manière
formidable la recherche, l’enseignement et l’action sociale. Finalement, on retient aussi sa performance en tant qu’archéologue renommé à l’Institut Costaricien de l’Électricité dans
les deux premières décennies du XXème
siècle où il a établi un modèle culturel exemplaire.
Mots-clés: archéologie, Costa Rica, Université du Costa Rica, ressources
culturelles.
Introducción: inicio y formación profesional
Los primeros
pasos formales de la enseñanza de la arqueología en Costa Rica se remontan a
los albores de la década de 1940[1], y
coincide con el establecimiento de la propia Universidad de Costa Rica (UCR). La
instrucción de esta disciplina se cimenta durante los decenios de 1960 y 1970
en esa misma casa de estudios, desplegándose –desde ese momento– hasta hoy.
Valga decir que en este país centroamericano solo en dicha universidad se
imparte la carrera de Arqueología. A partir de su instauración, el campo de
estudio arqueológico se ha convertido en un baluarte hacia el respeto a la
otredad y la diversidad cultural, sobre todo, en relación con la presencia de
poblaciones previo a la llegada de los españoles en el siglo XVI; interacciones
y desarrollos sociales que se extienden más allá de 12 mil años atrás.
Dentro de la historia reciente de la arqueología nacional, este escrito se
enfocará en los aportes de un arqueólogo peruano que se radicó en suelo
costarricense, Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero, o para muchos, de forma
sencilla y corta, pero a la vez respetuosa, don Luis. Profesional que se
convirtió en un referente académico, dentro y fuera de las aulas de la UCR.
A finales de mayo de 2023 don Luis alcanza la cifra de 83 años. Nacido en
la localidad de Huancayo, Perú, se constituye en un verdadero y completo producto
de exportación (o «recurso», palabra que tanto le gusta y utiliza en sus trabajos). Un
suramericano que estudia en los Estados Unidos, realiza su proyecto de
graduación en Guatemala y ejerce la profesión antropológica tanto en ese país como
en México, Belice, Honduras, Costa Rica y Nicaragua, retornando a Perú varias
veces.
Precisamente, en 1977 don Luis obtiene su título de doctorado en la
Universidad Estatal de Pensilvania (Pennsylvania
State University)
con una investigación seminal acerca de la producción e intercambio de
obsidiana en el Altiplano guatemalteco; en particular, sobre los materiales de
este tipo recuperados en el sitio Kaminaljuyú[2],
el más importante centro de poder en el sur del mundo maya desde el Preclásico
Medio hasta el Clásico Inicial.
Para dicha tesis, Hurtado de Mendoza utilizó una serie de técnicas
especializadas como el análisis de activación neutrónica mediante un equipo de
punta, un acelerador nuclear (reactor de investigación). Al respecto, una tarde
de conversación casual, me comentaba que cuando era estudiante debía «hacer
fila» para aprovechar los pocos espacios disponibles (aquellos
contados que dejaban docentes e investigadores de planta de dicha universidad)
para manipular este aparato, al punto de que el técnico a cargo, reconociendo
su constancia e interés, le abrió horarios de trabajo en las madrugadas para
hacer las pruebas con más holgura y sin la presión de que alguien continuaba en
el próximo turno de media hora.
Luis Hurtado de Mendoza Romero y la docencia universitaria
Ese título
doctoral le es reconocido a don Luis en la Universidad de Costa Rica en 1982, pero
es en 1980 cuando comienza a dar clases en esta casa de estudios, labor que
desempeñó en la Escuela de Antropología y Sociología durante seis años
(1980-1985), llegando a convertirse en profesor asociado en 1983, dentro del
escalafón interno establecido por el Régimen Académico en esta institución.
Valga subrayar que don Luis –junto a otros contados arqueólogos extranjeros
que llegaron a trabajar (o a apoyar la docencia) en la UCR[3]–
es de los pocos doctores que enseñaron arqueología en dicha universidad en los
ochenta, fenómeno que vuelve a acontecer hasta ya entrado el siglo XXI. A la
vez, es Hurtado de Mendoza quien se hace cargo, como director, del Trabajo
Comunal Universitario (TCU) en Guayabo de Turrialba, ello a lo largo del primer
lustro de la década de 1980, el cual tuvo un enorme éxito por los importantes
descubrimientos arqueológicos y las decenas de estudiantes (de distintas
disciplinas) marcados de por vida por esas experiencias.
Es importante recalcar que don Luis no solo ejerció la docencia en
Antropología en la Universidad de Costa Rica; también hizo lo propio en la
Maestría en Recursos Naturales del Centro Agronómico Tropical de Investigación
y Enseñanza (CATIE) entre 1987 y 1991, fue asesor de tesis en el programa de
Maestría Ecología y Paz de la Universidad para la Paz (1992-1993), así como en la
Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, donde fue profesor en el
programa de Maestría en Turismo Ecológico y en el programa Doctoral en Ciencias
Económicas y Empresariales, de 1994 a 1997.
