Año 21, N.º 43: 40-61,
enero - junio 2022
Relación de la
humanidad con la naturaleza, las perturbaciones y el turismo
Recibido: 19 de
febrero de 2021
Aceptado: 10 de
diciembre de 2021
L. Ana Guzmán*, Luis
E. Tuninetti** y Dafne Mizdraje***
* Doctora en Ciencias
Geológicas, Universidad Nacional de Río Cuarto, de Argentina. Ingeniera en
Ecología, Universidad de Flores, de Argentina. Docente en el Instituto del
Rosario, de Argentina, y en el Instituto Académico Pedagógico de Ciencias
Básicas y Aplicadas, de la Universidad Nacional de Villa María, de Argentina.
Directora del Centro de Estudios de ordenamiento Ambiental del Territorio e
investigadora en el Grupo Periurbano y Ordenamiento Territorial, de la
Universidad Nacional de Villa María, de Argentina. Coordinadora del Grupo
periurbano del programa integración con la comunidad, financiado por el
Ministerio de Agricultura de la provincia de Córdoba, Argentina (2020-2021).
Directora del proyecto de extensión 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, de
la Región Centro del Departamento General San Martín (2019-2020). Correo:
lguzman@gmail.com
** Doctorando en
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Villa María (UNVM), de Argentina.
Magister en Evaluación de Impacto Ambiental, Instituto de Investigaciones
Ecológicas de Málaga, España. Docente en el Instituto Académico Pedagógico de
Ciencias Básicas y Aplicadas, de la Universidad Nacional de Villa María, de
Argentina. Coordinador del Observatorio Regional de Cambio Climático, UNVM.
Director del proyecto de investigación Condiciones Climáticas en las
dimensiones territoriales de la región del conglomerado Villa María-Villa Nueva
(2020-2021). Correo: tuninetti.ma@gmail.com
*** Doctoranda en
Desarrollo Territorial, Universidad Nacional de Río Cuarto. Becaria doctoral
del CIT Villa María-CONICET, Centro de Investigación y Transferencia
Conicet-Universidad Nacional de Villa María (UNVM), de Argentina),
especializada en Servicios Ambientales y Ordenamiento Territorial, UNVM.
Licenciada en Desarrollo Local-Regional, Instituto Académico Pedagógico de
Ciencias Sociales, de la UNVM. Investigadora en el proyecto Diagnóstico
integral en el periurbano de las ciudades intermedias en el área central del
Departamento General San Martín. Miembro del programa Integración con la
comunidad, financiado por el Ministerio de Agricultura de Córdoba, Argentina
(2020-2021). Correo: dafne.mizdraje1991@gmail.com
Resumen
La relación de la humanidad con la naturaleza
evolucionó con las perturbaciones y el equilibrio como elementos clave. Este
trabajo analiza la perturbación como un aspecto que distancia a la sociedad de
la naturaleza y el rol del turismo, esto por medio del análisis documental de
hechos en la historia y del conocimiento en la temática. Como resultados, se
obtuvo que las formas de conciencia y de vinculación fueron parte de la
destrucción de la naturaleza, llevando a la extinción de especies,
fragmentación de los ecosistemas y deterioro de la calidad ambiental. En
relación con el turismo, presenta una dualidad por lo cual pueden degradar los
ecosistemas o establecer áreas para conservación. Esto lleva al planteo de que
en el actual contexto deben replantearse las formas de vinculación y
revalorizar los conocimientos y necesidades del territorio.
Palabras clave:
Ambiente, desarrollo, sociedad, sustentabilidad.
Humanity's Relationship with
Nature, Disturbances and Tourism
Abstract
Humanity's relationship with
nature evolved with disturbances and balance as key elements. This article analyzes
disturbance as an aspect that creates distance between society and nature and
the role of tourism; this is done through documentary analysis of facts in
history and knowledge of the subject. In consequence, it was obtained that the
forms of awareness and bonding were part of the destruction of nature, leading
to the extinction of species, fragmentation of ecosystems and deterioration of
environmental quality. In relation to tourism, a duality exists in which
ecosystems can be degraded or areas of conservation can be established. This
leads to the proposition that in the current context, forms of relationship
must be reconsidered and the knowledge and needs of the territory revalued.
Keywords: environment,
development, society, sustainability.
