Año 22, N.º 45: enero -
junio 2023
El
escape de la libertad, de Erich Fromm: 80 años de advertencia sobre la amenaza
autoritaria
Carlos
Iván Orellana
https://orcid.org/0000-0002-4936-867X
Doctor
en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO, programa Centroamericano). Investigador y profesor de la Universidad
Don Bosco (UDB), de El Salvador. Codirector del programa de Doctorado y
Maestría en Ciencias Sociales, cotitulado por la Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y la UDB. Correo: ivan.orellana@udb.edu.sv
Resumen
En
este ensayo se reflexiona sobre el autoritarismo contemporáneo, a propósito de
los 80 años del libro clásico: El miedo de la libertad, [1]de
Erich Fromm. Se argumenta que el mensaje principal del texto mantiene su
vigencia al advertir sobre los riesgos que se ciernen sobre la democracia ante
la llegada de un líder autoritario al cual las masas se someten en busca de
resguardo y sentido, en el que el caso salvadoreño sirve para ilustrar la
sumisión a líderes populistas en Centroamérica. Mientras la dignidad de las
personas no sea colocada en el centro de las preocupaciones políticas, el
riesgo de persistir en la idea de escapar de la libertad a través del
autoritarismo será siempre una posibilidad latente.
Palabras clave: Autoritarismo,
El Salvador, humanismo, libertad, populismo.
Recibido:
19 de febrero de 2022 • Aceptado: 19 de agosto de 2022
Erich
Fromm's Escape from Freedom: 80 Years of Warning About the Authoritarian
Threat
This
essay reflects on contemporary authoritarianism, regarding the 80 years of the
classic book: The fear of freedom, by Erich Fromm. It is argued that the
main message of the text maintains its validity by warning about the risks that
hang over democracy before the arrival of an authoritarian leader to whom the
masses submit in search of protection and meaning, in which the Salvadoran case
serves to illustrate submission to populist leaders in Central America. As long as people's dignity is not placed at the center of
political concerns, the risk of persisting in the idea of escaping from freedom
through authoritarianism will always be a latent possibility.
Keywords:
authoritarianism, El Salvador, humanism, freedom, populism.
La fuite de la liberté d’Erich Fromm: 80 ans d’avertissement sur la menace autoritaire
Résumé
Cet essai réfléchi
sur l’autoritarisme contemporain
concernant les années 80 du
célèbre livre: La peur de la liberté d’Erich
Fromm. Cet article
argumente que le message principal du texte maintient sa validité qui prévient sur les risques qui pèsent
sur la démocratie face à l’arrivée d’un leader autoritaire. Alors les masses se sont soumises devant ce leader autoritaire en cherchant protection et sens, ce qui dans le cas salvadorien sert à illustrer la soumission aux leaders populistes de l’Amérique Centrale. Tant que la dignité des personnes n’est pas placée dans
le centre des préoccupations politiques,
le risque de persister dans
l’idée d’échapper de la
liberté à travers de l’autoritarisme
sera toujours une possibilité latente.
Mots-clés
Autoritarisme, Le Salvador, humanisme,
liberté, populisme.
Introducción
Una
de las obras emblemáticas de ciencias sociales del siglo XX, El escape de la
libertad, de Erich Fromm, ha alcanzado los 80 años de existencia. A
propósito de su indiscutible actualidad y pertinencia histórica, con estas reflexiones
se persigue resaltar, con el contexto centroamericano y salvadoreño como telón
de fondo, distintos aspectos vigentes de la obra del pensador alemán,
especialmente una de las concreciones principales que toma dicho escape de la
libertad en la actualidad: el autoritarismo, la sumisión al líder.
Erich
Fromm (Frankfurt, 1900 - Muralto, 1980) es una reconocida
figura del psicoanálisis y del pensamiento humanista asociada, a su vez, con la
conocida Escuela de Frankfurt. Su obra total destaca por su crítica a los
grilletes psicológicos, relacionales y sociales que frenan el desarrollo de las
potencialidades humanas y por su perspectiva cultural-estructural de los
fenómenos psicosociales. De ahí su afinidad con la perspectiva marxista y su
visión crítica del capitalismo, así como su distancia con el psicoanálisis
ortodoxo con sus claves interpretativas pesimistas y confinadas al mundo
psicosexual biologista o intrapsíquico. El escape de
la libertad constituye la obra de referencia más citada para fundamentar el
estudio de las dictaduras desde un punto de vista psicológico[2].