Figura 1. Don Luis en trabajo de campo
Luis Hurtado de Mendoza Romero en una de sus múltiples visitas guiadas
en el Monumento Nacional Guayabo de Turrialba. Foto cortesía de Magdalena León
Coto.
De igual
forma, tiene una larga trayectoria docente en universidades extranjeras. Su
primer Alma Mater, la Universidad
Nacional del Centro de Perú, donde fue un novel pero consolidado profesor de arqueología
y antropología entre 1978 y 1979. A la vez, del 2001 al 2002 se destacó como
asesor académico en el Doctorado en Ciencias, en Ecología y Desarrollo
Sustentable de El Colegio de la Frontera Sur, en Tapachula, México. Dejó huella
en distintos centros universitarios nicaragüenses como la UNAN-Managua y en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, como profesor visitante en varios cursos
del Posgrado en Antropología para finales del siglo XX e inicios del XXI. Asimismo,
brindó aportes en trabajos de desarrollo curricular en la Universidad
Centroamericana (UCA) de Nicaragua para la currícula
de Ingeniería en Manejo de Ecosistemas (2001-2002) y en la Universidad
Centroamericana de Ciencias Empresariales (UCEM), como docente de Metodología
de la Investigación, apoyando en el diseño y la ejecución de varias tesis de
graduación, al mismo tiempo que fungió como profesor en las carreras de turismo
y hotelería, administración de negocios, ingeniería informática, ingeniería
industrial, derecho, relaciones internacionales y farmacia, todo ello entre
1994 y 1997. También llegó a ser rector de la UCEM por un período de dos años
(1997-1999).
Volviendo a la Universidad de Costa Rica y la llegada del Dr. Hurtado de
Mendoza a la Escuela de Antropología y Sociología en 1980, existen varios
relatos de estudiantes de distintas generaciones, quienes recibieron lecciones
con él y alaban tanto su labor docente como investigativa. Por ejemplo, recuerdan
con gratitud sus enseñanzas en cursos como Arqueología y Ecología Cultural;
Análisis Lítico; Arqueología y Marxismo y Técnicas Analíticas en Arqueología (I
y II), por su seriedad, calidad y claridad expositiva, así como el dominio de
los temas[4].
En el aula, el Dr. Hurtado de Mendoza se caracterizaba por ser un excelente
profesor, con un buen verbo didáctico y crítico acerca de las revisiones y
realimentaciones hacia los trabajos de sus estudiantes. En tiempos donde lo
digital era inexistente, se rememora cómo don Luis prestaba –de forma
desprendida– sus propios materiales (libros y artículos) para que el alumnado
los fotocopiara.
Respecto al TCU en Guayabo, estudiantes de la primera mitad de la década de
1980 no pueden olvidar ese mes y medio de trabajo de campo intensivo todas las
semanas (de lunes a viernes), entre enero y febrero, junto a don Luis, quien –literalmente–
se quedaba y trabajaba con el grupo toda la temporada en tareas de prospección
arqueológica, excavación y, en la universidad, en el procesamiento y análisis
de los materiales culturales antiguos recuperados.
Más allá de la arqueología
Gran parte de
su vida, don Luis la relacionó y dedicó al manejo de recursos (tanto naturales
y culturales) y a la relación ser humano-naturaleza, incluso, insistía en la
importancia de no invisibilizar lo arqueológico presente en las áreas
protegidas, lucha intensa que desarrolló en Costa Rica desde 1980 hasta recientemente
cuando se pensionó. Además, hizo incursiones de este tipo a finales de la
década de 1970, y en las postrimerías del siglo XX en el Perú, a mediados de la
década de 1970 en Colorado (EE UU) y en Guatemala, así como en la década de
1990 en Washington (EE UU) y con trascendencia en Nicaragua de 1996 al 2001. De
hecho, Hurtado de Mendoza fue consultor –entre otras iniciativas
internacionales– para el PROARCA (Proyecto Ambiental Regional para
Centroamérica) y el PANIF (Programa Ambiental Nicaragua-Finlandia).
En relación con Costa Rica, fue muy activo en las décadas de 1980 y 1990,
donde tuvo una mediación fundamental en varias instituciones en cuanto al
manejo adecuado de los recursos culturales. Como muestra, trabajó en
consultorías con la Fundación Neotrópica y para la Organización de Estudios Tropicales (en 1991
y 2002, respectivamente), en la Fundación de Parques Nacionales (FPN) en 1992 y
en el antiguo Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas (MIRENEM) entre
1991 y 1994, así como en el CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación
y Enseñanza), donde se destacó como asesor científico para el Parque Nacional
Corcovado, el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo
y en trabajos relacionados con la planificación –en ese entonces– de la Reserva
de la Biósfera de La Amistad y la valoración de los recursos culturales
contenidos en esta, entre 1985 y 1991.
