La persona como sujeto de la religación en Xavier Zubiri

 

Randall Carrera-Umaña *

https://orcid.org/0000-0003-3986-4220

 

 

Recibido: 13 de julio de 2021

Aceptado: 13 de agosto de 2021

 

 

Resumen

En esta investigación se defiende la tesis de que la comprensión de la religación, considerada como una de las principales categorías desarrolladas por Xavier Zubiri, implica el abordaje de una serie de presupuestos antropológicos previos. Por ello, se propone una profundización de elementos propios de su visión de la persona, cuyo estudio permitirá una mayor comprensión de elementos clave de la religación, tales como el poder de la realidad y la fundamentalidad de lo real. Metodológicamente, se ha optado por un acceso directo a las fuentes primarias, recurriendo a los estudios críticos solamente para la aclaración de temáticas específicas.

 

Palabras clave

Metafísica, realidad, ser, poder, realidad.

 

 

(*) Doctorando en Filosofía, Universidad de Granada, de España. Máster en Administración de Proyectos, Universidad para la Cooperación Internacional. Licenciado en Filosofía, Universidad Nacional, de Costa Rica. Profesor Asociado de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, de Costa Rica. Correo: randall.carrera@ucr.ac.cr

 

 

 


 

The Person as the Subject of Religation in Xavier Zubiri

 

Absract

This research defends the thesis that the understanding of religation, considered one of the main categories developed by Xavier Zubiri, requires the treatment of a series of previous anthropological presuppositions. Therefore, a deepening of elements of his vision of the person is proposed, whose study will allow a greater understanding of key elements of the religation, such as the power of reality and the fundamentality of that which is real. Methodologically, we have opted for direct access to primary sources, resorting to critical studies only for the clarification of specific topics.

 

Keywords: Metaphysics, reality, being, power, reality.

 

 

 

La personne comme sujet de «religation» dans Xavier Zubiri

 

Résumé

Cette recherche soutient la thèse de la compréhension de la « religation », considérée comme une des principales catégories développées par Xavier Zubiri, ce qui entraîne le traitement d’une série de présomptions anthropologiques préalables. Pour ce faire, on propose d’approfondir les éléments propres de son point de vue sur la personne. Cette étude permettra de mieux comprendre les éléments clés de la « religation » tels que le pouvoir de la réalité et du fondement du réel. En ce qui concerne la méthodologie on a employé des sources primaires, notamment des études critiques seulement pour l’éclaircissement de sujets précis.

 

Mots-clés: Métaphysique, réalité, être, pouvoir.

 


 

Ubicación

 

La religación es uno de los temas fundamentales del pensamiento de Xavier Zubiri (1898-1983), desarrollado prácticamente a lo largo de toda su producción académica, tal como se evidencia en escritos como En torno al problema de Dios[1], que data desde los inicios de su vida académica,  hasta cursos y manuscritos propios de su etapa de su madurez intelectual[2], tratándose de una de las temáticas del pensamiento zubiriano que más ha sido estudiada. De acuerdo con Antonio Pintor-Ramos[3], la edición de nuevos textos de Zubiri, relacionados con esta categoría, abre novedosas perspectivas de análisis, visualizando, más allá de las interpretaciones tradicionales, una separación entre religación y religión. Además, desde su enfoque, es necesario partir de una premisa clave: «La religación es un hecho originario y el lugar específico en que se muestra esa religación es la persona»[4]. Por lo que la persona se convierte en el marco de referencia y punto de análisis para el estudio de esta categoría.

Esta perspectiva permite ubicar esta investigación en una línea concreta de interpretación que facilita profundizar en la vinculación de la persona al poder de lo real por medio de la religación. Dicho en otros términos, concebir a la persona como sujeto de la religación, más allá de vinculaciones ulteriores con el elemento religioso. Esto conlleva la necesidad de aclarar algunas nociones previas, las cuales son necesarias para la comprensión del estudio de la forzosidad que lo real ejerce sobre la realidad personal.

Por ello, se plantean dos rodeos conceptuales[5]; primero, una explicitación del estudio de la persona en el contexto del dinamismo de la suidad, el cual incluye la conceptualización de lo que Zubiri comprende por suidad y persona, particularmente en lo relacionado a forma y modo de realidad. Segundo, una profundización de lo que el filósofo vasco denomina el ser personal. Una vez aclaradas estas  nociones, se da el paso al estudio de la fundamentalidad de lo real y su relación con la persona, para aterrizar en el análisis de su religación al poder de lo real. Se finaliza con la elucidación de algunas conclusiones sobre la temática.

