Año 21, N.º 43: 1-13, enero - junio 2022
Revista Espiga en la memoria histórica de la ECSH
y de la UNED
Pedro J. Ramírez Acosta *
Recibido: 2 de
mayo de 2021
Aceptado: 16 de junio de 2021
Resumen
El presente trabajo se propone
rememorar el origen y propósito de la creación de Revista Espiga, en el
contexto histórico y académico de la ECSH y de la UNED. Pone énfasis en la
importancia y necesidad de una revista seria y científica, que ayudara a impulsar
la investigación crítica y científica y la difusión de sus resultados. Expone,
asimismo, parte de sus logros y problemas; y al final se señalan algunos
desafíos por espigar en la nueva sociedad digital.
Palabras clave:
Antecedentes, investigación, desafíos.
* Doctor en Educación, Universidad
Estatal a Distancia (UNED), de Costa Rica. Msc. en
Administración Pública, Universidad de Costa Rica (UCR). Licenciado en Teología
y Filosofía de la Universidad Gregoriana y de la Universidad de Santo Tomás, respectivamente,
Roma, Italia. Catedrático de la UNED y de la UCR. Exdirector de la Revista
Espiga del 2000 al 2009. Este artículo se publica en conmemoración de los
20 años de la revista.
Revista Espiga in the historical memory of the ECSH and the UNED
Abstract
This
paper aims to recall the origin and purpose of the creation of Revista Espiga, in the historical
and academic context of the ECSH and the UNED. It emphasizes the importance and
need for a serious and scientific journal, which would help to promote critical
and scientific research and the dissemination of its results. It also exposes
part of its achievements and problems; and at the end some challenges are
pointed out to be gleaned for the new digital society.
Keywords: background,
research, challenges.
La Revue
Espiga dans la mémoire historique de l’ECSH et de l’UNED
Résumé
Cet article
vise à évoquer l’origine et
le but de la création de la
Revue Espiga dans le contexte historique et académique
de l’École des Sciences
Sociales et Humanités (ECSH) et de l’UNED. L’article met l’accent sur l’importance et le besoin d’une revue scientifique
afin d’appuyer la recherche scientifique et
critique ainsi que la diffusion
de ses résultats. En outre, il expose
ses réussites et ses contraintes. Finalement, il signale quelques défis auxquels la revue doit faire face dans la nouvelle
société numérique.
Mots-clés: antécédents,
recherche, défis.
Introducción
Escribir sobre el origen de Revista
Espiga y su proyección en estos 22 años de existencia no es nada simple y
pasajero. Aquí tiene mucho sentido aquella frase tantas veces repetida por los
existencialistas franceses y alemanes de la década de 1960: «Existir es más que vivir». Espiga no solamente ha
tenido vida, sino que también ha existido en la mente y en el quehacer
cotidiano de la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades (ECSH) y sus
pre-ocupaciones, pensamientos y publicaciones han trascendido a la Universidad
Estatal a Distancia (UNED), al ámbito universitario costarricense, y a la
sociedad.
En este sentido, me complace mucho
escribir esta breve reseña histórica de Espiga a petición del Comité Editorial
de la Revista, exponiendo los antecedentes y la importancia de su nacimiento,
su atinado nombre escogido, sus alcances, sus principales problemas y los
nuevos surcos para espigar en el futuro.
Antecedentes
históricos
Revista Espiga fue creada en sesión número 1394-99,
art. IV, el 23 de junio de 1999, por el Consejo Universitario, a solicitud de
un grupo de profesores de la ECSH. Fue la primera revista académica de la UNED,
surgida del propio claustro de la academia ¿Por qué la primera? Existían dos
revistas anteriores: una, la Revista Nacional de Cultura, dirigida y
editada por el Consejo de la Editorial Euned, y la
segunda, Revista Innovaciones Educativas, dirigida por el Vicerrector
Académico, cuya periodicidad era espontánea y sin vinculación expresa con las cuatro
escuelas de la universidad, creadas diez años atrás, en sesión número 790-89,
del 8 de febrero de 1989, por el Consejo Universitario de la UNED.