En El escape de la libertad,
Fromm recurre a una perspectiva dialéctica para comprender la estructura social
(capitalista, moderna) y las disposiciones psicológicas del individuo que se
concretan en el «carácter
social»,
algo así como la cristalización en el individuo de las fuerzas y estructuras sociales
que, a su vez, contribuyen con la perpetuación de estas. No obstante, Fromm,
reñido con determinismos de todo signo, apuesta por la capacidad creadora y
transformadora del ser humano para incidir en el devenir social que de otra
manera parecería inexorable.
Sin embargo, el progresivo
paso de sociedades más simples y tradicionales a sociedades capitalistas
modernas no habría traído consigo mayor libertad ni la afirmación de las
potencialidades humanas. En cambio, la sociedad actual, justamente porque abre amplias,
pero inciertas posibilidades, encuentra personas arrancadas de vínculos significativos,
aisladas y temerosas que harán lo que sea para recuperar la sensación de
seguridad perdida, incapaces de lidiar con ese miedo a ser libres, a saberse
responsables de la propia existencia.
Para Fromm, la libertad
es ambigua porque actualiza la tensión entre el desamparo y la necesidad de
progresar y afirmar la propia individualidad. De ahí la identificación de la «libertad
de» (libertad negativa) y la «libertad para» (libertad positiva). Rotas las
ataduras de (convenciones, supersticiones, ignorancia…) se abrirían las
posibilidades para ser, para «unirse al mundo en la espontaneidad del
amor y del trabajo creador». Pero si estas tareas existenciales atemorizan al
individuo como para hacerse cargo de ellas, es probable «buscar alguna forma de
seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad
de su yo individual»[3]. Los vínculos
destructores se refieren a formas de aniquilación mutua, de alienación y, sobre
todo, de sumisión a un líder, una suerte de padre protector que se erige como salvador
ante el desamparo y el desconcierto de unos infantilizados hijos-ciudadanos.
Por si hubiera que
aclararlo, a Fromm –y a la perspectiva psicosocial en general– le interesa
especialmente el autoritarismo en tanto que régimen de acción (disposiciones,
actitudes, repertorios vinculares y comportamentales), antes que como régimen
político (andamiaje institucional y procedimental). Este énfasis, no
obstante, como ha sido mencionado, no hace perder de vista al humanista alemán
la relevancia de la sociedad, la cultura, el fascismo o la democracia misma. De
hecho, los análisis contemporáneos propios de la psicología social y política
se caracterizan por su decidida atención a la circunstancia de sentido que
propicia el aparecimiento de actitudes autoritarias en una sociedad particular[4].
Mecanismos de evasión
El
capítulo V de la obra se titula «Mecanismos de evasión»[5] y,
como su nombre sugiere, este expone un conjunto de procesos y estrategias
inefectivas o engañosas para enfrentar el desamparo, la soledad y la
responsabilidad de la existencia. Fromm identifica tres: el autoritarismo, la
destructividad y la conformidad automática. Cada una de ellas encuentra ecos en
el presente, pero, dado el interés particular que el libro tiene –al igual que
estas reflexiones– sobre el fenómeno del fascismo, la democracia y la sumisión
al líder, cabe solo referirse brevemente a la destructividad y la conformidad
antes de conceder más espacio al autoritarismo y a su manifestación contemporánea.