Se considera que una aproximación a la religación, desde la realidad personal, es fundamental para comprender los elementos fundamentales que estructuran la propuesta de Zubiri en torno a esta temática. Por lo que más que un desarrollo exhaustivo de esta categoría, se pretende ofrecer una vía de acceso a ella, a través de una opción eminentemente antropológica. La cual se espera facilite el acercamiento a la difícil obra de este autor, plasmada de neologismos y de abstrusa comprensión para el lector no iniciado; además de ser la base necesaria para la comprensión de las múltiples aristas que esta categoría implica en el pensamiento de este autor.

 

La persona y el dinamismo de la suidad

 

La reflexión zubiriana en torno a la persona es sumamente original, su explicitación implica el abordaje de tres nociones clave: el dinamismo de la suidad, la persona y la personalidad.

 

El dinamismo de la suidad como dinamismo de personalización

 

Zubiri establece diversos grados y tipos de dinamismos, concebidos como expresiones del dar de sí propio de la realidad, no se trata de una propuesta de ontología del devenir, sino un análisis formulado a partir de la realidad que deviene. En el curso Estructura dinámica de la realidad, dictado en 1968, el filósofo analiza detenidamente cada uno de estos dinamismos, bajo el presupuesto de que por sí misma toda realidad es activa, donde cada nuevo dinamismo se apoya en el inferior. Parte de un dinamismo causal, como expresión de la funcionalidad de lo real, ya que  el problema tradicional de la causalidad, queda inscrito en la noción de actividad. Posteriormente, el dinamismo de la variación, comprendido desde la respectividad, permitirá la comprensión de la estructura del espacio; para, luego, dar lugar al dinamismo de la alteración, desarrollado desde la transformación, la repetición y la génesis. Luego, el dinamismo de la mismidad es explicado a partir de un análisis de las sustantividades moleculares y transmoleculares, pues se evidencia que el ser vivo ejecuta acciones para seguir siendo el mismo, respondiendo a los estímulos por medio de respuestas orientadas a volver a su equilibrio[6].

Este desarrollo de los diversos dinamismos, como expresiones del dar de sí, le permiten a Zubiri dar un paso hacia un grado superior que, sin abandonar los anteriores, ofrece una expresión novedosa, propia de las realidades humanas: la suidad. El punto de partida de este dinamismo radica en que el ser humano es una esencia abierta no solo al carácter de realidad de las cosas, sino a su propia realidad, por ser estructuralmente animal de realidades. «Abierta a sí misma como realidad la sustantividad del hombre no solamente es de suyo, sino que es una forma especial de de suyo que consiste en ser suya. No es lo mismo ser suyo, que ser de suyo»[7]. Ya que todas las realidades, tal como se ha visto anteriormente, son de suyo, pero solamente la realidad humana es suya.

En este sentido, Zubiri ofrece un aporte fundamental al expresar que la diferencia entre las diversas realidades y la realidad humana consiste no solamente en las notas que poseen, sino en la forma en cómo estas son suyas. Pues los animales poseen  una constitución y forma de realidad propia, donde su independencia y control sobre el medio se sustenta principalmente en el sentir. Siendo la vida un modo de posesión, lo que Zubiri denomina un autos. Pero el ser humano es un modo de realidad más profundo, es un autos de manera distinta, pues más que sustantividad propia, es su propia realidad en cuanto realidad, ya que a diferencia de los demás vivientes, se pertenece formal y reduplicativamente por su carácter mismo de realidad[8]. Pues no se comporta solo por sus notas, sino por lo que implica dicho carácter, a partir del cual se ejecutan las acciones humanas. «Todas las demás realidades tienen de suyo las propiedades que tienen, pero su realidad no es formal y explícitamente suya. En cambio el hombre es formalmente suyo, es suidad»[9].

Desde este dinamismo de la suidad, debe comprenderse la noción de persona desarrollada por Zubiri a lo largo de sus diversas etapas de pensamiento, pues ese ser suyo es lo que significa en la antropología de este autor, ser persona, la cual es formal y reduplicativamente suidad real.

 

La persona como suidad real

 

Para Zubiri, la apertura propia del animal de realidades es un factor de orden radical, pues es la única realidad que puede considerarse como modalmente suya, al estar abierta a su propio carácter de realidad y, por ende, a la realidad misma de las cosas. Esta apertura «es una modificación estructural de estructuras que en sí mismas posee el ser humano»[10], Zubiri la concibe como una modificación que se realiza en la evolución, lo cual permite el paso de la mismidad a la personificación de la vida, gracias al aporte de la nota de la inteligencia, propia de la realidad humana[11].