Además de lo anterior, el Dr. Hurtado de Mendoza ha sido, desde 1975, investigador
asociado del Museo Nacional de Antropología y Arqueología del Perú, consultor
para América Latina de la Smithsonian Institution (en 1981) y miembro del equipo encargado de
la habilitación y planificación del sitio «Ruinas de la Ciudad Colonial León Viejo», al
arranque del siglo XXI.
Otro de sus campos destacados, fiel a su formación universitaria en
Ciencias Sociales, es el de la Etnología (y Antropología) Rural, desarrollada tanto
en su natal Perú, como en Costa Rica y en nuestro vecino del norte, conocimientos
que matiza en textos como «Identidad cultural Mayangna en
Nicaragua»[5] sobre
los pueblos indígenas oriundos de la reserva Bosawás en la costa Caribe de este
país.
Sus encuentros y labores con diferentes poblaciones originarias lo llevaron
a otro nodo de producción concatenado con el anterior, trabajos que comulgan
con tópicos acerca de ideologías indígenas, toponimias nativas, diversidad
cultural y estudios de reafirmación étnica, así como la situación actual de
varias reservas indígenas de Centroamérica. Al respecto, no se pueden dejar de
mencionar las investigaciones dialógicas con los mayangna
y los miskitos (en Nicaragua), los cabécares (en
Costa Rica), los huancas (o los «breñeros») y los mitimaes cuzqueños, ambos pueblos de Perú.
Los 2000 y don Luis en el ICE
Es inconcebible
pensar en la historia, en particular, la historia de la arqueología, dentro del
Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), sin considerar la figura de Luis
Hurtado de Mendoza, encargado en múltiples proyectos de la gestión arqueológica
en construcciones con mega impactos sociales, culturales y naturales como el
caso de varias represas hidroeléctricas, donde –claramente– a veces su puesto
de «consultor» no daba mérito a sus muchas labores y responsabilidades.
A saber y de un modo sintético, don Luis estuvo a cargo y coordinó todas
las labores arqueológicas en proyectos hidroeléctricos (PH) como:
• Proyecto Hidroeléctrico Cariblanco, en Sarapiquí de Alajuela (del 2003 al
2006).
• Proyecto Hidroeléctrico Toro 3, en Grecia de Alajuela (del 2006 al 2010).
• Proyecto Hidroeléctrico Reventazón, en Siquirres de Limón (desde 2008
hasta 2017).
Como un modelo adecuado de gestión y negociación, establecido, desarrollado
y defendido ante jerarcas y altos ejecutivos del ICE por 15 años, don Luis
siempre llamó la atención sobre la necesidad no solo de realizar los adecuados
trabajos en arqueología, cumpliendo con la ley nacional vigente (la 6703), sino
de su puesta en marcha de una forma adecuada y con los presupuestos acordes
para una labor seria, científica y –aunque con objetivos concretos–
longitudinal. Esto no es de extrañar, él había tenido una experiencia que lo
marcó en su vida, al formar parte (en labores administrativas) del Proyecto
Hidroeléctrico Mantaro, allende en 1962-1963 en Tayacaja, Perú.
Lo anterior lo podemos notar, de un modo marcado, en la «evolución» de los
proyectos en los que participó y estuvo a cargo en el ICE (ver tabla 1).
Tabla 1. Proyectos
relacionados con el ICE
Proyecto |
Contrataciones |
Duración |
PH
Cariblanco |
1
arqueóloga; 2 técnicos[6]
y 4 operarios de campo (peones)[7] |
4
años |
PH
Toro 3 |
2
arqueólogas (1 más); 5 técnicos (3 más) y 4 operarios de campo (peones) |
5
años |
Hidroeléctrico
Reventazón |
A
causa de su envergadura y duración, conllevó la necesidad –sin parangón
alguno– de la mayor cantidad de contrataciones de colegas en una sola
institución, que no fuera la universidad ni el Museo Nacional, en la historia
de la arqueología nacional. En ese particular, hubo para este proyecto 11
arqueólogos[8];
6 técnicos[9]
y 18 operarios (peones). En total y en los diez años que tardó el proyecto, 35
personas se ligaron a las labores arqueológicas. Trabajaron, como mínimo, de cuatro
a cuatro cuadrillas y media de campo a la vez. |
10
años |
Fuente: Elaboración
propia con base en Peytrequín (2016) y comunicación
personal con Marta Chávez, 2023.