La
destructividad para Fromm conlleva la destrucción del objeto (cosas, personas)
y no una relación, ni siquiera de corte simbiótico o patológico[6],
como ocurre con el autoritarismo. En la tesitura entre la «libertad de» y la «libertad
para», la destructividad supone un déficit de «libertad de» mientras que la «libertada
para» se vuelve inalcanzable. Dicho de otra manera, la destructividad para
Fromm surge de la carencia –la exclusión, el desamparo, la precariedad– e
imposibilita el desarrollo personal. Cabe vincular esta interpretación de la
destructividad con la situación actual de violencia y
inseguridad de países como los de Centroamérica, fenómenos resultantes de
condiciones históricas de carestía y abandono del Estado. Las sociedades
centroamericanas, especialmente las de la parte norte del istmo, se caracterizan
por cercenar los proyectos vitales de las grandes mayorías, instigan la
hostilidad y la violencia y, con ello, como confirman sondeos de opinión
recientes[7] –dando
razón a las reflexiones seminales de Fromm–, vuelven atractiva la opción de un
líder autoritario que prometa traer «orden».
La
conformidad automática, por su parte, trae a la memoria al brillante Chaplin de
la película Tiempos modernos, desquiciado por el ritmo repetitivo y frenético
de la producción fabril. La sociedad capitalista habría convertido a la persona
en un engranaje más de fuerzas económicas avasallantes, cuestión que resuena especialmente
ahora en tiempos de globalización neoliberal y flexibilización laboral. No
obstante, Fromm también sugiere el talante autómata del individuo que asume
pasivamente las pautas culturales dominantes y deviene en una réplica de los
otros desde su infancia (i.e., socialización). Esto parece verificarse con especial
facilidad hoy en tiempos de existencia digitalizada. No es difícil constatar una
suerte de producción en serie incesante ante la necesidad de figurar, pertenecer
y contrarrestar el aislamiento de una vida que, comparada con el ostentoso
simulacro edulcorado que se despliega en internet, se experimenta como
devaluada e insignificante[8].
Autoritarismo
De
acuerdo con Fromm, «las principales formas colectivas de evasión en nuestra
época están representadas por la sumisión a un “líder”, tal como ocurrió en los
países fascistas, y el conformismo compulsivo automático que prevalece en
nuestras democracias»[9].
Claro, las claves explicativas que Fromm emplea –como no podría ser de otra
manera– son de corte psicoanalítico. Así, el autoritarismo resulta explicado
como el sometimiento o la dependencia del yo a algo o a alguien. Asimismo, como
un vínculo parasitario, simbiótico, de corte sadomasoquista, entre el líder y
los seguidores, en cuya manifestación el primero «ama» a los otros en cuanto
que objetos de dominio y los segundos «aman» al dirigente porque les libra de
decidir, de responsabilizarse (del propio yo) y de tener que encontrar sentido
a la existencia.
Fromm
reconoce que hablar de «sadomasoquismo» connota «perversión» y «neurosis», es
decir, manifestaciones clínicas o patológicas. Por ello, más bien enfatiza la
existencia de un «carácter autoritario»: «la estructura de la personalidad que
constituyó la base humana del fascismo»[10].
Es decir, la estructura psicosocial básica de personas normales proclives a someterse
a autoridades establecidas que a su vez aspiran a someter a otros. Este
carácter autoritario se vería especialmente fortalecido por procesos de «autoridad
anónima» –de «normalidad», acota Fromm–, cuya
influencia invisible esquiva toda sospecha y atisbos de resistencia. El «carácter
autoritario» se caracterizaría por una peculiar «actitud hacia el poder»[11]:
el individuo autoritario se ve fascinado por el poder, por obedecerlo, pero
también por ejercerlo –incluso por medios violentos[12]– contra
aquellas personas que se consideran contrarias o carecen de él. Así, para
Fromm, el carácter autoritario expresa una suerte de determinismo ante el
destino, la creencia en circunstancias que escapan al control personal y, por
tanto, considera que la virtud o la felicidad se cifran en la sumisión a tales
fuerzas, a las que con frecuencia se llega a atribuir propiedades metafísicas o
mágicas.
Mucha
de la terminología psicosexual o la misma noción de «carácter autoritario»,
empleados por Fromm, han caído en desuso o resultan anecdóticas en trabajos
contemporáneos[13].
No obstante, el mensaje esencial, así como la evolución teórica y la evidencia
empírica producida desde enfoques psicosociales y políticos durante más de
medio siglo, respaldan la vigencia de la tesis básica sobre el autoritarismo
propuesto en El escape de la libertad (por no hablar de la
destructividad y el conformismo como procesos complementarios y paralelos). En
la actualidad, el autoritarismo puede ser comprendido, más allá de matices
conceptuales y operacionales entre autores, como una cosmovisión que se adhiere,
aprecia y promueve la uniformidad, la intolerancia y la obediencia por encima
de la diversidad, la inclusión y la autonomía[14].