Algunos otros hechos explican este
tardío nacimiento. La UNED fue creada en febrero de 1977, por ley de la República
número 6044. Su modelo original estuvo centrado en lo que se llamó «entrega de la docencia» y en la producción de materiales,
cuyo producto principal era la Unidad Didáctica. Este modelo estuvo inspirado en los europeos y
norteamericanos de educación a distancia, que surgieron como respuesta a las
demandas de educación de la Primera Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII.
Estos modelos operativos fabriles eran horizontales sistémicos, de
input-output, semejantes a las cadenas de mando de las grandes fábricas
industriales[1].
En el caso de la UNED, al igual que
otras famosas universidades, como la Open University
de Inglaterra, la Fernuniversität de Alemania, la
Universidad Abierta de Venezuela y la UNED de España, entre otras, evolucionó
hacia un modelo más híbrido, es decir, de una Dirección de Centros Académicos
con dos dependencias administrativas: a) la Oficina de ciencias del hombre y b)
la Oficina de Ciencias Exactas y Naturales; estas Oficinas administraban
grandes áreas del conocimiento concentradas en programas docentes (o las
llamadas carreras en la universidad
tradicional), a una Dirección de Docencia[2], creada en febrero de
1989, e integrada por cuatro escuelas: Ciencias Sociales y Humanidades,
Educación, Administración y Ciencias Exactas y Naturales[3]. Este cambio en el modelo,
de menos industrial y administrativo a más académico, se proponía fortalecer la
academia con especialidades, grados y posgrados[4].
¿Qué significaba fortalecer la academia
y el espíritu académico en la UNED? Significó generar una transformación desde
dentro, desde la esencia misma de la academia. No bastaba con cambiar ciertas
estructuras administrativas, hacer nuevos
materiales didácticos o mejorar la mal concebida «entrega de la docencia». Significaba romper las barreras
de la reforma napoleónica. En Alemania, Humbolt
inició, en el siglo XIX, una transformación de la educación superior,
centrándola en la investigación, después reafirmada por teóricos modernos y
actuales, que hicieron de la universidad una institución creadora de
conocimientos[5].
Con estos cambios se depuró el
concepto de la democratización de la educación superior, uno de los objetivos principales de la educación superior
a distancia. Democratizar la educación superior no consistía ni bastaba con la
masificación de la universidad, no consistía en entregar títulos devaluados sin
calidad. La sociedad, las empresas, los nuevos empleadores demandaban, ahora,
individuos emprendedores con formación crítica, investigadores de su realidad
económica, social y cultural, capaces de enfrentar y dar respuesta a los
problemas urgentes para el logro de un desarrollo humano integral. El «medio maestro», como se le llamaba a la unidad
didáctica, era insuficiente.
A finales de la década de 1990 la
consigna y meta de la sociedad post-industrial y del conocimiento era un
desarrollo humano integral. Las mejores universidades del mundo apostaban por
un crecimiento basado en la calidad de la educación, o lo que Barrow[6] llama «excelencia selectiva» y Tünnermann «excelencia académica»[7].
Como era de esperar, estos nuevos
aires de cambio llegaron a nuestras universidades en América Latina. En el caso
de la UNED de Costa Rica, estas ideas estuvieron presente en el I Congreso
Universitario (1989), que recomendó crear la Dirección de Docencia y las cuatro
escuelas académicas. Entre las funciones principales de estas nuevas escuelas
destacamos dos por su interés en la calidad académica:
• Velar
por el nivel académico de los cursos (…)
• Estimular
la participación de los profesores en propuestas de investigación, en coordinación con la
Dirección de Investigación Institucional.[8]
Sin lugar a duda, en el I Congreso hubo
un interés por un cambio hacia la calidad y hacia la investigación. Sin
embargo, ese cambio, relacionado con la participación de los profesores en
proyectos de investigación, tuvo fuertes obstáculos: Uno era la limitación y
centralización del presupuesto de las escuelas, y, en segundo lugar, el viejo
modelo de la Dirección de Investigación Institucional, cuyo presupuesto estaba
destinado a investigaciones relacionadas con las unidades didácticas y a otras
de interés institucional. En consecuencia, la investigación, por parte de
profesores en áreas de su especialidad o de interés para el desarrollo de sus
cursos, quedó paralizada en espera de nuevas oportunidades y cambios en la institución.