Le rapport
entre l’être humain, la nature, les perturbations et le tourisme
Résumé
La relation
de l’humanité avec la nature a évolué avec les perturbations et l’équilibre en tant qu’éléments clés. Ce travail étudie à travers l’analyse documentaire des faits dans l’histoire et des connaissances sur la thématique,
la perturbation comme un aspect qui éloigne la société de la nature et du rôle du tourisme. Les résultats ont constaté que les manières de conscience et de créer des liens ont fait partie
de la destruction de la nature,
ce qui a contribué à la disparition
d’espèces, à la fragmentation
des écosystèmes et à la dégradation
de la qualité de l’environnement.
En ce qui concerne le tourisme,
on trouve qu’il y a une dualité où les écosystèmes peuvent être dégradés,
ou bien des zones de conservation sont établies; cela entraîne à repenser et à redéfinir les manières d’établir des liens, ainsi que de revaloriser les connaissances et
les besoins des territoires.
Mots-clés: environnement, développement, société, durabilité.
Introducción
La relación que tiene la humanidad con la
naturaleza, su historia, las ciencias en el tiempo y su evolución son
fundamentales para la comprensión del contexto actual y los procesos que llevan
a la degradación del ambiente, así como de la búsqueda de alternativas que
permitan vislumbrar un horizonte positivo posible.
Desde finales de la década de 1960 y comienzos
de la década de 1970, el pensamiento ambiental y la identificación de la
pérdida de la naturaleza fue tomando cuerpo e identidad, tal como se puede
observar en la publicación del Informe Bruntland[1] en 1987. Seguidamente, las
diferentes cumbres de la Tierra e investigaciones han demostrado cómo no ha
mermado la pérdida de la naturaleza, como lo evidencian los informes del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por ello, todas las actividades en sus
diferentes medidas y el modelo de desarrollo predominante deben buscar cambios
radicales en cuanto a la relación con los ecosistemas, así como los Estados
implementar políticas que permitan el aprovechamiento sin perjudicar a la
naturaleza. En este sentido, la actividad turística no se presenta como una
excepción. El turismo masivo, por sus características, ha llevado a los límites
de carga a los ecosistemas de acogida, situación que amerita presentación de
propuestas y alternativas como el turismo sustentable, turismo de naturaleza y
el ecoturismo que se posicionan como posibles salidas.
Distintos autores[2] [3] evaluaron los impactos
ambientales que la actividad turística genera de forma puntual, mientras que el
resumen «Cambio
climático y turismo: responder a los retos mundiales»[4]
estableció, a modo general, tres grandes grupos emisores de gases de efecto
invernadero que contribuyen al cambio climático; entre ellos, uno de los
elementos de mayor importancia se encuentra el traslado aéreo de personas para
su recreación[5] [6], además se agrega el uso de
combustibles para industrias y la ganadería.
En el transcurso del tiempo, la humanidad se
vinculó de diferentes formas con los ecosistemas, donde la percepción de sí
misma y de los otros seres fue cambiando. En este sentido, las acciones de la
humanidad tuvieron también su construcción, así se llegó a disociar al ser
humano de la naturaleza. Este acto de separación plantea el esquema en el cual
la naturaleza podría funcionar sin la humanidad y que los humanos solamente
interactuarían por medio de sus acciones e incrementan las perturbaciones
negativas[7].
Al considerar dicha afirmación, la perturbación
es concebida como el resultado de una acción que modifica o altera el estado de
equilibrio de un entorno sistémico abierto; por ende, los «procesos ajenos o perturbaciones» de un ecosistema particular son aquellos que
modifican las situaciones estáticas dentro del ecosistema. Las perturbaciones
no poseen connotación positiva o negativa, eso es en función de los sujetos
sociales, contexto y fines en los cuales se establecen las variables. La
valoración de la naturaleza no siempre es económica, por lo cual no puede
siempre ser trasladada a un precio monetario cuando se genere un deterioro de
la naturaleza por una perturbación negativa para los ecosistemas[8], aunque sí es necesario
reconocer que su mercantilización constituye una práctica común por parte de
los actuales sistemas de gestión ambiental. No obstante, establecer el valor de
la perturbación y reconocer desde qué marco se realiza resulta de vital
importancia. La interiorización de este aspecto de las perturbaciones sin una
debida contextualización puede resultar muy peligroso, ya que acaba por
simplificar un concepto que puede servir de fundamentación para el extractivismo, que, en palabras de Gudynas[9], es un modelo de desarrollo
basado en la apropiación de la naturaleza que enriquece un entramado productivo
dominante, principalmente por multinacionales, con la consecuente generación de
erosión social y ambiental. Esta condición, donde el capitalismo se despliega
como un sistema que realiza extracciones excesivas, ha permitido un deterioro
profundo de la naturaleza.