La
relevancia del autoritarismo en las sociedades actuales es aún mayor al considerar
que se trata de una tendencia global exacerbada por la pandemia[15], de
la que no escapan países latinoamericanos, incluido el istmo centroamericano,
como lo confirma hoy de manera especial el caso salvadoreño[16]. De
hecho, en El Salvador actual mucho del impulso «evasionista»
o escapista explicado por Fromm toma forma. El Salvador constituye una sociedad
históricamente caracterizada por su punitividad y su
favorabilidad hacia alternativas antidemocráticas ante la persistencia de la
violencia, por su conformidad autómata (i.e., convencionalismo, verticalismo, resignación
religiosa, militarismo) y, en general, por anhelar la llegada al poder de líderes
fuertes[17].
Por
ejemplo, en El Salvador, entre 2004 y 2016, el apoyo popular a un líder fuerte
que no tenga que ser elegido pasó de 6 % a 27 %[18].
Una encuesta con habitantes de la capital, tras un año y medio de gobierno de Bukele[19],
encontró que 63.9 % de los capitalinos concordaban en algún grado con que la
situación de emergencia sanitaria justificaba que las autoridades hicieran uso
severo de la fuerza contra quienes contravinieran al gobierno. En esta misma
encuesta, 70.2 % de participantes convenía con que el país funciona mejor con
autoridades fuertes y 61.5 % se mostró favorable con que las autoridades
gobiernen con mano dura. Estos datos son aún más significativos si se considera
que San Salvador constituye la región con más alto desarrollo nacional y que
casi 8 de cada 10 personas encuestadas (78.3 %) contaban con estudios de
bachillerato, técnicos o universitarios[20]. Otro
sondeo nacional reciente confirmó que 55.6 % de los habitantes del país, de 18
o más años, consideran «bueno» o «muy bueno» contar con «un líder fuerte que no
obedezca las leyes»[21].
La
actualidad salvadoreña da razón a las ideas de Fromm mientras ofrece pistas
confirmatorias de la vigencia contemporánea de esa cara renovada del
autoritarismo: el populismo. En otras palabras, se podría decir que ese líder
fascista o autoritario del que Fromm hablaba hace ya 80 años, y al que se
sometían las masas como una forma de escapar de su libertad, hoy responde al
perfil de un líder populista. Esos que promueven cultos a su personalidad, son ideológicamente
camaleónicos y se arrogan la voz del pueblo de forma histriónica, rupturista y
enfrentada a enemigos convenientemente creados[22]. Para
Todorov, el principal rasgo formal del discurso populista es la demagogia, esto
es, la capacidad de «identificar las preocupaciones de mucha gente y, para aliviarla,
proponer soluciones fáciles de entender, pero imposibles de aplicar»[23]. Precisamente,
la realidad actual de El Salvador invita a pensar que todo es mentira porque
todo aparenta ser –repentina, conveniente e infundadamente– demasiado bueno
para ser verdad.
Reflexiones finales
Como
lo comprueba el caso salvadoreño, cabe al menos resaltar dos mensajes fundamentales
detenidos en el tiempo en el libro de Fromm: primero, la necesidad de cultivar
una actitud vigilante y crítica sobre los procesos que socavan la libertad y
las potencialidades humanas (como la violencia y la alienación en todas sus
formas y ámbitos). En segundo lugar, evitar que el fulgor enceguecedor del
líder –su atractivo, popularidad, demagogia, su narrativa siempre triunfalista–,
impida develar los procesos de fondo que instigan la sumisión colectiva a su
figura, con los riesgos que ello entraña para que una democracia devenga en un régimen
fascistoide o decididamente autocrático.
