REVISIÓN de literatura

Serpientes de la Gran Área Metropolitana (GAM) de Costa Rica

Sergio Gabriel Quesada-Acuña

Laboratorio de Ecología Urbana, Vicerrectoría de Investigación, Universidad Estatal a Distancia (UNED), 2050 San José, Costa Rica;

sgbiotropic@gmail.com

Recibido 18-X-2017 • Corregido 14-XI-2017 • Aceptado 11-XII-2017

ABSTRACT: Snakes from the Greater Metropolitan Area of Costa Rica. The GAM is a small geographic area that concentrates most of the Costa Rican population, but it that does not contain all the biodiversity that makes the country famous. Here I review information on snakes that coexist with humans in the area. From a total of 142 species, 73 occur in the GAM: 21 species dwell in leaf litter (harmless), two are semi-aquatic species (harmless), 16 tree species (13 harmless) and 34 terrestrial species (26 harmless). Only 11 species pose a real danger to human health but, we can coexist with them in peace.

Key words: City, Urban ecology, description, environmental education, snakes.

Costa Rica, un pequeño país centroamericano de tan sólo 51 100km2 (MIDEPLAN, 2014), es reconocido internacionalmente por mantener la cobertura natural de sus ecosistemas en el 55.6% de su territorio continental, lo cual le permite albergar un 5% de la biodiversidad mundial conocida (SINAC, 2014). Esta realidad costarricense, producto de la interrelación histórica de múltiples factores climáticos, biogeográficos, políticos y socioculturales, posiblemente refleje un aspecto positivo de concentrar el 60% de la población (MIDEPLAN, 2014) en un área de aproximadamente 2 000km2 llamada Gran Área Metropolitana (GAM) (Fig. 1).

La GAM de Costa Rica es un núcleo urbano (residencial e industrial), que permanece creciendo rápida y desordenadamente hacia los cordones montañosos que lo rodean (Barrientos, 2010; INVU, 2011), generando cada vez más presión sobre los recursos naturales y la biodiversidad de la zona (Barrientos, 2010; SINAC, 2014). La GAM abarca 31 cantones de cuatro provincias (Apéndice 1) y se espera que al año 2030 su desarrollo inmobiliario sea aún mayor (INVU, 2011; MIDEPLAN, 2014), de manera que curiosamente, la mayor parte de la población costarricense habita (o habitará) en un área geográfica reducida, que no alberga la totalidad de la biodiversidad que hace famoso al país (SINAC, 2014).

Dado que en la GAM reside la mayoría de la población, pero sólo un porcentaje de la biodiversidad (independientemente si es amada o temida); todo esfuerzo de educación ambiental a las poblaciones urbanas haría bien en considerar la distribución de las especies para establecer prioridades que hagan más “aplicable” el conocimiento adquirido (Barrientos & Monge-Nájera, 2010). Por esta razón, y considerando la poca empatía que existe entre los seres humanos y las serpientes (Prokop, Özel & Usak, 2009; Nonga & Haruna, 2015; Torkar, 2015; Pinheiro, Mota & Borges-Nojosa, 2016), en este trabajo busco educar y evitar la muerte innecesaria de muchas serpientes urbanas.

¿Cuánto se conoce sobre las serpientes costarricenses?

El estudio de las serpientes en Costa Rica es una disciplina que inició aproximadamente en el año 1854 (Savage, 2002), cuando los alemanes Alexander von Frantzius y Carl Hoffmann, junto a sus aprendices costarricenses José Cástulo Zeledón, Juan J. Cooper, José Fidel Tristán y Anastasio Alfaro, empezaron a recorrer el país para recolectar e inventariar todo tipo de especies (Savage, 2002). De aquellas primeras exploraciones (casi aficionadas), ya han pasado más de 160 años en los que decenas de renombrados investigadores (nacionales y extranjeros), han investigado en el campo y en laboratorio para enriquecer continuamente el conocimiento sobre la historia natural, la peligrosidad y la distribución geográfica de las serpientes de Costa Rica (Savage, 2002).