Desde su punto de vista, el ser humano intelige lo real a partir de su instauración en el mundo. «Porque como realidad personal, el hombre no solo es formal y reduplicativamente suya en tanto que realidad, sino que es suyo de frente a todo lo real»[12]. Por lo que la inteligencia se considera como un dinamismo novedoso, fruto de la acción intrínseca de la respectividad del todo, donde «es precisamente la realidad, la que en su propia respectividad hace emerger lo que llamamos las inteligencias»[13]. Para Zubiri, la inteligencia es entonces la capacidad que posee la persona para enfrentarse con las cosas en tanto que realidades, lo cual permite que, estructuralmente, sea una esencia abierta al carácter de realidad, al hacerse cargo de las diversas situaciones que acaecen en su vida, pues lo que para el animal es un simple medio, para el viviente humano es su función trascendental, es un mundo, un sistema de realidades en tanto que realidades, ante las cuales debe actuar, encontrando en sus acciones la clave de su posesión.

Quiere decir que es la misma estructura humana la que lleva al ser humano a poseerse, pues realizando acciones mantiene la sustantividad de sus estructuras, esto es un elemento que comparte con el animal. Pero gracias a su instauración en la realidad, también se encuentra llamado a una posesión distinta. Por esto, en la metafísica intramundana de Zubiri, poseerse equivale a afirmarse como suidad, de forma que la persona representa el paso de la mismidad  a la suidad, es decir «el comportarse consigo mismo desde el punto de vista de su realidad»[14].

Para comprender este elemento fundamental de la persona, es necesario profundizar en lo que el autor denomina personeidad y personalidad.

 

Personeidad y personalidad como forma y modo de realidad

 

Es de vital importancia tener claro que Zubiri, al presentar su planteamiento sobre la persona, se aleja de toda posición dualista, pues su objetivo es desarrollar una visión integral del ser humano, la cual debe ser leída en el contexto del dinamismo de la suidad, explicitado anteriormente.

Este es un tema reflexionado ampliamente por Zubiri, en él no se evidencian contradicciones entre los escritos pertenecientes a diferentes etapas, sino a desarrollos que favorecen y sintetizan su visión sobre esta temática. Por esta razón, se parte en este análisis de su pensamiento maduro presente en su trilogía sobre la inteligencia, para luego deconstruirlo a partir de sus escritos previos.

En Inteligencia y realidad, aunque Zubiri no dedica mayores aproximaciones a estas categorías, plantea una excelente síntesis de su reflexión antropológica, expuesta a lo largo de los años. Afirma que la realidad personal posee dos modos de actualización: la mundanal y la campal, la primera alude directamente a la personeidad, comprendida como la afirmación elemental y radical de la persona como realidad. Mientras que la segunda se refiere directamente a la personalidad concebida como un modo ulterior de actualización, que incluye toda las vicisitudes propias del campo de realidad. De esta manera «La personalidad es un modo de actualidad de mi propia realidad en el campo de las demás realidades y de mi propia realidad»[15]. Por ello, en la personalidad las cosas- sentido adquieren un gran valor, como constitutivas de la vida personal, de forma que  la personalidad debe considerarse como una cualificación campal de la personeidad. La profundización de estas tesis implica la profundización en la formalidad y modalidad de la personeidad.

 

La personeidad como forma de realidad

 

En su Curso oral sobre la persona humana[16], Zubiri realiza una exposición gradual de lo que significa ser persona; desde su perspectiva, la personeidad alude a un carácter estructural, como punto de partida para modulaciones posteriores[17]. Con este término, el filósofo se refiere directamente a la sustantividad humana, a la estructura en virtud de la cual la persona es una esencia abierta, con un carácter propio, como algo ya dado y en apertura tanto a su propia realidad como a la realidad de los demás[18].

De esta forma la personeidad encuentra su raíz y carácter formal en el dinamismo de la suidad, pues su realidad le pertenece en tanto que realidad, siendo suya de frente a todo el elenco de lo real[19], pero sin confundirse con la idea tradicional de un sujeto atrás de sus actos, sino de una realidad que es subsistente gracias a su suidad. «La personeidad es inexorablemente el carácter de una realidad subsistente en la medida que esta realidad es suya»[20]. Con ello Zubiri deja establecido que la personeidad es siempre la misma, perdurando a lo largo de su existencia, colocándolo de manera particular entre las cosas, dígase entre el carácter de realidad que estas le ofrecen y en las que se encuentra implantado con un carácter humano[21]. En otros términos, es la sustantividad humana que se afirma de frente al todo de lo real[22], de ahí que la suidad pueda comprenderse como la razón formal de la personeidad[23].