Las
claves actuales para explicar el auge de gobiernos autoritarios o populistas son
predominantemente politológicas (e.g.,
autocratización, vulneración de la separación de poderes, riesgos de la reelección
presidencial, erosión de la institucionalidad democrática). Estas llevan razón,
pero solo explican una parte de la ecuación autoritaria contemporánea. El
autoritarismo no puede ser comprendido sin atender los resortes psicosociales y
socioculturales que, fraguados a fuego lento en el horno de la historia de cada
circunstancia particular, propician el surgimiento de ese «carácter social», en
palabras de Fromm, o de esas disposiciones o actitudes autoritarias, para
aludir a los términos de la literatura al uso.
Justamente,
en El Salvador, como podría ocurrir actual o eventualmente en sociedades con
características similares, un régimen híbrido está dando paso a un régimen
político abiertamente autoritario. Y esto, que sin duda responde a deficiencias
inherentes a la evolución del régimen político, igualmente responde a la
existencia de un no menos añejo sustrato psicosocial autoritario[24]
sin el que aquel difícilmente podría haber prosperado. Comprender el
autoritarismo y el escape de la libertad contemporáneos no se puede reducir a
comprobar –«arriba»– las fallas de un sistema. Pasa por considerar el papel que
–«abajo»– juegan dinámicas sociales complejas: las deficiencias de la
socialización política democrática; la baja ilustración y formación académica
de las mayorías; el convencionalismo; el moralismo religioso; la provinciana intolerancia;
el aprecio por el verticalismo y el uso de la fuerza en las relaciones
cotidianas (e.g., castigo físico en la infancia,
agresividad, punitividad penal) o el estado de
emergencia vital de buena parte de la población padece y que, en suma, invitan
a confiar en promesas de solución aún a costa de comprometer la libertad (y la
institucionalidad, los derechos humanos o el aislamiento internacional)[25].
Después de todo, ni el líder ni la sumisión aparecen de la nada: aquel proviene
de esa misma muchedumbre que luego vitorea a uno de los suyos.
En
algunos sitios de las Américas (Chile, Honduras, Colombia, Brasil), el péndulo
político oscila ahora hacia la izquierda. Esta circunstancia podría debilitar la
actual tendencia del populismo de derechas que, según Chaguaceda
y Camero, encuentra su base en el divorcio de la derecha respecto a sus
convicciones liberales y en «la apelación a la legitimidad electoral contra las
instituciones liberales “no electas”, que garantizan la vigencia del Estado de
Derecho»[26].
En otras palabras, la utilización de vías legales –procesos electorales
limpios– para luego instituir ilegalidad al interior de la democracia.
Justamente el caldo de cultivo de los procesos de autocratización. No obstante,
no se puede olvidar que, precisamente, la maleza de autoritarismo y de
desencanto que sufren las democracias contemporáneas se ve propiciada, en buena
medida, gracias al terreno abonado por la pusilanimidad moral e ideológica, la
incompetencia y la desilusión generada por la izquierda[27] en
la década pasada[28].
Bien
entendido, Fromm no negaría la importancia del régimen democrático, ni las
disposiciones autoritarias de la población ni la relevancia del signo político
del partido en el poder. Sin embargo, al final, como no podría ser de otra
manera, el pensador alemán invitaría a considerar la importancia de la dignidad
de la persona, pues la base del surgimiento del fascismo reside en «la
insignificancia e impotencia del individuo»[29].
Citando en extenso al pensador alemán (comillas y cursivas en el original):
Si nos limitamos a considerar
solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas
“normales”, si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado,
entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra
cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o
cualquier “líder”, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces
de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan
significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata
humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo.[30]
El
desconcierto de muchos entre propuestas (aparentemente) de izquierda, de derecha
o de lo que haga falta aparentar, o su mayor o menor preferencia por un régimen
más o menos democrático o su tribalismo y estrechez de mente, constituyen
respuestas ante la humillación, la incertidumbre, la infelicidad o el miedo.
Las sociedades que fallan en garantizar el respeto básico, la realización del
individuo o, en una frase, condiciones reales de ciudadanía (i.e., derechos,
deberes, inclusión, protección y vigencia efectiva del Estado de derecho),
lejos de cultivar una vocación democrática entre sus miembros, cultivan en ellas
una vocación de siervos amedrentados en permanente búsqueda de brújula
existencial y resguardo. Ochenta años después, todavía, El escape de la libertad
constituye una alarma histórica en forma de libro, cuyas páginas conviene
siempre revisitar con la esperanza de que algún día ya no se llegue tan tarde a
sus advertencias y más bien se logre alcanzar algunas de sus aspiraciones democráticas
y humanistas.