Otro hecho significativo en
relación con las nuevas demandas de la sociedad post-industrial y de los países
en vías de desarrollo, fue la creación de posgrados: especialidades, maestrías
profesionales y académicas, y doctorados profesionales y académicos. La UNED
creó su propio Sistema de Posgrado (SEP); en sesión número 1191-96, del 21 de
febrero de 1996, se aprobó su reglamento. Por iniciativa del entonces director
del SEP, consciente de las demandas señaladas arriba, los posgrados de la UNED
nacieron bajo la inspiración del modelo de Burton Clark (1983,1998), exrector
de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos. Este modelo contenía tres características
esenciales: a) Planificación del proyecto, b) Centralidad de la investigación
para producir conocimientos, innovación y competitividad y c) Perfil de
formación profesional de los candidatos seleccionados, orientado a solucionar
problemas[9].
En consecuencia, hubo en la creación
de los posgrados el interés por la centralidad de la investigación y por la
selección de los candidatos. Por reglamento y para su funcionamiento, los
posgrados eran planeados y propuestos por las escuelas y aprobados por el
Consejo Universitario. Nacían y eran de las escuelas. Por su carácter sistémico
era de esperar una intercomunicación de doble vía entre escuelas y posgrados.
Ruidos estructurales en el sistema, como dicen los comunicadores, se
interpusieron para impedir o retardar la intercomunicación.
¿Qué relación tienen todos estos
hechos o antecedentes históricos con Revista Espiga? Hay una constante
en todos ellos: necesidad de calidad, investigación, creación de nuevos
conocimientos y publicación de los nuevos conocimientos. El ranking de las
mejores universidades del mundo se mide por la cantidad y calidad de sus
investigaciones científicas, tecnológicas y humanísticas publicadas. Estos
nuevos conocimientos publicados se exponen en conferencias, congresos y
simposios internacionales. Por tanto, era una necesidad latente la creación de
una revista seria, científica y humanista en la ECSH.
Figura 1. Diferentes portadas de la
Revista Espiga
Evolución gráfica de la portada de
la revista a lo largo de dos décadas. A la izquierda, la número 1; a la
derecha, la número 40. Se aprecia, también, el cambio en el imagotipo
(representación gráfica de una marca a través de una o varias palabras junto a
un icono), que mantiene la espiga en las tres realizaciones.
Nacimiento
de Revista Espiga
Tres circunstancias propiciaron el
nacimiento y desarrollo de Revista Espiga. La primera fue el retorno a
la ECSH del exdirector de Posgrado en 1999, después de una intensa labor en la
creación de las bases organizativas del SEP (reglamentos, normas y
procedimientos) y puesta en marcha de los primeros 8 posgrados de las escuelas
de la UNED.
En segundo lugar, fue determinante
para la aprobación de la Revista el apoyo del vicerrector ejecutivo y el cambio
de rector, en 1999. Si bien persistía el enfoque administrativo vertical
centralizado, el cambio propició una nueva sensibilidad hacia lo académico,
mayor comunicación y apertura con las escuelas y a las demandas de la sociedad.
Una tercera circunstancia,
igualmente importante, fue la iniciativa coincidente de un grupo de profesores
por la creación de una revista seria y con rigor académico, que fomentara la
investigación, la innovación y el mejoramiento académico de programas, cursos,
materiales didácticos y demás actividades de la ECSH. Ese grupo lo conformaba
el coordinador del Programa de Estudios Generales, el director de la ECSH y
otros distinguidos profesores encargados de cátedras y de cursos.
Se escribió la propuesta, que fue
avalada por el Consejo de Escuela de ese período y se elevó al Consejo Universitario.
Como se indicó arriba, la creación de Revista Espiga fue aprobada por dicho
Consejo el 23 de junio, 1999. Sus principales características, que justificaron
su aprobación eran: naturaleza humanista y crítica, abierta al análisis de los
grandes y graves problemas de la sociedad actual y a las nuevas corrientes de
pensamiento, promotora de la investigación por parte de los profesores de los
diferentes programas o carreras de la Escuela y un medio de difusión de los
mejores trabajos y avances de investigación de esta Unidad Académica, de otras escuelas
y de investigadores externos de reconocido prestigio. Así, el sueño de una revista,
que fuera la voz oficial de la Escuela, comenzó a dar sus primeros pasos.