Con el fin de comprender las perturbaciones, se
resalta la necesidad de respetar la coexistencia de la totalidad de los seres
vivos y sus entornos, al llevar la discusión hacia aspectos éticos que
generaron nuevas corrientes de pensamientos como, por ejemplo, la ecología
profunda[10]; en este sentido, la
relevancia sobre el lugar que ocupa la sociedad es equitativa con los otros
organismos vivos. A esta teoría las sucedieron otras que cambiaron la visión eurocentrista para desarrollar visiones más territoriales y
desde multiniveles ecológicos, económicos y culturales[11]. Asimismo, otras corrientes
ponen en jaque la dualidad entre humanidad-naturaleza y centralizan el análisis
en torno a las dinámicas que caracterizan a los más diversos sistemas
socioeconómicos, en la cual los aspectos políticos y culturales cobran mayor
relevancia al interpretar las perturbaciones[12].
De acuerdo con estas
posiciones, por un lado se propone analizar la perturbación como un elemento
que distancia la sociedad de la naturaleza y establecer el rol del turismo en
este contexto, así como las herramientas implementadas comúnmente para medir la
perturbación (como impactos ambientales). Por otro lado, realizar una
identificación primaria de las variables y factores que hacen a lo ambiental,
para luego plantear la vinculación con la sociedad a través de la actividad del
turismo masivo.
Para lograr lo anterior,
el trabajo se ampara en el proceso metodológico de Hernández Sampieri et al.[13], quien se sitúa en una
perspectiva constructiva y permite establecer preguntas disparadoras para la
reconstrucción teórica de los objetos de estudio: ¿Qué son las perturbaciones?
¿Qué es el equilibrio ecológico? ¿Cómo se relaciona el humano con la
naturaleza? ¿Siempre fue igual? ¿La fragmentación del conocimiento y de la
naturaleza están vinculados? Para dicho análisis de conceptos y variables se
optó por el desarrollo de técnicas documentales, al trabajar con antecedentes
relacionados a los elementos de estudio que vincula sus orígenes conceptuales
como, por ejemplo, principales corrientes del pensamiento vinculadas con la
relación humanidad-naturaleza y su desarrollo en el tiempo.
Se tomaron fuentes de
información primaria y secundaria en soporte impreso y digital para identificar
los enunciados que determinan los conceptos de turismo de naturaleza,
ecoturismo e impactos ambientales. Asimismo, se tomaron documentos de
instituciones internacionales como los elaborados por el PNUMA, la Organización
Mundial para el Turismo (OMT) y convenios internacionales como la Declaración
de Québec (2002), las Metas de Aichi (2010) y los 17
Objetivos para el Desarrollo Sostenible, así como autores de referencia en las
disciplinas que estudian el ambiente. No obstante, es necesario aclarar que
desde esta perspectiva, las preguntas disparadoras se reformulan y se fueron
generando nuevas interrogantes que llevaron a determinar las formas de
evaluación.
Desde ese lugar se
consideraron las herramientas más utilizadas y citadas en las publicaciones
asociadas a los objetos de estudio, para ser analizadas desde su construcción y
contexto de formación, las cuales fueron Capacidad de carga, Estudio de impacto
ambiental y Evaluación ambiental estratégica. Además, se tomaron situaciones
reales vinculadas con el turismo y su articulación con las herramientas
previamente citadas, como el caso del Tren Maya, en México, y la iniciativa
mundial sobre turismo y plástico. Finalmente, a partir de un proceso deductivo
concatenado, se establecen conclusiones respecto a los conceptos y herramientas
que dan cuerpo a la relación de la humanidad con la naturaleza, las
perturbaciones y el turismo.
Desarrollo
El ser humano, en su proceso histórico tuvo diferentes
formas de racionalizar a la naturaleza, su vinculación y su rol con ella o en
ella[14]; a grandes rasgos, se puede
establecer que, con el paso de miles de años la relación con la naturaleza, fue
mutando, en sus comienzos con una relación mayoritariamente de coexistencia,
para luego pasar a ser, la naturaleza, un objeto, llegando al momento en que la
conciencia racional pasó a tomar el rol principal en el pensamiento, con la
diferenciación del ser humano con la naturaleza[15].