El conocimiento científico sobre serpientes costarricenses es amplio, se encuentra a disposición del público general y ha sido la fuente primaria de información para este documento, pues varios especialistas han recopilado el trabajo de sus vidas en libros ilustrados de cientos de páginas, que se convierten en verdaderos tesoros del conocimiento y álbumes de la biodiversidad costarricense. Como ejemplos, se pueden recomendar los trabajos casi “enciclopédicos” del estadounidense Jay Savage (2002) y del costarricense Alejandro Solórzano (2004); pero también existen “guías de campo” bastante completas del holandés Twan Leenders (2001), del costarricense Federico Muñoz Chacón junto al estadounidense Richard Dennis Johnston (2013), del estadounidense Gregory McConnell (2013), entre otras. Al respecto es importante aclarar que decenas de especialistas no son mencionados en este apartado simplemente porque a la fecha no han publicado grandes libros recopilatorios; aunque definitivamente, sus investigaciones fueron la base para todos los libros mencionados (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Muñoz & Johnston, 2013).

Al revisar exhaustivamente la bibliografía disponible, es fácil notar que el número de especies de serpientes que habitan en Costa Rica varía constantemente por la aplicación de novedosas técnicas biotecnológicas cada vez más precisas (Solórzano, 2011; Muñoz & Johnston, 2013; Doan, Mason, Castoe, Sasa & Parkinson, 2016). A la fecha de esta revisión se pueden considerar un total de 142 especies de serpientes en Costa Rica (Chaves, Bolaños, Rodríguez & Matamoros, 2014), de las cuales sólo 73 especies (Apéndice 2) habitan en la GAM, según el extenso registro histórico de su distribución geográfica (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Muñoz & Johnston, 2013).

Finalmente, es importante aclarar que este trabajo implica dos suposiciones inevitables: que la presencia o ausencia de serpientes en cierto lugar responde únicamente a las condiciones de altitud y clima del mismo, como factores limitantes para la fisiología de las serpientes (Savage, 2002; Solórzano, 2004); y que las serpientes siguen habitando donde alguna vez fueron reportadas (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Chaves et al., 2014).

Sin embargo, se sabe que esto no es necesariamente cierto y que, al igual que otros grupos faunísticos, algunas especies de serpientes son más tolerantes a la alteración del hábitat que otras, de manera que es muy probable que el urbanismo ya haya reducido el número de especies de serpientes en la GAM (Savage, 2002; Solórzano, 2004). Los estudios poblacionales de serpientes son muy escasos y se ocuparía uno para cada especie para aventurarse a dar un número más exacto a la realidad cotidiana (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Chaves et al., 2014).

Serpientes de jardín

De las 73 especies de serpientes reportadas para la GAM, 21 tienen hábitos fosoriales, semifosoriales o de hojarasca (Apéndice 2), lo cual significa que habitan en túneles o escondidas debajo de hojas secas, troncos, piedras, macetas, adornos y objetos similares frecuentes en los jardines (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Las serpientes de jardín de la GAM son fáciles de reconocer (Fig. 2). La mayoría son del grosor de un dedo meñique y miden entre 15 cm y 50 cm, con dos excepciones que pueden alcanzar los 80 cm (Savage, 2002; Solórzano, 2004). Suelen ser de colores poco llamativos como negro, pardo y pardo rojizo, tres especies tienen rayas longitudinales y seis especies poseen el vientre amarillo u rojo (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Las llamadas “culebras de jardín”, “serpientes hojarasqueras” o “culebras de tierra”, son inofensivas a los humanos y nos generan beneficios al consumir invertebrados como: escorpiones, grillos, lombrices, arañas o cucarachas (Savage, 2002; Solórzano, 2004). También es importante mencionar que, aunque nueve especies son vistas en jardines con relativa frecuencia, la mayoría son consideradas “raras” y se les ve muy poco, probablemente por sus hábitos subterráneos y nocturnos (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Serpientes de río

En la GAM sólo se han reportado dos especies de serpientes semi-acuáticas o asociadas directamente a los cursos de agua (Apéndice 2) y considerando que se alimentan de animales acuáticos como camarones, cangrejos, ranas y peces; es probable que la contaminación de los ríos urbanos juegue un papel importante en su distribución actual (Whitfield et al., 2000; Savage, 2002; Solórzano, 2004; Barrientos, 2010).