Valga decir
que las anteriores estadísticas, de forma necesaria, no corresponden a
contrataciones contemporáneas. Por ejemplo, era común que se retirara a una
persona arqueóloga o una técnica (cuando vencía su contrato) y entraran otras,
pero, por ejemplo, en el caso del PH Reventazón, siempre se mantuvieron de seis
a siete personas licenciadas en arqueología en la nómina.
Como lo hemos ya comentado en otras oportunidades[10],
en esos años el ICE –como institución– se convirtió en el mayor empleador de personas
arqueólogas del país y, sin duda, la gestión del Dr. Hurtado de Mendoza no
puede separarse de esa realidad. Con el término del PH Reventazón, en el 2017,
termina esa «época dorada» para muchos profesionales independientes.
Pero Reventazón no fue solo «arqueología de contrato», se
constituyó en una escuela para muchas personas que hicieron sus primeras armas
disciplinares ahí. A la vez, era un gusto llevar a grupos de estudiantes de la
UCR de gira al proyecto, no solo porque siempre eran recibidos con brazos
abiertos, sino por la riqueza didáctica de estos encuentros, pues los colegas solían
explicar a los discentes acerca de la arqueología «aplicada»
(fuera de las aulas), qué hacían allí, su importancia, las técnicas empleadas,
entre otros aspectos que abrían un diálogo compuesto por preguntas voraces de
jóvenes sedientos del saber.
Claro está, si don Luis se encontraba con tiempo, él mismo se encargaba; de
no ser así, coordinaba todo para que saliera a la perfección. Para ello,
primero había dispuesto un pequeño «centro de visitantes» –en el mismo espacio del laboratorio donde se realizaban
las clasificaciones artefactuales–, cuyas explicaciones se inauguraban con una
estupenda «mesa cronológica», que contaba con imágenes y restos artefactuales que aclaraban
toda la secuencia de ocupación antigua del lugar. Luego de eso, visitaban
alguna de las excavaciones que se estaban ejecutando y se enseñaban in
situ sobre la labor arqueológica.
Incluso, en los últimos años del proyecto se podían visitar terrenos
establecidos como «reservas de protección» para el resguardo del patrimonio cultural, las cuales eran gestionadas
con el ICE[11],
una experiencia completa que le permitía al estudiantado comprender –de una
forma concreta– las diferentes etapas del proceso de investigación en arqueología.
Arqueología y las publicaciones de don Luis
A
continuación, un repaso de los aportes intelectuales de la obra de don Luis,
con énfasis en lo arqueológico y en Costa Rica, haciendo una rápida «radiografía» de su
destacada bibliografía.
Empecemos con «Aplicaciones de la Física Nuclear en la Arqueología de
Costa Rica y América Central»[12] y «Cuadro
espectrográfico de cerámica precolombina de la Región
de Guayabo de Turrialba, por Fluorescencia de Rayos-X»[13], ambos
trabajos realizados más de 30 años antes de que la «arqueometría» se
empotrara como una moda en nuestro país.
Se debe resaltar el debate que entabló con el Dr. Michael Snarskis acerca de la cerámica del Caribe dentro de la
secuencia de ocupación de esa subregión arqueológica del país, de los pocos
ejemplos formales de réplicas y contra-réplicas científicas en la arqueología nacional[14].
Él elaboró varias investigaciones de patrones de asentamiento y el
desarrollo sociocultural en la región de Guayabo e intercambios interregionales[15] sobre
la arqueología del Caribe/Suerre[16], acerca
del sitio Ta´Lari del Pacuare[17] y
su visión sobre la historia antigua de Turrialba –con énfasis en Guayabo– en un
sentido regional y diacrónico[18].
Además de las formas de uso de la tierra en los bosques tropicales en tiempos
prehispánicos[19]
y su interés por los petrograbados, primero de
Guayabo y luego de la cuenca del Reventazón y de la subregión Caribe e,
inclusive, de América Central como un todo[20].
Figura 2. Don
Luis en una ponencia internacional
Luis Hurtado de Mendoza impartiendo una ponencia en el X Congreso Centroamericano
de Antropología, celebrado en el 2015 en Mérida, México. Foto cortesía de:
Marco Arce Cerdas.
Aparte de lo
ya apuntado, no se puede dejar de mencionar que, producto del paso de don Luis por
el ICE, este produjo varias publicaciones específicas sobre el tema de los
complejos cerámicos y líticos del Período Formativo[21], además
de folletos informativos –mediante el Área de Gestión Ambiental– sobre los
principales resultados en Toro 3 (Cariblanco) y en el Reventazón[22]; a
lo cual se suma su trabajo de compilador y editor de la serie Arqueología
del Caribe Costarricense. Contribuciones científicas, con dos volúmenes a
su haber[23].