¿Por qué
el nombre de Espiga y cuáles fueron sus raíces culturales y alcances?
Ese equipo de profesores, antes
mencionado, propuso varios nombres y entre ellos el de Espiga. Se pensó,
también, en el nombre de Revista de Ciencias Sociales, pero ya existía una con
ese mismo nombre en la Universidad de Costa Rica. Entonces, se acogió el de
Espiga porque integraba el esfuerzo original humanista de la UNED: Una de las
primeras Oficinas fue la de Ciencias del hombre, en la que estaba incluida el
área de Ciencias Sociales y Humanidades[10].
El exdirector del SEP y nuevo
director de Revista Espiga había estudiado Filosofía y Teología en
Europa, por lo que conocía el significado de espiga en la literatura bíblica y
en la cultura de la media luna fértil, o sea, la de las naciones que bordeaban
el Mediterráneo desde hace más de 10 000 años.
Uno de los libros del Antiguo
Testamento, más bellamente escrito y socialmente interesante, es el libro
de Rut, la espigadora en los campos de Booz[11]. En este y en otros
pasajes de la Biblia, la espiga está asociada a un significado humanista, social
y jurídico en las leyes del antiguo Israel. Asimismo, su contenido convertido en pan y alimento, en
la historia y cultura del cristianismo, pasó a significar vida, energía, luz y
vida después de la vida.
Por tanto, para los fundadores de
la Revista, ya en contexto de la academia, Espiga significaba y
significa un semillero de pensamiento crítico, de nuevas ideas, nuevas líneas
de investigación, que dieran vida y realimentaran el quehacer académico de la
Escuela y de la Universidad. Revista Espiga nació con el claro propósito
de impulsar y apoyar la investigación, condición esencial e indispensable –como
indica Clark– de la calidad y la excelencia académica en la Universidad.
Este perfil y metas de trabajo
están expresados en el editorial del primer número y en la guía para los
colaboradores de la Revista. Si se revisa dicha guía, se observará el trabajo
serio del Consejo Editorial al establecer requisitos y estándares de calidad de
nivel internacional.
De esta manera, se logró, desde el
inicio, mantener pertinencia, selectividad y calidad en los trabajos publicados
en las tres secciones de la Revista: a) Tema central, b) Aportes y c) Vida
Universitaria. Esta última, divulga trabajos sobre la vida en la Universidad (conferencias,
simposios, resultados de congresos, etc.).
Uno de los mayores logros de la Revista
fue motivar y alcanzar la participación de profesores de la Escuela, en líneas
y proyectos de investigación, cuyos resultados eran y son publicados en Espiga.
A estos esfuerzos se sumó la participación de investigadores y escritores
reconocidos a nivel nacional, como Miguel Picado Gatjens
de la Universidad Nacional (UNA), José Luis Vega Carballo de la UCR, Rodrigo
Quesada Monge de la UNA; y, a nivel internacional, Alfonso López Quintás de la Universidad Complutense de Madrid, España, Herón
Pérez Martínez de la Universidad de Michoacán, México, Carlos Rojas Ortiz de la
Universidad de Puerto Rico y otros más que nos han honrado con sus escritos.
No menos importante en esta labor
de espigar fue lograr la indexación de la Revista en Latindex,
a partir del número 13. No es casual que ese número tuvo como tema central la
filosofía y su búsqueda humanista y científica, desde los clásicos griegos
hasta el presente. En el editorial de ese número escribimos la siguiente
reflexión:
¿Es
necesaria y útil la filosofía? Algunos se atreverían a pensar que es cosa del
pasado, de los antiguos y de los medievales, pero que en la sociedad moderna y
contemporánea no tiene cabida, en especial, una parte de ella, la ética y la
moral. Efectivamente vivimos la euforia del avance de las ciencias y de los
grandes descubrimientos científicos en el orden del espacio, de la vida, de las
telecomunicaciones y de todas las áreas del conocimiento.
(….)