Las serpientes de río de la GAM se reconocen porque habitan en el agua o muy cerca de ella (Fig. 3), una de las especies es color pardo grisáceo o café y la otra tiene rayas longitudinales en colores pardo y amarillo verdoso (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Al igual que las serpientes de jardín, las llamadas “culebras acuáticas” o “camaroneras” son inofensivas a los humanos, aunque su aspecto y tamaño es mucho más intimidante. Ambas especies son del grosor de un dedo índice y miden entre 70 cm y 100 cm (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Serpientes de árbol

Es posible que las serpientes arborícolas sean más reconocidas (y temidas) por la población que las serpientes de los dos grupos antes mencionados, aunque para la GAM únicamente se han reportado 16 especies (Apéndice 2) y sólo tres representan un verdadero peligro para las personas (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Reconocer a las serpientes arborícolas es relativamente sencillo considerando que por lo general evitan el contacto con el suelo y son del grosor de un dedo índice (Fig. 4). Sin embargo, su longitud varía considerablemente según la ecología de las especies y basándonos en eso, se podrían considerar dos subgrupos: diez serpientes arborícolas de la GAM son largas (entre 100 cm y 210 cm), lo que les ha valido el nombre de “bejuquillas”, “pajareras” o “falsa lora” cuando se ven durante el día, o “culebras ojos de gato” cuando se ven durante la noche (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Muñoz & Johnston, 2013). Las serpientes de este subgrupo son agresivas pero inofensivas, y suelen ser de colores muy apropiados para la vida en los árboles, como verde, café, café con machas o pardos amarillentos (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Las otras seis serpientes arborícolas de la GAM son medianas (entre 60 cm y 100 cm) y presentan colores brillantes y llamativos como amarillo, verde, rojo, dorado, rosado, gris, blanco y negro, en infinidad de combinaciones (Savage, 2002; Solórzano, 2004). Las serpientes de este subgrupo son nocturnas, pacíficas y de andar lento: tres especies son completamente inofensivas y pasan sus noches cazando caracoles; pero las otras tres son venenosas y ocasionan accidentes principalmente cuando las personas las tocan por error mientras ellas descansan en algún arbusto (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Las tres serpientes arborícolas venenosas de la GAM (Fig. 5) pertenecen a la familia Viperidae y tienen nombres comunes célebres y temidos: la “lora”, verde con pequeñas líneas claras a los lados del cuerpo; la “bocaracá”, “oropel” o “toboba de pestañas”, de brillantes colores y distintivas proyecciones en las escamas sobre los ojos; y la “toboba de árbol”, verde con manchas negras, aunque bastante difícil de encontrar (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Serpientes terrestres

Finalmente, de las 73 especies de serpientes reportadas para la GAM, 34 son especialistas en desplazarse por el suelo (algunas a gran velocidad) y alcanzan tamaños y grosores realmente intimidantes (Apéndice 2), aunque sólo ocho representan un verdadero peligro para las personas por su veneno (Savage, 2002; Solórzano, 2004). A continuación, y únicamente para efectos didácticos, me referiré a las 34 serpientes terrestres de la GAM dividiéndolas en cuatro subgrupos.