Respecto a dicha colección, ya en otros espacios nos hemos referido –en detalle–
acerca de los aportes presentados en los distintos artículos que componen esos
textos[24].
En cuanto al ámbito de la Arqueología Social Latinoamericana, tema vinculante
a la historia reciente de la arqueología costarricense, asistió a un par de
congresos relacionados con esta red. El primero celebrado en 1981 en República
Dominicana (Congreso Internacional para el Estudio de las Culturas
Precolombinas de las Antillas, en Santo Domingo), donde presentó un trabajo
acerca de los utillajes líticos y una propuesta de ubicación
cronológica-cultural para estos[25].
Recuerdo la interesante descripción de don Luis sobre su experiencia en la
capital dominicana como «la ciudad sin gente», ello producto de los toques de queda –secuelas de la
dictadura–. Un escenario muy distinto al cual me topé 32 años después en mis propias
incursiones por el Caribe Insular. En el otro encuentro internacional de
arqueólogos sociales en el que participó, abarcó la temática de la
estratificación en los cacicazgos y los modelos inferenciales[26].
Valga decir que el primer lustro de la década de 1980 sirvió para unir
esfuerzos con arqueólogos clave que integraban ese colectivo. De hecho, varios llegaron
a la Universidad de Costa Rica a dar charlas sobre sus posturas, la posición
deontológica de la disciplina y la influencia de aspectos marxistas en esta. Un
dato no menor es que, producto de esos encuentros, uno de los primeros Cuadernos
de Antropología[27],
en concreto el número 2, se constituyó en la transcripción de una serie de
conferencias que diera –en septiembre de 1982, en el Departamento de
Antropología de la UCR– uno de los arqueólogos venezolanos que integraban esa
corriente de pensamiento[28].
De hecho, como queda explícito en la presentación e introducción de esa
revista, el propio don Luis fue el propiciador de que esos aportes de Mario Sanoja Obediente (Q.d.D.g.)
vieran la luz en este medio nacional[29].
A la vez y de forma paralela, esa red le permitió a don Luis tener contacto
con otros personajes de peso en el mundo arqueológico continental, como la
misma Betty Meggers, pero –claro está– la Arqueología
Social Latinoamericana en realidad no fue un ámbito de desarrollo investigativo
de Hurtado de Mendoza; quizá por el hecho de no compartir –del todo- aspectos
teórico-epistémicos con este enfoque o por su temprana salida de la UCR; lo cual
incidió en que no participara más de los intercambios científico-académicos con
el grupo adscrito a dicha perspectiva.
Además de la arqueología, «propiamente dicha», los trabajos de don Luis han aportado hacia la
interdisciplinaridad, en particular, para con la geo-arqueología. Esto, valga decir
y subrayar, en tiempos cuando ni siquiera existía esa denominación formal para
dicha especialidad, lo anterior muy de la mano con el geólogo Guillermo
Alvarado Induni. De modo concreto, podemos enumerar
la investigación sobre el sitio Oviedo[30] y
la disertación sobre la falta de
correlación contextual directa –en ese momento– entre la evidencia cultural y
los hallazgos de mastodontes en América Central[31], así
como una evaluación del potencial paleo-mastozoológico en Nicaragua[32], todos
estos trabajos en interrelación directa con aspectos paleontológicos. A lo cual
se suma lo relativo al diálogo interdisciplinar (arqueología-vulcanología-geología-geografía)
para la región del macizo del Miravalles, las lagunas del Hule, Río Cuarto, las
faldas del volcán Irazú y el noroeste de Guanacaste[33],
al igual que la revisión de los aportes de Heinrich Fischer en cuanto al
estudio de los jades sociales de Costa Rica a finales del siglo XIX[34].
Más allá de Costa Rica, aparte de las publicaciones relacionadas con su
tesis doctoral en Kaminaljuyú, donde hay varios trabajos sobre el Valle de
Guatemala y Chimaltenango acerca de la obsidiana, su producción, redistribución
e intercambio[35],
de los cuales destacan dos textos lanzados en el prestigioso rotativo American Antiquity.
También existen obras sobre la arqueología de Perú, acerca de temas varios como
las industrias líticas del Valle de Palcamayo[36],
las ocupaciones Paleoindias en Junín[37],
los sitios pre-cerámicos –en cuenta abrigos rocosos– en la anterior localidad y
en el Cerro de Pasco/Piedras Gordas, con énfasis en el estudio de puntas de
proyectil[38]
y el uso general de la lítica[39].
Conclusión
Durante 43
años, Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero ha estado ligado –de una u otra
manera– a la arqueología costarricense. Primero con su «breve» (poco
más de un lustro) pero significativo paso por la Universidad de Costa Rica, elevando
así los estándares de la enseñanza y la investigación arqueológica; al igual
que no desligando esta disciplina de su impacto-relación con la sociedad
costarricense, mediante el afamado TCU de Guayabo. Don Luis trajo consigo
nuevas preguntas de investigación para el contexto nacional y la clara
convicción de que el camino era buscar un ejercicio científico transdisciplinar
para consolidar la arqueología en el país.