En este sentido, Ortíz
Blanco[16], en su línea de tiempo y a
partir de las visiones filosóficas, destaca que Platón desarrolla la visión de
la relación ser humano-naturaleza, la cual incluye la belleza natural y de qué
forma esto intervino en el fomento de las costumbres. Aristóteles ofrece
definiciones de naturaleza, la cual es transferida a aquello que tiene
movimiento y cambio, distinguiéndose de las construcciones inanimadas. El
Renacimiento, junto al auge de la ciencia, muestra un gran interés en la naturaleza
como objeto de transformación y dominación, acentuando una relación del ser
humano-naturaleza como contraposición. Posteriormente, otros filósofos como
Kant y Hegel establecen orígenes diferentes para la naturaleza y la humanidad,
para el primero es un conjunto de fenómenos en un tiempo y espacio determinado;
pero, para el segundo la naturaleza es la materialización del espíritu
absoluto.
Los acontecimientos en la época contemporánea
denotan cómo la relación ser humano-naturaleza va siendo atravesada por las
diferentes ciencias como la matemática y la física[17]. A esto le siguió el entendimiento de la relación
de la humanidad y la naturaleza desde la mirada de las ciencias sociales y
exactas, que se manifestó dicotómica, distanciando los procesos de investigación[18], sobresaliendo, en las
ciencias exactas, la identificación y estudio de la naturaleza desde sus usos y
servicios.
Sumado a estos procesos de racionalización y
vinculación con la naturaleza, los modelos de desarrollo imperantes fueron
acentuando aún más una brecha entre la naturaleza y la sociedad[19], lo cual generó, por medio
de los procesos de extracción de recursos y explotación, pérdidas importantes
en la biodiversidad del planeta, que afectan directa e indirectamente al
desarrollo de la sociedad[20]
[21].
En relación con ello, y puntualizando en los
aspectos conceptuales referidos a las «perturbaciones de la
naturaleza», se considera prioritario dar cuenta del
concepto de «equilibrio» y la teoría del caos.
En principio, el concepto de equilibrio se
aplica en la ecología como un proceso en el cual existe la homeostasis, donde
aquellos pequeños cambios que puedan sucederse son balanceados por medio de la
retroalimentación negativa, así se lleva al sistema de nuevo a su punto de
equilibrio original[22].
Dicho en otras palabras, el equilibrio ecosistémico cuenta con un estado
clímax, en el que los procesos ecológicos se dan de tal forma que no existen
excesos; cada acción corresponde a un proceso determinado y establecido,
resultantes de una sucesión y vinculación entre diferentes comunidades y
poblaciones. Este equilibrio consiste en que cada cambio que puede suceder al
interior del ecosistema, puede ser revertido por una fuerza reparadora que lo
vuelve a su estado original; en el caso de que eso no se pueda recuperar, se
rompe ese equilibrio, lo que lleva a ese ecosistema a otro estado diferente,
generalmente de menor diversidad y complejidad.
Desde la ecología, para comprender los procesos
ecosistémicos y los cambios que en estos se sucedían, se confeccionaron
diferentes teorías, entre ellas la teoría del caos. Esta teoría establece que
no es posible la predicción por medio de la acumulación de las interacciones
entre los componentes, en contraposición a la propuesta del equilibrio. La
teoría del caos propone que todos los sistemas alcanzan un umbral, el cual, al
ser superado, lleva al sistema a otro nivel de organización; este proceso se
define por cambios bruscos que ocurren por un conjunto nuevo de interacciones
emergentes; una organización, donde el manejo de la materia y energía presentes
en el sistema es clave[23].
Esta teoría forma parte de las teorías de los
sistemas complejos[24],
donde estos no son deterministas ni lineales, lo que hace más complejas e
inciertas las respuestas de los sistemas ecológicos. Si bien el recorte de un
sistema es necesario para ser estudiado, lo que implica la reducción de
variables a constantes en un momento dado, esto dista de lo que en realidad
ocurre en los sistemas naturales, ya que pequeñas variaciones suceden todo el
tiempo. Este análisis de la complejidad de los ecosistemas, donde los cambios
en diferentes escalas y magnitud no cuentan con respuestas predecibles reales,
pone en jaque a las intervenciones que se desean realizar en los ambientes
naturales, con el resultado de que, en la gran mayoría ejemplos, estos han sido
desfavorables para la biodiversidad[25].