La serpiente más grande del país, la “boa” o “becker”, compone por sí misma el primer subgrupo de serpientes terrestres de la GAM (familia Boidae), porque puede alcanzar hasta 450 cm de longitud y el grosor de un brazo (Fig. 6). Sin embargo, pese a lo que sugiere su gran tamaño, esta serpiente de hermosas manchas cafés no representa ningún riesgo para las personas adultas y lamentablemente, sus crías han ganado popularidad como mascotas exóticas (Arias-Ortega, Bonilla-Murillo & Sasa, 2016). Las serpientes crecen con sus dueños hasta que éstos ya no pueden mantenerlas (por alimento y espacio) y terminan siendo liberadas en lugares inapropiados (Savage, 2002; Solórzano, 2004; Arias-Ortega et al., 2016).

Dentro del segundo subgrupo de serpientes terrestres de la GAM (20 especies) incluyo las llamadas “corredoras”, “sabaneras”, “guardacaminos”, “ratoneras”, “micas” y la “zopilota” (Apéndice 2), nombres que hacen referencia a su extraordinaria velocidad, hábitos alimenticios o aspecto físico (Savage, 2002; Solórzano, 2004) (Fig. 7). Todas alcanzan largos entre 100 cm y 300 cm, grosores mayores a dos dedos índice y presentan colores como café, amarillo, verde, blanco y negro, a veces en combinaciones bicolor o con rayas longitudinales (Savage, 2002; Solórzano, 2004). Valga mencionar que algunas, como la “mica tigre o pajarera”, tienen gran habilidad para subir árboles y llamativas combinaciones de color en tonos verde, amarillo y negro (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Las serpientes terrestres del segundo subgrupo suelen estar activas durante el día y son agresivas, aunque no son peligrosas; de hecho, pueden beneficiar a los agricultores de la GAM al controlar plagas en los cultivos e incluso la “zopilota” (negra con vientre claro) se alimenta de serpientes venenosas. Lamentablemente, los agricultores matan a las “zopilotas” juveniles (cabeza negra, collar claro y cuerpo rojo) erróneamente convencidos de que son “víboras de sangre” venenosas (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

En el tercer subgrupo de serpientes terrestres de la GAM coloco a las célebres “corales” y “falsas corales”, porque muchos no saben distinguirlas con certeza (Fig. 8). Se trata de ocho especies (Apéndice 2) cuya coloración presenta anillos de color rojo, amarillo, anaranjado, blanco y negro, en diferentes órdenes (Savage, 2002; Solórzano, 2004). Las tres especies de “corales” venenosas de la GAM (familia Elapidae) miden entre 70 cm y 110 cm, tienen la cara color negro, ojos muy pequeños y presentan anillos completos de tres colores, en el orden rojo-amarillo-negro-amarillo (R-A-N-A); o anillos completos de dos colores, alternando negro con otro color como rojo, anaranjado o blanco (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

En todo caso, la población de la GAM puede confiar en que las “corales” se caracterizan por tener un temperamento pasivo y tímido, lo cual, sumado a la poca capacidad de apertura de su boca, resulta en que las probabilidades de sufrir un accidente por mordedura de serpiente coral son muy bajas (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

El último subgrupo de serpientes terrestres de la GAM incluye cinco especies venenosas (Apéndice 2) cuyos nombres generan temor, aunque muchos nunca las hayan visto (Prokop et al., 2009; Torkar, 2015; Pinheiro et al., 2016). Las especies de este subgrupo (familia Viperidae) alcanzan distintos tamaños, son malas trepadoras y presentan manchas romboidales en hermosas combinaciones bicolores, con tonos de café, gris, pardo, blanco y negro. Su camuflaje natural les permite permanecer quietas en el suelo esperando a su presa; y esto también genera accidentes, cuando las personas no las ven y se acercan demasiado (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

Pertenecen a este subgrupo: la “mano de piedra” y la “toboba”, que difícilmente sobrepasan los 90 cm de largo; la “cascabel”, de hasta 170 cm incluyendo su inconfundible cascabel; y la “terciopelo” (Fig. 9), que puede alcanzar los 230 cm y posiblemente sea la serpiente que le da origen a la injusta mala fama de todas las demás especies (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

CONCLUSIÓN

Según el registro histórico de su distribución geográfica (Savage, 2002; Solórzano, 2004), en la GAM costarricense (Apéndice 1) habitan 73 especies de serpientes (Apéndice 2), de las cuales sólo 11 representan un verdadero peligro para la salud humana en caso de acercarse demasiado, con o sin intención (Savage, 2002; Solórzano, 2004).