Durante la década de 1990 y principios del siglo XXI, sus esfuerzos se
concentraron en estudiar y visibilizar –a la vez que concientizar– acerca de
los recursos culturales (más que todo los antiguos o arqueológicos) contenidos
en las distintas reservas biológicas y parques nacionales del territorio
costarricense. Volviendo a tener un papel central, a partir del 2000, en la «arqueología
de contrato» con su epicentro en distintos megaproyectos del ICE, como
coordinador y supervisor de todas las labores arqueológicas destinadas a
realizarse en los estudios de impacto ambiental asociados, esto hasta el 2017.
Su producción científica es impresionante, con más de 60 artículos
publicados, algunos de ellos de reciente data –de menos de dos años–, todo lo cual
deja patente una carrera profesional destacada y muy activa. De modo que la
impronta de su huella ha quedado impregnada en varias generaciones de personas arqueólogas
de Costa Rica.
Varias décadas atrás, don Luis se asienta en la Colonia Guayabo de Turrialba,
donde su amor por el sitio en que tantos años trabajó y una identidad
construida a su alrededor lo llevó a decidir vivir a tan solo 300 metros al
sureste del Monumento Nacional Guayabo, en una casa de habitación acogedora que
muchas personas hemos visitado y en la cual encontrábamos a don Luis (cuando no
estaba en campo en algún proyecto) y podíamos tener largas e interesantes
conversaciones con él.
Además, desde allí, instaura su centro de operaciones, primero con Sociedad
& Ambiente Consultores, luego con el Centro de Información para el
Desarrollo (CID-Guayabo), escribiendo y editando muchas publicaciones en
alianza con casas editoriales no solo costarricenses, sino también de Nicaragua
y Perú.
Hace 14 años, en el 2009, la Universidad Nacional del Centro del Perú le
otorgó el título de Honoris Causa,
máximo galardón para un académico e investigador, y un reconocimiento a una
vida de aportes a la antropología y arqueología. Aquí, digamos, no aplicó el
dicho «nadie es profeta en su propia tierra», pues
en su país natal le mostraron altos respetos por la carrera profesional
desplegada a nivel nacional e internacional. Un dato no menor es que en dicha
casa de estudios don Luis obtiene tres títulos profesionales: en 1972 los bachilleratos
de Sociología y Antropología y en 1975 su licenciatura en Antropología.
En el 2022, de una forma merecida, se organizaron dos encuentros para
celebrar la obra profesional de Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero. Uno de
ellos en las instalaciones del Museo Nacional de Costa Rica y el otro en la
biblioteca pública de la Colonia Agrícola de Guayabo de Turrialba, los días 29
de julio y 27 de agosto, respectivamente. En estos eventos se rindió homenaje a
los aportes de este notorio arqueólogo y su valor tesonero en los ámbitos de la
investigación científica y la gestión cultural. A lo anterior se suma este
pequeño análisis y síntesis de su trayectoria, con la esperanza de que mis
palabras den crédito al papel del Dr. Hurtado de Mendoza y sus contribuciones
para la arqueología y la antropología de Costa Rica, Perú y el continente
americano.
Formato de citación según
APA
Peytrequín-Gómez, J. (2023). Una mirada a la trayectoria y
los aportes científicos del arqueólogo Luis Hurtado de Mendoza. Revista Espiga,
22 (45).
Formato de citación según
Chicago-Deusto
Peytrequín-Gómez, Jeffrey. «Una mirada a la trayectoria y
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Entrevistas
realizadas
Marcelo Gaete
Astica (antropólogo y ex-alumno del Dr. Hurtado de Mendoza en el primer lustro
de 1980), en conversación con el autor, 27 de julio de 2022.
Marta Chávez
Montoya (arqueóloga que laboró en distintos proyectos hidroeléctricos junto a
Luis Hurtado de Mendoza (del 2006 al 2017), en conversación con el autor, 18 de julio de
2022.
[1] Peytrequín, «El desarrollo del pensamiento arqueológico en Costa Rica
(1934-1959). Un análisis desde el campo y el capital científico de Jorge Lines»
(2018): 489.
[2] Hurtado
de Mendoza, «Obsidian studies and the archaeology of the Valley of Guatemala» (1977):
223.
[3] En cuenta Michael Snarskis, Robert Drolet y Robert Carmack (Drolet es
francés, los otros estadounidenses).
[4] Marcelo Gaete, comunicación
personal, 2022.