La humanidad, en esta interpretación e
interacción con los ecosistemas, se ve atravesada por su misma evolución[26] [27]. El
desarrollo del pensamiento científico y las diferentes corrientes fue dando
funciones a la humanidad para protegerlos y mantenerlos en equilibrio, bajo la
condición de utilidad, lo que se sustenta en un sistema de valores que depende
de la sociedad en su contexto temporal. Esto es más subjetivo al dar lugar y
sostener el equilibrio de algunos ecosistemas como más importantes para algunos
y menos para otros[28].
Esta construcción se acentuaba frente a las desigualdades sociales y los
intereses económicos predominantes, los cuales se fueron tensando y
redefiniendo, respaldados a partir de las últimas cumbres de la Tierra y la
visión de Lovelock[29] sobre la construcción de la
Tierra como un organismo vivo, quien sostuvo que la humanidad es parte de dicho
organismo, si bien se puede ser como una célula que forma un tejido, también se
puede funcionar como un parásito.
La teoría del caos, por su parte, significó una
nueva visión de los «ciclos de la naturaleza» y, paralelamente, se fue dejando fuera a la humanidad, ubicándola
como un agente de perturbación negativa, como elemento societario ajeno a la
naturaleza, modificando el entorno hacia formas irreconocibles, perdiendo el
reflejo en los animales como iconos de fuerza, valor y coraje con los cuales la
humanidad se comparaba y pasando a vincularse más con los elementos inertes de
su creación. Dado este desarrollo, en el último siglo, con el resurgir de
pensamientos y ciencias más vinculadas a las condiciones territoriales, este
paradigma del mundo fue mutando y tomó impulso la revalorización y rescate de
los saberes ancestrales, impulsando un cambio en el modelo de desarrollo
dominante desde un punto de vista epistemológico[30] [31].
El concepto de equilibrio también está vinculado
con la construcción teórica del momento, al período de tiempo con variables
establecidas y al grado de importancia que le asigne cada sociedad, en relación
con sus valores[32]. No obstante, resultaría
imposible que dicho equilibrio sea permanente; autores como Hardin[33] plantean en «la tragedia de los comunes» que las acciones individuales llevan al colapso
del sistema, con consecuencias que acaban por afectar a todas las personas
cuando se busca un beneficio a corto plazo en algún elemento impulsados por
tensiones económicas, con la noción de perturbación como efecto negativo de la
actividad antrópica sobre la naturaleza, al generar pérdida de biodiversidad y
destrucción de ambientes naturales.
En este marco, resulta importante ensayar
alternativas que pueden cambiar esta percepción en la que priman los intereses
individuales y económicos, para minimizar esas perturbaciones. Es ahí donde
resulta fundamental encontrar alternativas a actividades como el turismo
masivo, el cual satura los ecosistemas, genera desigualdades sociales, desplaza
actores locales y fagocitan recursos naturales[34] [35].
Esta afirmación se ampara en el proceso que se
generó al explorar la articulación entre perturbaciones antrópicas e impactos
ambientales. Durante años se fueron explorando formas para medir dichas
perturbaciones. En ese sentido, la Evaluación de impacto ambiental es una
herramienta metodológica que busca identificar, a partir de las variables que
generan modificaciones, el impacto en los factores ambientales, tales como la
flora, fauna, agua, suelo y aire; esta herramienta mide el impacto puntual de
una perturbación. A pesar de todo, no es eficiente como herramienta única de
gestión ambiental debido a la naturaleza abierta y compleja de los ecosistemas,
ya que no contempla las relaciones de estos en su conjunto, como ser la presión
de otras actividades similares en los mismos ecosistemas. Por ejemplo, un
emprendimiento hotelero puede presentar una Evaluación de impacto ambiental, en
la que se puede identificar, entre otras cosas, la extracción de agua de las
napas freáticas, pero la herramienta no contempla si en ese ecosistema ya
existen otras actividades que extraigan agua de dicha napa; por lo que se puede
llegar a decir que el emprendimiento tendrá un bajo impacto, pero para el
sistema natural será un elemento más que en conjunto puede llevar al límite del
recurso en cuestión.