El temor a las serpientes suele fundamentarse en mitos e historias ficticias (Prokop et al., 2009), pues ciertamente la mayoría son inofensivas y podemos coexistir con ellas en paz, por el bien de los ecosistemas y la biodiversidad (Solórzano, 2004; Nonga & Haruna, 2015).

Al encontrar una serpiente en la GAM es necesario recordar que no hay nada que temer, y evaluar las distintas formas en las que se puede actuar, tal y como lo hacemos al encontrar un ave golpeada o un gato. En la mayoría de los casos una escoba bastará para ahuyentar a la serpiente, pero también es posible llamar a los bomberos o pedir ayuda a algún biólogo de su comunidad si el animal es grande o de una especie de cuidado (Solórzano, 2004).

Finalmente, lo invito a que busque lugares especializados para que pueda conocer más sobre las serpientes costarricenses, pues la educación ambiental hará que usted sustituya sus miedos, por genuino interés (Torkar, 2015; Pinheiro et al., 2016).

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Gabriela Pérez, Néstor Quesada, Julián Monge, Juan Abarca, Daniela Vargas, Zaidett Barrientos y Alejandro Solórzano por sus sugerencias para mejorar el manuscrito. También a Laura Artavia, Michael Méndez y Miguel Matarrita por facilitar las fotografías para ilustrar el artículo.

REFERENCIAS

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Barrientos, Z., & Monge-Nájera, J. (2010). Especies introducidas en la meseta central de Costa Rica. Biocenosis, 23(2), 32-37.

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Pinheiro, L. T., Mota, J. F., & Borges-Nojosa, D. M. (2016). Formal education, previous interaction and perception influence the attitudes of people toward the conservation of snakes in a large urban center of northeastern Brazil. Journal of ethnobiology and ethnomedicine, 12(25), 1-8. Doi: 10.1186/s13002-016-0096-9

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Whitfield, J., Scott, D. E., Ryan, T. J., Buhlmann, K. A., Tuberville, T. D., Metts, B. S., Greene, J. L., Mills, T., Leiden, Y., Poppy, S., & Winne, C. T. (2000). The global decline of reptiles, déja vu amphibians. BioScience, 50(8), 653-666.

REVISION DE LITERATURA/REVIEW

Revisiones de literatura con un enfoque crítico y recomendaciones prácticas para futuras investigaciones.

Reviews of the literature with a critical approach and practical recommendations for future research.

RESUMEN: La GAM es un área geográfica pequeña que concentra la mayor parte de la población costarricense, pero que no contiene toda la biodiversidad que hace famoso al país. Aquí reviso información sobre serpientes que conviven con humanos en el área. De un total de 142 especies, 73 ocurren en la GAM: 21 especies habitan en hojarasca (inofensivas), dos son especies semi-acuáticas (inofensivas), 16 especies arbóreas (13 inofensivas) y 34 especies terrestres (26 inofensivas). Solo 11 especies representan un peligro real para la salud humana pero, podemos coexistir con ellas en paz.

Palabras clave: Ciudad, ecología urbana, descripción, educación ambiental, serpientes.

Fig. 1. Delimitación de la Gran Área Metropolitana (GAM) de Costa Rica, según el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU). Puede ver la lista completa de cantones y distritos en el apéndice 1.

Fig. 2. Las serpientes de jardín habitan escondidas debajo de troncos, hojarasca y objetos similares, son del grosor de un dedo meñique y miden menos de 50 cm de largo. Fotografía de Laura Artavia.

Fig. 3. En la GAM sólo se han reportado dos especies de serpientes semi-acuáticas y es probable que la contaminación de los ríos urbanos disminuya su distribución actual. Fotografía de Miguel Matarrita.