Formato de citación según
APA
Orellana,
C. I. (2022). El escape de la libertad, de
Erich Fromm: 80 años de advertencia sobre la amenaza autoritaria. Revista Espiga,
22(45).
Formato de citación según
Chicago-Deusto
Orellana,
Carlos Iván. «El
escape de la libertad, de Erich Fromm: 80 años de advertencia sobre la
amenaza autoritaria». Revista Espiga 22, n.º 45 (enero-junio, 2022).
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[1] El título original del libro en inglés es Escape from
Freedom. En español, este fue traducido como El
miedo a la libertad. Erich Fromm, El miedo a la libertad (Barcelona:
Paidos Studio, 1941/1984). En este texto se hablará
de escape o miedo a la libertad de forma intercambiable.
[2] Fathali M., Moghaddam, Threat
to democracy: The appeal of authoritarianism in an age of uncertainty (Washington,
D.C.: APA Press, 2019), 57.
[3] Erich Fromm, El
miedo a la libertad (Barcelona: Paidos Studio, 1941/1984), 45.
[4] Por ejemplo, la categoría «Springboard model of dictatorship», es decir, la
plataforma o trampolín contextual inmerso en procesos de globalización
inequitativos que resulta favorable para la emergencia de un dictador, de Moghaddam, Threat to democracy…, 11-12; o el
papel de la amenaza que, en este caso, supone la pandemia de Covid-19 para
instigar disposiciones autoritarias, ver Todd K. Hartman et al., «The Authoritarian Dynamic during the COVID-19 pandemic: Effects on nationalism and anti-immigrant sentiment». Social
Psychological and Personality Science 7, n.° 12 (2021):
1274-1285. https://doi.org/10.1177/1948550620978023
[5] Fromm, El miedo a…, 160.
[6] Tanto en El arte de amar como en
¿Tener o ser?, Fromm expone el carácter destructivo de la posesividad. En
el primer caso, por el empobrecimiento vital si no es que la aniquilación del
otro –usualmente la otra, como muestra la peligrosa celotipia machista o el
feminicidio– al concebir el amor como subordinación y apropiación de la
existencia ajena y, en el segundo caso, por la posibilidad –amplificada por el
consumismo en las sociedades capitalistas– de que las posesiones se vuelvan
dueñas de quien las posee. Ver Fromm, El arte de amar (México: Paidós,
1956/2015) y ¿Tener o ser? (18a Reimp.)
(México: Fondo de Cultura Económica, 1957/2004).
[7] Las poblaciones de la República
Dominicana (66 %) y la de los países del Triángulo Norte centroamericano (El
Salvador, 63 %, Honduras, 62 % y Guatemala, 57 %) destacan en Latinoamérica
como las que proporcionalmente más aprueban la llegada al poder de un gobierno
no democrático, siempre y cuando resuelva los problemas. Ver Latinobarómetro, Informe 2021. Adiós a Macondo, 2021,
34-35. https://www.latinobarometro.org/lat.jspp
[8] A la
uniformización que conllevan los convencionalismos culturales, el consumismo o
la publicidad, también cabe añadir el recrudecimiento de los procesos de
estandarización social propiciados por las redes sociales. Por ejemplo,
plataformas como Tik Tok
muestran de forma diáfana la creación de un bucle interminable de imitaciones
de imitaciones. En dicha aplicación tiene lugar esa faena existencial
contemporánea que busca figurar, de intentar estar en boca y –sobre todo– en
ojos de todas las personas. Muestra un vínculo exhibicionista-voyerista
constantemente reactualizado que se manifiesta a través de parasitar performances
fugaces de poca monta, con el fin de ganar el reconocimiento de una masa
anónima (bajo la forma de número de vistas o likes).
Pareciera que se busca paliar el anonimato y la falta de originalidad a través
de la creación incesante de un oxímoron sociológico: individuos que asumen y
aspiran a ganar popularidad a través de alcanzar un estatus de imitación
original.