¿Qué queda por conocer? ¡Nunca como ahora el ser humano se ha sentido más cerca
de aquella frase del Génesis 3.5, «Y
seréis como dioses»!
Esta frase es precisamente el
título de la obra de Erick Fromm, en la que, como en Anatomía de la destructividad humana, analiza con profundidad los
desvaríos de la sociedad moderna ilustrada…[12]
Ese y demás editoriales revelan el
nivel del trabajo intelectual de la Revista. Gracias a este esfuerzo conjunto
de todos los que trabajamos en Espiga nos permitió lograr la indexación de la
Revista. ¿Qué es Latindex? Es una red de
instituciones, del más alto nivel, que reúne y disemina información sobre
publicaciones científicas producidas en España, Portugal y América Latina.
Pertenecer a ella implica cumplir con ciertos estándares de calidad. Es un
prestigio, pero a la vez, un compromiso, porque se puede perder la afiliación.
¿Problemas
en la siembra?
Los hubo.
Desde su aprobación, Espiga enfrentó el problema de financiamiento. El
presupuesto otorgado cubría solamente los costos de edición e impresión por
parte de la Dirección Editorial de la Euned. Por diez
años el primer director de la Revista y los miembros del Consejo Editorial hicieron
su trabajo «ad
honorem».
Sospechamos, al volver sobre estos hechos del pasado, que la idea de la
importancia de una revista académica no calaba, a nivel de convencimiento, en
la mentalidad administrativa de la Universidad.
Otro problema relacionado con
criterios de calidad, a nivel de Dirección y Consejo Editorial, fue tener que
rechazar trabajos de compañeros profesores porque no cumplían con los criterios
establecidos. En muchos casos sirvió para tomar conciencia que investigar y
publicar los resultados es un aprendizaje necesario en la academia, que se
alcanza a prueba de errores y de fuerza de voluntad para domar la chispa
creativa.
Un tercer problema sucedió con la
edición de un número de la Revista, en la que se filtraron errores de dicción y
de traducción. Al señalarlos un distinguido compañero, me dio enorme vergüenza por
mi descuido, como Director. Inmediatamente pensé y elevé mi renuncia
irrevocable ante el Consejo Editorial, en el que era miembro el director de la
Escuela. Mi renuncia no fue aceptada. Era el año V de la Revista. Hubo, sin
duda, otros problemas menores, que la pasión por el trabajo académico y el
deseo de servir a la universidad ayudaron a superarlos.
Nuevos
surcos para espigar: reflexiones finales
Dejé la dirección de Espiga en el
2009, para acogerme a la pensión. Era el año VII de la Revista. En ese período
se publicaron 19 números, más el numero 23, que me correspondió coordinar por razón de su tema central. A la distancia
de once años, desde mi retiro, me complace reconocer los nuevos aires que han
oxigenado el crecimiento de Revista Espiga y, que a la fecha, se han
publicado 42 números, ahora también en formato digital.
Sin embargo, a esta altura de los
tiempos sigo pensando, igual que ayer, en los desafíos actuales para la Revista
o lo que metafóricamente podría llamarse «nuevos surcos para espigar». Desafíos que han estado y están
vinculados con el crecimiento y mejoramiento de la calidad en la Escuela y en
la universidad. No está de más recordar el papel de liderazgo académico que ha
protagonizado la Escuela en el pasado cercano, como fue en la creación de los
posgrados[13],
creación de nuevas carreras, la Reforma de los Estudios Generales[14], la misma creación de
Espiga y la activa participación en el Tercer Congreso (2006), para la
propuesta de creación de la Vicerrectoría de Investigación. La moción sexta y
séptima, cuyo borrador fue elaborado por la Escuela, ponía énfasis en la
urgencia de dicha Vicerrectoría, en la necesidad de integrar, bajo el modelo
sistémico, los diversos componentes: institutos, centros, programas o redes con
diversas líneas de investigación. Asimismo, se proponía la articulación entre
investigación, docencia, producción de materiales, extensión y publicación de
los resultados de investigación.