Otra herramienta de medición es la capacidad de
carga, a través de la cual se analiza la cantidad de turistas que el sistema
puede soportar. Este concepto, que proviene de la ecología, es entendido como
la densidad o abundancia de individuos que pueden hacer uso u ocupar un sistema
sin causar un impacto negativo. En términos de crecimiento poblacional, es una
densidad de individuos a partir de la cual la población ya no crece, dado que
los recursos no son suficientes[36]
[37]. La discusión respecto a
este criterio es la transferencia del término capacidad de carga hacia actividades
antrópicas para uso turístico. En este sentido, Echamendi
Lorente[38] describe los diferentes
conceptos que se construyeron desde el turismo para definir la capacidad de
carga, uno de los cuales la define como la cantidad de turistas que un sistema
–físico ambiental, económico y cultural– puede soportar. Asimismo, la OMT[39] la define como la capacidad
máxima de turistas que el sistema puede soportar sin poner en peligro los
recursos. En las diversas acepciones se incluyen la satisfacción del turista y los
beneficios, además se establecen como variables por considerar, la capacidad de
la infraestructura y la carga social percibida, al ignorar el efecto de la
actividad turística sobre la flora y fauna. Desde allí, se considera que se ha
avanzado en la implementación en diversas áreas, la determinación de las
variables, no logran llegar a la sustentabilidad que se manifiesta en los
conceptos[40]. En este mismo sentido, Vera
Rebollo[41] establece que los
indicadores implementados son insuficientes para aportar información y lograr
minimizar los impactos de las intervenciones; por lo tanto, dicha herramienta
cuenta con sus limitaciones, por ser una metodología que orienta la capacidad
de carga en principio a un valor máximo[42], cuando debería buscar el
valor óptimo; por otra parte, la identificación de las variables de difícil
medición e impredecibles, como el cambio climático, no son posibles de
incorporar fácilmente y deja fuera aspectos que hacen al sistema complejo
ambiental.
La Evaluación ambiental estratégica es una
herramienta que posibilita una visión más amplia de los impactos que se generan
a nivel sistema. Al estar orientada a políticas, planes y programas que se
ejecutan en una región o jurisdicción determinada, más allá que continúe
replicando parámetros universales de medición dentro de la racionalidad
dominante[43]. Es necesario rescatar que,
si bien presenta un análisis de mayor escala, cuenta con recortes, dando peso a
una actividad en un territorio como elemento de análisis. Asimismo, en muchos
casos queda en pronunciamientos derivados de los convenios internacionales,
indicadores internacionales, consumo y capital, etc. Esta herramienta fue un
avance significativo, ya que su visión está orientada a la gestión que se hace
en los ecosistemas, siendo muy prometedora para la integración del turismo.
Todas estas herramientas, las cuales parten de
la premisa de regular los impactos negativos, en gran parte se han convertido
en herramientas de validación de proyectos de sectores hegemónicos de poder
para la concreción de obras de infraestructura o de inversiones que, en muchos
casos, distan realmente de ser una necesidad de los pobladores locales. Además,
los costos que conllevan son altos y, en muchos casos, dejan fuera de las
posibilidades de ejecución a varios sectores.
Al considerar los diferentes modelos de
desarrollo que se han ido sucediendo en el transcurso de los años y que
aportaron a la consolidación del poder económico, han incrementado los impactos
ambientales que se evidencian en el incumplimiento de los acuerdos
internacionales como la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero
y los valores de conservación de las Metas de Aichi (2010)[44].
Un ejemplo de cómo las herramientas
administrativas pueden operar para la concreción de megaobras
turísticas que cuentan con cuestionamientos sobre su sustentabilidad, es el
caso del Tren Maya en México; este fue presentado como una obra insignia del
gobierno de Andrés Manuel López Obrador, introducido por el Fondo Nacional de
Fomento al Turismo como «un proyecto para
mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar el ambiente y detonar el
desarrollo sustentable»[45]; en él, según las autoridades de aplicación intervinientes, se
han cumplido todos los pasos administrativos requeridos. Cuando se indaga desde
otros sectores, resultan demoledoras las críticas al proyecto: organizaciones
no gubernamentales y activistas sociales denuncian que con la obra se pondría
en peligro hasta 18 especies, entre ellas, algunas emblemáticas, tales como el
puma, ocelote y jaguar; se verán afectadas diez áreas naturales protegidas,
destrucción irreparable de 1288 sitios arqueológicos, vulnerabilidad de
derechos de 146 000 indígenas, entre otras perturbaciones de la fastuosa idea;
ahora bien, menos del 1 % del presupuesto del proyecto será reservado para la
mitigación del impacto ambiental[46]
[47] [48].