La concreción de la personeidad, a lo largo de la vida, se dará en lo que Zubiri denomina personalidad.

 

La personalidad como modo de realidad

 

Con la categoría de personalidad, Zubiri se refiere ya no a una forma de realidad, sino a un modo concreto de la personeidad adquirido a través de los actos de apropiación realizados por la persona. «Personalidad es así un modo de ser, es la figura de lo que la realidad humana va haciendo de sí misma a lo largo de la vida humana»[24], se adquiere a través del conjunto de actos y acciones, de los cuales la persona es agente, actor y autor, permitiéndole un proceso de configuración a lo largo de la existencia. «La personalidad es la figura real y efectiva que una persona subsistente, en el decurso de sus actos, ha ido cobrando a lo largo de su vida: es la figura de lo que el subsistente ha hecho de sí mismo»[25]. Por ello, se trata de algo físico y no intencional, que, según Zubiri, no añade nada a nivel estructural, pero que consiste en una reafirmación y un nuevo tipo de actualidad. De esta manera, la personalidad es la reactualización en acto segundo, de lo que en acto primero ya era la persona, en tanto personeidad[26], esta afirmación de la realidad personal por medio de la personalidad será denominada por Zubiri intimidad, una figura que se realiza de manera sentiente a lo largo de toda la vida, «por eso, la intimidad no es cuestión de conciencia ni cuestión de sujeto, sino que es una actualización de aquello en que la persona consiste y subsiste»[27].

La diferencia entre ambas categorías radica en que «la personeidad se tiene desde que se está concebido, la personalidad se va haciendo a lo largo de la vida»[28], siempre de manera distinta. Por tanto, si por la personeidad el ser humano es siempre lo mismo, por la apropiación de actos que configuran su personalidad, nunca será lo mismo, se trata de dos momentos de una realidad única, los cuales le permiten al hombre ser animal de realidades. En síntesis:

 

La persona no puede ser lo que es (en el caso del hombre) más que personalizándose, es decir: dando de sí mismo como persona algo que es una personalidad. Y el dinamismo de la suidad no es otra cosa sino el dinamismo de la personalización.[29]

 

Esta dimensión de concreción y modulación que posee la personalidad, permite orientar este estudio hacia la profundización de lo que Zubiri denomina el ser personal, aspecto clave para una aproximación al tema de la religación.

 

El ser personal

 

La personalidad, tal como se ha explicitado, alude directamente a la implantación del viviente humano en la realidad, para autoposeerse en acto segundo. Esta reactualización se comprende a partir de lo que Zubiri denomina el ser personal. A continuación se presenta una profundización de esta categoría y posteriormente su expresión e implicaciones en el Yo.

 

El ser de la realidad humana

 

Para Zubiri, todas las realidades son respectivas, tanto en lo relacionado a su propio momento de realidad, como a su vínculo con las demás cosas reales, por ende, la sustantividad humana se encuentra presente en el mundo, esta actualidad de lo real es lo que Zubiri denomina el ser personal. Desde su perspectiva, esta noción de ser implica un estar presente en cuanto estar, más allá de la simple presencia o presentidad; así encuentra su fundamento en la realidad, por lo que a la sustantividad personal, el ser le pertenece de suyo, ya que «El ser de la realidad humana es la actualización mundanal de su sustantividad personal»[30]. Con ello, el ser lo que hace es reactualizar la forma de la realidad personal ante otras formas de realidad, haciendo de la cosa real su realidad propia[31].

De esta manera, el ser de la realidad personal puede comprenderse en el pensamiento de Zubiri desde dos puntos de vista: primero, desde la forma de realidad que todos los seres humanos tienen por ser personas; y en segundo plano, desde la afirmación de la realidad personal de frente a las demás realidades[32], desde esta última, el ser equivale al Yo, tal como se detalla a continuación.

 

El Yo como expresión del ser personal

 

Para Zubiri, el ser de la realidad humana es la actualización mundanal de su sustantividad personal, el cual se expresa en el Yo como afirmación de la persona en su enfrentamiento con lo real. Estando en el mundo con  actuaciones concretas en medio de las cosas reales, donde su realidad adquiere un sentido nuevo, una forma de realidad propia. De esta manera puede hablarse de una identificación entre las tres categorías hasta ahora utilizadas: el ser como actualidad ulterior de la realidad personal, la personalidad como modo de realidad que modula la personeidad, por medio de sus actos y el Yo, como afirmación de la realidad propia en cuanto propia, frente a toda la realidad[33].