En este marco de acciones y
propuestas ¿Qué papel debe jugar Revista Espiga con miras al futuro? La
función de una revista no debe ser solamente receptiva, esto es recibir y
difundir conocimientos, sino también propositiva. Hay dos vertientes que Espiga
puede revisar y profundizar. Una es a lo interno de la institución, ¿Cómo
hacerlo? Planteando líneas y temas de investigación sobre la pertinencia y
eficacia de las estructuras, que los mismos profesores o funcionarios
administrativos pueden desarrollar, en líneas aprobadas de investigación o como
tesis de graduación en los diferentes posgrados. Se puede plantear, también, preguntas
irreverentes como las siguientes, que motiven la investigación y la innovación:
• ¿En la actualidad favorece la
calidad y la investigación la estructura de Programas y Cátedras?
• ¿Por qué, después de 45 años de
existencia de la Universidad y 30 de las escuelas, no existen en ellas
institutos y centros de investigación, algo como el CINED de la Escuela de
Educación, que inició labores en el 2016?
• ¿Existe en la UNED «excelencia
selectiva»
o lo que otros llaman «meritocracia académica», vinculadas ambas a la carrera
profesional académica, esto es al talento y al esfuerzo aplicados a grados
obtenidos y a número de publicaciones científicas?
• ¿Cómo y qué requisitos académicos
existen para acceder a los puestos de Dirección, Encargado de Programa y de
Cátedra?
• ¿La inmovilidad (o falta de alternabilidad
periódica) en los puestos de Encargado de Programa y de Cátedra favorece la
calidad académica?
• Los posgrados nacen y son de las escuelas,
¿Cómo retroalimentan estos a sus escuelas para elevar la calidad en la docencia
y la investigación?
• En el 2016, la directora del SEP
señalaba, en su plan de trabajo: «Es
crucial fortalecer la interrelación entre el SEP y las escuelas académicas». ¿Se ha logrado ese fortalecimiento
después de cinco años?
Una segunda vertiente surge de la
relación entre investigación y la sociedad de la Cuarta Revolución Industrial o
Revolución Digital. Costa Rica es un país privilegiado geopolíticamente, en
vías de desarrollo, abierto al asentamiento de nuevas empresas e industrias internacionales
que provocan y suscitan nuevas necesidades y cambios en el trabajo, en el
sistema de empleo y en la cultura general. Las universidades deben afrontar las
demandas de esta nueva sociedad industrial digital.
¿Cuáles son las características de
esta nueva sociedad? Una es la velocidad cada vez más acelerada de los cambios.
Desde la primera Revolución de la agricultura, hace 10 000 años, a la gran
revolución política, humanista científica de los griegos, pasaron 9000 años,
aproximadamente. En cambio, las últimas cuatro revoluciones industriales se han
llevado a cabo en menos de doscientos años.
¿Cómo enfrentar estos inusitados
cambios en todos los ámbitos de la sociedad? A mediados del siglo pasado, Ortega
y Gasset escribía: «Las
viejas y famosas universidades inglesas preparan a sus estudiantes con una
sólida formación clásica humanista para enfrentar no solo los problemas del
presente, sino también los cambios en el futuro». Al respecto ¿Cuáles y cómo son los
contenidos curriculares de nuestros programas de grado y posgrado? ¿Cuál es el
perfil de formación que necesitamos para el desarrollo integral de la nueva sociedad
digital? ¿Estamos formando a nuestros estudiantes para enfrentar esos cambios?
Otra característica de la nueva
sociedad postindustrial es la urgencia de nuevas ciencias, relacionadas con las
demandas de carreras STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Es preocupante lo que señala el último
Informe del Estado de la Educación: Solo el 16 % de la oferta académica de las
universidades en Costa Rica responde a las demandas STEM[15]. ¿Cuáles son algunas de
estas nuevas ciencias, a cuyo estudio e investigación se deben avocar las
escuelas, los centros e institutos de investigación de la Universidad? La ciencia
de datos, imprescindible en la actualidad, para la toma de decisiones. Robótica
e inteligencia artificial, nanotecnología, biotecnología y secuenciación
genética, computación cuántica, finanzas: inversiones y banca, comunicación y
negocios digitales, comercio internacional y cadenas globales de valor, humanidades
con pensamiento crítico, entre otras.