En todos los casos, las herramientas están
aprobadas por las autoridades, pero existe una fuerte disputa social en ellas.
Las discusiones se centran en torno a una falaz dicotomía respecto a la
necesidad de generar oportunidades laborales para la población o conservar la
naturaleza, cuando esta condición no debería ser contrapuesta si el modelo que
da la fuente de trabajo no es extractivista.
El turismo se ha vinculado históricamente al
incremento del desarrollo, entendiendo al desarrollo como un proceso más allá
del crecimiento económico, donde se puede obtener beneficios sociales de
diferentes dimensiones[49];
es por ello la importancia de la ampliación del concepto de desarrollo y su
vinculación con la sostenibilidad. La actividad turística[50] [51], en sus diversas
formas, ha ido respondiendo a los desafíos que se fueron presentando; en este
sentido, la OMT manifestó y definió los principios para el turismo sostenible[52], sumando posteriormente los 17 Objetivos del
Desarrollo Sostenible, los que fueron incorporados en muchas propuestas
turísticas, lo cual generó el fortalecimiento en movimientos locales que han
ido haciendo frente a los cambios en pos de conservar sus modos de vida,
cultura y actividades. Es así que, el desafío se presenta al momento de
establecer el grado de cumplimiento de los 17 objetivos y la escala de impacto
de estos. Más aún, cuando autores como Cardoso Jiménez, Castillo Nechar y Hernández Vega[53], además, cuestionan la raíz
de la sostenibilidad.
En este marco, se interpela al turismo masivo, a
los sistemas turísticos y el rol que juegan en el mecanismo dominante, llenando
las playas de plásticos y saturando los sistemas sanitarios y energéticos de
los lugares de destino. Las nuevas propuestas de la OMT, como la «Iniciativa Mundial sobre Turismo y Plástico»[54],
plantean pequeños pasos para mejorar las condiciones; no obstante, todavía es
necesario sumar la vinculación humanidad-naturaleza, donde el humano no sea un
elemento ajeno, sino como parte de la naturaleza, cuestionando los modelos de
desarrollo que en cada territorio se dan.
En palabras de Boullón[55], las alternativas turísticas
son tan diversas como personas en el mundo, a diferencia, el planeta es finito
en condiciones naturales y es un elemento determinante que debe ser incorporado
a dichas propuestas. En este sentido, el ecoturismo surgió como alternativa
para las lógicas que predominan al interior de la actividad turística y se
consolidaba como una ambivalencia; el generar desarrollo y bienestar económico,
pero sin degradar dicha fuente de recursos para extenderlo en el tiempo. La
propuesta ecoturística se plantea desde diferentes autores como un turismo de
contemplación de la naturaleza, uno de sus objetivos es la menor intervención
en la naturaleza[56].
El turismo de naturaleza presenta una visión de lo que se espera respecto a las
actividades turísticas, donde el cuidado y conservación son esenciales[57]; en cambio, no vislumbran
indicios de un cambio de perspectiva, por lo tanto, el ecoturismo da un paso
más allá, esperando que el turista busque una alternativa, que la función de su
desarrollo turístico permita un cambio en su vida y en el lugar donde realiza
la actividad turística. Visión que se particulariza si se considera lo afirmado
en la Declaración de Québec sobre el ecoturismo[58], evento que estableció
principios rectores para minimizar los impactos en el ambiente e incentivar el
respeto a las culturas locales.
El contexto de pandemia que presentó el COVID-19
puso en jaque al turismo en todas sus formas, puso en evidencia la importancia
de un cambio en los modelos dominantes de producción y de relación con la
naturaleza, las modificaciones en los ecosistemas atentan contra los complejos
procesos que suceden en estos, dejando sin perspectivas sobre los posibles
escenarios a futuro, por lo cual, el respeto y convivencia con la naturaleza son
fundamentales[59] para realizar nuevamente una
actividad turística.