Esto permite comprender entonces al Yo como la afirmación ulterior de la realidad personal. «El Yo es el acto por el que me afirmo a mí mismo como realidad personal, frente a toda la realidad»[34]. Como la posición de la realidad sustantiva en todos los actos personales, cuya esencia consiste en ser el ser sustantivo de un realidad[35].

El interés de Zubiri es enfatizar que el Yo no es la realidad personal, sino su actualidad en cada uno de los actos ejecutados a lo largo de la vida humana. Los cuales no solo califican a la persona, sino que son realmente suyos, de forma que configuran el ser de lo sustantivo, realizando una configuración modal. «Realmente, el hombre a lo largo de su vida, no hace más que una sola cosa: modificar y completar cada vez más la figura de su ser sustantivo, la figura de suyo»[36]. Estas tesis serán de vital importancia para comprender la relación existente entre el animal humano y la realidad ante la cual se encuentra religado.

 

Persona y realidad: el problema de la fundamentalidad

 

Los fundamentos metafísicos analizados hasta este momento permiten dar un paso más en este estudio, para profundizar en el análisis de la realidad personal como un absoluto relativo, preludio necesario para la comprensión del vínculo de la persona con fundamentalidad de la realidad.

 

La persona como absoluto relativo

 

Como ya se ha explicitado, el ser humano experimenta una implantación en la realidad diferente a la del resto de los vivientes, los cuales simplemente forman parte de la realidad, mientras que en la realidad humana, gracias al dinamismo de la suidad, su independencia respecto al medio es particular, es suya de cara a toda realidad real o posible, al encontrare suelta de las cosas reales en cuanto reales. «Su modo de implantación en la realidad no es formar parte de ella sino ser suyo como realidad frente a toda realidad»[37]. Por ende, es absoluto, ya que es suyo de frente a toda realidad, pero de manera relativa, pues su modo de implantación es un carácter cobrado, el cual se define a lo largo de toda su vida.

Esta idea es fundamental, pues toda cosa aprehendida le impone a la persona la necesidad de determinarse de frente a ella, en una forma concreta de ser absoluto, esto significa que los actos humanos no son simplemente producto de las propiedades estructurales, sino que responden a un modo concreto en que a la persona le compete ser absoluta relativa en la vida.

El ser humano es entonces absoluto por estar suelto de las demás cosas, por tener una realidad distinta a la de las demás, pero tal como enfatiza Zubiri, se trata de un absoluto que es relativo, al ser adquirido o cobrado en la realidad. En términos de Antonio Ferraz-Fayos, esta necesidad de la realidad que experimenta el viviente humano es lo que lo vuelve relativo, pues necesita de las cosas reales para realizarse como persona, ya que cada acción humana le permite estar en la realidad y configurarse en ella[38].

Por tal razón la vida humana consiste en una configuración progresiva en donde cada acto del Yo le aporta nuevos rasgos, es absoluto por ser realidad suya, pero relativo por su implantación en la realidad, donde debe desarrollar su proceso de personalización, de hacerse persona con las cosas reales, tal como se detalla de seguido.

 

La fundamentalidad de la realidad

 

El ser humano como realidad personal, cuyo carácter principal es la suidad, es un absoluto de frente a los demás y a todo lo demás, estas dos categorías, suidad y absoluto, representan lo que es su vida, comprendida como autoposesión y realización personal, que se ejecuta por medio de sus acciones En este sentido las acciones se convierten en el argumento de su vida. «La persona se va haciendo al ir ejecutando acciones; recíprocamente, las acciones se ejecutan porque la vida se plasma en ellas»[39].

El punto fundamental, tal como se ha esbozado infra, es que la persona es un absoluto frente al todo de lo real, pero esta posición es algo impuesto, la persona no puede eliminarla de su realidad. Es aceptar la existencia de algo respecto de lo cual se está inexorablemente al frente, esta imposición convierte su realidad absoluta en algo relativo. «La relatividad de mi absoluto consiste formalmente en serlo frente a»[40]. Se trata de una respectividad intrínseca y formalmente constitutiva de la realidad personal y que en esencia significa que el hombre hace su vida con las cosas, es un momento inevitable de su absolutez. Pues «el hombre no es efectivamente y realmente absoluto, más que viviendo con las cosas en sus acciones»[41], lo cual significa estar con las cosas, en la realidad. Ante todo, el ser humano realiza sus acciones en la realidad y es en ella donde se encuentra las cosas con las que hace su vida, Zubiri afirma que las cosas están para hacer estar en la realidad. «En definitiva, vivir es poseerse a sí mismo como realidad, estando con las cosas en la realidad»[42], como ya se ha adelantado, este estar entre las cosas configura la forma de la realidad personal, pues es imposible estar en la realidad sin las cosas reales, las cuales tienen la misión de vehicular la realidad. De esta manera, cada acción posiciona a la persona en la realidad, pues solamente fundado en esta, el ser humano puede ser realmente persona.