[5] Hurtado de Mendoza, Identidad Cultural Mayangna en Nicaragua
(Managua: Impresiones y Troqueles S.A, 2000), 95.
[6] Se aclara que el
puesto de técnico (en arqueología) es la figura de contratación de personas
que, con conocimientos básicos en la ciencia arqueológica (de forma usual por
haber ya iniciado su formación en la carrera universitaria), despliegan tareas
ligadas a esa disciplina; ello siempre bajo la supervisión de profesionales en arqueología
que forman parte de la nómina de los proyectos.
[7] Aunque según me indicó la Licda. Marta Chávez (comunicación personal,
2022), arqueóloga que laboró en dicho proyecto, hubo ocasiones en que –debido a
ciertos requerimientos y el cumplimiento de los tiempos establecidos– llegaron
a tener hasta 16 peones.
[8] Es fundamental mencionar que dos
de estos profesionales terminaron realizando sus procesos y tesis de graduación
en el marco del propio PH Reventazón, estudiando en sitios arqueológicos de
impacto directo de las obras de la represa y obteniendo su licencia de
profesionales (Licenciatura en Arqueología).
[9] Vale destacar que entre ellos se cuenta al finado Jorge Díaz (Q.d.D.g.).
[10] Peytrequín, «Estado actual de la
práctica arqueológica en Costa Rica», 278-285.
[11] Este tipo de gestión ya la había arrancado antes don Luis y sus equipos en
el proyecto hidroeléctrico desarrollado en la cuenca del río Toro, Alajuela (Hurtado
de Mendoza y Alvarado, «Reservas arqueológicas en la
cuenca del río Toro, Alajuela, Costa Rica», 227-250).
[12] Hurtado de Mendoza, «Aplicaciones
de física nuclear en la Arqueología de Costa Rica y América Central», 61-106.
[13] Hurtado de Mendoza, Salazar y
Moya, «Cuadro espectrográfico de cerámica precolombina de
la Región de Guayabo de Turrialba, por Fluorescencia de Rayos-X», 237-238.
[14] Hurtado de Mendoza y Arias, «Cerámica y patrones de asentamiento en la Región de
Guayabo de Turrialba», 281-310, «Reply to Snarskis’
Comment», 317-322., Snarskis, «A comment on Hurtado de Mendoza and Arias», 311-316.
[15] Hurtado de Mendoza, «Nuevos datos
sobre patrones de asentamiento precolombinos en la Región de Guayabo de
Turrialba», 240-241., «Consideraciones generales sobre el estudio de patrones
de asentamiento en Guayabo, Turrialba», 83-93., «Desarrollo socioeconómico de
la Región de Guayabo (tiempos prehispánicos)», 25-58; Hurtado de Mendoza y
Fonseca, «Algunos resultados de las investigaciones en la región de Guayabo de
Turrialba», 37-52; Hurtado de Mendoza, Salazar y Moya, «Contactos
inter-regionales en Costa Rica: Una apreciación desde la Región de Guayabo de
Turrialba», 83-108; Hurtado de Mendoza y Troyo, «Simbología de poder en Guayabo
de Turrialba», 23-65.
[16] Gutiérrez y Hurtado de Mendoza,
«Arqueología de Suerre, Costa Central Atlántica, Costa Rica», 1-20; Hurtado de
Mendoza, «El sitio Williamsburg, costa atlántica de Costa Rica: reconstruyendo
su historia ocupacional», 76-83.
[17] Hurtado de Mendoza, «El sitio
Ta´Lari del Pacuare (datos de una prospección inicial)», 91-106; Hurtado de
Mendoza y Gómez, «Breve descripción comparativa de dos Regiones Arqueológicas
en Costa Rica: Guayabo de Turrialba y Ta´Lari de Pacuare», 67-100; Hurtado de
Mendoza, Gómez y Acuña, «Petroglifos de Guayabo: Clasificación y relaciones
deposicionales», 87-90.
[18] Hurtado de Mendoza, «La Historia
Antigua de Turrialba (proposiciones generales)», 9-16., «Desarrollo
socioeconómico de la Región de Guayabo (tiempos prehispánicos)», 25-58., Historia Antigua de Turrialba.
[19] Hurtado de Mendoza, «Patrones
prehispánicos de uso de la tierra en los bosques tropicales de Costa Rica»,
4-15.
[20] Hurtado de Mendoza, «La tradición
de petroglifos abstracto-naturalistas del Post-Clásico en América Central», 228-265;
Hurtado de Mendoza, Gómez y Acuña, «Petroglifos de Guayabo: Clasificación y
relaciones deposicionales», 87-90; Hurtado de Mendoza y Naranjo, «Taxonomía y
datación de petroglifos en la cuenca media del Reventazón, Costa Rica», 13-39.