No es nada fácil enfrentar estos
desafíos. Revista Espiga debe proponer y ayudar a romper las barreras de
comodidad y de asentamientos administrativos en la Escuela, barreras
burocráticas e ideológicas, como advierte Francisco González, actual rector de
la UNA, para abrir espacios de reflexión e investigación en esas nuevas áreas del
conocimiento científico y humanista.
En relación con esta necesidad de
romper barreras, es gratificante reconocer los avances de la UNED en el campo
de la investigación. La creación y el trabajo de la Vicerrectoría de
Investigación (2006) ha contribuido a generar cambios y mejoras en el desempeño
académico. Datos actuales, como los siguientes: 292 investigadores y 272
estudiantes vinculados a los procesos de investigación, cuatro centros de investigación,
un instituto, dos laboratorios de investigación y nueve revistas científicas,
la mayoría de ellas indexadas en redes internacionales, ponen a la UNED en la
ruta hacia la calidad y la excelencia académica. Trabajos de investigación como:
«Aportes de Vigotsky y la pedagogía crítica para la transformación del
diseño curricular en el siglo XXI»,
de César Toruño Arguedas (Innovaciones Educativas, n.º 33, 2020); «La Universidad del futuro y la 4.0
Revolución. Hacia una universidad innovadora. Análisis prospectivo», de Roberto Carvajal (Revista
Electrónica Calidad en la Educación Superior, Vol. 11, 2, 2020) y «Estudio de los factores
desencadenantes del síndrome de quemado en las cuatro escuelas y el Sistema de
Posgrado de la UNED»,
de Randall Trejos Alvarado (Revista Electrónica Calidad en la Educación
Superior, Vol. 11, 2, 2020)[16], constatan el interés y
el esfuerzo de los académicos por responder a los retos de la nueva sociedad
digital.
Terminamos estas reflexiones reafirmando: No hay ni habrá
calidad en las carreras de grado y posgrado y en la producción de los materiales
didácticos, si no hay investigación y nuevos conocimientos. Y las
investigaciones requieren de una o más revistas, que difundan y promuevan los
nuevos conocimientos. Revista Espiga ha cumplido esta misión y le
deseamos mayores y mejores logros en el futuro.
Formato de citación según APA
Ramírez-Acosta, P. J. (2022). Revista Espiga en la
memoria histórica de la ECSH y de la UNED. Revista Espiga, 21 (43), 1-13.
Formato de citación según Chicago-Deusto
Ramírez-Acosta, Pedro J. «Revista
Espiga en la memoria histórica de la ECSH y de la UNED». Revista Espiga 21, n.º
43 (enero-junio, 2022): 1-13.
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[2] UNED, Acuerdos
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[3] Lester Osorno,
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[7] Carlos Tünnermann,
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[10] Lester Osorno,
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[11] Rut, 1 y 2, en
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[12] Pedro
Ramírez-Acosta, «Expansión y Calidad de los Posgrados: Estudio del Modelo de la
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como dioses (Barcelona: Editorial Paidós, 1974).
[13] Pedro
Ramírez-Acosta, «Expansión y Calidad…
[14] José Luis Torres, «Los Estudios Generales en la Universidad
Estatal a Distancia», Revista
Espiga 6,
n.° 12 (2006): 1-20.
[15] Consejo Nacional
de Rectores, Informe del Estado de la Educación (San José: CONARE, 2020); Juan
Diego Córdoba González, «Carreras del futuro demandan reforma en oferta de
universidades», La Nación, 17 de abril de 2021, 6-7.
[16] Randall Trejos
Alvarado, «Estudio de los
factores desencadenantes del síndrome de quemado en las cuatro Escuelas y el
Sistema de Posgrado de la UNED»,
Revista Electrónica Calidad en la Educación Superior 11, n.° 7 (2020):
214-260. La investigación del profesor Trejos Alvarado es novedosa e
interesante, por cuanto se acerca, con cierto rigor científico, al problema de
la calidad del trabajo del «profesor
quemado», conocido como «síndrome burnout», en programas, cátedras y posgrados. ¿No
debió preguntarse, también, por la inmovilidad en el cargo y requisitos
académicos para acceder a él de parte del «profesor quemado», como un factor esencial de la calidad
académica?