Esta fundamentación implica concebir la realidad como el punto de apoyo de la persona para ser lo que realmente es, pues el carácter de realidad es su fundamento radical. De esta manera, la realidad se concibe en la metafísica zubiriana como última, posibilitante e impelente. Es ultimidad, pues como formalidad del de suyo es lo último de las acciones personales, el apoyo final de todos sus actos[43]; es además, posibilitante, pues el momento de realidad tiene el carácter de posibilidad de todas las acciones; finalmente, es impelente, ya que el ser humano inexorablemente no tiene más remedio que actuar, por lo que impele a esbozar un sistema de posibilidades en las que el ser humano constituye su propia realidad, con base en sus opciones.

Por ello, y a partir de lo expuesto en los parágrafos previos, puede afirmarse que la persona posee una actitud hacia la realidad, ya que tiene una inexorable necesidad de configurarse en ella. «La realidad es aquello gracias a lo cual Yo puedo efectivamente realizarme como persona. Es la versión de lo absoluto de mi realidad en orden a la realización del Yo»[44], pues para Zubiri el Yo se realiza de cara a toda la realidad, no solo ante la talidad, sino ante su carácter de realidad, de esta manera la realidad es su apoyo para cobrar la figura de su ser.

 

La religación al poder de lo real

 

Todo lo anterior permite afirmar que «la persona no está simplemente vinculada a las cosas o dependiente de ellas, sino que está constitutiva y formalmente religada al poder de lo real»[45], la religación es la expresión del poder de lo real en la persona humana, como apoyo para ser un relativo absoluto. Por ende, la persona es el sujeto de la religación, pues solo en el animal de realidades acontece la fundamentalidad de lo real, esto no es una teoría, sino, en términos zubirianos, un análisis de hechos constatables. La religación afecta a la realidad humana en todas sus dimensiones, como un suceso básico y radical, pues «la religación es la raíz misma de esta realidad personal mía»[46], del Yo de la persona.

Por ello no puede concebirse como una obligación, pues la obligación es un acto ulterior que nace de la religación misma, ya que no se trata de estar obligados a actuar, sino de un doblegarse a reconocer a lo que hace que exista la realidad personal. Tampoco es un sentimiento de dependencia incondicional, pues todo sentimiento es una afección, un modo de estar en la realidad, por lo que el sentimiento sería más bien una actualización a lo que ya la realidad personal se encuentra religada[47]. Se trata de una religación de la persona al poder de lo real. «El hombre es relativamente absoluto precisa y formalmente porque está religado a la realidad como poder»[48]. Según Zubiri, esta unidad entre el poder de la realidad y la religación de la persona posee tres caracteres específicos.

En primer lugar, la religación posee un carácter experiencial, pues la persona experimenta en su vida lo que es la realidad como poder, con esto no alude Zubiri a datos sensibles ni propiamente a experiencias de vida, sino al ejercicio mismo del acto de probación física de la realidad. Ya que el ser humano se dirige a la realidad en busca de apoyo, orientado por la riqueza de sus notas como expresión de su momento de realidad, el cual las determina como posibilidades de realización.

En segundo lugar, la religación es manifestación ostensiva del poder mismo de lo real, no de forma conceptual, sino expresada en la riqueza de la actualidad de sus notas y dimensiones. Expresa la riqueza de lo real en cuanto tal, ya que «la religación no es solo experiencia de un poder, sino que es manifestación de la realidad en ese poder, lo mismo en el individuo que en la historia»[49].

Finalmente, evidencia lo enigmático del poder de lo real, pues es el modo de significar lo real, como una mera indicación significativa, sin explicaciones, pues posee ambivalencia en sus caracteres. Para Zubiri, la realidad es enigma, pues a la vez que es un momento de la cosa real en su formalidad propia, también impone la adopción de una forma de realidad, en la realidad, de manera que la realidad es aquello en lo que se está, pero también aquello en que la realidad personal se encuentra. Dicho en otros términos, una cosa aprehendida es real, pero no es la realidad, sin embargo cada cosa real impone a la persona estar en la realidad. «No son dos realidades sino una sola, una unidad enigmáticamente manifiesta en nuestra religación experencial»[50].