[21] Hurtado de Mendoza y Castillo, «Burío
(A-271 Bu): Un sitio de cazadores del Período Formativo en la Cuenca Media del Sarapiquí,
Costa Rica», 67-87.
[22] Hurtado de Mendoza, «Arqueología
en el P. H. Cariblanco», 11-13.
[23] Hurtado de Mendoza, «Arqueología
del Caribe Costarricense. Contribuciones Científicas Volumen 1», «Arqueología
del Caribe Costarricense. Contribuciones Científicas Volumen 2».
[24] Peytrequín, «Arqueología del
Caribe costarricense. Contribuciones científicas. Volumen 2. Ed. por Luis
Hurtado de Mendoza San José: Master Litho S.A., 2018», 725-730.
[25] Hurtado de Mendoza, «Algunos
ensamblajes líticos de Costa Rica y su ubicación cronológico-cultural», 39-56.
[26] Hurtado de Mendoza,
«Estratificación social en un cacicazgo de Costa Rica (una aplicación de la
inferencia como método de conocimiento en arqueología)», 46-77.
[27] Cuadernos de Antropología es la revista
oficial de Antropología dentro de la Universidad de Costa Rica, la cual cumplió
sus 40 años en el 2022.
[28] Sanoja, «Siete temas de debate en
Arqueología Social», 1-68.
[29] Hurtado de Mendoza, «Introducción», i-vi.
[30] Hurtado
de Mendoza, «The Oviedo site: A possible mastodon kill site».
[31] Hurtado de Mendoza y Alvarado, «Los mastodontes en el Nuevo Mundo y el
problema de su taxonomía: Una perspectiva arqueológica para América Central»,
61-75.
[32] Hurtado de Mendoza y Alvarado, «Informe de gira Geoarqueológica para la
evaluación del potencial paleomastozoológico de Nicaragua»; Hurtado de Mendoza
y Lucas, «The fossil mammals of Nicaragua», 417-429.
[33] Hurtado de Mendoza y Alvarado, «Datos arqueológicos y vulcanológicos de la
Región del Volcán Miravalles, Costa Rica», 77-89; Hurtado de Mendoza, Alvarado,
Soto, Salani y Ruíz, «The formation and evolution of Hule and Río Cuarto maars,
Costa Rica», 342-356; Alvarado, Cavallini, Fallas, Hurtado de Mendoza y
Granados, «El sitio arqueológico Retes (C-378 Re), un hallazgo excepcional en
la falda WSW del volcán Irazú durante la fase Cartago (ca. 1080 d.C.):
contextualización geológica, geográfica, cronológica y cultural», 1-32; Hurtado
de Mendoza y Alvarado, «Notas sobre los factores
naturales y culturales en el desarrollo sociopolítico prehispánico en el extremo
noroeste de Guanacaste, Costa Rica», 515-528.
[34] Hurtado de Mendoza, Alvarado y Lücke, «El carácter pionero de los trabajos
de Heinrich Fischer (1875, 1881, 1882) sobre los jades sociales en la
geoarqueología de Costa Rica», 35-44.
[35] Hurtado de Mendoza, «Neutron activation analysis of Kaminaljuyú
obsidian», 43-54; «Obsidian studies and the archaeology of the Valley of
Guatemala», «Estimating a hydration rate for Chimaltenango obsidian», 159-162; «La obsidiana de El Chayal y su redistribución en Kaminaljuyú (Guatemala),
0-200 d.C.», 395-415; «Detección de redistribución económica en un contexto
arqueológico», 393-399; Hurtado de Mendoza y Jester, «Obsidian sources in
Guatemala: A Regional approach», 424-435.
[36] Hurtado de Mendoza, «Industrias líticas del Valle de Palcamayo».
[37] Hurtado de Mendoza, «Paleo-Indian occupations at Junín, Perú», «Cazadores
de las Punas de Junín y Cerro de Pasco, Perú», 198-243.
[38] Hurtado de Mendoza, «Clasificación de sitios precerámicos en Junín y Cerro
de Pasco», «Puntas de proyectil en Piedras Gordas, Cerro de Pasco», 115-131;
«Algunos datos adicionales acerca del sitio Callavallauri (abrigo rocoso N° 1
de Tshopick)», 33-64; «Cazadores de las Punas de Junín y Cerro de Pasco, Perú»,
198-243; Hurtado de Mendoza y Chahud, «Reconocimiento superficial y excavación
en Piedras Gordas, Cerro de Pasco»; 21-29, «Algunos datos adicionales acerca
del sitio Callavallauri (abrigo rocoso n.° 1 de Tshopick)», 9-33.
[39] Hurtado de Mendoza, «Patrones
prehispánicos de uso de diversos tipos de piedra en la Región del Río Cunas,
Huancayo», 39-53.