Fig. 4. La mayoría de las serpientes arborícolas de la GAM son largas (más de 100 cm), delgadas y exhiben colores apropiados para la vida en los árboles, como verde, café, café con manchas o pardo. Fotografía de Miguel Matarrita.

Fig. 5. Las tres serpientes arborícolas venenosas de la GAM son medianas (menos de 100 cm) y presentan colores brillantes en infinidad de combinaciones. La “lora” es verde con pequeñas líneas claras a los lados del cuerpo. Fotografía de Miguel Matarrita.

Fig. 6. La serpiente terrestre más grande del país es la “boa” o “becker”, puede alcanzar hasta 450 cm de largo y el grosor de un brazo. Sus crías han ganado popularidad como mascotas exóticas. Fotografía de Miguel Matarrita.

Fig. 7. Las serpientes terrestres de la GAM: “corredoras”, “sabaneras”, “guardacaminos”, “ratoneras”, “micas” o “zopilota”, reciben nombres comunes en referencia a su velocidad, su alimento o apariencia. Fotografía de Michael Méndez.

Fig. 8. Las tres especies de corales venenosas de la GAM miden menos de 100 cm, tienen ojos pequeños y presentan anillos completos de tres colores (R-A-N-A) o de dos colores (N-A-N-A o N-R-N-R). Fotografía de Miguel Matarrita.

Fig. 9. Las serpientes venenosas más peligrosas de la GAM (como la terciopelo) suelen estar camufladas en el suelo y presentan manchas romboidales en combinaciones bicolor, con tonos de café, gris, pardo, blanco y negro. Fotografía de Miguel Matarrita.

APÉNDICE 1

Lista de los cantones y distritos que forman parte del Gran Área Metropolitana (GAM) de Costa Rica (INVU, 2011; MIDEPLAN, 2014).

Provincia

Cantón

Distritos

San José

San José

Carmen, Catedral, Hatillo, Hospital, Mata Redonda, Merced, Pavas, San Francisco de Dos Ríos, San Sebastián, Uruca y Zapote

Escazú

Escazú, San Antonio y San Rafael

Desamparados

Damas, Desamparados, Gravilias, Patarrá, Rosario, San Antonio, San Juan de Dios, San Miguel, San Rafael Abajo y San Rafael Arriba

Aserrí

Aserrí y Salitrillos

Mora

Colón

Goicoechea

Calle Blancos, Guadalupe, Ipís, Mata de Plátano (Carmen), Purral, Rancho Redondo

y San Francisco

Santa Ana

Brasil, Piedades, Pozos, Santa Ana, Salitral y Uruca

Alajuelita

Alajuelita, Concepción, San Antonio, San Felipe y San Josecito

Vásquez de Coronado

Cascajal, Dulce Nombre de Jesús, Patalillo, San Isidro y San Rafael

Tibás

Anselmo Llorente, Cinco Esquinas, Colima, León XIII y San Juan

Moravia

La Trinidad, San Jerónimo y San Vicente

Montes de Oca

Mercedes, Sabanilla, San Pedro y San Rafael

Curridabat

Curridabat, Granadilla, Sánchez y Tirrases

Alajuela

Alajuela

Alajuela, Carrizal, Desamparados, Garita, Guácima, Río Segundo, Sabanilla, San Antonio, San Isidro, San José, San Rafael, Tambor y Turrúcares

Atenas

Atenas, Concepción, Jesús y Mercedes

Poás

Carrillos, Sabana Redonda, San Juan, San Pedro y San Rafael

Cartago

Cartago

Aguacaliente (San Francisco), Carmen, Dulce Nombre, Guadalupe (Arenilla), Llano Grande, Occidental, Oriental, Quebradillas, San Nicolás y Tierra Blanca

Paraíso

Cachí, Orosi, Paraíso y Santiago

La Unión

Concepción, Dulce Nombre, Río Azul, San Diego, San Juan, San Rafael, San Ramón y Tres Ríos