Todo esto permite afirmar que la religación es la actitud radical del ser humano, la cual lo vincula de manera radical al poder de lo real, un apoderamiento de la persona en su estructura total por parte de la realidad. Los análisis aquí desarrollados son los presupuestos necesarios para la comprensión de las demás aristas con las que Zubiri construye su pensamiento en torno a la religación.

 

Conclusiones

 

El recorrido realizado por la reflexión zubiriana en torno a la religación permite esbozar las siguientes conclusiones.

La persona es el punto de partida necesario para comprender los elementos fundamentales de la religación, sin este presupuesto el estudio de esta categoría se encuentra incompleto, la base antropológica es la clave de bóveda para introducirse en el estudio de su significado. La poca asimilación del pensamiento zubiriano sobre el ser humano conlleva una aproximación superficial o equívoca de las tesis con las que este autor construye su visión de la religación.

Esto conlleva una comprensión de los elementos con los que Zubiri construye su noción de persona, la cual es ajena a todo tipo de dualismo antropológico, ya que persona y personeidad son dos dimensiones intrínsecamente unidas y vinculadas. Son la forma y modo de realidad por la que el ser humano es siempre lo mismo nunca siendo lo mismo.

Las categorías elucidadas por Zubiri se encuentran intrínsecamente relacionadas, pues la visión del ser como acto ulterior de la realidad es clave para la asimilación de la personalidad como concreción de la personeidad. De igual manera, el ser sustantivo encuentra su realización en el Yo de la persona. También es fundamental enfatizar que el pensamiento antropológico del pensador vasco no puede comprenderse al margen de su metafísica de la realidad, en la cual hay aportes sumamente originales, tales como la visión estructural y dinámica de la realidad, en la cual se encuentra anclado el ser y el tema de la respectividad de lo real, entre otras.

Contrario de lo que muchas interpretaciones tradicionales de Zubiri han presentado, la religación no es una categoría estrictamente religiosa, si bien es cierto que puede relacionarse con el ámbito de lo divino, ya que mantiene, por lo menos en sus primeros escritos, una alta relación con la religión. Es factible hablar de religación en relación directa con el poder de lo real, desde una interpretación eminentemente antropológica, el ser humano se realiza como persona por su vínculo con la realidad, ante la cual debe asumir modos concretos de estar en ella.

 

 

 

Formato de citación según APA

Carrera-Umaña, R. (2022). La persona como sujeto de la religación en Xavier Zubiri. Revista Espiga, 21(43), 218-233.

 

Formato de citación según Chicago-Deusto

Carrera-Umaña, Randall. «La persona como sujeto de la religación en Xavier Zubiri». Revista Espiga 21, n.º 43 (enero-junio, 2022): 218-233.

 

 

 

 


 

Referencias

 

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____________. «Dimensión histórica del ser humano». En Siete ensayos de antropología filosófica, editado por Germán Marquínez Argote, 117-174. Bogotá: UNSTA, 1982.

 



[1] Publicado por primera vez en Revista de Occidente, en 1935, corregido y ampliado en 1936 para su publicación en Recherches philosophiques, cuya traducción al francés no cumplió con las expectativas de Zubiri. Posteriormente fue editado en Naturaleza, Historia, Dios (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2017), 418-454. El texto original se encuentra presente en Sobre el problema de la filosofía y otros escritos (1932-1944) (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2002), 215-242.

[2] El tema de la religación puede encontrarse en cursos dictados por Zubiri como «El problema filosófico de la historia de las religiones»,1965, «El problema de Dios en la historia de las religiones», 1965, «El hombre y el problema de Dios», 1965, hoy editados en Sobre la religión (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2017); también en un curso de 1971, publicado de manera parcial en El problema filosófico de la historia de las religiones (Madrid: Alianza Editorial/FXZ,1993) y en  El problema teologal del hombre: cristianismo (Madrid: Alianza Editorial, 1997). Una edición completa de este curso se encuentra en El problema teologal del hombre: Dios, religión, cristianismo (Madrid: Alianza Editorial, 2015). Finalmente,  Zubiri dictó el curso «El problema teologal del hombre: El hombre y Dios», 1973, en el que profundizaba en la primera parte del curso de 1971, el cual es conocido como el «Curso de Roma»; un escrito mecanografiado de naturaleza inédita y cuya fecha no es completamente exacta; el artículo de 1975, publicado en el homenaje a Karl Rahner, titulado «El problema teologal del hombre» y finalmente en 1983, la revisión y puesta  por escrito del curso de Roma, titulado por el mismo Zubiri como «El hombre y Dios». Todos estos escritos están editados en la nueva edición de El hombre y Dios (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2012).

[3] Antonio Pintor-Ramos, «Desarrollo del concepto de religación en Zubiri», Cuadernos Salmantinos de Filosofía 4, (2015), 85-129.