[10] Ibíd., 188.
[11] Ibíd., 192.
[12] De
hecho, la llamada «agresión
autoritaria», un
rasgo que puede ser comprendido como punitividad u
hostilidad, constituye una expresión ampliamente reconocida en los individuos
autoritarios. De hecho, constituye una de las dimensiones más sólidas de las
actitudes autoritarias identificadas en el caso salvadoreño. Ver Carlos Iván
Orellana, «El autoritarismo de derechas como sustrato psicosocial de odio», Teoría
y Praxis, 32 (2018): 105-136. https://doi.org/10.5377/typ.v0i32.6392
[13] La
evolución del estudio del autoritarismo como fenómeno psicosocial, corre en
paralelo con el estudio del prejuicio, avanzando desde teorías o
interpretaciones raciales, de corte psicoanalítico –como las de Fromm—,
culturales y grupales hasta consolidarse como una interpretación de corte
cognitivo para cuyo estudio, en la actualidad, se emplea instrumentos
estandarizados (varios de los artículos citados en este escrito responden a
esta forma conceptual y metodológica de abordaje). Hoy, lo usual es hablar de
actitudes o disposiciones autoritarias (incluso de personalidad) o de
autoritarismo a secas y ya no de «carácter
autoritario». Ver Duckitt, «Psychology and
prejudice: A historical analysis and integrative framework», American
Psychologist 10, n.° 47, (1992): 1182-1193. doi:
10.1037/0003-066X.47.10.1182
[14] Comprender
de manera general el autoritarismo es relevante y útil porque abre la
posibilidad de estudiar autoritarismos de derechas y de izquierdas, aun cuando
existe mucho más historia, literatura e investigación sobre el primero y que el
segundo sea teórica y fenomenológicamente más elusivo (por ejemplo, ver Lucian Gideon Conway III, et al., «Finding the Loch
Ness monster: Left‐wing authoritarianism in the United States», Political Psychology 5,
n.° 39 (2018):1049-1067. https://doi.org/10.1111/pops.12470
[15] Sobre autocratización durante la pandemia, ver Alizada Nazifa et al.,
Autocratization Turns
Viral. Democracy Report 2021 (University of
Gothenburg: V-Dem Institute), https://www.v-dem.net/files/25/DR%202021.pdf
[16] Nazifa et al., Autocratization Turns Viral, 10.
[17] Junto
con las diversas fuentes que sustentan este texto, se puede sugerir la lectura
de otras que retratan la evolución histórica de El Salvador atendiendo a rasgos
peculiares como los apuntados (sociedad violenta, autoritaria, militarista,
etc.), como las siguientes: Patricia Alvarenga,
Cultura y ética de la violencia. El Salvador 1880-1932 (San Salvador: CONCULTURA,
2006); Roberto Turcios, Autoritarismo y modernización, El Salvador 1950-1960
(2a Ed.) (San Salvador: CONCULTURA, 2003); Knut Walter, La muerte violenta
como realidad cotidiana El Salvador 1912-2016. (San Salvador: AccesArte, 2018).
[18] Ricardo
Córdova Macías et
al., Cultura política de la democracia en El Salvador y en las Américas,
2016/17: Un estudio comparado sobre democracia y gobernabilidad, 2017, 132.
https://www.vanderbilt.edu/lapop/el-salvador.php
[19] Instituto
Universitario de Opinión Pública (IUDOP), Los capitalinos opinan sobre la
elección para la alcaldía del municipio de San Salvador, 2021, 13
https://www.uca.edu.sv/iudop/wp-content/uploads/Boletin-Preelectoral-SAN-SALVADOR.pdf
[20] En
general, las orientaciones autoritarias se ven atemperadas conforme incrementa
el nivel de estudios.