Alvarado

Capellades, Cervantes y Pacayas

Oreamuno

Cipreses, Cot, San Rafael, Santa Rosa y Potrero Cerrado

El Guarco

San Isidro, Tejar y Tobosi

Heredia

Heredia

Heredia, Mercedes, San Francisco y Ulloa

Barva

Barva, San José de la Montaña, San Pablo, San Pedro, San Roque y Santa Lucía

Santo Domingo

Pará, Paracito, San Miguel Sur, San Vicente, Santa Rosa, Santo Domingo, Santo Tomás y Tures

Santa Bárbara

Jesús, Purabá, San Juan Abajo, San Pedro, Santa Bárbara y Santo Domingo

San Rafael

Ángeles, Concepción, San Josecito, San Rafael y Santiago

San Isidro

Concepción, San Isidro, San José y San Francisco

Belén

Asunción, Ribera y San Antonio

Flores

Barrantes, Llorente y San Joaquín

San Pablo

San Pablo

APÉNDICE 2

Lista de las 73 especies de serpientes que habitan en la GAM, Costa Rica, según su distribución geográfica histórica

(Savage, 2002; Solórzano, 2004; Muñoz & Johnston, 2013).

Familia

Nombre científico

Hábitos

Rango Altitud (m.s.n.m.)

Frecuencia

Nombre común

Familia

Nombre científico

Hábitos

Rango Altitud (m.s.n.m.)