[4] Pintor-Ramos, «Desarrollo del concepto…», 92.

[5] Se justifica en la necesidad de realizar rodeos conceptuales para una debida aproximación a los temas zubirianos a partir del estudio de Alfonso Villa, «Estructura radical de la realidad humana en Xavier Zubiri», Mutatis Mutandis: Revista internacional de Filosofía, n.° 12 (2019): 65-87.

[6] Xavier Zubiri, Estructura dinámica de la realidad (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 1989), 71-204.

[7] Ibíd., 207.

[8] Xabier Zubiri, Inteligencia sentiente-inteligencia y realidad (Madrid: Alianza Editorial, 2006), 211-212.

[9] Zubiri, El hombre y Dios (Madrid: Alianza/FXZ, 2012), 58.

[10] Zubiri, Estructura dinámica…, 207.

[11] Zubiri dedicará un énfasis particular al estudio del problema del paso de la mismidad a la suidad, por medio del análisis de la evolución y de la innovación que en esta se realiza por medio del surgimiento de la inteligencia. Véanse de manera particular los desarrollos propuestos en el curso Estructura Dinámica de la realidad y su artículo «Notas sobre la inteligencia humana», en Siete ensayos de antropología filosófica, ed. por Germán Marquínez Argote (Bogotá: UNSTA, 1982), 101-116.

[12] Zubiri, Inteligencia sentiente…, 213.

[13] Zubiri, Estructura dinámica…, 215.

[14] Xavier Zubiri, Tres dimensiones del ser humano: individual, social, histórica (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2006), 7.

[15] Zubiri, Inteligencia sentiente…, 273.

[16] Este curso constituye la base sobre la que Zubiri decide redactar su obra cumbre de 1962, Sobre la esencia (Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1962). Una síntesis de las ideas principales de este curso pueden verse también en el artículo «El hombre realidad personal», en Siete ensayos de antropología filosófica, ed. por Germán Marquínez Argote (Bogotá: UNSTA, 1982), 55-78. Gran parte de este curso fue editado por Ignacio Ellacuría en Xavier Zubiri, Sobre el hombre (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2016). Para esta investigación se centrará la atención en los capítulos IV y V de este último texto.

[17] Xavier Zubiri, Sobre el hombre (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2016), 114.

[18] Xavier Zubiri, Sobre la realidad (Madrid: Alianza Editorial/FXZ, 2001), 214-215.

[19] Zubiri, Tres dimensiones…, 7-8.

[20] Zubiri, El hombre y Dios, 59.

[21] Xavier Zubiri, Sobre la religión, 306-308.

[22] Xavier Zubiri, El problema teologal del hombre: Dios, religión, cristianismo (Madrid: Alianza Editorial, 2015), 47. Véase también Sobre la esencia, 504-505.

[23] Hugo Gudiel, «Realidad humana y religación en Zubiri y su recepción en Ellacuría», Revista Latinoamericana de Teología, n.° 78 (2009): 303.

[24] Zubiri, Sobre el hombre, 113.

[25] Ibíd., 128.

[26] Ibíd., 132-133; véase también Estructura dinámica…, 64.

[27] Zubiri, Sobre el hombre, 135.

[28] Zubiri, El problema…, 47.

[29] Zubiri, Estructura dinámica, 225.

[30] Zubiri, El hombre y Dios, 65.

[31] Zubiri, Sobre el hombre, 156-157.

[32] Zubiri, Tres dimensiones…, 9-10.

[33] Zubiri, Sobre el hombre, 158-160.

[34] Zubiri, Tres dimensiones…, 9.

[35] Xavier Zubiri, «Dimensión histórica del ser humano», en Siete ensayos de antropología filosófica, ed. por Germán Marquínez Argote (Bogotá: UNSTA, 1982), 120.

[36] Zubiri, El problema teologal…, 47.

[37] Zubiri, El hombre y Dios, 61.

[38] Antonio Ferraz-Fayos, Zubiri: el realismo radical (Madrid: Ediciones Pedagógicas, 1995), 202.

[39] Zubiri, El hombre y Dios, 83.

[40] Ibíd., 87.

[41] Ibíd., 88.

[42] Ibíd.

[43] Para Zubiri, el suicidio sería la manera de evitar este apoyo.

[44] Zubiri, El problema teologal…, 54.

[45] Zubiri, El hombre y Dios, 98.

[46] Ibíd., 99.

[47] Ibíd., 100.

[48] Ibíd.

[49] Zubiri, El problema…,70.

[50] Zubiri, El hombre y Dios, 94.