Conclusiones
De acuerdo con lo expuesto, resulta importante
identificar que los procesos históricos y culturales no son ajenos a los
naturales, ya que la humanidad es parte de esa naturaleza. Su proceso de
crecimiento ha ido mutando con el tiempo; pero, lamentablemente, en su gran
mayoría fue en detrimento de esta. Sin querer concluir, el análisis que se
presenta en este artículo de los conceptos enunciados, son un primer esbozo de
los planteos que como sociedad y especie se debe realizar, particularmente al
predominar modelos dominantes que direccionaron e impulsaron determinadas
herramientas para evaluar las perturbaciones, pero que no pudieron dar
respuestas a la altura de la complejidad del sistema. Es así que la humanidad
como elemento constitutivo de la naturaleza es clave para determinar los marcos
conceptuales desde los cuales se construye para vincularse. El análisis de los
orígenes filosóficos como sociales y matemáticos demuestran el fraccionamiento
de la percepción de la naturaleza y del ser humano como especie.
La complejidad de los sistemas naturales, así
como las interacciones con la actividad turística, entre otras, merece ser
profundizada a la vista de las consecuencias de las acciones humanas, tal como
se visualizó durante la pandemia por el COVID-19, que, si bien no se puede
analizar en retrospectiva, será una advertencia que se debe analizar para la
construcción de nuevos modos de entendimiento de la relación ser
humano-naturaleza. Conjuntamente, se debe plantear alternativas a los modelos
dominantes de desarrollo que respeten los límites de un planeta finito.
La identificación de las perturbaciones, por
parte de los actores implicados en el desarrollo de la actividad turística, no
puede ser negada. Bajo determinados parámetros, resulta factible la mitigación
de las perturbaciones, una reducción a su mínimo posible en un contexto dado,
pero para ello resulta primordial comprender al turismo no solo como una mera
actividad económica que debe de priorizar los criterios de rentabilidad, sino
que debe velar por la sostenibilidad de los entornos naturales, entendiendo las
dimensiones que lo componen.
Diversos paradigmas expuestos pueden aportar una
mirada enriquecedora desde otras realidades sociales, incluyendo la diversidad
cultural, cosmovisiones ancestrales, protegiendo los ecosistemas y propiciando
un uso racional de los recursos naturales. El turismo, en última instancia,
deberá ser un partícipe indispensable en algunas regiones para reflejar y
potenciar la identidad zonal y cultural, sin imponer mecanismos de vida
distintos a lo local; de esta manera, el turista pueda interiorizarse con
diferentes valores desde una perspectiva distinta, impulsando encuentros entre
culturas en un marco de respeto.
Las herramientas analizadas, así como los
documentos, demostraron que se cuenta con iniciativas desde propuestas
internacionales y locales, pero es evidente que no son suficientes los
esfuerzos para resolver los problemas generados, esto en parte como una
consecuencia del marco del cual partieron.
Resulta imperioso la constante reflexión de los «modos de hacer» las prácticas y proyectos turísticos, con la identificación de
aquellas construcciones que fueron en comunión con las comunidades y la
naturaleza para revalorizarlas, reduciendo aquellos impactos negativos que
violan los valores culturales y ambientales de los pueblos locales, de allí la
necesidad de interpelar las herramientas que se utilizan para abordar las
problemáticas y los proyectos que vinculen ser humano-naturaleza.
Finalmente, la búsqueda de alternativas que
relacionen teoría y práctica tendiente a una construcción y necesaria
deconstrucción crítica como ejercicio en vistas de un abordaje más holístico,
es un ejercicio constante que no invalida las acciones individuales y
colectivas en el quehacer por un ambiente natural y social más sano.
Formato de citación según APA
Guzmán, L. A., Tuninetti, L. E. y Mizdraje, D. (2022). Relación de
la humanidad con la naturaleza, las perturbaciones y el turismo. Revista Espiga,
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Algunos de los recursos que influyen en el crecimiento son la calidad de suelo,
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Kuper y Lucas Ramírez. «El turismo como impulsor del desarrollo, En Argentina.
Una revisión de los estudios sobre la temática», Aportes y Transferencias 12, n.° 1 (2008): 57-86.
[50]
Simplificando al turismo como la acción del desplazamiento de su lugar de
origen, por un plazo menor a un año, para ocio individual o colectivamente; sin
embargo la definición se encuentra abierta a una mayor profundidad, siendo el
abordaje interdisciplinaria del mismo el que mejor podrá definirlo.
[51] Daniel Nicolas Hiernaux, «¿Cómo definir el turismo?
Un repaso disciplinario», Aportes y
Transferencias 6, n.° 2 (2002):
11-27. http://nulan.mdp.edu.ar/258/
[52] World Tourism Organization,
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[53] Carlos Cardoso Jiménez, Marcelino Castillo
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