Frecuencia

Nombre común

Anomalepididae

Helminthophis frontalis

Fosorial-Hojarasca

900-1 200

Rara

Culebra de jardín

Boidae

Boa imperator

Terrestre

0-1 500

Común

Boa o Becker

Colubridae

Chironius exoletus

Terrestre

500-1 600

Rara

Mica verde

Chironius grandisquamis

Terrestre

0-1 600

Común

Mica negra

Dendrophidion clarkii

Terrestre

100-1 000

Rara

Corredora café

Dendrophidion paucicarinatum

Terrestre

1 000-1 800

Común

Corredora verde

Dendrophidion percarinatum

Terrestre

0-1 200

Común

Corredora café

Dendrophidion rufiterminorum

Terrestre

100-1 000

Rara

Corredora café

Drymarchon melanurus

Terrestre

0-1 600

Común

Sabanera café

Drymobius margaritiferus

Terrestre

0-1 500

Común

Sabanera verde

Lampropeltis micropholis

Terrestre

650-2 500

Rara

Coral falsa

Leptodrymus pulcherrimus

Terrestre

0-2 000

Rara

Corredora

Leptophis depressirostris

Arborícola

0-1 300

Común

Lora falsa

Leptophis mexicanus

Arborícola

0-1 300

Común

Lora falsa

Leptophis nebulosus

Arborícola

20-1 600

Común

Lora falsa

Masticophis mentovarius

Terrestre

0-1 400

Común

Chilillo café

Mastigodryas melanolomus

Terrestre

0-1 700

Común

Corredora café

Oxybelis aeneus

Arborícola

0-1 400

Común

Bejuquilla café

Oxybelis brevirostris

Arborícola

10-1 200

Común

Bejuquilla verde

Oxybelis fulgidus

Arborícola

0-1 600

Común

Bejuquilla verde

Phrynonax poecilonotus

Arborícola

0-1 300

Común

Mica pajarera

Scolecophis atrocinctus

Terrestre

0-1 500

Rara

Coral falsa

Senticolis triaspis

Terrestre

0-1 500

Común

Ratonera café

Spilotes pullatus

Terrestre

0-1 500

Común

Mica tigre o real

Stenorrhina degenhardtii

Semifosorial

5-1 400

Común

Escorpionera

Stenorrhina freminvillii

Semifosorial

10-1 500

Común

Escorpionera

Tantilla armillata

Semifosorial

0-1 400

Rara

Hojarasquera

Tantilla ruficeps

Semifosorial

0-1 600

Rara

Hojarasquera

Tantilla schistosa

Semifosorial

50-1 500

Rara

Hojarasquera

Tantilla supracincta

Semifosorial

0-900

Rara

Hojarasquera

Dipsadidae

Clelia clelia

Terrestre

0-900

Común

Zopilota

Clelia scytalina-equatoriana

Terrestre

400-2 000

Común

Zopilota

Coniophanes fissidens

Terrestre

0-1 150

Común

Guardacaminos

Enulius flavitorques

Fosorial-Hojarasca

0-1 300

Común

Culebra de tierra

Erythrolamprus bizona

Terrestre

0-1 600

Común

Coral falsa

Geophis brachycephalus

Semifosorial

10-2 100

Común

Culebra de tierra

Geophis godmani

Semifosorial

1 300-2 200

Común

Culebra de tierra

Geophis hoffmanni

Semifosorial

20-1 200

Común

Culebra de tierra

Geophis zeledoni

Semifosorial

1 700-2 100

Rara

Culebra de tierra

Hydromorphus concolor

Semiacuática

0-1 500

Común

Camaronera

Imantodes cenchoa

Arborícola

0-1 600

Común

Bejuquilla café

Imantodes gemmistratus

Arborícola

0-1 400

Común

Bejuquilla café

Leptodeira rhombifera

Terrestre

0-1 400

Común

Ojos de gato

Leptodeira septentrionalis

Arborícola

0-1 500

Común

Ojos de gato

Liophis epinephalus

Terrestre

0-2 100

Rara

Culebra de fuego

Ninia maculata

Semifosorial

0-1 800

Común

Hojarasquera

Ninia psephota

Semifosorial

1 000-2 000

Rara

Hojarasquera

Pliocercus euryzonus

Terrestre

0-1 500

Rara

Coral falsa

Rhadinaea calligaster

Semifosorial

1 200-2 500

Rara

Hojarasquera

Rhadinaea decorata

Semifosorial

0-1 000

Común

Hojarasquera

Rhadinaea pulveriventris

Semifosorial

1 300-1 600

Rara

Hojarasquera

Rhadinella godmani

Semifosorial

1 300-2 600

Rara

Hojarasquera

Rhadinella serperaster

Semifosorial

1 200-2 200

Común

Hojarasquera

Sibon anthracops

Arborícola

0-900

Común

Caracolera

Sibon dimidiatus

Arborícola

25-1 650

Rara

Caracolera

Sibon nebulatus

Arborícola

0-1 200

Común

Caracolera

Trimetopon gracile

Semifosorial

1 250-2 250

Rara

Hojarasquera

Trimetopon pliolepis

Semifosorial

60-1 550

Rara

Hojarasquera

Urotheca decipiens

Terrestre

0-1 600

Rara

Hojarasquera

Urotheca guentheri

Terrestre

0-1 700

Rara

Hojarasquera

Elapidae

Micrurus alleni

Terrestre

0-1 600

Común

Coral verdadera

Micrurus mipartitus

Terrestre

0-1 600

Rara

Coral gargantilla

Micrurus nigrocinctus

Terrestre

0-1 500

Común

Coral verdadera

Natricidae

Thamnophis proximus

Semiacuática

0-1 700

Común

Camaronera

Sibynophiidae

Scaphiodontophis venustissimus

Terrestre

0-1 250

Rara

Coral falsa

Viperidae

Atropoides mexicanus

Terrestre

50-1 600

Común

Mano de piedra

Atropoides picadoi

Terrestre

300-2 000

Rara

Mano de piedra

Bothriechis lateralis

Arborícola

450-2 500

Común

Lora verdadera

Bothriechis nigroviridis

Arborícola

1 350-3 000

Rara

Toboba

Bothriechis schlegelii

Arborícola

0-1 500

Común

Bocaracá

Bothrops asper

Terrestre

0-1 500

Común

Terciopelo

Cerrophidion sasai

Terrestre

1 400-3 000

Común

Toboba

Crotalus simus

Terrestre

0-1 800

Común

Cascabel