[21] Fundaungo, Salvadoreños
prefieren la democracia como forma de gobierno (presentación de los
principales resultados del Estudio 2021 del Barómetro de las Américas en El
Salvador), 2021, 47
https://www.fundaungo.org.sv/salvadorenos-prefieren-la-democracia-como-forma-de-gobierno
[22] Alessandro Nai y Ferran Martínez i Coma, «The personality of populists: provocateurs,
charismatic leaders, or drunken dinner guests?», West
European Politics 7, 42 (2019):1337-1367. https://doi.org/10.1080/01402382.2019.1599570
[23] Tzvetan, Todorov, Los enemigos íntimos
de la democracia (2a Ed.) (Barcelona: Galaxia Gutenberg-Círculo de
lectores, 2012), 148.
[25] Ibíd., 109. Mientras
este texto cobra forma, han tenido lugar manifestaciones inequívocas de
autoritarismo, tanto de parte del gobierno salvadoreño de turno como de la
población. Así lo confirma la implementación y aceptación popular de un régimen
de excepción que, bajo la justificación de constituir un mecanismo de combate a
la inseguridad, ha conculcado derechos, encarcelado inocentes y, nuevamente, ha
puesto de manifiesto que buena parte de la población acepta la tortura (de
otros, por supuesto). Ya en 2017 se encontraba, por ejemplo, que 40 % de los
adultos salvadoreños aprobaba el uso de la tortura para combatir el crimen
organizado y 34.6 % aprobaba las ejecuciones extrajudiciales. Más datos en José
Miguel Cruz et al., Legitimidad y confianza pública de la policía en
El Salvador (San Salvador: KG-LACC, FIU & IUDOP, 2017, 5). Es así como,
luego de una escalada de homicidios ocurrida en marzo de 2022 presumiblemente debida
a la ruptura del pacto del gobierno con las pandillas salvadoreñas, el gobierno
de El Salvador, de la mano de la mayoría oficialista de la Asamblea Legislativa,
aprobó un régimen de excepción que suprimió derechos como la libertad de
asociación y la asistencia de un defensor en caso de detención. Al respecto, según
una encuesta del IUDOP, 89.2 % de salvadoreños opinó que la suspensión de
derechos y garantías constitucionales ha sido útil para reducir la
delincuencia, pero un 41 % desconoce qué derechos han sido suprimidos y la
mitad (50.2 %) de adultos del país expresa que el régimen de excepción debe ser
ampliado; ver Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP), «La población
salvadoreña opina sobre el Régimen de Excepción decretado en el país». Boletín
de prensa, n.° 2 (2022), 4-5, 10. https://uca.edu.sv/iudop/wp-content/uploads/Boletin-de-Regimen-de-Excepcion-VFinal.pdf. Para enero de 2023, el régimen de
excepción ya ha sido prorrogado en diez ocasiones y, según voceros oficiales, podría
mantenerse vigente el resto del año. Esta «excepcionalidad permanente», a pesar
de las críticas que recibe por parte de organismos de derechos humanos, las
capturas injustificadas o las muertes de personas –al menos 90– mientras
permanecían bajo custodia del Estado, sigue gozando de un amplio apoyo
ciudadano y, según instancias oficiales, a la fecha ha logrado la captura de más
de 60 000 «terroristas».
[26] Armando Chaguaceda
e Ysrrael Camero, «Populismos de derecha y desdemocratización», En La derecha como autoritarismo en
el siglo XXI, coord. por Armando Chaguaceda y
Luis Duno-Gottberg (Buenos Aires, México y Houston:
Fundación Cadal, Centro de Estudios Constitucionales
Iberoamericanos AC y Rice University, 2020), 70.
[27] Gerardo Caetano, «Las izquierdas y la
“confusión democrática”», Nueva Sociedad, n.°
281 (2019): 104-116.
https://nuso.org/articulo/las-izquierdas-y-la-confusion-democratica/
[28] Según Fromm, el nazismo nunca tuvo
principios económicos o políticos genuinos. En cambio, su «oportunismo radical»
constituía su principio básico al canalizar –especialmente a través de la
figura de Hitler– el resentimiento social y la identificación emocional,
mientras se sometía a los grandes poderes político-económicos de entonces. Este
deleznable oportunismo ha sido una realidad y un permanente riesgo que ni
izquierdas ni derechas deberían perder de vista jamás. Ver Fromm, El miedo a
la libertad, 245.
[29] Fromm, El miedo a…, 265.
[30] Ibíd., 282.